Las cosas y nosotros

Como hace poco hablamos con Javier, estamos en una época en la que tenemos una relación muy complicada con los objetos que compramos. Y no voy a decir que yo no tengo esos conflictos: Sí, tengo un smartphone, pero tardé un poco más de lo normal en tenerlo. También tengo una Macbook, que fue mi primera laptop, y armé todo un post insoportable justificando su adquisición. Digamos que siempre me gustó intentar no caer en esas garras del consumismo rampante, y considerarme un “consumista racional”(tm), no tener demasiadas cosas y estar tan pendiente de tenerlas y adquirirlas. Aunque a quien quiero engañar: tengo un blog que habla casi solo de equipos de grabación y música. Me encantan las guitarras sintetizadores y pedales y eso. Y ya perdí muchísimas horas leyendo interminables entrevistas para averiguar que pedalcitos o que teclados usa algún flaquito que toca en cierta banda.

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Random Link Goodness

1) Excelente vídeo de Sister Rosetta Tharpe – hasta ahora no la conocía – en vivo en los 60’s. Así se toca la guitarra, estimados.

2) Increíble colección de fotos sacadas en un casamiento durante el reciente terremoto 7.9 que hubo en China.

3) Colección de tapas de libros, comics, dvds, posters, etc, utilizando el mismo método de diseño de «vista por detras de las piernas». Fantástico.

4) Fotos a muchos fans de bandas / solistas que se visten como sus ídolos. Es muy divertido intentar adivinar de que grupo son fan (algunos son muy obvios, como los fans de Manson o los Klaxons. Y los fans de Rod Stewart son totalmente increíbles. Las respuestas de a que artista pertenece cada grupo, al final.

(éstos ultimos dos links via kottke, el segundo via waxy)


(Advertencia: Darío está a punto de hablar de un tema del que no sabe absolutamente nada, en este caso, diseño)

Creo que llegué un poco tarde a la cuestión porque se habló bastante al respecto hace un par de meses, pero ayer lo discutí con Quese y tengo que decir lo que casi nadie dijo: yo banco al logo de las Olimpíadas Londres 2012.

Unánimemente el logo diseñado por la agencia Wolff Ollins causó risas y desprecio de toda la gente que escuché opinando. En cambio yo soy uno de los pocos (y no es para llevar la contra) a los que les gusta el logo. ¿Por qué me gusta?

Ok, primero comparemos el logo de Londres 2012 con el de Chicago 2016 (vamos a dejar de lado el de Beijing 2008 porque no me disgusta pero es aburrido y no me parece que haya mucho que decir sobre él).

Uno me gusta mucho y el otro no me gusta nada. Los dos logos son muy diferentes. Y cada uno dice cosas diferentes. Un amigo diseñador siempre me repite una y otra vez que el diseño es comunicación y que tiene que se diseña en función a lo que se quiere comunicar. Y a ese nivel el de Chicago es fácilmente asociable con las Olimpíadas. Es un logo sobrio, solido, masculino, ultra-conservador, con líneas fuertes y ascendentes, de una estética casi fascista. Es un logo muy digno de esa celebración de la masculinidad, la competitividad y la supervivencia del más apto que son las Olimpíadas. En cambio el logo de Londres es todo lo opuesto. Es un logo desordenado, de líneas oblicuas y colores chillones, poco masculino, moderno, anti-conservador. Es todo lo que uno no asociaría jamás con las olimpíadas.

Es fantástico. Es un logo explícitamente feo, estridente, kitsch. Es crudo y desprolijo. Pero no es una pieza de diseño vulgar y facilista que le va a gustar a la mayoría de la gente y pasar desapercibida para el resto. En el momento en el que fue presentado ya se esperaba una reacción como la que generó, por una razón simple, ¡es feo!

«¿Pero cómo?», debe estar pensando más de uno, «lo está defendiendo y al mismo tiempo dice que es feo, ¿de qué carajo habla?». El logo no es feo porque está mal hecho, el logo es feo porque usa su derecho a la fealdad, su derecho a redefinir la idea de belleza en sus propios términos que todo buen artefacto estético tiene (ese derecho que fue otorgado por Rimbaud cuando destruyó el ideal occidental de belleza en su «Venus Anadiodema» describiéndola como gorda, fea y con una úlcera en el ano). A primera vista luce obviamente feo y antiestético, pero la falta de accesibilidad no es falta de calidad y con el tiempo uno se va acostumbrando y lo entiende mejor. Es un grower. Confieso que yo también me reí la primera vez que lo vi. Y creo que en algunos años lo vamos a ver como perfectamente representativo de esta época. ¿Por qué el logo debería ser clásico antes que ser una imagen perfectamente digna de su época?

