Los años dorados.
Hace unos meses que estoy obsesionado recordando cierto período de mi adolescencia. Un momento que calculo que comparto con toda mi generación, y un poco con la anterior y siguiente. Algo que ocurrió – al menos en el río de la plata – entre 1998 y 1999. Hablo del momento donde el paradigma de como accedemos y podemos llegar a consumir básicamente todo cambió. ¿Se acuerdan? Estoy hablando del momento en que llegó la banda ancha en Internet. Eso lo cambió todo.
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No te acordás
En una entrevista que leí hace un montón de años, Fernando Cabrera confesaba ser incapaz de escuchar sus primeros discos – producidos y mezclado por él mismo -, ya que luego de editarlos y re-escucharlos y corregirlos durante meses y meses se saturó y los terminó odiando. Trabajé mezclando varios discos (tanto de bandas mías como ajenas) y siempre pasa eso: Luego de terminados no se pueden escuchar por meses, a veces hasta años, y escucharlos luegos da una sensación rarísima, perturbadora, como ver la filmación de un momento que no recordabas claramente haber vivido. Es un intercambio un tanto cruel: Al trabajar en la creación de algo perdés inevitablemente poder disfrutarlo luego. En casos donde trabajé en un disco y no participé activamente en la mezcla, fue una maravilla poder escucharlo y disfrutarlo como un álbum común y corriente.
Hace unas semanas fuí a la presentación del nuevo disco de Buenos Muchachos, en uno de esos shows bien “presentación de disco” con muchos invitados, puesta en escena, luces, en lugar bien coqueto, etc. Los Buenos Muchachos fueron (y un poco siempre serán) mi banda uruguaya favorita: El primer show al que recuerdo haber ido fue de ellos, en la Sala Zitarrosa, hace más de 12 años. Después de esa vez los vi muchas, muchas veces. Pero ya está, se agotó: Excepto cuando hacen un show bastante distinto (cómo el segmento acústica en la presentación, o unos shows acústicos breves que hicieron en El Tartamudo) ya no puedo verlos más, lo cual me molesta horrores. Se perdió la magia, no los puedo ver como un mero “Espectador” sino de una forma más abstracta, con un pie en el escenario y otro abajo, viendo cada detalle, cada error, cada reacción del público. No es que no disfrute realmente de los shows, la paso bárbaro, pero no tiene nada que ver con el disfrute inicial que hubo los primeros años que los veía casi religiosamente. Hablando esto con José (baterista de Buenos Muchachos, que también toca conmigo en La Hermana Menor) me decía “Está claro que vos no tendrías que venir más, ya ni se para qué vas!”.
Es raro pensar que esas experiencias tienen una “fecha de caducidad”, pero parece que sí.
Esta ‘sobredosis de información’ no solo ocurre escuchando demasiadas veces una banda o escuchando demasiadas veces tu propia música: La escucha intensiva y técnica de la música hace que uno la termine apreciando de una forma diferente. Se vuelve imposible no poder darse cuenta de efectos de producción, de intenciones en la letra, de cadencias, las ideas y decisiones detrás de cada arreglo, de cada golpe de tambor, influencias de cada banda, etc.
Una vez Martín me contó una anécdota de un director de cine que afirmaba no poder ver una película sin ver las cámaras y los cables atrás de cada escena. Es lo mismo. Obviamente no es que escuchar música se vuelva intolerable pero sería lindo poder escuchar la música de nuevo como esa masa informe y libre de conceptos, como cuando eramos niños (hablo un poco de lo mismo en este otro post).
La semana pasada vi una obra de Danza Contemporánea que arrancaba más o menos así: La bailarina se situaba en el medio del escenario, estática, totalmente a oscuras excepto por un foco de luz que apenas (muy apenas) la iluminaba.
