La Muerte del Sueño Indie Sudamericano
¿Ya saben del Primavera Sound, no? El Primavera Sound es un festival que se hace en barcelona, en mayo. Dura unos tres días. La cartelera siempre es muy jugosa y tiene un montón de artistas interesantes. Pero nunca la vi tan brutalmente interesante. La lista completa esta aquí. De esta lista, estas son las bandas que me interesarían a ir, en mayor o menor medida:
– Atlas Sound
– Beak>
– Broken Social Scene
– Built To Spill
– Cold Cave
– Dr. Dog
– Lee «Scratch» Perry
– Liquid Liquid
– Low performing «The Great Destroyer»
– Panda Bear
– Pavement
– Pet Shop Boys
– Pixies
– Spoon
– The Antlers
– The Books
– The Clean
– The Fall
– The Field
– The New Pornographers
– The Wave Pictures
– The XX
– Wild Beasts
– Wire
23 bandas de un plantel de más de 100. De estas 24, hay muchas que son de mis favoritas de toda la vida (¡Broken Social Scene! ¡The Fall! ¡Wire! ¡Pavement! ¡Pixies!). Otras son de las nuevas que me gustaría mucho ver (Cold Cave, The Antlers, Wild Beasts). Otras son bandas que me gustan, o al menos consideraría cruzar a Buenos Aires a verlas. Sin contar todas las otras bandas que no listé, de las cuales hay un montón que vería para ver que onda.
Ok, la primera sensación del festival es algo como «OK TENGO QUE IR A ESTO YA». Pero luego de ese pequeño burst de fanatismo nerd, se viene una catarata de preguntas retóricas insoportable. Empecemos: ¿No es onda demasiado? Hay una la sensación de que esto esta total y absolutamente diseñado para gente como yo. ¿Se podrán disfrutar los shows? ¿Como será el sonido? ¿No es mucho más saludable ver simplemente un show de los New Pornographers en un teatro y listo? ¿Que onda con ver en el mismo día a tus 4 bandas favoritas? Me imagino tomando una birra caliente y de lejos viendo al gordito de black francis y yo pensando «ah. mirá. los pixies». ¿No es todo muy poco romántico?
Conozco a un puñado de personas que van a ir al Primavera Sound. Ponele que no es lo mismo para un europeo que para un sudaca que tiene que desenbolsar más de 1000 dólares para cruzar el atlántico. Alguna gente igual lo justifica: «Loco, vas a ver a todas las bandas que te gustan de una!!¡¡Vale la pena!!». Sí, supongo que sí. Estuve hablando sobre esto con mi amigo Tomás, que vive en Berlín, y ya fue a decenas de festivales. Me dió una buen pantallazo personal de como funcionan. Me dijo que vio a Motörhead sonando bajito. Yo La Tengo, sonando bajito. A Mark E. Smith gritando «bueno, vayanse a ver a los fucking pixies», e irse del escenario a los 20 minutos del show. Me comentó que los shows de las bandas grandes son en su mayoría mediocres, comparados con shows de bandas jovenes que obvi amente aprovechan la oportunidad y «van a romper todo». «Vi shows de !!!, Pissed Jeans y otras bandas que les rompieron el culo a los shows de The Fall y Pixies. Las bandas grandes van a currar, tocan y se van a la mierda». Me dijo que no te permiten entrar alimentos ni bebida, y adentro te garchan soberanamente con los precios.
Obviamente, la opinión de mi amigo es subjetia y personal. Pero me hace pensar y reflexionar sobre todo esto. ¿Son realmente tan así? Suena a un carnaval, un negocio, con miles de indie bois sudados gastando montañas de plata en bebida y en hoteles para ver a sus banditas en una situación menos que ideal. Me imagino la situación de las bandas. ¡Es como si fuera un circo! Esta nota de Matthew Perpetua es una caricaturización de cómo podrían ser esas situaciones para las bandas, y del zeitgeist de los festivales hoy en día. Me acuerdo del documental de Anvil, donde Lips esta corriendo en los festivales como un niño buscando a saludar a los otros compañeros viejos del metal, y la mayoría ni lo recuerdan a él.
Los que leyeron mi post sobre el show de Radiohead saben que no soy muy adepto a los festivales ni las multitudes. Seguramente mucha gente esta más «hecha» para esos festivales y la va a pasar muy bien. No creo que sea mi aso. Tal vez me equivoque y sea todo una montaña de prejuicios (..¿a causa de que me sale muy caro ir al festival?). Pero a veces es mejor saber que uno puede ir a ver un buen show de bandas locales, barato, cómodo, tomar unas cervezas frías, a precio razonable, y luego volver a su casa, y eso podría ser mejor que ver a tu supuesta banda favorita sonando pal orto y sin muchas ganas de tocar, mal dormido y apretujeado por miles de personas.
El Último Año De La Primera Década Del Nuevo Siglo.
(El año en que publiqué mi lista tarde y en el que no tiene un número par de entradas que sea múltiplo de cinco. Sin embargo, debo decir, que probablemente disfruté de todos los discos que están en esta lista mucho más que algunos que ponía en listas de años anteriores para llegar al relleno. Ah! Y no hay compilado, pero si me rompen las bolas lo hago.)
01. Fever Ray – Fever Ray
Casi el único disco del año que me movilizó lo suficiente como para escribir sobre él a lo largo del mismo, el disco de Karin Dreijer Andersson es realmente una desvío fantástico de su tarea como la mitad de The Knife, que toma todo lo que esta banda tiene de amenazador y lo potencia, abandonando por completo las pretensiones a algún tipo de musicalidad pop.
O sea, lo que queda aquí es gélido y claustrofóbico. Hace poco lo puse de nuevo, en la casa de una amiga, en medio de un día “bochornoso” como dicen los medios, de ventilador y cerveza helada. E inmediatamente sentí que el sudor se secaba y comenzaba a correr un viento frio y que estaba en un lugar donde todo el tiempo podían apuñalarme por la espalda.
La comparé con “Let The Right One In” y ahora agregó otra cosa a la que me remitió en las últimas semanas: el mediometraje “Jenifer” de Masters Of Horror, dirigido por Dario Argento. Véanlo y después me dicen.
02. Lady Gaga –The Fame Monster
¿Qué es lo que molesta tanto de Lady Gaga? ¿Será su capacidad y descarada intencionalidad para procesar cualquier tendencia de la cultura consumista contemporánea y convertirla en canción? ¿Será su expreso deseo de modelarse como una gran súper estrella pop? ¿Será que ha logrado su objetivo y ahora sus canciones suenan en todos lados, provocando la urticaria de los adeptos a la “música de verdad”? ¿Será su manipulación transparente de su imagen? ¿Serán sus vestidos?
Es probable que sea un poco de todo ello. Después de todo, la gente detesta sentirse manipulada y Lady Gaga cuenta con esa capacidad como un superpoder. Pero más allá de todos estos detalles (que, si me preguntan a mí, en realidad la vuelven más grande e interesante como artista, es mejor que el mismo productor de la música esté a cargo de su imagen y su fantasía antes que sea un conglomerado de asesores de imagen sin cara) hay una excelente colección de canciones en su debut, que encima descolla mucho más con el agregado del ep que lo acompañó en su reedición de fin de año. ¿Cómo no rendirse frente a esa re-interpretación anfetamínica de “Fernando” que es “Alejandro”? ¿Cómo no amar un disco que empieza con la suprema confianza de “Just Dance”? ¿O no sentirse como un adolescente estúpido escuchando “Eh Eh (Nothing Else I Can Say)”?. Hasta “Poker Face” y “Bad Romance” aún no me han agotado, a pesar de haberlos escuchado mil veces en diversos contextos. Es música pop de excelente factura, consciente de que tiene buenos ganchos y que sabe usarlos, perfectamente adaptada para estos tiempos de aceleración informativa y creación de identidades múltiple. Deberían relajarse y disfrutarlo por ser exactamente lo qué es, sin pedir disculpas ni poner excusas.
