Atrapados En La Catedral Del Yo
Una reflexión sobre The Wicked + The Divine, Kieron Gillen y Jamie McKelvie, Art Brut, los blogs y la noción de carrera.
El último gran comic que leí fue The Wicked + The Divine de Kieron Gillen y Jamie McKelvie. The Wicked + The Divine tiene un concepto que es a la vez sencillo y complejo: cada 90 años un grupo de 12 personas jóvenes (adolescentes y veinteañeros) son elegidos para convertirse en la reencarnación de dioses con poderes fabulosos y ser adorados por la humanidad por su carisma y sus habilidades. Los privilegiados, sin embargo, tienen solo dos años para vivir antes de “quemarse en vez de apagarse lentamente”.
Lo que en una primera observación parece un comic de superhéroes, o filo-superheroico, con poderes y trajes icónicos (¿dónde hay plata, viejo Gómez, para un proyecto de investigación que cruce los estudios de moda con los estudios sobre historieta y reconstruya las elecciones, paletas, modelos y texturas presentes en el diseño de traje de superhéroes?) pronto se revela como algo muy diferente. Como un estudio sobre el costo de la creación, en primer lugar, sobre la música pop, en segundo, y sobre la celebridad, en tercero.
Haciendo Trampa
(una serie de apuntes sobre la relación entre la música, su efecto emocional y la instrumentación)
¿Se acuerdan cuando salió “Heartbeats” de The Knife? No, mejor dicho, ¿Se acuerdan cuando se hizo popular en A CAUSA del cover que hizo José González de “Heartbeats”?
Este “caso” (llamémoslo así por ahora) es uno bueno para empezar. ¿Por qué? Bueno, la canción de The Knife aunque quizás suene convencional ahora era rarísima para la época. Es electrónica, pero no es un banger EDM ni intenta serlo. Tiene bastantes pocos elementos. No es exactamente retro de los 80s aunque usa muchos elementos de esa década (y de la siguiente). La voz de Karin Dreijer es super particular, la letra tiene un montón de imágenes extrañas y el estribillo logra ser pegadizo y hermético al mismo tiempo. Y no nos olvidemos de esos coros pseudo-africanos que parecen sacados de una publicidad de jugos Clight que aparecen al final del tema. Es una gran canción, y al mismo tiempo es una canción extraña.
El cover de José González es bueno porque es imposible arruinar semejante tema y menos aún tocándola de esa forma. Matemos a José González y digamos que aunque me gusta su sonido y lo que intenta hacer, los covers que hace son altamente superiores a sus canciones originales, lo cual es algo… bastante terrible. Pero bueno, si tocas la acústica genialmente, podés imitar a Nick Drake para tocar (Drake tenía una técnica muy particular, con afinaciones bien raras y un excelente trabajo de mano derecha), y cantas lindo y bajito, casi cualquier cosa que tocas va a quedar linda. Y si agarrás este tema de estos freaks suecos que se visten de colores y hacen una joya pop hermética y demostrás que “oh! esta canción en realidad es muy bonita!” no va a fallar. Pero un poco me suena a que es demasiado fácil, como que el tipo está de vivo.
Lo mismo – en menor medida – se podría decir de un caso como la versión de “Hurt”, el cover de Johnny Cash de canción original de Nine Inch Nails. Si agarrás el tema más desgarrador, vulnerable y triste de la carrera de Trent Reznor (un tipo que se especializa en el DRAMA y esas cosas) y le ponés una instrumentación solemne (¡piano!), le sacás los efectos y el noise y le ponés una de las voces barítonas más expresivas de la música moderna, y le agregamos el bonus de que el cantante SE ESTA MURIENDO bueno, es imposible que falle. No-hay-forma. Es obviamente una gran versión, seguramente superior a la original, pero lo mismo: FÁCIL.
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En la cultura pop occidental, hay un montón de instrumentos que tienen cierta connotación cultural intrínseca de la cual es sumamente difícil escaparse. Cualquier cosa con piano y violines tiende a ser solemne, importante. Los vientos y bronces son festivos y alegres. Guitarras con distorsión destilan juventud y inmediatez, etc, etc. Por eso me gustan mucho cuando las bandas rompen esas reglas e intentan usar esos instrumentos para lo opuesto de lo que deberían hacer, aunque a veces hacer exactamente lo que tienen que hacer es lo que tiene que ocurrir. Es complejo. De eso se trata este post.