¿Vieron cuando apagás la luz antes de ir a dormir, ves todo negro y lentamente empezás a distinguir una serie de artefactos, colores para luego lograr distinguir las formas y siluetas cuando los ojos se acostumbran a la oscuridad? Bueno, en esta primera escena la luz era tan tenue que apenas se podía ver a la protagonista, sus bordes, su cara, la forma de su cuerpo se borroneaba y parecía que se moviese y transmutara. Muy, muuuy lentamente, se agregaban unos sonidos, y muuuy lentamente, la bailarina movía los brazos, levantándolos a sus costados. La obra después se fue para otros lados, pero toda esta escena duró más de 15 minutos que los pasé mirando muy concentrado, donde no pasaba casi nada pero pasaba muchísimo.
Disfruté de toda la obra en general, pero lo que me quedó más en la mente fue mi incapacidad de hablar de ella, de tener los conocimientos y el ‘lenguaje’ necesario para poder definir porqué me gustó lo que vi. Todo se reducía a expresiones sencillísimas, tipo “No me gustó la parte de la música punchi-punchi” o “Me encantó la parte con luz violeta y donde la bailarina hizo una cosa rara con los brazos”. Volver a sentir eso al ver un espectáculo me pareció super refrescante, y también me gustó mucho hablar con bailarinas y con gente que conoce mucho el ámbito y podía explicarme desde sus puntos de vista qué les gusto de esa obra o qué no, utilizando términos como «el cuerpo» y «el lenguaje». Una amiga me dijo que la obra le perturbó mucho porque le pareció que utilizaba el lenguaje de la danza – movimientos de la actriz, a la música, las luces, el uso del espacio, y la combinación de todos esos elementos – de una forma fascista, violenta, que no te daba posibilidades para interpretarla de formas diferentes. Y se descubrió disfrutando de esta opción cerrada y dura del arte: “Esto que me gusta está mal, es jodido”. Jamás se me hubiera ocurrido ver la obra de esa forma.
No es una cuestión de ir persiguiendo distintas disciplinas para re-vivir esas sensaciones – pensar eso me suena medio patético y desesperante. Simplemente que es lindo volver a sentir experiencias perdidas en lugares donde uno no se lo esperaba, que son cosas que pasan, y que seguirán pasando.
Como Dios, pero en la Internet
Hace unos 6 meses aproximadamente, la persona online de why the lucky stiff desapareció. Todos sus sitios webs, su cuenta de twitter, el sitio de sus libros, sus repositorios de código, todo se borró para siempre. Leí varios textos sobre esto y pensé en bastantes cosas referentes a ello, así que es hora de escribir, aunque primero lo mejor sería explicar de que cuernos estoy hablando, ¿no?
Why the lucky stiff, también conocido como _why o simplemente why era el alias de un muy prolífico desarrollador, dibujante, músico y artista, que fue muy importante en la comunidad de programadores de Ruby (que es un lenguaje de programación). Pese a dar conferencias varias y mostrar la cara, siempre se mantuvo en el anonimato. Nunca se supo su nombre, ni ningún detalle de su vida privada.
No soy desarrollador ni nada por el estilo, pero leyendo su publicación, _why’s Poignant Guide To Ruby, podes notar que why no era un programador ni un escritor de libros cualquiera. El libro es un delirio surrealista y es lo opuesto absoluto a cualquiera de esos libros densos, gordos y para nerds de O’Reilly donde parece que te sale acné espontáneamente al leerlos. Lleno de ejemplos bizarros y repleto de ilustraciones con zorros gritando, y hablando de panceta. Es muy divertido, pero al mismo tiempo, evita irse al carajo y volverse tedioso. Entretiene, y además educa y explica como funciona la lógica del código de una forma muy lúdica. Por detrás de todo el humor y lo bizarro, se podía encontrar un nucleo que fomentaba la simplicidad, la educación y el buen uso del lenguaje. La idea de _why fue tratar de fomentar la programación y el hacking a un público joven, y adolescente. El libro venía acompañado incluso con un álbum de música compuesta por el, que es totalmente hilarante y bizarro, y parece una mezcla entre Neutral Milk Hotel y Of Montreal. También desarrollo entornos de programación super simples, para ser utilizados por niños. En fin, podríamos decir que _why podría ser considerado un ejemplo a seguir entre tanto programador cuadrado.