03. Metric – Fantasies
Cuando escuché por primera vez el disco de Metric, allá por Marzo de este año, me sucedió exactamente lo mismo que me paso cuando lo puse recién para refrescarlo un poco: comienza el primer tema con esa batería marcial (y uno de mis grandes debilidades, en el terreno de la música, son las baterías marciales, los ritmos repetitivos que parecen llamar a la guerra) y Emily Haines se escapa del panorama musical para murmurar: “I tremble… / They’re gonna eat me alive” y se me pone la piel de gallina y se me eriza la garganta.
Metric es una de esas bandas que solo parecen ser reconocidas furiosamente por sus fans, que los encuentran increíblemente sinceros, demoledores y concisos. En general, esta apreciación me parecía acertada ya que en sus discos anteriores se destacaban, sobre todo, por sus singles (“Combat Baby” y “Monster Hospital” son canciones arrolladoras, temibles). Pero este disco parece tener una determinación de lazer, una voluntad y sonido que, quizás, están perfectamente definidos en el título de su última canción: “Stadium Love”. Un disco desafiante, gigantesco, pero de la manera en que son los grandes sentimientos: de un modo un tanto privado, avasallador en el fuero interno. Sé que es una contradicción, pero no tengo otra manera de ponerlo. Es un disco de estadio para escuchar en los auriculares en el colectivo. Directo, certero al corazón, con una de las mejores cantantes del mundillo del rock “independiente”, expresivo y con baterías machaconas a rolete.
04. Jay Reatard – Watch Me Fall
Este fue el disco con el que Jay Reatard me confirmó no su talento, ni que puede escribir las mejores canciones de punk rock de la década, sino que también tiene una veta populista y qué, en un mundo más justo, sería el NOFX de nuestra generación.
Desde el primer tema (y single) “It Ain’t Gonna Save Me” combina deliciosamente una melodía para bailar en el pogo con una letra completamente deprecativa. Como llevaba por título uno de sus primeros discos como “The Reatards”, “Grown Up, Fucked Up”. Jay Reatard parece haber crecido lo suficiente como para, como dice él mismo, grabar un disco que está destinado para un sello, no como una colección de temas cuyo destino iba a ser dirimido a la hora de terminar de grabarlos. También parece haber crecido lo suficiente para adoptar métodos de producción más sofisticados (o al menos más limpios) que permiten, por ejemplo, una canción como “I’m Watching You” que parece retraerse a los años 50.
Afortunadamente, no creció lo suficiente como para abandonar la bilis y el resentimiento que habitan muchas de sus letras, la sensación de estar en completa falta de sintonía con el mundo, los ligeros tonos de acosador borracho y sus recitales completamente destruido por el alcohol. Quizás sea la primera estrella de la canción anfetamínica de este nuevo milenio y muchos se la están perdiendo.
(Nota: Originalmente este disco, probablemente, iba a estar en una posición inferior. Pero la maldita suerte de este mundo, la tristeza que me produce la desaparición de un artista de semejante vitalidad como Reatard, su estúpida muerte y la certeza de que no vamos a escucharlo llegar a los 30 años me obligan a colocarlo aquí, a exhortarlos a que lo escuchen, por favor, a que no quede olvidado como su cadáver en un cuarto de hotel. Tenía aún tanto para darnos…)
05. Madness – The Liberty Of Norton Folgate
Los buenos muchachos de Madness siempre han sido mi debilidad. Desde sus inicios como una banda de ska completamente anormal y epiléptica hasta su maduración en los mejores songwriters de la vida común inglesa de los 80s (y, quizás aún más, como los grandes songwriters de la vida londinense, un gen que comparten con grandes grupos como The Kinks, The Small Faces y Blur), los Nutty Boys me parecen uno de esos grupos injustamente ignorados por la gran narrativa justamente porque jamás se tomaron nada demasiado en serio y porque siempre crearon su música con un halo trabajador, poco pretencioso, solo con el objetivo de orfebre de manufacturar grandes canciones.
Esta década que pasó vio su reunión y, curiosamente, esta reunión se convirtió en una de las mejores en una década plagada de “ganemos dinero fácil a costa de nuestros viejos fans”. Su disco de 1999, “Wonderful” tenía uno de esos singles imperecederos que los caracterizan (“Lovestruck”) y, ahora, la década concluye con un magnífico disco doble (en su edición especial, que es la que escuché) en la que declaran una vez más su amor por todo lo inglés y por Londres específicamente. Y en el que acusan recibo de su completa madurez. O sea, es un disco que mayormente lidia con las ansiedades de la vida adulta, temática que, en un mundo como el del rock dominado por la adolescencia perpetua, siempre tiene todas las de perder. Pero desde la introducción entre feliz y resignada de “We Are London”, pasando por la meditación sobre la perdida de la diversión que es “Forever Young” y la oda a las amistades amargadas de “NW5”, concluyendo con la suite colosal que es “The Liberty Of Norton Folgate” (¡10 minutos de exploración casi psicogeográfica!) este es un disco sobre el envejecimiento de las personas, de las ciudades, sobre el aburguesamiento a que nos conduce la vida adulta y sobre las escasas maneras que tenemos de escapar de ello, de las cuales la que quizás funciona mejor es la creación resistente e imperecedera.
06. I Monster – A Dense Swarm Of Ancient Stars
Los I Monster (en conjunto con todo aquello que alguna vez se llamo “Escena de Sheffield”) son uno de esas ramas del árbol del pop electrónico de este siglo que parecen destinadas a ser olvidadas, podadas de la memoria colectiva. Su anterior disco, “Neveroddoreven” tenía temas deliciosamente extraños como “Daydream In Blue” o “Hey Mrs.” que en otro mundo habrían sido alabados por su selección instrumental, por su variación estilística y por su composición confiada y memética, pero que en este plano de existencia pasaron desapercibidos. Como evidencia, se tomaron 6 años para sacar su siguiente producción, que es el disco que nos ocupa en esta ocasión y que sin lugar a dudas tiene el mejor título del año.
Aquí, vuelven a demostrarnos que son brillantes camaleones estilísticos, cosa que me hace difícil hablar de ellos, porque siempre siento que me estoy perdiendo alguna referencia que para otros sería obvia. Desde su primer tema “A Sucker For Your Sound” que parece una canción de diva lounge amante de la tecnología; pasando por “Goodbye Sun”, una relajada “balada” con un fabuloso contrapunto entre la voz sedosa del cantante principal y los coros vocodereados; “Lust For Vampyr”, una canción de resentimiento y amor desigual repleta de vientos, palmas y una voz infantil que remarca la sensación de inequidad entre objeto de amor y amante; e “Inzects”, una canción que recuerda a los mejores tiempos de Add N To (X) en su freneticismo; éste es un disco que estalla por los cuatro costados con melodía, con innovación, con encanto y belleza. Y que, como suele suceder, ha sido universalmente ignorado en todas las listas de fin de año.