The Magnetic Fields es una banda que siempre se divirtió jugando con la instrumentación y rompiendo esquemas de como debería sonar el pop. Con sus primeros discos, lo-fi hasta el tuétano, grabados con módulos MIDI de dudosa calidad, ukeleles y xilófonos, la música de los Magnetic Fields no sonaba para nada como debería sonar un acompañamiento a las letras desgarradoras de Stephin Merritt. En cada disco pareciera que elige una “paleta” específica y se concentra en ella: discos electrónicos, discos 100% acústicos, discos llenos de acoples y fuzz, etc. Es algo completamente deliberado.
¿Entonces, que debería de opinar sobre la versión de “100,000 Fireflies” de Superchunk?
La banda toma uno de los temás con instrumentación más naïf y con letra más depresiva de la banda y la dan vuelta como una media, convirtiéndolo en cierta forma en lo que tendría que haber sido: Un volcán de desesperación y furia. Porque una cosa es cantar “You won’t not be happy with me / But give me another chance / You won’t be happy anyway” y otra es gritarla en un mar de guitarras distorsionadas. Y nada, que se yo, que funciona, carajo.
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Hablemos de otro camaleón de la música, el querido por casi todos Beck Hansen. El tipo medio dio vuelta la música a comienzos de los 90s siendo el primero en hacer algo brillante y sencillo: Utilizar las técnicas del hip hop, el sampleo, el apropiamiento de música ajena para crear su propio universo raro, joven, y divertido. Antes de que existiese Beck, nada sonaba como él. Toda su discografía mantenía cierta sensación de ‘desparpajo’ y liviandad..
(so.. much.. Strings)
… hasta que se separó de su mujer y hizo ese bodoque que es el Sea Change. Y claro, la crítica se mojó en los pantalones con un Beck TRISTE COMO LA MIERDA haciendo sus baladas REPLETAS DE ARREGLOS DE CUERDAS SOFISTICADOS. Porque a la tristeza tenés que pintarla de esa forma. Obvio que hay temas que me gustan mucho de ese disco (“¿A quien querés engañar, Eze?”) porque soy un gordo épico que cualquier cosa majestuosa le puede, pero ¿No hubiera sido más interesante que hubiese mantenido la instrumentación del Midnight Vultures, o del Odelay, para expresar lo mismo?
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Dos de mis proyectos favoritos musicales son Spoon y Smog (y también todo lo que hizo Bill Callahan con su propio nombre) y en ambos se puede notar como muchas veces intentan ‘zafar’ de ciertos clichés musicales. Si Spoon usa cuerdas, se esfuerza porque sean samples de Mellotron (antiguo sampler de los 60s que suena extremadamente lo-fi) o arreglos extremadamente procesados. El uso del piano es parco y sencillo, más roots del primer rock n’ roll que otra cosa. Intentan meter sintes raros que no evocan a ningún género electrónico particular siempre que pueden. Los discos de Smog y Callahan tienen en común lo mismo que hace Merritt y es que en cada álbum se plantea cierta banda y paleta de colores y sonidos, y se mantiene con eso durante todo el disco. Entonces tenés discos con guitarras distorsionadas, piano y libertad total de mano de Jim O’ Rourke («Knock Knock»), discos a criolla, batería, y violín («A River Ain’t Too Much To Love«), discos hermosamente orquestados («Woke on a Whaleheart«), y psicodelia pura con percusión y guitarra llena de efectos (sus últimos dos discos). Will Oldham es otro hijo de puta que de repente saca un disco de covers de bluegrass de todos sus temas, o se va de gira solamente con una autoharpa. En todos estos hay algo que es siempre estar jugando con los recursos, cierto rasgo lúdico, una curiosidad constante para seguir viendo ‘que se puede hacer’.
(en el capítulo de Song Exploder de esta canción, Jim Eno – baterista de la banda – cuenta que cuando la hicieron intentaron imaginarse como la produciría Dr. Dre y de ahí arrancaron)
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Hoy en día vivimos un momento particular ya que la tecnología nos permite (gracias a la magia de los samples, galerías de samples, y lo barato que es conseguir equipamiento de grabación) poder jugar mucho más con los instrumentos y con como queremos sonar. Hace tan poco como 20 años esto no era una opción, y uno grababa como podía y le permitía su presupuesto y recursos. Ahora hasta el músico más emergente puede buscar cierto sonido, sonoridad, y lograr con solo una computadora algo ultra denso y épico a lo Arcade Fire o algo super íntimo y mínimo. Está todo en el pincel de cada uno.
