Fotolog: la muerte de la adolescencia.
(ilustración de Antolín, por supuesto)
Hace un par de días la gente se lamenta del aparente cierre del sitio Fotolog.com. Comentarios referentes a lo que fue esa época, hace ya 10 años, donde todos dabamos nuestros primeros pasos en la internet social y eramos unos tiernos post-adolescentes. Todo era cariño, y un ‘bueh, se acabó’. Yo estaba totalmente indignado. Me puse a revisar lo que decían los medios al respecto, y ahí me indigné muchísimo más. La desaparición de un sitio de tal envergadura es una tragedia gigante, y no le importa a nadie.
Todas las notas que leí al respecto tocaban el tema como si fuese un epitafio: Rememorando sus momentos, que hace 8 años era tremendamente exitoso, los floggers en abasto, las selfies y la fama de Cumbio. Pero todas, TODAS las notas consideran el cierre como algo normal, algo inevitable, totalmente lógico ya que el sitio ya no era tan popular y tenía demasiados pocos usuarios. Pero al igual que si una fábrica cierra es espantoso dejar a todos los trabajadores sin trabajo ni un despido, es totalmente impresentable que un sitio web haga pum y desaparezca como la nada.
Los años dorados.
Hace unos meses que estoy obsesionado recordando cierto período de mi adolescencia. Un momento que calculo que comparto con toda mi generación, y un poco con la anterior y siguiente. Algo que ocurrió – al menos en el río de la plata – entre 1998 y 1999. Hablo del momento donde el paradigma de como accedemos y podemos llegar a consumir básicamente todo cambió. ¿Se acuerdan? Estoy hablando del momento en que llegó la banda ancha en Internet. Eso lo cambió todo.
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