Se habló por arriba de este tema hace poco acá mismo y casi simultáneamente se discutió también en un post en el blog del Rufián, pero eso ya pasó y no puedo explayarme tanto sobre un tema solo en comments así que creo que ya es hora de hablar de pornografía.
I. La pornografía es el único momento del capitalismo en el que la instrumentalización del cuerpo es un fin en sí mismo en vez de un medio para un fin. Esto convierte a la pornografía en la instrumentalización última del cuerpo, la expresión máxima del capitalismo.
II. Esa instumentalización del cuerpo está acompañada por su objetivización. El cuerpo se convierte en un producto más de la producción industrial de imágenes.
III. Usar como argumento a favor de la pornografía que sea algo consensual, que sus partícipes sean voluntarios, sería igual a usar como argumento a favor de los sweatshops que los empleados son voluntarios y no esclavos. Así como los límites de lo voluntario no son claros en el espectáculo («el adulto, dueño de su propia vida, no existe en ninguna parte» decía Debord en la tesis 62), lo consensual del sexo en la pornografía se puede (se debe) poner en duda.
IV. Ya dijimos que la pornografía es parte de la producción espectacular de imágenes. Estas imágenes son independientes de la gente que las produce, de sus participantes. Las imágenes siguen funcionando independientemente de cualquier responsable, están vivas en seno del espectáculo y son independientes. Si alguien retratado en esas imágenes quisiera que dejaran de funcionar no podría hacer nada para lograrlo. En ese momento, ¿todavía es consensual? ¿todavía es voluntario? ¿el afectado no sería una víctima?
V. No perdamos el punto de la discusión. No quiero hablar de moral, no quiero hablar de corrección política. Los reproches morales con para los curas, los conservadores y los padres de familia. Y no soy ninguna de las tres. Tampoco voy a criticar el consumo de pornografía. Nadie es lo peor, ni un pervertido despreciable por mirar pornografía. También todos miramos tele y sabemos que es lo peor, y escuchamos música pop que sabemos que es un producto, y miramos películas que sirven para que algún productor se compre otra mansión más. La diferencia está entre hacerlo ciegamente o poder poner las cosas en su lugar, estar conciente de que es lo que está en juego. Y como esto no se trata de reproches morales sino de política, cuando hablo de una víctima como en el punto anterior no hablo de una pobre víctima inocente de la que se aprovecharon los sucios pornógrafos, hablo de una víctima del capitalismo y espectáculo.
VI. Aunque por años las feministas discutieron sobre si la pornografía era degradante para las mujeres, supongo que esa discusión está obsoleta ante el panorama actual de la industria. La degradación de las mujeres, la humillación y la violencia son la tendencia en la pornografía actual. Ya no tiene sentido preguntarse si es una objetificación de la mujer o si es machista. La degradación está ahí, presente, a la vista de todos, es el objeto de cambio.
VII. Si vemos una violación actuada, o humillación consensuada en una película porno, ¿qué la diferencia de una violación o un acto humillante real? Alguien puede decir que una violación tiene que ser necesariamente forzada, pero no existe tal cosa como la humillación actuada. ¿Cómo se puede insultar a alguien sin insultarlo efectivamente? No existe la actuación. Incluso la idea de que una violación fingida no es una violación es falsa. Las imágenes resultantes son las imagenes de una violación, y, al igual que una el interés en una falsa snuff sería que se cree que es verdadera, no son consumidas porque están actuadas, sino porque son de una violación. Aún sabiendo que no es real, la imagen, el fetiche, es el de la violación. La violación es por tanto una imagen más dentro del mainstream del consumo cultural. La violación que se lleva a cabo tal vez no sea la de ninguno de los participantes efectivos de las imagenes. La violación es la del concepto entero de la mujer, es la imagen de la mujer como idea del espectador la que es constantemente violada.
VIII. Una discusión seria o un estudio de la pornografía tiene que ser encarado desde el la semiología acorde a la primera definición de Saussure, como el estudio de la vida de los signos en el seno de la vida social.
IX. Una eterna discusión es si la pornografía solo reproduce un deseo que está presente en la sociedad o si genera esas imagenes. ¿Reproduce las fantasías del público o actúa como un agente homogeneizador que implanta las mismas fantasías en todos los consumidores? En el documental The Merchants of Cool Douglas Rushkoff se preguntaba lo mismo sobre el consumo cultural en los adolescentes y el comportamiento sexual que se les muestra en los medios destinados a ellos. ¿representaba realmente como se comportaban los adolescentes o los adolescente imitaban lo que veían? En algún momento Rushkoff llega a la conclusión de que es un loop cultural constante, una retroalimentación. El espectáculo vende imágenes, el consumidor las imita, el espectáculo lo recoge y lo vuelve a vender. Simple. Creo que eso mismo se aplica a todo el consumo cultural y la pornografía entra ahí también. Me pregunto si hay alguna forma de consumo cultural más baja que el consumo de imágenes. Esta forma de consumo de sexo igualado a consumo de imágenes es, citando a los situacionistas, la sexualidad de la miseria, la miseria de la sexualidad.
X. Reductio ad absurdum. Si lo consensual de la pornografía puede ser puesto en duda, si las imágenes son dueñas de sí mismas y funcionan más allá del control de nadie, si la gente va a seguir viendo a alguien teniendo sexo y ese alguien no va a poder hacer nada para impedirlo, ahi donde la idea de consenso ya no sirve de nada, ¿qué podría diferenciar a la pornografía de la violación? La respuesta es obvia, toda pornografía es violación.