Reunión En La Cumbre.
Siempre creí que los eventos comiqueros eran ocasiones importantes. Colarse en la medianoche en unas jornadas de comic y anime oscuras y de dudosa reputación en Tucumán para poder ver hentai. Esperar para escuchar a Gaiman en un auditorio lleno de gente que se quejaba de la traducción y observar el horrible Neverwhere. Perseguir a Frank Quitely en una Crack Bang Boom. Con el paso de los años, además, pienso que, lejos de la actitud de niño deslumbrado revolviendo las bateas llenas de comics de mi infancia, lo más divertido de estos momentos es conocer gente nueva. Que es una de las mejores cosas del mundo. Un evento es un espacio mental muy especial, donde la euforia y el cansancio de estar metido en el mismo lugar mucho tiempo generan una especie de camaradería de barco en llamas.
Muchas veces, por supuesto, esto no es lo que sucede. Una convención se transforma en un galpón polvoriento y discusiones antiquísimas, en estatuas y muñequitos y figuritas y películas grabadas en dvd proyectadas en pantallas mugrosas, todo amontonado en una versión del infierno.
Lo cual me trae a Comicopolis, lugar donde estuve metido estos últimos cuatro días preso de una alegría inmensa. Es difícil comenzar a hablar de semejante evento sin caer en el entusiasmo desmedido o la sensiblería. Es algo impresionante como continúa creciendo desde su primera edición y sigue superando las expectativas de todos aquellos que tenemos que ver con esto del comic.
Algunos Breves Pensamientos Sobre El Eterno Retorno en Dc Comics.
(La imagen del aviso: la nueva JLA de Johns y Lee)
1) Ayer DC Comics anunció, corriendo el velo de misterio que se había posado sobre su status quo post Flashpoint (el crossover que está ocupando su grilla veraniega) que va a rebootear todo su universo y relanzar TODOS sus títulos desde el número 1. Cosa que obviamente levantó polvareda. Sorprende la “audacia” de decidir relanzar de cero títulos legendarios como Action Comics y Detective Comics, los más antiguos de la editorial y de la industria como todo y que ya se estaban acercando al número 1000. Por supuesto que muchos se han ofendido y muchos más se ofenderán, incluyéndome en un primer momento. Pero me parece que hay matices a esta observación y que la movida responde a un interés editorial más preciso y no-tan-destructivo que lo que a primera vista aparenta.
2) Lo que creo, en primera instancia, es que éste, más que un hard reboot de todas las propiedades desde cero, es un soft reboot de ciertos elementos del universo que no funcionan del todo bien. Y, también, que es un producto de los cambios en las altas esferas creativas que sufrió DC el año pasado. La llegada de Jim Lee y Geoff Johns como co-publisher y chief creative officer, respectivamente, buscaba rescatar al costado creativo de la editorial del micro-micro-management de Dan Didio, que se había expresado catastróficamente entre Countdown y Final Crisis y la había hecho perder muchos lectores. A partir de ese momento se comenzó a percibir un intento de recomposición de las relaciones con los creadores y un fuerte deseo de criar nuevos talentos capaces de reemplazar a Geoff Johns y a Grant Morrison como los capitanes del crucero DC. Por eso le han dado tantas series nuevas a Jeff Lemire o Chris Robertson y han contratado a Paul Cornell de modo exclusivo. Ahora bien, si Johns está al mando de toda ésta operación, y todos los indicios apuntan a que así es, ya que es su miniserie, sus personajes y las declaraciones sobre el post-Flashpoint lo han puesto en primera plana, careciendo, sorprendentemente, de declaraciones fastidiosas de Didio, entonces es muy poco probable que vayan a joder con sus series, especialmente con Green Lantern, gallina de los huevos de oro. Lo mismo para Batman, no se van a meter con Morrison y la intrincada madeja que está tejiendo. Básicamente, porque estas dos franquicias dan guita, venden mucho y porque son, para bien o para mal, las flagship de la editorial en los últimos años. Tampoco creo que se vayan a meter con la Legión, con Firestorm, Aquaman o Deadman, todos personajes tocados con la varita de Johns en los últimos años, reformulados, rescatados o retraídos a un pasado de gloria. ¿Pero qué pasa con Superman, Wonder Woman, los Titans, la JLA, la JSA incluso Flash, todas franquicias que en los últimos años han venido de capa caída, con marchas y contramarchas y cambios de dirección y de equipo creativo? Bueno, para eso está Flashpoint. Probablemente esas sean rebooteadas, reseteadas o sencillamente toqueteadas para limpiarlas un poco y proveerles de un nuevo punto de partida.