Incluso la facilidad para poder grabar ahora hace que cuando uno intenta sonar de cierta forma más rugosa se vuelva algo mucho más desafiante. Hoy en día, intentar sonar como los primeros discos de Guided by Voices implica un esfuerzo monumental y adquisición de equipamiento muy específico (y de mierda) para lograrlo. Recuerdo haber hablado con Pau sobre la grabación del primer disco de su banda punk Jesús Negro y Los Putos, donde me comentaba que intentaron grabarlo de la forma más desprolija posible pero que de cualquier forma suena mucho mejor de lo que él quería. Que llega un punto en que lo “lo-fi” tenés que falsearlo, distorsionando, ecualizando y destruyendo pistas en la post-producción. El mercado de software para audio está plagado de plug-ins que imitan grabadores de cinta, ecualizadores vintage y compresores que distorsionan y alteran la señal, dándole ‘colores’ particulares que no se lograrían de otra forma. Y en general tienen razón: Todo pasado por ahí suena más lindo.
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Vuelvo a los Magnetic Fields, y al volver me alejo un poco del punto inicial: Recuerdo en una entrevista a Merritt donde cuenta un detalle fascinante sobre el trabajo de estudio de ABBA: Al parecer cuando hacían una canción, la probaban tocándola en diferentes géneros (más rápida, más lenta, balada con piano, folklorica, versión calipso, etc) hasta encontrar la ‘adecuada’ para la misma. También recuerdo ese video de los Rolling Stones grabando «Sympathy for the Devil«, y podemos escuchar una versión con acústicas, para pasar a una toma super blusera hasta que al final dan con la composición final con bongos y percusión. Y es posible imaginar que un montón de bandas se hubieran quedado con la primera o segunda versión, y no con la última como hicieron los Stones.
Hay bandas que hacen eso en vivo, y me parece de lo mejor que puede hacerse en un show. Travesti solía agarrar algún tema de su catálogo y desconstruirlo por completo, a otro tempo, con otro ritmo, solo con los acordes y la melodía intacta (y a veces ni eso). Es algo que a veces veo en algunos shows de Mueran Humanos, donde he escuchado versiones de temas que no se parecen en nada a lo que han tocado antes, versiones que nunca más vuelvo a escuchar. Es considerar la canción como un puzzle a descifrar, que nunca se resuelve de todo.
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El cambio de instrumentación que antes se veía en la prensa como un ‘cambio dramático’ en la carrera de un artista ya no lo es tanto. No creo que hoy en día una banda sea capaz de sacar un “Kid A” y sorprender a todo el mundo. La carrera de Taylor Swift es un degradé donde se va alejando del country y volviéndose cada vez más y más pop y no creo que nadie hoy en día este prendiendo fuego discos de ella, aunque cuando dentro de 3 discos saque un álbum de trap todo podrido a lo mejor pasa. Cada vez es más difícil alienar al público porque el público cada vez esta más preparado para CUALQUIER cosa, y eso me parece excelente.
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Por eso no hay nada más triste que un nuevo disco de – por tirar casi cualquier ejemplo – The Cure, donde cada pieza está colocada para sonar como un disco de The Cure, con los arreglos que tienen que tener, todo armado impecablemente para que sea.. bueno, igual a lo que era antes o a esa idea darks en la que se convirtió The Cure ahora, porque no es que van a sonar como sus primerísimos discos hoy en día. Eso es lo que me parece más aburrido del mundo: una banda que hace covers de si misma. Pero está claro que en esos grupos el proceso artístico ya murió hace décadas y lo único importante es hacer un producto que los fans quieren para juntar unos pesos.
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En fin, me gustaría tener algún concepto fantástico para cerrar todas estas ideas, pero no lo tengo. Son temas que me interesa pensar y buscarle la vueltas, particularmente cuando me doy cuenta que me contradigo tanto en mis propias opiniones y lo que me en principio me parecería “mal” en términos estéticos es lo que me termina gustando más. Así que bueno, termino con “Girls in Their Summer Clothes” de Bruce Springsteen, porque es el mejor tema de Magnetic Fields que hizo alguien que no sea Merritt, y porque Springsteen es un capo manipulando todos los clichés posibles (vientos, coros, palmas, solos ardientes de guitarras) y me compra con absolutamente todo lo que haga. Así que acá va.
¿Single pop del año?