Hasta que llegó un día donde la persona detrás de ese seudónimo decidió borrar toda huella de él y todos sus sitios. _why dejó de existir. Quizás fue debido a que alguién descubrió su verdadera identidad (en el sitio http://whoiswhytheluckystiff.wordpress.com/, que ahora está vacío). No se sabe bien. El tipo borró todo, dejando imposibilitada cualquier forma de comunicación o contacto con él.
John Resig, un influyente desarrollador (creador de la librería jQuery) escribió una muy buena Eulogia a _why. La pueden leer aquí, y en ela Resig juega con la teoría de que la persona detrás de _why creo esa persona online como una obra. Los textos, imágenes, contenidos que flotan en Internet y le pertenecen a uno, pueden ser muy fáciles de borrar. Un par de clicks en ‘delete’ y listo, caput. Resig interpreta la desaparición de _why como los mandalas de arena tibetanos – esas obras complicadísimas en arena que tardan semanas en hacerse para luego borrarse de una forma ritual, simbolizando la creencia budista de la transición en la vida. Esta persona detrás de _why hizo lo mismo, borrando lo que era su persona online para seguir con otras cosas.
Obviamente no esta todo perdido, y ya hay un sitio con todas las cosas que él ha escrito a lo largo de varios años. Quien sea que está detrás de why, seguramente volverá a aparecer en internet con otra persona. O tal vez no, quien sabe. Lo importante es saber que _why era solamente un fragmento de la vida de una persona, nada de más.
Termino de hablar de _why con un tuit suyo que me gustó mucho, y que encompasa toda una filosofía de vida en 137 carácteres:
«when you don’t create things, you become defined by your tastes rather than ability. your tastes only narrow ; exclude people. so create.»
***
Todo esto me lleva a pensar en la persona Online de cada uno. Supongo que ustedes alguna vez googlearon su propio nombre. ¿Que han encontrado? Si googleo el nombre completo de Dario, por ejemplo, no voy a encontrar nada sobre él. Él prefiere que su persona en la «vida real» no este unido a lo que hace en Internet. Yo y Amadeo, por otro lado, somos todo lo opuesto. Es fácil encontrar nuestras cuentas de Facebook (donde se pueden encontrar cientos de links a distintas cosas, gustos personales, e-mail, etc), cuentas de last.fm, flickr, publicaciones en diversos sitios, y un montón de información personal acerca de quienes somos, que hacemos, que nos gusta y que no.
Saliendo de estos casos más extremos esta mi amigo Martín, que decidió mostrar solo algunas cosas. Así que si buscamos su nombre, lo que encontramos en Google es solo cosas sobre Martín, el fotógrafo y escritor, no el Martín melómano, fanático del cine y que trabaja de Diseñador Web. Algunas cosas las firma con su nombre y apellido. Otras no.
No intento explicar que una forma de vivir en Internet es válida y otra no, más bien pensar un poco sobre eso. ¿Cuantas veces encontramos un perfil y enseguida hacemos un juicio sobre esa persona sin conocerla? ¿Les pasó de conocer a una persona y ver que su ‘versión online’ es totalmente distinta y quizás «equivocada» a lo que pensabamos? Y si la persona online de uno es eliminada, ¿Pasaría algo? ¿Sería diferente? ¿O sería todo exactamente igual?
¿Cuan parecido es la persona Online que cada uno tiene, con uno mismo? Y, en el caso que sean idénticos, parcialmente, muy diferente, o que no exista, ¿Estamos satisfechos con eso?
Son un montón de preguntas, y cada uno tendrá sus respuestas para ellas. Yo recién me pregunto varias de estas. Son las cosas en las que pensé cuando me enteré el caso de _why, y aunque algunas cosas sobre esto no las tengo del todo claras ni definidas, puedo ver que van encaminadas por cierto lado.
Retazos
Lo que ocurrió fue más o menos así: Utilizaba la computadora tranquilamente y de repente un ruido espantoso (prrrrrrRRRRRRRRRRRR) sale de la torre, a lo cual yo le doy un golpe bien seco a un costado, y el ruido cede. a los minutos, el ruido vuelve. Otro golpe. No más ruido. Vuelve el ruido. «ok ezequiel, hagamos las cosas bien.»