¿Queremos otro aburrido vanilla-flavored logo como el de Chicago que muestre todas las peores ideas que se pueden tener respecto al deporte o un logo arriesgado que diga algo diferente y tenga una noción de diversión que comúnmente no tiene nada que ver con el deporte? Creo que al menos conceptualmente, todos los logos y todos los diseños deberían ser como el de Londres. Así de feos.


Gut Ja!

Una de las cosas más hermosas (y peligrosas) que tiene esta época de abundancia de información musical es la tendencia, por el mismo input enorme, a concentrarse en porciones reducidas. Esto es: a preocupase mas por la canción o el single que el disco. Si bien también desvaloriza en parte nuestra relación con la música, al convertirnos en seres con déficit de atención que no dejan que su experiencia de la música crezca al mismo tiempo que ellos, desechando todo aquello que no les impacta al primer momento, es innegable que la gimnasia de escuchar una canción, como enfermos, una y otra vez, es maravillosa. Y, además, la flexibilización de la escucha permite que lleguen a nuestras manos tesoros ocultos, canciones de artistas que no fueron incluidas en discos o que han sido deliberadamente desconocidas por sus padres, cayéndose entre las grietas de la discográfica oficial.
“German Bold Italic” de Kylie Minogue y Towa Tei pertenece a ese grupo. En 1998 Towa Tei todavía era (como lo sigue siendo hoy y probablemente lo será siempre) el hombre que estaba detrás de las programaciones de Deee-lite y su hit “Groove Is In The Heart”. Para Kylie todavía faltaban 3 años para “Fever” y “Can’t Get You Out Of My Head”. Y de pronto se les ocurre sacar un single dedicado a una font, la German Bold Italic, una canción bailable completamente extraña, con Kylie cantando de una manera que parece una cruza entre una picara colegiala japonesa y una frígida aristócrata alemana.
A primera vista parecería que esta canción es una especie de “novelty song”, una broma diseñada para durar poco tiempo. Pero a medida que se suceden las escuchas, uno percibe que todo en ella rezuma de una modernidad tan a prueba de balas, tan alemana, que uno no puede evitar pensar que detrás de la supuesta vacuidad se esconde algo vanguardista. Y la canción, a pesar de tener algunas marcas que traicionan su año de origen, suena increíblemente contemporánea, como algo que los indies hipster podrían bailar hoy mismo. Hasta la propia typeface, con su diseño impactante, de líneas gruesas y rectas, recuerda a algo similar a la bauhaus, a ese modernismo aséptico e inhumano, pero preocupado porque todo se vea bien.
Lo cual nos lleva al segundo punto de genialidad de este tema: no hay un gesto mas conscientemente modernista, preocupado por la imagen y lo visual (usualmente asociado a lo superficial), que dedicarle una canción a una font!. No solo es lo más alejado posible de cualquier narrativa que involucre a un sentimiento humano (o la consideración de relaciones entre personas) sino que es un gesto completamente frívolo (y consciente de ello): están componiendo una canción a un elemento de la más absoluta superficialidad, a algo que recubre y da estilo, ordena y diseña, que ni siquiera tiene una existencia real. ¡Pero que bien que se ve y con cuanto estilo decora nuestros libros! Mediante la aceptación de su propia frivolidad y la decisión de llevarla hasta sus ultimas consecuencias, Tei y Minogue consiguen una fabulosa alquimia en la que logran humanizar al objeto de su música y convertirlo en un icono de una moda vanguardista que solo existe en su cabeza. Y, también, convertirse en síntoma y develar algo de nuestra civilización obsesionada con el diseño y la moda.
La letra conjuga perfectamente con este propósito, al remarcar los usos estéticos de la typeface y al unirse con la manera en que canta Kylie, cuya banalidad al pronunciar las palabras es digna de una supermodelo:

Hello
My name is German Bold Italic
I am a type face
Which you have never heard before
Which you have never seen before
I can compliment you well
Especially in red
Extremely in green
Maybe in blue blue blue

You will like my sense of style
You will like my sense of style

I fit like a glove – ooh!

Gut ja!
Gut ja!

Sin embargo, pareciera que 1998 no estaba preparado para una propuesta tan inusual, ya que la canción fue un fracaso, pasó desapercibida, y con el paso de los años la rubia estrella pop la ha excluido de compilaciones de singles y de su recuerdo. Pero hay que escucharla, para confirmar la idea de que Kylie es una artista mucho más interesante de lo que generalmente se considera.

Towa Tei & Kylie Minogue – German Bold Italic

(Bola extra: el video, dirigido por el novio de la muchachita australiana en ese momento: Stephane Sednaoui y en la que la vemos dando vueltas por Nueva York vestida de geisha).