3) No creo, entonces, que veamos un reboot completo y radical, empezando de cero. Pero hay que tener en cuenta que, por otro lado, ya es hora de un reboot para el universo DC. El último realmente importante (Crisis on Infinite Earths, Infinite Crisis no cuenta, porque fue para-mundial, o sea, trajo de nuevo el multiverso pero no afectó la trama general de la tierra 0, el punto focal donde viven nuestros héroes) ya tiene más de 25 años. Y el anterior a ese, la Silver Age, sucedió justamente 25 años antes. Es la única forma, lamentablemente, de re-enfocar un universo tendiente al caos. Y nos vamos a tener que acostumbrar a ello, a que siempre las mismas historias sean contadas otra vez, con nuevos creadores que, quizás, agreguen cosas nuevas, y siempre siempre siempre descendiendo en el caos. Porque un universo compartido, en términos superheroicos, es entropía tarde o temprano.
4) Por otro lado, el razonamiento de DC es sólido en términos empresariales. Y bastante astuto. La industria del comic norteamericana viene teniendo, desde principios del año pasado, una tendencia a la baja en sus ventas y al estancamiento y hasta crisis de sus circulaciones y flujos de dinero. Finalmente, la crisis generalizada los alcanzó y, especialmente DC y Marvel, no saben muy bien qué hacer para remontar. La idea de lanzar 52 nuevos números uno responde a eso: vender y mucho. Está empíricamente comprobado que los lectores de comic compran mucho más si es un primer número, y la maquiavélica idea de DC es aumentar de un batacazo todas sus ventas con una masa inmensa de números uno. Esto es algo nunca hecho antes, habría que ver cómo funciona, pero en primera instancia yo no tendría motivos para desconfiar de su éxito. De algún modo este elemento, tan frio, tan calculador, tan contraproducente para la seriedad de la industria, me produce una cierta admiración. Porque ha sido práctica corriente en los últimos años, de ambos lados: cerrar series, relanzar de cero, luego renumerar esa serie nueva de acuerdo a la numeración histórica del personaje desde sus orígenes (o sea, se suman todas las revistas que tuvo Hulk y se llega, ponele, al número 600, se lo pone en la tapa y se lo vende como número aniversario, a los dos años se cierra esa serie y se la relanza de 1, a los dos años se la renumera y así). La audacia y, básicamente, completa desfachatez de hacerlo a un nivel macro me parecen bastante sintomáticas de lo que está pasando con los “panfletos” en la industria y, básicamente, me parece una hija putada sincera. Este aumento será, sin embargo, de corto plazo, pero para suplir ese efecto shock me parece que han tomado la otra decisión realmente revolucionario de estos anuncios.
5) Ésta decisión va en contra de la política corporativa largamente arraigada de DC de ir tranquilos, con la corriente, con su anquilosada y conservadora organización empresarial: cada nuevo número de TODA la línea de comics de DC Comics saldrá el mismo día de su publicación en forma digital, disponible automáticamente para el disfrute en cualquier medio electrónico, Ipad, celular inteligente o quién sabe qué. Esto es realmente revolucionario. Es la primera editorial grande que abraza el formato de distribución digital en forma masiva y que ofrece todo su nuevo producto simultáneamente en él. Es, en primer lugar, una aceptación de la muerte tácita del “panfleto”. Ya nadie quiere una revistita de 22 páginas repleta de anuncios que luego es reemplazada por un libro mucho más resistente. Todos quieren leerlas en sus computadoras. Pero es, además, un vuelco sísmico en la relación con los retailers, con los vendedores de comics que forman parte de la columna vertebral de la organización y la venta de comics en Estados Unidos, que, en verdad, proveen a las editoriales de la gran mayoría de su cash flow. Para mí lo que DC está haciendo es comenzar a soltarles la mano, por un lado, a advertirles que tienen que evolucionar o morir, que el futuro está en ser tiendas de libros especializadas en comics y que, quizás, el direct market como lo conocemos está mucho más cerca de la muerte que lo que pensábamos. Obviamente que Diamond sobrevivirá, es demasiado grande y seguirá distribuyendo otras basuras (y trades). Pero el futuro parece incierto e interesante. DC Comics está intentando suplir sus canales de distribución tradicionales y alcanzar a un mercado que percibe como mucho más grande, que es el de las descargas legales. Si ese nuevo segmento es suficiente para suplir las ventas (un comic digital sale bastante menos que uno real) que se espera que se pierdan a medida que se vayan extinguiendo los panfletos (porque en realidad eso es: un acta de defunción desfasada) solo el tiempo lo dirá. También es un intento de superar y reemplazar a Marvel en la cima de la industria, con el doble batacazo de un aumento en lo digital y en las ventas en papel, y que irá a hacer Marvel ahora es algo que habrá que ver con atención (yo pronostico cambios similares en poco tiempo, a Marvel le importan aún menos los retailers).
