Des-hecho.
La progresiva diferenciación subjetiva y la expansión del dominio de los estímulos estéticos llevaron a que estos fueran manipulables. Podían ahora ser producidos por el mercado cultural. La sintonización del arte con las reacciones individuales más fugaces colaboró con su reificación. La creciente similitud del arte con un mundo físico percibido subjetivamente lo ha llevado a abandonar su objetividad, acreditándolo ante el público.
Theodor Adorno citado por Andreas Huyssen en Después de la Gran División (Citado aquí con el perdón de @theoldmacnulti, verdadero adorniano).
¿Qué pasa cuando una canción te acompaña por casi 20 años? ¿Qué pasa con vos, por un lado, que se supone que has cambiado a lo largo del tiempo, que sos otra persona, que todas las capas subjetivas se han ido reemplazando como los caparazones de un escarabajo en crecimiento? Pero, también ¿Qué pasa con la canción? ¿Acaso cambia? ¿Es posible que en esa misma composición repetida durante tanto tiempo, en esas mismas notas grabadas hace quién sabe cuanto, de golpe surja algo nuevo? ¿En su repetición obsesiva?
Dieciseis Años Después.
Blur, Buenos Aires, 2 de Noviembre de 2013.
1. La situación de recital en festival es una cosa espantosa e inhumana que te sustrae continuamente de la experiencia. Esto es una queja común y repetida hasta el hartazgo pero en este caso no me refiero a la audiencia, uno de los motivos más comunes de fastidio. Siempre hay “audiencia turista”, hasta en el recital más pequeño (¿quién no se ha quedado bebiendo en la barra o charlando con amigos cuando toca alguna banda pequeña que no le interesa?), si uno no está dispuesto a soportar idiotas, un poco que debería retirarse de la experiencia de recitales (y de la sociedad). El problema es que es muy difícil que una banda llene un lugar tan grande con energía, pocas lo logran. Requiere una habilidad sobrehumana para manejar audiencias.