Desarmé la máquina, saqué el fan cooler. Lo limpie. Lo sequé. Luego pase a instalarlo, pero hubo problemas.. no entraba bien. Hice fuerza, lo di vuelta, intente encajar esas malditas patitas frágiles que lo enganchan al motherboard.. senti unos ‘clicks’.
Shit.
Conclusión, destruí las patas del fan cooler en el proceso. El proceso fue largo y tuve que conseguir otro ventilador (pocos en plaza), tuve líos para instalarlo (porque soy un queso), y luego me dí cuenta que igual hacía un ruido espantoso (al final era la tarjeta de video. En fin, conclusión: 4 días en casa sin computadora.
Ya lo saben. Soy un nerd. Ya lo sabía, pero me había olvidado cuanto estoy espantosamente atado a la computadora. Casi toda actividad de mi vida la hago a través de ella. ¿Películas? En la pc. No tengo tele, ni dvd. ¿Música? Tendré 20 cds originales en casa, y no tengo un equipo ni huevito ni nada para escuchar.
O sea: Para mi, estar sin PC es casi como estar sin luz en casa.
Los pensamientos que se me pasaron por la mente fueron muy predecibles. ¡Que no puede ser! Que tendría que conseguirme un equipo de musica, un multipistas, una tele, un dvd, un vil cuaderno para reemplazar google docs (tuve que ir a las corridas a un cyber a copiar de google docs una letra de una canción, desastroso), tener todo respaldado, bla bla bla.
Pero claro, dudo que haga todo eso. Enchufe el mp3 a los parlantes y tuve música. Me compre una libretita. Tengo una manía de anotar las cosas que tengo que hacer, y así lo hice. Hice mandados. Cociné para dos días. Ordene la casa. Vi películas en casa de conocidos, y fui visitado. Me puse a releer a Daniel Clowes. Dormí pésimamente mal y me desperté a la medianoche sin poder reconciliar el sueño(aunque esto seguramente no tenga nada que ver con la computadora). Ahora ya esta, pero la pequeña fantasía de volver a una vida con más hardware y menos software es tentadora. Pero claro, también me puedo comprar un iPhone y solucionar casi todos los problemas. ¡Gracias, oh, tecnología!
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La vi hace unos meses ya y tendría que reveerla, pero Anvil! The Story of Anvil es de los documentales más emocionantes que vi en los últimos años. Básicamene es como Spinal Tap pero versión real: Anvil, banda de heavy metal estuvieron codeándose con los Scorpions y Bon Jovi, sacaron unos buenos y prometedores discos en los 80s para luego sumergirse en el fracaso. Y siguen ahora con 50 y pico de años, rockeando y creyendo en el metal, con sus familias e hijos. Se documenta una gira por Europa, la grabación de un nuevo disco (el nro 13 de la banda), las crisis entre los miembros que se conocen hace años y años, los intentos para conseguir dinero para pagar los gastos. Los protagonistas y miembros de la banda (lips y robb reiner) son bellísimos, personajes toscos, románticos, con una fe ciega y auténtica en lo que hacen. Cuidado: Para alguien que se dedica a la música, puede golpear en muchos puntos bajos, y uno puede ver imágenes, situaciones, expresiones en las caras que pueden verse muy de cerca, y doler. Sin ninguna verguenza admito que, en la cúspide de la película (el show en japón) me desarmé y termine en lágrimas.
Si, los puede hacer mierda. Pero para cualquiera que alguna vez tuvo una banda, ver esta película es una obligación absoluta.
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Discos nuevos en rotación: Two Dancers de Wild Beasts va ganando bastantes escuchas y es un potencial gran disco de este 2009. Popular Songs de Yo La Tengo esta muy, muy lindo y me gusta mucho la estructura de temas cortos con los temas larguísimos todos al final. El EP Love is not pop de El Perro del Mar me sigue pareciendo muy bueno. Sus tres discos son bien distintos entre sí, con estilos bien definidos pero todos mantienen su estética y sensibilidad particular. También demuestra como poder beber de las fuentes de los ochentas sin caer en ningún lugar común de la era.