07. Junior Boys – Begone Dull Care
El disco con el que quizás haya más consenso en El Baile Moderno. Pura delicadeza, pura fineza. Los Junior Boys se despacharon con otro disco que parece filtrar todo el synth pop más delicado para construir un LP que a la vez es una imagen mental: ellos, vestidos de traje impecable y corbatas finitas, inclinados sobre sus bandejas y sintetizadores, sin sudar ni una gota, exudando frialdad, bebiendo un Martini. (Ezequiel me recordó, en las vacaciones, una de sus frases, que querían hacer “música triste, nada de robots tomando martinis”. Lo paradójico es que mucha de su música parece hecha por robots tomando martinis, robots infinitamente tristes que beben para olvidar).
Su primer tema (“Parallel Lines”) es una catedral del buen gusto y la elegancia, una cosa bella que me acompaño a pagar el gas y que no podía evitar cantar y tamborilear en frente de cadetes y amas de casa que me miraban azorados. “Bits And Pieces” es lo más cercano a un dancefloor hit minimalista, construido de unos cuantos beats orgánicos, unas líneas esporádicas de sintetizador, una voz que parece susurrar todo el tiempo y un ruido indescifrable que me recuerda todo el tiempo a un eructo (ahí quizás se les patinó la elegancia). “Sneak a Picture” es tan, pero tan suave que dan ganas de hacer el amor con una canción. El disco de guantes blancos del año.
08. Fuck Buttons – Tarot Sport
El disco anterior de Fuck Buttons me había parecido bueno pero un tanto monótono. Exceptuando una de las canciones, la última, en general se disolvía en un océano de disonancia donde la intención era mejor que la concreción.
Todo eso cambio para su segundo disco, una creación que logra aunar todas sus influencias (noise, un house retorcido, cierta música new age épica, Tangerine Dream, Spiritualized, Mogwai) en un caldo de cultivo que suena como la música de fondo para increíbles batallas espaciales.
Las imágenes que me trae a la mente: retorcidos montones de chatarra ardiendo, mechas en lucha sobre los restos de una ciudad, personas ascendiendo a los cielos propulsados por energías sobrenaturales, gigantescas ciudades que cobran vida, duelos de rayos laser entre dos hombres olvidados en planetoides alejados, destructores de mundos, dinosaurios en jet packs, vehículos con forma de esfera en rieles que se aproximan a altas velocidades y observan ciudades hechas de luz, enjambres de robots con forma de insectos, supernovas, agujeros negros que llevan a una vida mejor, gigantescos gusanos espaciales, planetas evolucionando.
El mejor disco del año para caminar por la ciudad y sentir que estas en el futuro.
09. Evil Cowards – Covered In Gas
En un año en el que la banda que más escuche, muy probablemente, fue Electric Six, el disco que sacaron durante el período fiscal no me ha terminado de seducir. Bah, excepto “Escape From Ohio” que es un temazo inmortal donde nombran a GBV y Devo en la misma frase.
Pero, al mismo tiempo, nuestro hombre en Detroit, Dick Valentine, pergeñó un proyecto paralelo acompañado por William Bates de la banda Fall On Your Sword (de la cual no tengo la más mínima idea). El template es más o menos similar: bases electrónicas, la voz de Dick cantando cosas políticas y ridículas, distintas versiones del rock pasadas a través del prisma de la desfachatez y la parodia de las cosas más feas del país del norte.
La diferencia se encuentra en que en este caso las bases electrónicas forman la parte más sustancial de la propuesta, que hay coritos femeninos súper simpáticos, y que todo parece una versión vaudeville o comedia musical de su principal proyecto. Impresión que se refuerza una vez que uno ve los videos de los muchachos bailando como estúpidos junto con dos bonitas señoritas, haciendo coreografías para cada uno de los temas.
Ahora que lo pienso, este disco es como la otra mitad de “Kill”, el disco de E6, uno es violento y sucio, otro es limpio y juguetón.
10. Handsome Furs – Face Control
A diferencia de mi querido co-equiper, a mi una de las cosas que más me gusta del disco de Handsome Furs son las bases electrónicas. Me encantan porque encajan perfectamente con el desesperismo del disco. O sea: Dan Boeckner tiene una de las voces más chillonas y anhelantes que escuché en mucho tiempo. Y las bases electrónicas la acompañan maravillosamente junto con esas guitarras puntiagudas.
Por otro lado, la interesante del disco es que parece, realmente, un artefacto perdido de los 80. Pero no de una manera superficial y aggionarada como tantos proyectos ochenteros de los últimos 10 años (en los cuales, más que nada, pareciera observarse un interés por agarrar un par de detalles de la década y meterle bases electrónicas al palo para ponerlos al día), sino como un disco perdido de los Psychedelic Furs o Devo. Tiene la misma urgencia, la misma sensación de outsider, muchas referencias a Rusia, un cantante personalísimo, un universo oculto en el bolsillo de los pantalones.
Y lo mejor son esas canciones como “I’m Confused” o “Radio Kalininbrad”, irresistiblemente pegajosas en su extrañeza, que, con un poco de suerte, en 20 años alguien escuchará, bajadas de internet directamente a su chip neuronal, y se preguntará como este grupo no dominó las radios.
11. The Pains Of Being Pure At Heart – Self Titled
En un principio, obviamente, su nombre me pareció el pináculo de la ridiculez. ¿“Los Dolores De Ser Puro de Corazón”? ¿Qué pelotudez es esta? Está impresión duró hasta que escuché el disco que, básicamente, es una gran carta de amor al C86, el twee y la música pop de entrecasa con, justamente, corazones sangrantes.
Es, graciosamente, un disco bastante depresivo en sus letras pero optimista en su música. “Come Saturday” me hace acordar siempre a “We Are Going Out” de Spearmint (uno de esos temas que es criminal que se ignoren tanto, un himno) aunque su temática es diametralmente opuesta. “This Love Is Fucking Right!” tiene una letra confusa y potencialmente incestuosa, pero la canción es arrolladora. Quizás el tema más abiertamente triste es “Stay Alive”, una de esas power ballads repletas de guitarritas “jangly” y con trasfondo de sintetizador y estribillo épico.
Pero, bueno, suenan como los Vaselines con Stephen Pastel cantando y los Field Mice manejando la base rítmica. ¿What’s not to like?
12. The Horrors – Primary Colors
Esta elección es tan sorpresiva para mí como para (supongo) ustedes. La última vez que habíamos visto a los Horrors, en el episodio de la semana pasada, eran una banda correcta de garage rock que, sin embargo, no lograba elevarse más allá de un gimmick. Eran simpáticos, tenían un video y un tema bastante buenos en “Sheena Was A Parasite”, pero estaban tocados con el beso de la muerte del NME y su ridícula costumbre de buscar salvadores para el rock. Y como buena banda evangelizada por el semanario inglés, todo el resto del mundo pensaba que eran un poco una broma.
Aparentemente ellos también sentían lo mismo, porque prontamente se dedicaron a intentar levantar su reputación tocando viejos éxitos garageros en sus recitales. Lamentablemente, a casi nadie que asistía a los mismos les importaban los temas de Chuck Berry y Los Seeds, solo pasear su nuevo peinado y ropas.