6) ¿Creativamente? Creativamente, como todo relaunch, va a ser una bolsa de gatos: algunas cosas estarán bien, otras serán un desastre, muchas series “importantes” probablemente tendrán problemas de periodicidad (¿alguien se imagina una JLA dibujada por Jim Lee que salga a tiempo? No, yo tampoco) y dudo MUCHÍSIMO que de acá a un año Action Comics y Detective Comics (al menos) no retornen a sus numeraciones originales. Desde que salió el aviso se sabe que se viene un comic nuevo de Superman con guiones de Grant Morrison, se rumorea a Deadman en Adventure Comics, un nuevo comic de Batgirl con Barbara Gordon y una nueva visión, más diversa étnicamente y con personajes más jóvenes para el universo DC. Pero eso, lamentablemente, no creo que sea lo realmente importante de este anuncio (¿no vieron que casi ni mencionaron equipos creativos?), lo novedoso está detrás. Lo que estará bien serán las series que ya vienen bien y un par de hallazgos interesantes que se sostengan con equipos creativos coherentes. Que es todo lo que siempre podemos esperar. Tendremos que seguir sufriendo y saber discernir entre la inmensa cantidad de basura que vendrá, pero bueno, la labor del lector de comics de superhéroes siempre fue esa.
Este último fin de semana fue la EVA 08, el evento anual de ADVA, la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos de Argentina. Estuve los dos días, la pasé mejor de lo que esperaba, vi unas cuantas charlas, conocí gente y vi a gente que no veo muy seguido. Pero tuve un error conceptual sobre de qué se trataba el evento y fui a una exposición de videojuegos y llegué a una exposición de la industria, fui a ver charlas sobre videojuegos y en su mayoría vi charlas sobre programar videojuegos o vender videojuegos, fui a averiguar que se está haciendo y me di cuenta de todo lo que no se está haciendo.
Uno puede entender que la gente quiera promover la industria, pero es irónico que en paises como Japón, USA o Suecia donde uno realmente puede hacer plata con los videojuegos haya una buena cantidad de diseñadores indie que hacen juegos innovadores y que acá donde la industria es casi una ficción y se pueden tomar cualquier riesgo porque hay poco y nada que perder todos sueñan con ser EA. Aparentemente por lo que se puede ver acá no hay mucho más interés que en hacer juegos casuales, advergames, RPGs y MMORPGs. Todos quieren hacer RPGs. Todos quieren hacer juegos AAA. Todos todavía tienen la ilusión de editar juegos en cajita. Ni hablar de hacer algo un poco más chico, de intentar innovar, de dejar de pensar un poco en géneros ya gastados y en gráficos 3D. Si hasta había un estudio promocionando el engine 3D que tratan de vender.
No parecen darse cuenta que en un mercado interno que no existe (literalmente no existe, en el mercado interno el 99% se piratea) y un mercado exterior totalmente saturado por monstruos empresariales para destacarse desde acá, el culo del mundo, necesitarían algo más que destacable y un esfuerzo descomunal que no creo ni que puedan hacer y ni que valga la pena. Las opciones se reducen entonces a embarcarse en esos proyectos faraónicos destinados a fracasar o a hacer casual games/advergames a pedido de licenciadores como Cartoon Network o algo así, que es fácil y deja plata (ok, también es lo menos interesante del mundo, pero parecen no preocuparse por eso) y poco y nada en el medio. Tiene lo peor de trabajar en una empresa grande de las que no hay acá y lo peor de trabajar en una empresa chica de acá. Worst of both worlds.
