Chipmunk Rock #03
Al principio me acerqué a Neon Hunk porque en algún lado había leído que eran parecidos a Grabba Grabba Tape. Y si bien las similitudes son bastantes (son dos, utilizan sintetizador y batería, les gusta salir al escenario disfrazados con mascaras de plástico y de animales y retazos de ropa) en el fondo son dos bestias bastante diferentes. Los GGT tienen una veta pop (o melódica) mucho más marcada, un deseo de reconfigurar el espíritu mas primitivo del rock de manera digital.
Neon Hunk, en cambio, son más puramente noise, preocupados por reducir una composición (decirles canción es demasiado) a una constelación de chillidos, gritos, uñas sobre el pizarrón, graznidos, bocinas en medio de la noche, ardillas peleando entre sí, grillos tomando cocaína. Y, justamente, lo que me agrada muchísimo de su estilo es la manera en que logran despertar en el oyente una sensación de molestia física muy particular, no dolorosa, más bien incomoda.
Por ejemplo: “to nibble” significa mordisquear, y cuando uno escucha esta canción siente algo como eso, como si hubiese una especie de duende negro y maléfico mordiéndote la punta de los pies antes de entrar en un frenesí de garras y furia y huir por la ventana abierta tan rápido como llegó.
+Myspace
+Página en el sitio de su discográfica.
Guilty Unpleasures 03: M.O.R.
a) Encuentros.
01) En algún momento de mis 12 años decidí que era un buen momento para comenzar a escuchar Sonic Youth. No recuerdo como llegue a ellos, quien me los había recomendado, en que desaparecido pasquín leí su nombre por primera vez, porque a esa edad ya sabía que eran importantes y fundacionales.
Mi padre solo tenía “Experimental Jet Set, Trash And No Star” y un ep que contenía “Dirty Boots” entre otras canciones en vivo. Magra cosecha de discos poco importantes, lo cual no impediría que me acercase a ellos como si de textos sagrados se tratase, intentando descifrar cual era su secreto templario.
Luego de repetidas escuchas lo único que pude sacar en claro era que “Experimental…” se “parecía a Nirvana” y que del otro disco la única canción con un grado de melodía era la que le daba título.
02) Corría el año 2001 cuando intente nuevamente: esos discos eran malos, rejuntes de lados b, insignificantes. Algo debería haberme perdido en la primera vuelta, alguna migaja de verdad que se le escapaba a ese niño de 12 años precoz y engreído. Así que le pedí a un amigo, gran fanático, que me prestase algún disco para ver si lograba entender de donde venía su fama, convencido de que solo hacía falta voluntad para que los muchachos de Nueva York se ganen mi corazón.
El resultado fue el préstamo de una caja de zapatos, tamaño estándar, que contenía TODA la discografía del grupo hasta ese momento, TODOS los discos de SYR, Ciccone Youth y varias colaboraciones mas y hasta un par de bootlegs en vivo. De más esta decir que esa caja durmió en mi pieza durante meses, intimidante, sacándome en cara mi desidia a la hora de sentarme y escuchar ALGO de esa montaña de material.
Finalmente mi amigo me pidió, de una manera entendible, que se la devuelva. Y fue en ese momento en el cual, haciendo gala de un método que luego aplicaría para rendir casi todas mis materias, me dediqué a sentarme enfrente del equipo de música, con los auriculares puestos, y meter frenéticamente un disco después de otro, saltando temas, eligiéndolos al azar por los nombres, intentando reconstruir algún tipo de narrativa de miles de horas grabadas.
El resultado fue un notorio empacho musical, del cual salí puteando y prometiendo no escuchar nunca mas esa “banda de ladrones que no saben componer una puta canción ni aunque la vida de su perro estuviese en peligro”. Una declaración un tanto exagerada, concordaremos, pero entendible dada la situación en la que “intenté” aclimatarme con la banda. Me habían tirado en una pileta helada mientras afuera caía granizo.
03) Algunos años mas tarde me encontraba en la casa de unos amigos bebiendo vino barato y cerveza caliente mientras la noche se deformaba y mirábamos videos en YouTube y a alguien se le ocurrió que debíamos animarnos con la versión en vivo y extendida de «Teen Age Riot».
De esa experiencia recuerdo la furia de ciertos momentos y el estado casi tribal que me rodeaba, recuerdo la emoción genuina producida por ciertos pasajes de la canción y el aburrimiento en otros. Sobre todo recuerdo que me dio la suficiente curiosidad como para bajarme “Daydream Nation” al otro día.