Por lo cual, para su segundo disco, utilizaron otro recurso del arsenal de trucos del músico desesperado por credibilidad: un completo cambio estilístico. Producido por Geoff Barrow de Portishead, en este disco los tonos garage de cotillón han desaparecido casi por completo. Lo único que resta es la suciedad en sus guitarras, pero ahora se han transformado en una banda glacial que combina el romanticismo de los años 50 con una buena dosis de nihilismo finales de los 70 y principios de los 80. El primer tema (uno de mis favoritos del año) marca la pauta: se inicia con un casi imperceptible ruido de percusión que parece la púa de un vinilo que se ha acabado y salta continuamente, y unos delicados arreglos de sintetizador más dignos de alguien como The Field. Luego ingresa una base de bajo completamente adictiva acompañada de una escalada electrónica que desemboca en unas guitarras podridas como viento Lovercraftiano. Y luego la voz del cantante, como si fuese Ian Curtis colgando de un poste. Banda de sonido del apocalipsis zombie sin lugar a dudas. La tónica se mantiene durante todo el disco, que tiene momentos de extrema belleza como el tema “Who Can Say”, en el que parecen están haciendo su propia versión de la alquimia Jesus And Mary Chain, transformando los hits bubblegum de los 50 en algo pervertido. O “Scarlet Fields”, con sus guitarras disonantes que parecen conjurar el lamento del último sobreviviente de un campo de batalla.
Es, realmente, un disco para levantar a los muertos, y la verdad que me tomó por sorpresa el volver a escucharlo, una y otra vez, colándose subrepticiamente en mis playlists y en mi mp4, a lo largo de todo el año, sorprendiéndome y exaltándome con su música, probándome que siempre se puede “rezar por una resurrección”.
13. Future Of The Left – Travels With Myself And Another
Andy Falkous es el tipo más gracioso del rock y nada de lo que nadie diga va a hacer que cambie de opinión. ¿Quién más, en este panorama, sería capaz de largar un single de ritmo marcial (en cuyo video están vestidos como una especie de soldado confederado) cuyo estribillo dice “Come join, come join / our hopeless force / come join, come join / our last cause”? ¿Quién más es capaz de cantar con ese supremo desdén, con esa furia precisamente dirigida a todo lo que odia? ¿Quién más puede berrear “You need Satan more than he needs you”, una verdad de perogrullo pero tantas veces ignorada a favor de echarle la culpa a fuerzas externas por nuestro comportamiento? ¿Qué otra personalidad de la música puede ponerle a una canción “Stand By Your Manatee”? (Y que encima dice: “Only the good die young / except when they don’t / it’s not exactly fair”).
Esta es otra de esas bandas (como Art Brut) con las cuales me resulta sumamente difícil ser objetivo: parecen diseñadas para mi diversión y disfrute, parecen hacerle cosquillas a mi hueso de la risa continuamente y reivindican que el cabecismo a veces es de lo más divertido.
14. Animal Collective – Merriweather Post Pavillion
Como bien dijo Eze, la banda polémica del año. Yo me aburría con ellos hasta este disco. Me parece maravilloso lo que hicieron con su música, dejando atrás mucha de la experimentación jipi de fogón lisérgico, o más bien incorporándola de manera casi natural en una composición mucho más enfocada que permite que brillen las melodías individuales, liberándolas de mucho del exceso de equipaje que sus discos anteriores tenían.
No creo que sea el disco trascendental del que muchos hablaron, pero en los primeros meses del año, cuando estaba en mi casa escribiendo mi tesis de licenciatura día tras día, sentado frente a la computadora con una pila de libros, este disco me lleno de una enorme felicidad. Especialmente “Also Frightened”, una canción evangélica, liberadora. Es, y esto es un cliché, un disco veraniego, de playas y soles, de cuerpos pegajosos y saltos en piletas. Si sobrevivirá al paso del tiempo es algo que solo el paso del tiempo podrá decidir, pero formó parte indudable de la banda de sonido de mi año, sirvió para que cambie mi opinión sobre una banda que me tenía indiferente y se puede cantar murmurando mientras uno anda en el colectivo o sube un ascensor, desconcertando a aquellos que viajan con nosotros con nuestras divagaciones de loco. Para mí eso es rescatable y perdurable.
15. Art Brut – Art Brut Vs. Satan
La ecuación es sencilla: mientras sigan sacando discos, probablemente van a seguir apareciendo en estas listas. Los adoro a ellos y toda su estética con locura y pasión. Pueden ignorar esto y continuar :)
16. Royksopp – Junior
Nunca había escuchado Royksopp antes. De “Poor Leno” lo único que recuerdo es su simpático video (del cual, sin embargo, no puedo recordar si su protagonista era un mapache o un niño con disfraz) y no mucho más.
Así que cuando me baje este disco no esperaba nada, solo me caía bien el guiño / reminiscencia-de-mi-panorama-personal a Junior Senior en el título. Y el primer tema es uno de los más lindos recuerdos de la risa que he tenido el privilegio de escuchar este año. Además tiene una balada sobre una chica y un robot, un tema cantado por Karin Dreijer Andersson que parece un outtake de The Knife, una canción épica con violines que se llama “Royksopp Forever” y una confección encantadora con la voz de Likke Ly que parece flotar en nubes de algodón de azúcar sorbiendo té de menta.
Otro de esos discos que no esperas escuchar tanto y se terminan volviendo parte fundamental de tu landscape musical del año.
17. Dan Deacon – Bromst
Una hondonada repleta de discos antiguos en vinileras configuradas para ir a la mayor velocidad posible (¿78 revoluciones por minuto? ¿99?). Estos discos, entonces, se ponen a funcionar y pronto lo que hay es una cacofonía de ruidos en donde lo que más se nota son los agudos y las percusiones. Alguien los graba y luego les prende fuego, cosa que hace que suenen aún más mutantes y que algunas voces se cuelguen en un loop perpetuo, después ese alguien lleva las grabaciones a su casa y compone música con las mismas.
Algo así es como suenan los discos de Dan Deacon. El anterior tenía un tema maravilloso (ese que hacía con la voz del Pájaro Loco) pero no se sostenía en su entereza. Este cae como un ladrillo a la cara, sin ninguna sutileza, poco ignorable. Parecería que nos quiere abrumar con música, que es un niño con ADD que aprieta botones. Es encantador y es adictivo. Uno quiere mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo cientos de veces, hasta que se marea y vemos doble y triple, nos caemos y volvemos a empezar.
Otros comentarios cortos porque no tengo tiempo y los discos no han sido propiamente escuchados o no han atrapado mi interés como otros, pero seguramente serán importantes en el futuro.
El disco de Yo La Tengo tiene una de mis canciones favoritas del año (“Periodically Double Or Triple”) pero no lo escuche lo suficiente como para dar opinión sobre las otras 11… El de Black Moth Super Rainbow pierde un poco la novedad, pero sin embargo está muy bien y “Born On A Day The Sun Didn’t Rise” es una hermosa composición… El de Wild Beasts lo escuché mucho, mucho, pero se queda un poco corto a la hora de ser coherente como obra completa. “We Still Got The Taste Dancing On Our Tongues” y “All The King’s Men” son A+, though… El de Luke Haines parece otra pequeña gran obra maestra del tipo con más personalidad del Reino Unido, hay que escuchar mucho “White Honky Afro”… El de Rihanna tiene uno de los inicios más espeluznantemente buenos del año (la combinación “Madhouse” + “Wait Your Turn”) pero después me sabio a poco… El de Dizzee Rascal es una bomba adrenalínica a la que debo prestar más atención… El de los Flaming Lips ni lo escuche, pero tengo fe de que puede cambiar mi espantosa opinión actual de la banda de Wayne Coyne… El de Telepathe esta bueno, pero no sé por qué no puedo sacudirme la sensación de que es algo completamente pasajero y trendy… El de Calle 13 es genial, pero es más bien el emergente del fanatismo hacía ellos que me acogió este año… Los de Sparks y Eels no los escuché, y sé que me voy a arrepentir de no haberlo hecho… El de Peter Bjorn & John es un muy buen disco-de-después-de-un-éxito-fenomenal pero su propio éxito los condenó a pasar desapercibidos (¿qué, acaso creen que un hit como “Young Folks” se consigue todos los días?)… El de Melody Club tiene “Eighteen” una de esas baladas adolescentes tan maravillosas que le salen tan bien, pero es medio irregular… El de Taylor Swift me cayó simpático pero no sostuvo mi atención… El de Golden Silvers tiene “True Romance” un hit de novela, pero no mucho más (y hasta es molesto por momentos)… El de los Arctic Monkeys está mucho muy bien pero se vuelve un tanto monótono…
Castellano.
