¿Por qué están los 80s de vuelta? (o Nada nuevo sobre la industria cultural como una sucesión infinita de oposiciones dialécticas)

Hace algún tiempo había pensado escribir en mi ahora ya fallecido ex-blog sobre lo mismo que escribía Quese un par de posts más abajo. Bueno, no exactamente sobre lo mismo, pero sí sobre la imagen que queda de una década o una tendencia o lo que sea cuando termina y es reemplazada por otra.

Si pensamos en eso no es nada raro que en cualquier momento la década anterior (considerada como el conjunto de tendencias que se sucedieron en ese momento) sea mal vista. En la industria cultural no puede haber una multitud de tendencias-producto conviviendo pacíficamente, la hegemonía es indivisible. Toda nueva tendencia, moda o producto tiene como condición de existencia la negación de lo precisamente anterior, o como diría Debord, toda nueva mentira del espectáculo tiene implícita la revelación de la mentira anterior.

Aclaración: no estoy diciendo que no coexisten nunca en un mismo momento más de un productos. Estoy diciendo que no conviven pacíficamente. Varias tendencias pueden coexistir negándose mutuamente o con los de menor importancia manifestándose como oposición de los de mayor importancia. Pero en cualquier caso siempre todas coinciden en la negación de lo anterior. (Pueden leer acá un genial post de K-punk donde Mark reflexiona sobre la posible pérdida de esta capacidad de negación por parte del pop actual).

No es muy difícil ver esto en la música pop. La invasión británica y la Beatlemanía desterraron al pop à la Phil Spector. La furia punk estaba en realidad dirigida casi toda contra el prog-rock sinfónico y demás atrocidades de los 70s. El grunge era el anti-glam rock 80s, género que necesitó de un único golpe mortal conocido como Nevermind para desaparecer de la faz de la tierra y, más importante, de los charts.

El momento en que una tendencia-producto está agotada y a punto de ser reemplazada siempre es obvio, es incluso completamente predecible para cualquiera que esté atento, pero es intangible. Su muerte no está marcada por un hecho particular (hay excepciones como la famosa «muerte del disco» el 12 de julio de 1979). La agonía se percibe en el aire en forma de una época de tedio, de hartazgo generalizado ante ciertos aspectos de la industria cultural. Es un zeitgeist.

Después que un producto cultural está definitivamente muerto (o no-muerto), al menos por algún tiempo, solo puede ser visto como objeto de broma y desprecio, solo los peores aspectos pueden ser recordados para ser ridiculizados. Así es como recordamos a los 60s como una década de hippies ridículos antes que como la década en la que surgieron bandas tan opuestas a eso como Velvet Undergound, Red Krayola o The Stooges. A los 70s como una espantosa época de lentejuelas, solos infinitos, producciones grasa y escenarios grandilocuentes antes que como la época del kraut y la explosión punk. Asociamos a los 80s con sintetizadores horribles, power-ballads y un terrible gusto para la ropa y los peinados en lugar de pensar en el under (las bandas buenas que surgieron en los 80s son incontables y tal vez sumen un número mayor que el de bandas malas). Y finalmente la imagen de los 90s tiene que ser la de un tipo con camisa leñadora escuchando Creed, aunque podría ser reemplazado por un hipster indie escuchando el Bee Thousand, 69 Love Songs o Slanted and Enchanted.

Pero la peor estética de los 80s, por ejemplo, solo puede ser rescatada con el más posmoderno ánimo kitsch (si alguno no sabe muy ben de que hablo debería ver la genial Pretty in Pink o podría ver este igualmente genial video de A Flock of Seagulls). De cualquier otra manera sigue siendo espantosa. Y todos lo sabemos pero aún así nos cae simpática ahora mientras que las camisas leñadoras no. Entonces la cuestión que creo que abría que plantearse (me gusta esto de escribir un pos entero para llegar a una pregunta en lugar de a una conclusón) es por que pasa eso. ¿Es snobismo, es el efecto residual del posmodernismo sobre nuestras mentes, es nostalgia o es verdadero disgusto con el estado de la cultura pop actual?

Hasta esta cuestión es que puedo y pienso llegar por ahora.

(Nota: cuando pensé en escribir este blog planeaba empezar a escribir a partir del cine adolescente de los 80s y mi gusto casi patológico por el, así que con la mención de Pretty in Pink ahí arriba dejo como una cuenta pendiente escribir sobre esas aún no suficientemente reivindicadas glorias cinematográficas)


Jon Savage, el hombre que nos dio «England’s Dreaming», escribe «Teenage: The Creation Of Youth Culture», un libro que trata sobre la invención de la categoría de adolescente desde finales del siglo XIX hasta mitades del XX, mas precisamente, hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Hermoso proyecto que me hace cosquillas en todas mis obsesiones: historia, cultura popular, siglo XX y periodismo.
Camille Paglia lo reseña aquí y Michelangelo Matos hace lo propio en The Onion. Quien me lo regala para mi cumpleaños?