Disco que luego de escuchar unas cuantas veces en noches tardías, como sonido de fondo absoluto, sin que jamás un riff, un solo, una letra, un susurro me mueva un pelo, archivé sin ceremonia en algún disco de mp3 cuyo número no recuerdo.
4) El año pasado por algún extraño motivo apareció, en las casas de varios amigos, una copia de “Rather Ripped” original. Sumado al hecho de que el equipo de música de una de las casas solo funcionaba con originales, determinó que lo escuche mil veces en un período de seis meses. Y resultó que por primera vez me encontraba cantando o divirtiéndome o disfrutando de una canción de Sonic Youth. Era refrescante y un tanto irónico que una banda alabada por su avant-gardismo me terminase llegando con su disco mas tradicional, cabeza y para algunos mediocre. Me parecía que al fin habían encontrado la melodía, lo cual habla bastante de mi propio prejuicio con respecto a ellos: me aburren como avant gardistas y me aburren como punks, siempre en el medio, perdiendo el hilo, como sin decidirse de hacer una cosa o la otra. Lo cual probablemente me vuelve un purista o un cabeza, pero creo que no me importa.
5) A esta lista agregar: “Evol” pedido prestado y acumulando polvo desde el día en que me lo dieron hasta el dia en que lo devolví, dos años después; lo inquietante que me parecía el video de “Sunday” cuando lo veía por MTV hace ya 10 años; amigos borrachos poniéndome temas y resaltando (con air guitars y head banging) las partes emocionantes para que me enganche; escuchar “Washing Machine” en este preciso instante y descubrir que esta “bien”; la tapa de “Goo” en remeras que me parecían hermosas; muchas, muchas, muchas veces en que pensé: “tengo que escuchar más Sonic Youth”.
b) Una interpretación.
Creo que lo que me molestó siempre de Sonic Youth es lo que muchos ven como su principal virtud: su mezcla de elementos / furia / adolescencia punk con experimentación sónica y deseos explícitos de subvertir el concepto de canción. Hay algo en su aproximación a esto que me parece que queda a medio camino siempre. Cuando siento que tienen una buena melodía o que de golpe una de sus canciones es realmente brutal o catártica, se cuelgan con una larga-experimentación-con-guitarras-far-out-man! y mi mente inmediatamente se desconecta y piensa en unicornios bonitos. Y es que para escuchar experimentación noise prefiero escuchar algo cuyo único objetivo sea ese, que repita y machaque y me destroce los tímpanos.
Lo mismo me pasa cuando escucho sus supuestos temas sensibles: son tan lánguidos, tan anémicos, tan distraídos que me resulta estéticamente imposible que me despierten cualquier tipo de emoción real. A pesar de todo su supuesto enojo, en el fondo los Sonic Youth son frígidos, emocionalmente estériles, escudados detrás de su coolness newyorkina.
Lo cual me lleva al tercer punto: los SY no tienen humor, ni auto conciencia, ni ironía, son tan terriblemente serios. Con lo cual no pretendo realizar una critica comprensiva, no llegue a escuchar toda esa caja de zapatos, solo comunico una sensación que (me) transmite su música (y estoy seguro que hay videos en los que hacen bromas y que son tipos macanudos y todo eso). Y tampoco pretendo con esto expresar que el humor es necesario para la música. Pero muchas de mis bandas favoritas (de Mclusky a los B-52’s, de Pavement a The Kinks, de Butthole Surfers a The Fall) siempre incluyen un elemento del absurdo, de la ironía o de lo bizarro que les permite no tomarse en serio completamente su sonido y su misión en el mundo. Los SY parecen profesores universitarios, terriblemente convencidos de su lugar en la alta cultura, vestidos con chalecos y sacos, anteojos de marco negro y realizando reuniones en las que discuten en medio del humo del tabaco de exquisita calidad, con mucha seriedad y civilidad.
En definitiva, creo que lo único que esto devela es que soy un purista: SY no me parecen ni lo suficientemente punk, ni lo suficientemente noise, ni lo suficientemente furioso, ni lo suficientemente hermoso, ni lo suficientemente rockero, ni lo suficientemente divertido, ni lo suficientemente emocionante. Son como una especie de lugar medio, una plastilina que quiere ser muchas cosas y que al final (para mi) termina siendo ninguna.
Y ahí están los comentarios para que me digan “conservador!” o me copien tablaturas.