Monoambiente – La Fabrica de Éxitos Cerró
El primero en la categoría “Los Discos de mis Amigos”. El primer disco de cual dijeron que estaban conformes. Un artefacto que destaca, sobre todo, su creciente sofisticación, la incorporación de nuevos instrumentos y nuevos músicos, la realización de un recurrente sueño de orquesta, la supremacía de la composición. Una versión completamente cambiada pero reconocible de “The Man Who Sold The World”. Una canción alegremente melancólica sobre la dejadez. Una composición casi hippie sobre la luz. Una muestra de maravillosa ingeniería de estudio. Una demostración suprema de confianza.
Amelia – Segundo Nombre.
El segundo disco que ingresa en la categoría de “Los Discos de mis Amigos”. Si el primer disco de Amelia era una carta de presentación encantadora con las usuales timideces y nerviosismos de una banda primeriza, este disco desde su primer declaración (“Si les traigo una canción / No sé que pensarán /Muchas veces creo que es el hit / Y es solo una más”) se muestra más autoconciente y, paradójicamente, más libre, relajado y confiado. Es un disco largo y repleto de sabores: la desesperación eléctrica y meditada de “Escena Postal”, la electrónica cuasi española y muy elegante de “Tenías Que Ser Ella Y Fuiste Vos” (un título atrapante, desde el primer momento, por su extrañeza), la arrolladora condición de hit juvenil absoluto de “Pendiente”, la catarsis casi borracha de “Últimos Días”, la fragilidad efímera de “Future Time”, la resignación cotidiana de “Madagascar”. Un disco que merece muchas escuchas.
Antolín – Diarios Íntimos del Futuro.
Probablemente la única producción gramofónica que me deprimió activamente este año. Lo de Antolín, por algún motivo difícil de dilucidar y que seguro tiene que ver con el talento, se siente absolutamente verdadero. Es solo guitarra y voz y algún que otro arreglo extra, cosa que sería una combinación perfecta para el fracaso en manos menos aptas. Pero es un LP hermoso dedicado a todo aquello que alguna vez se perdió: las ex novias, los dinosaurios, Volver al Futuro (y la visión del futuro que ahora ya es perimida), las figuritas, los amigos y la chocolatada, la época en que los cantautores sencillos eran conmovedores y no aburridos.
Jorge Serrano – Alamut
El disco de mitad del año, sin lugar a dudas, escuchado hasta el hartazgo en infinita sucesión de reuniones amistosas. Es un disco diseñado para esas funciones y ocasiones que, sin embargo, revela infinita sabiduría. Algo que tiene Serrano que es encantador y buenísimo es que es uno de los pocos autores de canciones en este país que no tiene empacho en envejecer. Que combina amor por la composición con un envidiable perfil bajo y una sensación continua de que el Serrano que habla en las canciones es el único Serrano que existe y que sus letras siguen desglosando los miedos, alegrías, triunfos y tragedias de una clase media argentina recortada de expectativas pero que sin embargo subsiste. Las letras en este disco detallan distintos estados de ansiedad y desidia, momentos oscuros (“Lóbulo Frontal” o “Babia”) que son contrarrestados por su inhumana capacidad para componer melodías gancheras (“Hay Que Cantar y Bailar y Reír”). Lo bueno es ver que una persona como Serrano sigue siendo tan humana como todos nosotros y que es capaz de utilizar su disco solista como una exploración de su (aparentemente) complicada psique, de su individualidad, como una obra completa, no como una colección de hits individuales descartados por los Auténticos Decadentes.
Travesti – Travesti
Los Travesti son una banda difícil, controvertida, que parece tener tanta gente que no los soporta como fans acérrimos. En un principio eran noticia por sus recitales confrontacionales y ruidosos; ahora porque sale Moria en su tapa y porque su música evoluciona (ya desde hace un par de años) a planicies muchísimo más pop, obsesionada en iguales partes con el “chonguismo”, con esa desmesura plástica de la celebridad que parece representar tan bien Moria y la farándula argentina, que al mismo tiempo se combina muy bien con su extraña veta religiosa / sacrílega y con sus arrebatos punk del inicio.
Así, tenemos en un mismo disco una canción que celebra a la celebridad, lo más parecido a un hit que han tenido estos muchachos, con sintetizadores llenos de aire, tambores, guitarras sedadas y coros frívolos (“Celebrity Total”), seguido de un tema que se burla absolutamente con un potente desprecio de otra obsesión del mundillo que están retratando (la salud, en el tema “Fitness-Footing”). Y estos temas conviven con un inicio completamente tribal-electrónico que combina las frases “Aceite de avión / Para la operación / Sobre las lolas del nuevo testamento”. Y con un tema que advoca abiertamente la falta de estudio, nada más punk.
Travesti sigue siendo una banda demasiado original para este empobrecido panorama musical argentino, una banda que ha construido su propio universo lírico y su propia postura frente a la música y la performance y eso, probablemente, es porque tanta gente no los soporta.
Actualización Mayo 2013!
Otro post de fin de año que no tenía compilado para bajarse, situación que fue corregida para el relanzamiento del blog. El compilado fue realizado en base al orden de los discos enumerado arriba, así que tampoco esperen mucho flujo de un tema la otro :)
2009 (El Baile Moderno). (Bajar)
01 – When I Grow Up (Fever Ray)
02 – Alejandro (Lady Gaga)
03 – Stadium Love (Metric)
04 – Gimme Sympathy (Metric)
05 – It Ain’t Gonna Save Me (Jay Reatard)
06 – I’m Watching You (Jay Reatard)
07 – The Liberty Of Norton Folgate (Madness)
08 – A Sucker For Your Sound (I Monster)
09 – Lust For Vampyr (I Monster)
10 – Parallel Lines (Junior Boys)
11 – Olympians (Fuck Buttons)
12 – Soldiers Of Satan (Evil Cowards)
13 – Love Pigs (Evil Cowards)
14 – I’m Confused (Handsome Furs)
15 – Stay Alive (The Pains Of Being Pure At Heart)
16 – Come Saturday (The Pains Of Being Pure At Heart)
17 – Mirror’s Image (The Horrors)
18 – New Ice Age (The Horrors)
19 – Stand By / Your Manatee (Future Of The Left)
20 – The Hope That House Built (Future Of The Left)
21 – Brother Sport (Animal Collective)
22 – DC Comics And Chocolate Milkshake (Art Brut)
23 – Happy Up Here (Röyksopp)
24 – Paddling Ghost (Dan Deacon)
25 – Woof Woof (Dan Deacon)
26 – Chrome’s Not On It (Telephate)
27 – True Romance (Golden Silvers)
28 – Born On A Day the Sun Didn’t Rise (Black Moth Super Rainbow)
29 – Eighteen (Melody Club)
30 – Celebrity Total (Travesti)
31 – Lóbulo Frontal (Jorge Serrano)
32 – La Sombra (Monoambiente)
33 – Pendiente (Amelia)
34 – Vigilante de la Oscuridad (Antolín)
Pequeñas reseñas de la cosecha 2010
Sin muchas vueltas, comentarios sobre algunos de los discos que salieron este año:
Spoon – Transference
Leí en una nota que la mitad de las canciones de este disco son demos originales para el disco, y prefirieron dejarlas así (a lo Nebraska de Bruce Springsteen, pero con más instrumentos). El efecto queda muy bien, y las canciones en general son bastante austeras. Es un disco quizás un poco auto-consciente de más, es tosco a propósito, los temas terminan abruptamente, etc. Pero son Spoon. En mi opinión, una de las pocas bandas que siguen haciendo rock bajo unos lineamientos muy anticuados, anclados en los 60s y 70s, sin ser retro. Y por eso son lo más.
