Lucky Like St. Sebastian (Circus Maximus, 1986)
Lucky Like St. Sebastian (Slender Sherbert, 1995)
El primer tema del primer disco de un artista tiene un significado especial. No solo abre el disco sino que abre una trayectoria y por eso debería estar a la altura. Y hay muchos grandes primeros temas. ¿Se imaginan un tema mejor para ser el primero de Ramones que «Blitzkrieg Bop»? «Caribou» dejaba en claro todo lo que podía ser Pixies, «1969» es un comienzo épico para una carrera y supongo que es muy adecuado que los Smiths hayan empezado con una canción tan mal interpretada como «Reel Around The Fountain». Y tengo que decir que el gran primer tema de primer disco que no fue es «I’m Waiting for the Man» que siempre creí que tenía que abrir Velvet Underground and Nico en lugar de «Sunday Morning».

En 1986 un joven escocés llamado Nick Currie edita su primer disco bajo el nombre del dios griego de la sátira y la burla, expulsado del Monte Olimpo por su crítica constante. Despreciando la comodidad de la falta de expectativas de un álbum debut, Currie elige emprender una tarea ambiciosa y conceptualmente compleja. En sus propias palabras, «Momus (vestido en la apenas adecuada carne de un joven graduado escocés) se sienta en un cuarto rentado en Streatham, sur de Londres, rasgando una guitarra acústica. Decide reescribir la Biblia. Desafiando a sus ancestros fundamentalistas, pinta las vidas de santos del Antiguo Testamento como Lot y Juán el Bautista en nueve tonos de rojo fuego infernal. Ellos emergene interesados en sí mismos, lascivos y ambiciosos. Son, después de todo, los 80s» La canción que abría Circus Maximus (así se llamó el disco) era «Lucky Like St. Sebastian».
Once upon a time there was a man called Saul
Who persecuted Christians until he saw
The work was bearing fruit for the Christians
So the man changed his opinions and his Christian name to Paul
And he wrote important chapters in the Bible
But the blood on his writing hand reeked to high heaven
And Paul resolved to die
So he wrote to friends in Rome
A senator who owed him a favour
Asking for an executioner
So Paul could make his exit as a martyr
The senator sent this answer:
He said «Should you be so lucky like St Sebastian
Preferring the ache to the aspirin
Swooning as they shoot the arrows
Through your narrow chest
Stripping naked in the Circus Maximus
With a martyr-eating lioness
Bartering with flesh for a little pain
Scenes like this give sadomasochism a bad name»
Once there was a man who loved a woman too much
To give up hope when he saw she wouldn’t touch him with a barge pole
He spent his whole life in the Inferno
He composed in thirty-four cantos
O Dante though I’m anti such romantic speculation
I’m your hypocrite reader in the same situation
I’m your double, oh me I’m your brother in pain
But Alighieri if you’ll listen there’s a difference
Between your Beatrice and my Paula
She’s anonymous and now a waitress
– It’s comic but not divine
The tragedy is no-one’s dying!
Should I be so lucky like St Sebastian
Preferring the ache to the aspirin
Swooning as they shoot the arrows
Through my narrow chest
Stripping naked in the Circus Maximus
With a martyr-eating lioness
Bartering with flesh for a little pain
Scenes like this give sadomasochism a bad name
When you’re lucky like St Sebastian
Going out with a bang, just hear me
Whimpering with joy as Mr Death receives his blue-eyed boy
Surrender unto Caesar or to God, it makes no odds
There’s just one thing the martyr wants to say:
«Tell me, Mrs Lincoln, did you enjoy the play?»
Momus debería ser descripto como un Serge Gainsbourg posmoderno, descripción más modesta y menos pomposa que la que él hizo de sí mismo como «ultraconformist, voyager, timelord, tennis and ping pong champion, tender pervert, poison boyfriend, hippopotamus, philosopher, folk singer, star forever.» Nick Currie tiene mucho en común con Gainsbourg. La omnipresente temática sexual, las canciones compuestas para jóvenes cantante femeninas, el matrimonio con chicas mucho más jovenes (aunque el de Momus con Shazna Nessa es más interesante que el de Gainsbourg con Birkin dado que Nessa tenía 17 años y se había escapado de su familia en Bangladesh y de un matrimonio arreglado). El mismo Momus rindió cuentas de su deuda con el gran viejo verde francés en su disco Hipoppotamomus que tuvo el honor de tener una canción prohibida luego de un juicio iniciado por Michelin a quienes no les cayó simpática la comparación entre su clásica mascota y una muñeca inflable.