Posiblemente no, pero es un temazo igual y no paro de escucharlo desde que Tom Ewing lo puso en su tumblr. Al menos debe ser el primer tema pop en mencionar a Kate Middleton. Por cierto, esa del video es la versión completa pero yo estuve escuchando más este Radio Edit:
1- Es raro que no se haya escrito más sobre Rocket or Chiritori. Es una de esas cosas que les encantan a los periodistas porque ya vienen con un paquete de detalles que les permiten llenar líneas sin agregar nada. Puedo imaginármelos repitiendo ad infinitum y sobrevalorando sus particularidades extramusicales, o sea, que es el proyecto de una chica japonesa, Satoko Shibahara, que grabó sus dos discos más o menos a los 17 años antes de dejar la música para concentrarse en el estudio.
2- El problema es que Rocket or Chiritori fue apenas un destello en la escena japonesa de finales de los 90s que no llegó a brillar lo suficientemente fuerte por encima de la luces de la por entonces efervescente escena de Shibuya. Apenas un puñado de singles y EP’s y ya había desaparecido antes de que alguien lo notara.
3- Aún si alguien lo hubiera notado la verdad es que no era un producto fácil de vender y apto para todo público como el que salía de la escena bautizada por el barrio más hip de Tokyo. Lo de Satoko era el pop kawaii pero de la forma más amateur y lo-fi posible, una estética D.I.Y. posiblemente heredada del under norteamericano.
4- Los dos discos, que suman entre ambos menos de una hora de duración, son hermosos.Un pop dulce y melancólico que se deja adivinar entre las capas de textura y significados que aportan el tape hiss, el mal sonido y la despreocupación ante la desprolijidad. Las melodías son como el núcleo solido de algo más grande, formado de la suma de un montón de factores que hacen que sea tan particular, que suene inmediatamente reconocible y extrañamente único.
A Riot of Laughter and Excitement!
Alphabeat – Fascination
Fa, estoy por escribir sobre Alphabeat hace como 5 meses! Los Alphabeat son una banda danesa de super-pop, con muchos elementos de Abba y Boy Bands de los 90s, pero en formato banda. ¿Formato Banda? Claro, tenemos un guitarrista, bajista, tecladista, dos cantantes y batería. Cada uno con su forma de tocar particular y sus aportes para hacer las canciones más pegadizas y gancheras y over-the-top posibles. La definición que hacen los de PopJustice de ellos es perfecta: «Son como los Arcade Fire pero si fuesen adolescentes que vivieron en Copenhage y sonaran más como Junior Senior. O sea, no suena nada que ver con Arcade Fire». Bueno, algo así.
El disco «This Is Alphabeat» arranca con cuatro temas que son una BOMBA atrás de la otra, para embarrarla espantosamente en el quinto tema*. Después el disco repunta, pero lo que tienen que escuchar y los que les puede interesar – o no – de la banda esta condensada en Fascination, uno de sus «singles». Rápido, colorido y con una estructura perfecta y un estribillo explosivo, es el equivalente a un helado gigante con casi demasiados sabores. Una línea de esta canción es toda una declaración de principios: «Passion is our passsion». Y es que la música de Alphabeat no es del planeta tierra, es de una utopía de otro mundo, donde todo termina mucho mejor, donde cada día es una aventura y algo increíble y fantástico, visión que utilizan como lente para ver el mundo real.
Alphabeat – What is Happening?
Este tema me produce que sea totalmente capaz de ser inmune a cosas que generalmente me molestarían, como las cadencias medio Beyoncé de la cantante Stiner Bramsen, o la letra ligeramente pedorra, porque después tiene muchos elementos de esos que siempre me van a poder: Guitarritas limpias rítmicas, coritos sobre el verso mientras el bajo va cambiando el acorde, y una subida al doble de tiempo en la segunda mitad totalmente irresistible. Todo ejecutado con una prolijidad impecable pero sin caer en la frialdad estéril de, por ejemplo, los Acid House Kings (que ya se, hacen otra cosa, pero esos tipos son cirujanos che). Y la letra dudosa, después de todo, no creo que sea tan mala, ya que se banca constantes repeticiones de las mismas ideas una y otra vez sin llegar a cansar realmente.
PD 1: Videclip de «Fascination»:
PD 2: Lo que mejor define a estos jovenes: Su público.
* Si, Amadeo, me sigue pareciendo una chagar ese tal «Mackintosh/Rubber Boots»