Xiu Xiu – Dear God, I Hate Myself
Una sorpresa. Detrás de este nombre tan.. insoportable se encuentra el disco más accesible de la banda de Jamie Stewart. ¡Es pop! ¡Tiene melodías pegadizas! ¡Sobre Muerte! ¡Anorexia! ¡Agonía! !Sordidez! Se extraña la presencia genial de Carallee Mc Elroy (uno de los puentes fuertes de la banda), pero igual el disco está muy muy bien.
The Magnetic Fields – Realism
A primera escucha este disco fue un gran Meh. No por que sea malo. Más bien es que era difícil conectar con él. ¿Muy plano en estilos? ¿Demasiado música tradicional quizás? Pero a tercera y cuarta escucha está resultando ser un disco muy lindo con otro puñado de buenas canciones de nuestro petiso gay favorito.
Hot Chip – One Life Stand
Nunca les di mucha bola a los Hot Chip. Lo poco que escuche me pareció correcto y nada más. Pero cuando leí en una reseña que el nuevo disco agarraba mucho de los 80s mas popperos (léase, Erasure y Pet Shop Boys) me lo tuve que bajar. ¡Y la verdad que es un disco del carajo! «Thieves in the Night», y el tema que da nombre al disco son terribles hits, y también esta «I Feel Better», con ritmo reggaeton, cuerdas y voces con pitch quantize, todo usado sin el menor dejo de ironía. Grandes los ñoños.
Four Tet – There Is Love In You
Es divertido el caso de Four Tet, siendo conocido en sus comienzos como un músico «de la B» de la escena IDM internacional, su música terminó envejeciendo mucho menos que la de sus compañeros como Aphex Twin o Squarepusher. Lo de él es algo mucho más orgánico, jovial, y muy poco presuntuoso. Escuchando su último disco, da la sensación de que es una persona saludable y en armonía. Me llamo mucho la atención el beat de «Love Cry», super adictivo y repetitivo, y que por casi la mitad de sus 9 minutos esta solo mínimamente acompañado de algunos drones y ruiditos, y nunca llega a aburrir. Classy.
Resaca de Listas de Fin de Año
En las últimas semanas estuve escuchando el disco de The XX. Por si no la conocen, The XX es – junto con Girls, de la cual ya escribí anteriormente – la banda más nombrada (o hypeada, o inflada, como quieran decirles) , de los últimos meses. Ambas son buenas bandas, y ambos son buenos discos. Tampoco me parecen nada del otro mundo. Pero me pareció interesante detenerme un poco en esta banda y de ahí reflexionar un cacho acerca de esto de las listas, los gustos personales, la forma que nos llegan las bandas, y alguna cosa más.
Le comentaba de esta banda a un amigo, que me pareció que le podía gustar. Que tenía un aire a Young Marble Giants, que era pop y austero. Les dije el nombre, y me saltó: «Uh si esa banda aparece en todos lados, que embole». Puedo entenderlo. En mi caso, que una banda aparezca por todos lados no implica algo demasiado negativo. Tampoco implica que sea excelente y maravillosa. Generalmente, esas bandas están a medio camino. ¿Que tiene que tener una banda para recibir tanto recibimiento de la crítica? Poniendo como ejemplo a Girls, y a los XX, hago una pequeña lista:
– El disco de la banda tiene que ser inmediatamente accesible. Esto significa que escuchas 3-4 temas y digas «Che esto esta bueno!». Que lo termines de escuchar y que concluyas «Ah mirá, esta bueno todo el disco».
– Que sea música reconocible y al mismo tiempo diferente con la vorágine de trillones de bandas que salen todos los días. Que sea «rara» y diferente, pero no tanto. Que puedas pensar «Mirá, te paso esta banda, es interesante, creo que te puede gustar».
– El disco tiene que moverse de los parámetros del pop con las referencias adecuadas a bandas más viejas y conocidas.
– Buena difusión, contactos, marketing, sellos, bla bla y otras cosas que la verdad no comprendo y seguramente no quiera comprender.
Con esta lista no quiero decir onda «aaaah, claro, estas bandas están fabricadas y la quieren pegar bla bla es todo curro de la pitchfork media«. No, no! Me parece que si una banda es muy popular entre los medios «independientes» es muy posible que comparta esas características.
El disco de The XX se podría definir como lindo. Haciendo una comparación bizarra, se podría decir que son unos Animal Collective al revés. La música de los AC es puramente rural y rupestre, la de los XX es el urbanismo nocturno a cara de perro. Pura sobriedad, arreglos mínimos, leras simples y bajadas a tierra. Animal Collective son como explosiones de color, XX son LEDs pequeños que se prenden y apagan lentamente. Es música hecha en neón.
El logro más destacable de esta banda es tener una personalidad y un sonido super definido en su primer disco. Son pibes inteligentes: Se dieron cuenta que su mayor ventaja era la austeridad de su sonido, los espacios y silencios, y amplificaron su particularidad al máximo. Los temas tienen la misma estructura sónica: Máquinas de ritmo mínimas. Bajo. Una guitarra llena de reverb y limpísima, que hace solo notas dispersas, con guiños a los arreglos de Robert Smith. Y las voces de los cantantes, que se complementan muy bien.
Pasa algo interesante cuando llegamos a la canción «Infinity«. Esta canción esta totalmente basada en «Wicked Game«, ese hit de comienzo de los 90s de Chris Isaak. Todos la conocemos. «Infinity» comparte los mismos acordes (o al menos así me parece sin revisar), y algunos arreglos de voz de una forma casi descarada, que logra ser hasta perversa. Por un lado me parece interesante el recurso y me gusta cuánto me afecta el parecido entre dos canciones. Me pone incómodo. Por otro lado, definitivamente la melodía vocal de la canción de Isaak es superior, comparada con la canción de los ingleses. En su defensa, la canción suena a XX puro. El guiño a «Wicked Game» proviene más bien de los acordes, la melodía y un poco el clima. ¿Cuán ha propósito lo habrán hecho?
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Luego de haber publicado la lista del año, otro amigo me comentaba (y en ciertas forma, me criticaba) porqué todas las listas tenían a) bandas en ingles de estados unidos / canada / inglaterra y b) bandas locales en exclusividad. Me daba por ejemplo esta lista colombiana, donde en el numero dos aparece el disco de los uruguayos Carmen Sandiego. Y claro, ¿Cuantas bandas colombianas conocemos? Yo: Ninguna. ¿Y de Brasil? ¿Perú? ¿Europa del Este?.. Amadeo estaba indignado por el hecho de que la lista de Stylus y la de Pitchfork de los discos de la década eran practicamente iguales. ¿Qué Onda? ¿No hay más discos en el mundo? ¡Es rídiculo!
