El jueves tuvo lugar el evento cinematográfico del año. Algo que no pasaba desde hacía varios años y no va a volver a pasar por varios más. Se estrenó una nueva película de David Lynch y se llama INLAND EMPIRE.

Habiéndola visto una única vez (y una sola vez siempre es poco para una película de Lynch y cada vez que uno las vuelve a ver tiene ideas completamente diferentes al respecto) y hace tan poco mis ideas sobre la película están frescas, y aunque cometí el error de leer reseñas, discusiones y opiniones ajenas antes de ponerme a escribir esto no creo que hayan afectado mucho mi primera impresión. Sobre todo porque las lecturas más coherentes que leí se concentraban en los mismos puntos que me llamaron la atención.

En lo que mi experiencia de Inland Empire parecía diferir de la mayoría de la gente que leí es que mucho hablan de que estaban desbordados de ideas y no sabían por donde empezar. Yo tampoco sé por donde empezar pero precisamente por todo lo contrario, no tenía ni una idea clara al terminar de ver la película y todavía no la tengo. Lo único que sentía cuando terminó era una enorme sensación de vacío e inquietud.

Ni siquiera me atrevería a intentar explicar de que se trata la historia. La clásica pregunta inevitable cada vez que uno le habla de una película a alguien, «¿De qué se trata?», ya no se aplica a esta película. Posiblemente porque ya no es una película en el sentido tradicional de la palabra. No hay ni una historia ni personajes claros y reconocibles. Inland Empire es un hecho, un suceso, una experiencia. No es una película.

La otra pregunta clásica «¿Te gustó?», tal vez quede obsoleta también para Inland Empire. Como dije, no es una película, es un suceso y no está ahí para ser aprobado o desaprobado por el espectador. Como un tornado que pasa sobre un pueblo y no está ahí para que nos guste o no, simplemente está y lo único que podemos hacer es calcular los daños.
Intentar plantear acá una teoría sería ridículo. No solo porque sé por experiencia lo decepcionante que es el misterio de una película finalmente resuelto sino porque intentar ordenar y decodificar el laberinto de la película es una ridiculez. Explicar de que se trata es como intentar describir claramente algo visto solo de forma borrosa por el rabillo del ojo. Inland Empire es el equivalente cinematográfico a eso, una imagen apenas percibida que se mueve a medida que uno mueve la cabeza para verla mejor y no nos deja nunca ver más que colores difusos, formas confusas, bordes y límites borroneados.

No leí hasta ahora ninguna teoría que no dejara una parte enorme de la película afuera y la simplificara hasta convertirla en no mucho más que la historia de una actriz tratando de meterse en papel o una larga alucinación o sueño. Es que es tentador caer en estas explicaciones fáciles para librarse del aparente vacío de sentido y de la sensación que provoca.

Pero estas explicaciones eliminan la ambigüedad y convierten en unidimensional la multiplicidad de niveles en los que la película funciona. Y principalmente lo que no logran reconocer es que ese vacío de sentido es solo aparente, la ausencia está planteada como un valor positivo. No hay que intentar reponer totalmente el sentido sino reconocer el valor de su ausencia, ver que hay agujeros y que no podemos llenarlos y apreciarlo, entender como la película funciona y se desarrolla alrededor de esos agujeros que son prácticamente los centros de gravedad de la película. Este es el detalle por el que todas las teorías, como una adaptación del teorema de Gödel, sin importar cuán completas parezcan, siempre terminan basándose en algún elemento que se da por sentado y no puede ser probado con los elementos que nos da la película, siempre queda algo suelto que es indecidible. Como dice en Marc de K-Punk en su post sobre Inland Empire, no tenemos que caer en la tentación de interpretar que todo podría ser una alucinación o un sueño de un personaje porque es la película la que está loca, no los personajes en ella.

Estos vacíos y agujeros, sumados a lo que decía antes de la sensación de que no podemos ver la película más que difusamente, dan como resultado el elemento clave de toda la obra de Lynch, uno de sus grandes temas, la incomodidad. La incomodidad producida al ver algo que reconocemos como familiar, un mundo que conocemos pero que parece funcionar siempre un poco diferente a como debería. La incomodidad, la inquietud producida por ver algo que uno siente que no está viendo completo, la sensación de que algo más grande está sucediendo por detrás de lo que se ve pero que uno no es capaz de comprender. La idea de que uno es un voyeur que se está perdiendo todos los elementos claves de la historia.

En la mayoría de las películas de Lynch este elemento está incluido en la historia. Siempre hay alguien atrás del que no se sabe realmente nada pero parece desempeñar un papel mucho más importante de lo aparente en un esquema en el que los personajes solo desempeñan un papel pasivo como víctimas de su destino o de un plan más grande que ellos. El hombre en el planeta de Eraserhead, el Mystery Man de Lost Highway, el viejo que da órdenes desde atrás de un vidrio, el cowboy y los hermanos en Mulholland Drive. En Inland Empire hay varios (creo que son varios) personajes que desempeñan ese papel. Como el marido de Nikki, el personaje de Laura Dern, que se lo menciona como un hombre importante de un poder enorme pero apenas aparece en la película y cuando lo hace es para darle unos «consejos» a Devon, el personaje de Justin Theroux, co-protagonista junto a Nikki de la película dentro de la película.