En dos días de charlas vi un par de charlas decentes sobre game design (siempre desde el punto de vista de ser un game designer profesional trabajando con un equipo), alguna charla demasiado técnica, me perdí voluntariamente todas las de marketing, start-ups y demás, vi muy por encima algún taller y salí corriendo de una charla sobre como explotar jugadores haciéndoles comprar cosas con dinero virtual. La más increiblemente aburrida fue la de Sony presentando su ridícula plataforma de negocios en la que si tenés una empresa podés aplicar para que te elijan como posible desarrollador para alguna PlayStation, te entrenen por un tiempo y si te va bien, te dejen comprar su kit de desarrollo a U$S 10.000 o algo así y recién ahí podés empezar a hacer juegos que ellos pueden o no publicar. Hilarante.
Si eso fue lo más aburrida, la más ridículo debe haber sido la inauguración a cargo de Javier Otaegui de Sabarasa. Escuchándolo parecía que la industria está explotando en la Argentina y que los videojuegos son la nueva soja. No es que estuviera mintiendo, la industria creció, la cantidad de gente empleada en el área se multiplicó varias veces. Todo eso es cierto, pero la imagen que presentaba era la mejor posible. Habría que mencionar por ej. que varias de esas empresas son extranjeras y terciarizan acá porque les sale barato y si esto cambiara no tendría el menor reparo en salir corriendo y mover el estudio a India o a China o Malasia o a donde les convenga en el momento, o que casi la mitad de esos empleados son de Gameloft, una empresa francesa que considerarla una empresa de desarrollo de videojuegos mueve a risa. No voy a mencionar que además una buena parte de esa gente es de marketing, business y demás y trabajan en una empresa de videojuegos como pueden trabajar en cualquier otra empresa y el rubro les importa un carajo, porque de una forma u otra siguen trabajadores del área.
Eso era un detalle, lo mejor vino cuando empezó a predicar sobre la situación de los videojuegos en nuestra sociedad y su menospreciación. Lo que estaba haciendo era, como se suele decir en inglés, preaching to the choir. ¿De qué sirve defender a los videojuegos y hablar de lo buenos que son ante un público que ya está convencido? ¿A quién trata de convencer? Y después el mismo tema gastado de siempre, que es hora de aceptar que los videojuego tambien son cultura y arte. More preaching to the choir. ¿No escuchamos esa discusión suficientes veces ya? ¿Cuál es la necesidad de estar siempre buscando alguna legitimación para lo que a uno le gusta? ¿Necesita que alguien le confirme que no es un nerd idiota por jugar videojuegos? Parafraseando a Grant Morrison, no creo que los videojuegos deban entrar a ningún panteón, nos estamos divirtiendo más afuera bajo el sol.
Igual Otaegui logró darle una vuelta de tuerca a la discusión al decir que los juegos eran cultura y la cultura es un derecho humano dejándonos a nosotros sacar la conclusión lógica de que si a=b y b=c entonces a=c y los videojuegos son un derecho humano. Hablando de como la piratería dominaba el mercado por culpa del estado, las empresas, la aduana, los illuminati, los masones, los ancianos de sión, los hombres de negro y un largo etc. (que obviamente no incluía en ninguna medida a los usarios y a las empresas) que nos vendían las consolas a precios inaccesibles y demás. En un momento creí que iba a llegar a decir que acceder a una Wii era un derecho de todo argentino así como acceder a la educación o a un techo y comida. Por suerte no lo dijo, pero estoy seguro que lo pensó.
La mejor exposición fue la del único expositor extranjero, Patrick Dugan (también escritor de nuestro querido Play This Thing). Dugan fue el único que intentó dar un mensaje esperanzador no sobre el futuro de la industria sino sobre el futuro de los videojuegos, exhortando a los diseñadores a que dejen de pensar en los mismos juegos de siempre, que dejen de pensar en el dinero que les podía dar y simplemente se sienten a diseñar nuevos gameplays, a probarlos, a solucionar problemas de diseño hasta que algo funcione. Y uno no podía evitar preguntarse porque todos quieren copiar los modelos de negocios de afuera pero tan pocos están dispuesto a copiar estas ideas.