Los Clientele son otra de esas one-trick-bands que me gustan. Muy edulcorada en dosis elevadas pero me gusta poner un disco de fondo de vez en cuando. El nuevo álbum tiene un par de temas que se me pegaron irremediablemente, ‘tonight’ y ‘never anyone but you’. Escucharlos me hizo recordar a otra de esas bandas ignoradas tal vez por su exagerada amabilidad, los Mojave 3. El Excuses for Travellers (por dios, ¡Que buen nombre de disco!) es uno de esos álbumes a los cuales regreso un par de veces por año y siempre me parecen cada vez mejores, y eso que la primera vez que lo escuche (hace más de cinco años) mi impresión fue más bien «ah, que lindo».
En que nos hemos convertido
Un conocido colega blogger nos bardea porque no hicimos el obituario al guitarrista Les Paul. Falleció a los 94 años, fue un gran colaborador en el desarollo de la guitarra electrica, invento el multipista y fue un guitarrista groso de jazz, y podría seguir escribiendo. No lo hice, ni lo haré. Puse un tweet cortito al respecto, y nada más.
En mi cuenta de bloglines tengo 142 feeds de distintos sitios, blogs, magazines, etc. Siempre lo dejo bastante vacío e intento leer todo. A veces pienso en cuanto leo por día de ellos… alguien debe haber hecho una estadística de cuanto lee uno por Internet, pero deben ser decenas y decenas de páginas por día. Pienso que tal vez con solamente el feed de Metafilter podría mantenerme más que entretenido. Me pongo a concentrarme en lo que leí ayer, y realmente no recuerdo nada en particular.
Sin embargo soy incapaz de leer un puto libro. Me avergüenza horrores, me hace mal. Cuando estuve engripado, semi en cama, pude leer La Hierba Roja, de Boris Vian, que lo tuve por leer desde hace ya dos años. Solo soy capaz de leer cuando estoy extremadamente ocioso. En una época de desempleado, me leí como 5 libros de borges. Despues con algun esfuerzo y en otras vacaciones leí un poco más, pero hasta ahi. Da pena. Pero mientras, tengo los links interesantes de la wiki.
En mi carpeta de música, tengo otra carpeta llamada «2009». En ningún otro año habia hecho eso, pero ahí tengo todos los discos nuevos que me he bajado de este año. Son 44 discos. Hay solo un par que escuche más de 5 veces, y hay bastantes que nunca termine de escuchar directamente. Ahora estoy intentando escuchar el nuevo de Yo La Tengo, que se supone que es mi banda favorita, por tercera vez.
¿Podría seguir, no? Cuantas veces habré escrito un post de 2 lineas con unos links cagados a la wikipedia. Los discos sin escuchar. Saqué un disco hace unos días. Trabaje un año y medio en él y fue de las cosas que más esfuerzo me costó en mi vida. Esta para bajar gratis. Se con ninguna preocupación que muchas de las personas que lo bajaron lo tienen ahí, en su carpeta de Downloads, descansando en su zip, sin abrir. Muchos de ellos quizás ni lo escuchen. Otros escuchen unos temas, les guste, o no, y lo dejen por ahí. No me parece mal. Yo también lo hago. Pienso en el Quaristice, último disco de Autechre que son 22 temas cortos, muy complejos, que requieren muchísima atención y que parece al mismo tiempo un disco muy disfrutable. No se si algún día le pueda entrar.
Hay varias notas que salieron en los últimos meses, que consideran que quizás estamos pensando distinto, al tener este nuevo paradigma de asimilar información en sms, twits, estados de facebook, comments, pequeños posteos de párrafos. Bloggers que dicen estar perdiendo su habilidad de concentrarse en cosas más largas y elaboradas. Que nuestros cerebros se estan adaptando a estas costumbres. Quizás sea una exageración, y solo sean hábitos, y hay que leer más libros, escuchar más discos, en vinilo o en cd, sentado en un sillón, concentrándose solo en eso. Mientras acá estoy, escribiendo esto, mientras trabajo, escucho un disco, y me salta un amigo chateando y gotean twits desde el plug-in de firefox ese tan lindo, que me permite tener al twitter en la esquina del browser, porque es mucho más cómodo.