El Cuadernito Inexistente
Tim Rogers escribe en Kotaku acerca de Japón. O básicamente, todo lo que le parece de japón que es una reverenda mierda. Interesantísimo, preocupante y de a ratos totalmente terrorífico, con algunas cosas que parecen salidas de una pesadilla de William Gibson.
Maravilloso: Thriller representado por monstruos kaiju de Ultraman. A veces mejor que el original, sobre todo por la variedad de los bichos. Continuando la fascinación del Baile Moderno por Japón.
Daikichi Amano es un fotógrafo cuyo trabajo trata sobre mujeres en alegre armonía con diversos seres de la variedad repulsiva. Anguilas, pulpos, insectos, tortugas, serpientes, sapos.
Su trabajo es decididamente extremo y es absolutamente NSFW (y probablemente tampoco es seguro para verlo al lado de gente que aún no cree que somos asesinos seriales.)
Sin embargo las fotos son, como decirlo, casi bellas en su grotesquidad. Cliqueen bajo su propia responsabilidad y ¡feliz inicio de la semana! :D
1- Es raro que no se haya escrito más sobre Rocket or Chiritori. Es una de esas cosas que les encantan a los periodistas porque ya vienen con un paquete de detalles que les permiten llenar líneas sin agregar nada. Puedo imaginármelos repitiendo ad infinitum y sobrevalorando sus particularidades extramusicales, o sea, que es el proyecto de una chica japonesa, Satoko Shibahara, que grabó sus dos discos más o menos a los 17 años antes de dejar la música para concentrarse en el estudio.
2- El problema es que Rocket or Chiritori fue apenas un destello en la escena japonesa de finales de los 90s que no llegó a brillar lo suficientemente fuerte por encima de la luces de la por entonces efervescente escena de Shibuya. Apenas un puñado de singles y EP’s y ya había desaparecido antes de que alguien lo notara.
3- Aún si alguien lo hubiera notado la verdad es que no era un producto fácil de vender y apto para todo público como el que salía de la escena bautizada por el barrio más hip de Tokyo. Lo de Satoko era el pop kawaii pero de la forma más amateur y lo-fi posible, una estética D.I.Y. posiblemente heredada del under norteamericano.
4- Los dos discos, que suman entre ambos menos de una hora de duración, son hermosos.Un pop dulce y melancólico que se deja adivinar entre las capas de textura y significados que aportan el tape hiss, el mal sonido y la despreocupación ante la desprolijidad. Las melodías son como el núcleo solido de algo más grande, formado de la suma de un montón de factores que hacen que sea tan particular, que suene inmediatamente reconocible y extrañamente único.
Unas cosas japonesas
Conocí a Jun Togawa hace poco, por este video. No entendí el tema la primera vez pero me dejó con curiosidad suficiente para escucharlo una segunda vez y después una tercera vez y para ese momento estaba seguro de que este era una de las mejores canciones que había escuchado en mi vida y por ahora sigo convencido. Amo el contraste entre esos sintes cutre y la sutileza de la melodía y el cambio en el estribillo y su voz. Y como se ríe.
Llegué tarde a Jun, después de descubrirla e investigar un poco me di cuenta que ya era un objeto de fanatismo usual entre los japanófilos y me enteré que tiene una carrera larguísima, que estuvo en una banda post-punk llamada Guernica, que Jim O’Rourke es fanático, que canta en el Dreams de Otomo Yoshihide y que a pesar de ser una estrella pop de tan larga data realmente nunca tuvo éxito. No creo que ningún lector pueda leer el título de este video así que aclaro que el tema se llama «Yume miru yakusoku» y creo que el lugar adecuado para empezar sería el compilado Twins, donde pueden encontrar esta y muchas otras canciones, todas gloriosas.
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Number Girl es lo que pasa cuando un grupo de japoneses escuchan demasiado rock indie norteamericano y lo entienden todo perfectamente. Esta versión en vivo de «Mukai Night» no tiene nada de particular pero el tema no tiene un video de verdad y es mi favorito de la banda (junto con este otro). Los discos de Number Girl son bastante crudos, llenos de guitarras distorsionadas, de baterías al palo puestas bien altas en la mezcla y de Mukai gritando mucho, y aunque se les notan claramente las influencias son lo suficientemente personales (tal vez lo suficientemente extranjeros, suficientemente aliens, suficientemente japoneses) como para no sonar exactamente como ninguna de ellas y diferenciarse de tantas otras bandas a las que Pixies les cambió la vida. Disco recomendado para empezar (por ahora): School Girl Distortional Addict.
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No tengo mucho para decir sobre Kumi Okamoto porque su carrera en la escena de Shibuya y después en la de París es totalmente ignota para mí, pero el hecho es que tiene un disco nuevo bajo el nombre de Kumisolo, My Love For You is A Cheap Pop Song, y es un excelente y muy lindo disco de puro pop, simple, claro, dulce, casi etéreo. Y acá pueden comprobarlo con uno de los mejores temas del disco, sobre el cual mi hermano acaba de comentar que parece una canción del Katamari. ¡Y es cierto!