Pero una cosa es cierta, y es que uno es vago, y enterarse de lanzamientos de discos raros puede ser más difícil. Y además, seguramente sea más difícil que nos gusten. Vamos: En lo que a mi me caracteriza, siempre escuche música de cierto Canon musical muy especifico, esa línea de tiempo donde están los beatles, los stones, la velvet, los stooges, ramones, joy division, new order, guided by voices, pixies, etc, etc. Es la música que uno escuchó desde joven, es un lenguaje común, cómodo y con el cual nos identificamos. Claro que todo el mundo disfruta de otra música de otros estratos y géneros, al igual que yo puedo tener mis ratos de disfrute con el jazz, electrónica, cantautores nacionales, etc. Pero cada uno tiene su sillón musical confortable a donde suele volver siempre. Lo cual no consideraría algo negativo, sino algo que simplemente es.
(En otra charla que tuve, un conocido me comentaba algo que considero apropiado a esto, sobre la acumulación de discos. Él se consideraba fan de Can, aunque tenía pocos discos, pero amaba el Tago Mago. Un día un amigo le paso todos los discos de Can,
y al principio su reacción fue «woo, todos los discos de Can!». Pero claro, al rato se daba cuenta que volvía a escuchar el Tago Mago más que nada. Era el álbum que le gustaba después de todo.)
Hace unas semanas me bajé el último disco de Vieux Farka Touré. Vieux canta y toca la guitarra eléctrica de una forma muy particular, y es el hijo de Alí Farka Touré, músico famoso de Malí, de donde él proviene. El disco me gustó mucho, pero me cuesta horrores escribir sobre él. No tengo puntos de referencia, no puedo compararlo con nada. No entiendo el idioma, no solo el que canta sino tampoco el músical, pese a que puede ser un disco bastante «Pop». Solo puedo decir que me gusta. Quizás me haya gustado más que el disco de XX, y pueden notar que logré escribir tres párrafos sobre ellos. Es más difícil ser crítico en un territorio que uno conoce poco, poder pasar a palabras porque a uno le gusta o no, sin caer en tirar toneladas de fruta. Me parece que ese debe ser un problema general con escribir sobre nueva música. La solución es fácil en realidad, ¡Tirarse más a la pileta!
Con Dario coincidimos que estaría buenísimo escuchar un poco más de música diferente a la que solemos escuchar. Me parece que es un buen plan para esta nueva década que recién empieza.
Mis discos del 2009
¡Empezaron las listas!
Este año quizás es el que más se me simplificó hacer esta lista. Más bien porque fue el año que, por lejos, escuche más discos recientes. Mi carpeta «2009» tiene – hoy – 59 carpetas. Es un montón. Seguramente la de Amadeo tenga 452, pero bueh.
En un orden casi aleatorio, mis 10 discos del 2009. No hay ningun disco local – mis discos favoritos del año locales ya estuvieron en este otro post.
Junior Boys – Begone Dull Care
Siguiendo la línea de sus anteriores dos producciones, el duo canadiense sigue perfeccionando ese synth-pop gélido, bello, delicado y perverso. Son solo 8 canciones, aunque muchas rondan entre los 5 y 6 minutos. Los sentimientos a los que intentan llegar son muy complejos, siempre manejandose en tonos bastante agradables pero con una tensión y violencia acumulada detrás, y unen ambos elementos con una sencillez envidiable. Esto es música con clase, muchachos. «Dull to Pause» probablemente sea una de las grandas baladas del año, un tema sin estribillo y con una estructura irreconocible, pero que sigue sonando en cierta forma a algún tipo de canción perdida típica de los ochentas. Estas cosas son las que seguramente hagan de un disco un gran disco: que construyen un mundo temático y sonoro propio, que a la ligera suena totalmente natural y simple, pero en el fondo esten pasando mil cosas extrañas. Ah! otra ventaja del LP: posiblemente se lo pueda poner de fondo en cualquier situación y es muy difícil que moleste.
Yo La Tengo – Popular Songs
Los yola son de mis bandas de cabecera, que si me pones un tema y estoy medio borracho y son las 2 de la mañana te digo con el mayor convencimiento que son la mejor fucking banda del mundo. Y es que son lo más! Sacaron más de una decena de discos, y el más flojo de ellos (¿Summer Sun?) es un disco que muchísimos matarían por sacar. En este vuelven con toda la forma y onda. Me gustó mucho la estructura, además. Esta divido en 3 partes: la primera es un poutpurri de indie, temás epicos como el que abre (violines!), más el noise que hacen tan bien de «Nothing To Hide», algún tema climático y algún jugueteo funky de esos que se les dieron en los últimos discos. Del track 5 al 9 entran en plan «balada folkie yolatengera perfecta». Acá es donde me pongo mi mejor remera de nerd snob y puedo decir que son canciones exquisitas y deliciosas.
Los últimos 3 temas duran lo mismo que todos los anteriores: estamos hablando de los clásicos «jams yolatengeros» de 10 minutos de duración. Los primeros dos son muy tranquilos y geniales, y el último es un dragón escupiendo fuego, en base a un riff de bajo con distorsión, y que se mantiene sorpendentemente entretenido durante sus 16 minutos de duración. Ira, Georgia y James: los quiero, sepanló.
El Perro del Mar – Love is not Pop
A la fecha soy fan de todo lo que hace Sarah Assbring, la chica sueca que saca discos bajo este nombre. Sus tres long plays son bastante diferentes entre sí, manejandose dentro de la canción pop dulce y melancólica, pero evitando con mucha elegancia caer en los agujeros comunes del género. El primero es más rugoso, más cantautora, el segundo es totalmente etéreo y pasa fácilmente desapercibido, pero es buenísimo. Este último EP es ochentero, pero de esos OTROS ochentas: Cocteau Twins, Kate Bush, World Music, guitarras con chorus y delay, sintetizadores amables y todo muy limpio y cristalino, sin distorsión. Y cierra con un cover muy lindo de una canción de Lou Reed que yo desconocía, «Heavenly Arms».
Wild Beasts – Two Dancers
La idiosincracia musical es algo bastante de moda, si se puede decirlo, últimamente. Más que nunca, uno esta acostumbrado a escuchar arreglos rarísimos, voces deformes, producciones extremas, sonidos radicales, etc. Es un arma de doble filo y muchas bandas mueren en su intento de separarse radicalmente del rebaño de grupos nuevos. Los Wild Beasts son rarísimos por donde se los mire. Sus juegos a dos voces, con esos falsettos dramáticos, toda su teatralidad, la percusión con bongos, las guitarras juguetonas, las letras crípticas, los arreglos ridículos. Por suerte todo funciona, simplemente porque los pibes son muy buenos, y crean un mundo muy palpable y creíble. Su segundo disco – bastante superior al primero – es super redondo, corto (37 minutos) y conceptual, un álbum acerca del Hedonismo más puro sin caer en clichés del reviente o del rock, sino observando el goce como fin de una forma fresca, y reflexiva y divertida, que nunca suena forzada ni similar.
Bill Callahan – Sometimes I Wish We Were An Eagle
Entrando en la categoría de «incondicionales» con los Yo La Tengo, me encanta todo lo que hace Callahan. Este último disco es muy amable, sencillo y directo, utilizando muy bien los arreglos de teclados y cuerdas para adornar las comunmente austeras canciones del cantautor. No hay mucho más para agregar. Un puñado de muy buenas composiciones, más de lo mismo, pero no se puede pedir mucho más. Lo que hace lo sigue haciendo genial y no lo hace nadie más.
AC Newman – Get Guilty
Es muy difícil hablar de la música que hace AC Newman como solista. Como buen orfebre del pop, lo de él es trabajar una fórmula específica, puliendola y perfeccionandola. A primeras escuchas sus discos son medios planos, todos iguales. A las semanas uno se da cuenta que tiene pegadas la mitad de las canciones. El disco esta arreglado de la reputa madre y compositivamente se nota una evolución de su anterior trabajo con los New Pornographers. El mundo de Newman es soleado, para arriba y encantador. Puede llegar a ser un poco agobiante pero es un lugar siempre muy lindo para visitar.