El otro personaje clave en este aspecto es la vecina nueva que al principio mismo de la película pasa a saludar a Nikki y empieza a hacer predicciones crípticas y advertencias. Una contrapartida sin buenas intenciones del personaje de la casera en Mulholland Drive.

Y con esa mención a Mulholland Drive tengo que hacer una mención a los paralelismos entre estas dos películas y sobre algo que he visto mencionar a alguna gente por ahí que me parece una increible malinterpretación de la película. La acusación de que Lynch se está repitiendo. Pura mierda. Creo que con esta película Lynch no podría estar más lejos de la repetición. Es cierto que está repleta de puntos en común con Mulholland Drive. Las dos tienen al personaje de una actriz como protagonista, transcurren en Hollywood y llevan como nombre el nombre de un lugar famoso de esa zona, en ambas hay películas dentro de películas y «una mujer en problemas» y ambas terminan con una mujer diciendo una palabra. Pero lo que no parecen notar es que Inland Empire está llena de intertextualidad y casi parece ser el centro del universo lyncheano, el nexo que conecta todos los demás elementos. Ese diálogo indirecto que mantiene con Mulholland Drive lo mantiene muy directamente con Rabbits y Darkened Room, incluyendo fragmentos de la primera serie y reescribiendo el segundo corto dentro de la película. Estoy seguro que si se buscan de forma un poco más quisquillosa se pueden encontrar más elementos, se me ocurren algunos, pero no voy a seguir con eso.

Pero esas similitudes que menciono son apenas superficiales en comparación con las profundas diferencias con las otras películas. Primero, hay que mencionar sí o sí que en esta película se pasó al bando del video digital y juró que no va a volver a filmar en celuloide. Y esta diferencia no es superficial. Lynch siempre se compromete con los formatos que usa y filma en función de ellos. Sus películas en blanco y negro no podrían ser a color, sus películas a color no podrían ser en blanco y negro y esta película no podría haber sido filmada en celuloide al igual que Blue Velvet no podría haber sido filmada en digital.

Pero ese tampoco es el punto más importante, creo que la mayor diferencia está en su planteamiento de las dimensiónes temporal, espacial y ontológica de la película. Todas las demás películas de Lynch (aunque no me atrevería a afirmarlo sobre Lost Highway, tal vez su película más incomprensible hasta esta pero nunca reconocida como tal) tienen una lógica reconstruible con mayor o menor esfuerzo. Eraserhead no es tan ilógica ni surreal ni azarosa en el fondo y Mulholland Drive está llena de indicios que permiten reconstruir la linealidad de la historia y tiene una división muy clara entre el sueño y la realidad.En cambio Inland Empire no tiene ningún indicio y la división entre realidades está totalmente borrada. Donde en Mulholland Drive era correcto preguntar «¿Esto es real o no?», en Inland Empire la pregunta pasó a ser «¿Qué es esta realidad?¿Cuántas realidades hay?¿Qué es la realidad?¿Dónde empieza una y termina otra?». Ni siquiera hay un punto de quiebre en el que se deje de entender y explote todo. Desde el principio mismo, con la aparición de la vecina (e incluso antes), no estamos seguro de a que personaje estamos viendo o de en que momento está transcurriendo. En Inland Empire no hay límites claros. Todo es real o todo es irreal, todo el tiempo pasado, presente y futuro es simultáneo. Empieza con una luz y unas letras gigántescas en las que se lee INLAND EMPIRE. Termina con los personajes cantando y bailando una canción de Nina Simone.

Y en el medio hay una chica perdida llorando en un cuarto, en una televisión se ve una sitcom absurda con tres conejos y un laugh track que se escucha sin aparente razón, una actriz que consigue un papel, una remake de una película nunca terminada, una maldición gitana, una quemadura de cigarrillo en seda, letras escritas sobre una puerta, un romance que no debería ser, una calle nevada en polonia, un destornillador clavado en un abdomen, la frase «mirame y decime si ya me habias visto», un grupo de prostitutas que hacen una coreografía al ritmo de «The Locomotion», un agujero entre el canal vaginal y el intestino, una mujer con una pierna amputada.

Que hacer con todos esos elementos depende de uno. Es una elección de cada uno, aunque la verdadera elección es si uno quiere tener una experiencia cinematográfica trascendental verdadera o si quiere ser alimentado en la boca por alguna película que vamos a olvidar 10 minutos después de salir de la sala. Si la elección es la primera, INLAND EMPIRE llega tan lejos como creo que el cine puede llegar, si no, bueno, seguro que están dando alguna película con Tom Hanks o algo así.