Y en cuanto a lo de posmoderno las pruebas saltan a la vista muy fácilmente. De hecho alguien debería darle una medalla por medir tan alto en el índice de hipness a Nick Currie, compositor, artista, blogger, redactor de Wired, ex-miembro de banda post-punk con miembros de Josef K (The Happy Family) y cosmopólita crónico que nació en Escocia y vivió en Londres, París, New York, Tokyo y actualmente reside en Berlín. Estuvo en el sello Creation en su época clave a finales de los 80s y ver la lista de quienes patrocinaron su casi legendario disco Stars Forever es la lista de la gente más hipster del momento, desde Jeff Koons hasta la disquería Other Music. Momus es el prototipo perfecto del ídolo de culto posmoderno, estrella pop de un futuro alternativo. Como decía en una reseña de Pitchfork (que a excepción de esta reseña no lo trata demasiado bien pero al menos no lo odia incondicionalmente como la New Musical Express) «Momus is the pop amalgamation of fashion, the internet, literature, film, travel, food, and sex. He’s the music equivalent of postmodern writers Mark Leyner, David Foster Wallace, and William Gibson.«
Pero ni Gainsbourg ni ningún artista ultra-hip abrió su carrera de forma tan desmesurada.

En «Lucky Like St. Sebastian» Momus combina en una sola canción una historia personal, La divina comedia, la historia de San Pablo y el martirio de San Sebastián. Y el mayor mérito de la canción no es haber hecho un name-checking de varias figuras históricas o de la alta cultura, el mérito está en poner todo al mismo nivel, generar con todos esos elementos un entramado único en el que las relaciones entre los elementos parecen tan claras como si no fuera cierto que acaban de ser inventadas. Compara a su chica con Beatriz, se compara a sí mismo con Dante y con San Sebastián a quien compara con San Pablo y resume toda La Divina Comedia en una frase maravillosa (tal vez este sea el mayor mérito de la canción) como la historia de un hombre que amaba tanto a una mujer que se negó a rendirse cuando se dio cuenta que ella no lo tocaría ni con un palo.
Una de las características de las canciones de Momus es precisamente la de sonar como piezas perfectamente manufacturadas que dan la impresión de haber sido siempre de esa forma y jamás haber sido tocadas por nadie (varias veces me comentó Quese su impresión de que las canciones de Momus son demasiado frías). Nick Currie es uno de esos compositores que ven las canciones como un trabajo delicado de artesanía cuyo punto cúlmine, la pièce de résistance de la maestría del artesano, es borrarse a sí mismo y toda identificación consigo mismo externa a la canción misma, dejando lugar para la autoreferencia pero no para las emociones.

«Lucky like St. Sebastian» es una canción oscura y maliciosa, mínima y solemne al mismo tiempo, como todo ese disco. O al menos lo era hasta que el mismo Momus decidió regrabarla para el disco Slender Sherbert y cambiarle lo creepy por campy y hacer una versión synth-pop al estilo del Momus posterior a ese primer disco que es tan buena como la original. Por supuesto que pasó tan desapercibida por el público y la crítica como al primera, y eso hace que siguiera teniendo cierto sentido.
Así el primer dandy posmoderno del pop británico se incluía en una canción junto con tres mártires previendo lo que iba a ser su carrera, siempre ignorado o simplemente odiado por la crítica, nunca ni cerca del éxito, permanenemente escandalizando a moralistas y defensores de lo políticamente correcto y, como él mismo decía en «I Was a Maoist Intelectual«, tratando de hacer pensar a la gente con el único resultado de que lo tomaran como un insulto personal. En esta canción Nick Currie estaba convirtiéndose en Momus expulsado del Olimpo del pop británico al que nunca entró, estaba escribiendo su propia hagiografía, agregándose al martirologio como Momus, mártir del pop barroco analógico, el vaudeville futurista y la folktrónica, mártir intelectual maoista y audioretratista, el primer mártir posmoderno.