The Field – Yesterday and Today
Este disco esta bárbaro. Ya escribí sobre él aquí. Se podría decir que hay una regla bastante probada para crear algo interesante que es: agarrar un género y sacarle uno de los elementos que lo hace esencial y ver que pasa. En este caso lo que hace el sueco Axel Willner es agarrar el género electrónico y quitarle la hiper-prolijidad y la obsesión compulsiva por el detalle y construcción sonora. Los sonidos son básicos y lo importante es como se generan los climas y como van evolucionando las composiciones en el tiempo. El muchacho es un experto en pintar gradualmente en el tiempo, y los temas de 11-12 minutos de duración nunca llegan a aburrir. Podría considerarse como una reinterpretación del Selected Ambient Works 85-92, de Aphex Twin,que re definió el concepto ambient a principios de los 90s.
SUNN O))) – Monoliths & Dimensions
Pesé a ser un burro en cuanto al género (Ezequiel escuchando algo que tiene que ver con el metal, ¡vamos!) Este disco me impactó muchísimo y por sobre todo, me pareció un disco importante. Lo de este dúo de muchachos es la soundtrack de un Infierno asolador, pegajoso y oscurísimo. En este disco agregan un montón de nuevos timbres – vientos, cuerdas, coros, voces – y les queda PERFECTO, usandolos con delicadeza y muy buen gusto. Escuchar este disco a mucho volumen y en cuarto oscuro puede generarte un mal viaje automáticamente sin consumir ninguna droga, lo cual haya sido seguramente el objetivo de los miembros de la banda. Pero incluso no es todo oscuridad: Al fin de su último tema, «Alice» – en homenaje a Alice Coltrane – el disco se abre, y entre los muros de fuego de las guitarras distorsionadas sale un paisaje amable y redentor, finamente arreglado con vientos y cuerdas, sereno y amable. El mejor uso del claroscuro que escuché en mucho tiempo.
Bonnie ‘Prince’ Billy – Beware
Tercer incondicional de la lista. ¿Me estoy poniendo viejo, o simplemente varios de mis artistas favoritos sacaron grandes discos este año? En fin. En clave folk y country a más no poder, el viejo ex-barbudo (ahora aparece portando solo un frondoso bigote) hace un disco sereno, ameno, que parece ser una oda a la soltería. Algunos temas se salen del canon, como «My Life’s Eork» que podría estar perfectamente en el increíble «I See A Darkness». Pero la mayoría parece que ronda alrededor de conceptos como el de la canción «You Don’t Love Me», que arranca diciendo: «I wanted a woman who loved who I am and what I do, but then I met you», siguiendo con una idealización de la relación con los amantes. Al igual que Callahan, el viejo Will es muy bueno mezclando melancolía, y conceptos «importantes» con ironía y humor y puede expresar un monton de reflexiones serias sobre un colchón country y feel-good y lograr que eso funcione.
The Pains of Being Pure at Heart – S.T
Pese al nombre tan pomposo, no hay con que darle y lo que quieren hacer estos muchachos me puede y mucho. Ya se habló mucho de ellos, y no hay más que agregar. Buen twee-pop con excelentes melodías, guitarras jangly, tecladitos, coros nena-nene y un excelente baterista. Considero que estan al mismo nivel que todas las bandas de finales de los 80s a las cuales intentan homenajear.
*****
A continuación, voy a hacer algo que, quizás, rompe un poco la regla del armado de listas. Esos fueron mis 10 discos del año, pero hubo muchos otros que escuché, de los cuales varios podrían estar en la lista, pero no estan, por diversas razones. Mayoritariamente son álbumes que me gustaron pero no los pude escuchar suficiente, o no estoy seguro que lleguen a seguir gustandome a largo plazo (¿neurótico? ¿yo? nah). Sin embargo, me parece que esta bueno darles su espacio. Así que acá van:
Cass Mc Combs – Catacombs
Sobre este disco ya hable aquí. Cass me parece un excelente songwriter y sin duda «You Saved My Life» es una de mis canciones del año. El disco en sí es muy redondo, y tiene muy buenas canciones (las primeras 3, ‘Harmonia’, ‘Lionkiller Got Married’, etc). Pero no sé. Después de un período de honeymoon de 3 semanas, lo dejé guardado en su cajón. Quién sabe porque será.
Girls – Album
También escribí hace muy poco sobre ellos. Es muy bueno, quizás un poco inflado, pero un debut muy sólido y lindo. Les tengo fe a estos muchachos para un segundo disco, a ver que es lo que hacen.
Tune-Yards – Bird-Brains
Es muy posible que este sea un discazo. Tiene varios temas increíbles como ‘Sunlight’ y ‘Fiya’, la propuesta general me gusta mucho, la voz de Merrill Garbus es interesantísima, y también como usa sus recursos de loopear percusión rudimentaria y arreglos de ukelele. Pero la verdad que lo tengo poco escuchado todavía para tener una opinión totalmente formada.
Jim O’ Rourke – The Visitor
Un solo track de 38 minutos, instrumental, que grabó el señor Jim en su casa-estudio en Tokyo. Un disco totalmente onanista, donde simplemente hizo lo que le gustaba y le chupaba absolutamente todo un huevo. Es bastante easy-listening, mezclando pop, folk, algo de prog, mucho espacio y aire. Cada instrumento y arreglo suena absolutamente hermoso. Un muy lindo LP, aunque por su duración y formato, un poco difícil de asimilar.
Mountain Goats – The Life Of The World To Come
Junto con Callahan y Oldham, la ‘santa trinidad’ de cantautores actuales que más me gustan. A primeras escuchas me gustó bastante, pero no me he encontrado en estado de ánimo para escucharlo. Lo seguiré escuchando en verano y veré que tal.
Antony and the Johnsons – The Crying Light
Otro disco que me parece que es buenísimo pero no me dío para escucharlo en estas semanas de nuevo. Es el disco menos veraniego del universo, es muy para abajo, tranquilo y triste. Es como un equivalente músical a «Dolls» de Takeshi Kitano. Solo para ciertos momentos muy particulares y un tanto extremos.
Animal Collective – Merriweather Post-Pavillion
La banda polémica del 2009. Este disco esta muy bien, «My Girls» y «Summertime Clothes» me parecen grandes singles, pero igual no llegué a escucharlo tanto, y a muchas más escuchas me da la sensación de que podría terminar cansandome.
Handsome Furs – Face Control
Este me gustó mucho. Me agrada mucho la voz de Dan Boeckner, me recuerda ligeramente a la de Bruce Springsteen. Las melodías y las canciones son muy buenas, quizás lo que menos me convence son las bases electrónicas. De nuevo, simplemente no lo escuché lo suficiente como para dar una opinión más sólida.
God Help the Girl – s.t
El disco es lindo, pero a primeras escuchas no mucho más que eso. ¿Un pequeño tropezón en la carrera de Stuart? Quizás en un tiempo descubra que en realidad es un muy buen disco, pero no se.
Flaming Lips – Embryonic
Escuche los primeros temas y me gustó y seguramente me termine encantando, pero es un álbum doble, muy largo, y densísimo. ¡Y estamos en Verano! Sigue en mi carpeta de «para escuchar».
Eso es todo, amigos. De mi parte, último post del 2009. Cualquier recomendación que haya quedado en el tintero (que los hay, seguro) se agradecen. Salut!