El Mayor Espectáculo Sobre La Tierra (pt. 1).
(Debido a la longitud, decidí cortar mi post sobre Secret Invasion y Final Crisis en dos. Hoy subo la primera parte, centrada en la miniserie de Marvel y en la promoción de ambos eventos. El viernes, la segunda, centrada en Final Crisis.)
Ahhh, nos encontramos una vez mas, al final (muy al final) de la temporada veraniega para las dos editoriales mainstream, o sea, Marvel y DC. Y su temporada veraniega implica, casi sin excepción… ¡crossovers!, ¡enormes y gigantescos crossovers! Donde Spider-Man cambiara sus guantes, esta vez…PARA SIEMPRE. ¡Lo prometemos! O donde un querido héroe del universo DC (seguramente Red Arrow o Geo-Force) realizará ¡¡¡EL ÚLTIMO SACRIFICIO!!! (¡de verdad! ¡lo juramos!).
Si me aproximo a estos eventos con un alto grado de cinismo es porque ello es inevitable. La tendencia a la sinergia en los universos superheroicos ha ido acelerándose durante los últimos 5 o 6 años (así como la cantidad de información que existe se multiplica como conejo) de un modo tal que muchos lectores se ven sobrepasados y agotados por tantas batallas definitivas. Los eventos no serían tan molestos si la cantidad de números que los compusiesen entrasen dentro de algo similar a la “normalidad”, pero con los años también se ha producido la hinchazón, como una pústula violenta, de la cantidad de comics que, cada verano, llevan logos como Moebius Crisis! o Operation: Pancake. Civil War sin dudas fue un pico, con sus ¡107! partes; al igual que el infame Countdown, una inmunda serie semanal de 52 capítulos publicada por DC durante un año, responsable en gran parte de la caída de la imagen de la compañía, que iba acompañada de miles y miles de spin-offs, la mayoría completamente ridículos e innecesarios y unos cuantos (Countdown: Arena, te estoy mirando a vos) directamente ilegibles.
Lo curioso en esta temporada consistió en que, como no sucedía hace bastante tiempo, los eventos de ambas compañías, llamados Secret Invasión en el caso de Marvel y Final Crisis en el caso de DC, largaron directamente en competición entre si. Y, por otro lado, que ambos eran no solo el producto de una estrategia de marketing (aunque, seamos honestos, en estos casos ese es el motor principal) sino también como el resultado del trabajo de años de sus dos arquitectos principales: Brian Michael Bendis en Marvel y Grant Morrison en DC.
En el caso de Bendis, SI era la culminación del trabajo que venía realizando desde el relanzamiento de los Avengers como New Avengers. Según el pelado de Nueva York, esta serie cerraría una serie de argumentos que habían quedado colgados desde la primera historia en ese título, la famosa fuga de la prisión que reunía a los NA. Además, se había tomado gran parte del último año y medio en “set-upearla”. ¿Y cual era su premisa?. Bueno, básicamente, los Skrulls, esos aliens que cambian de forma, verdes y ligeramente ridículos, venían a invadir el universo Marvel, en el cual, de hecho, habían estado infiltrándose durante años. Mejor equipados, con más poderes y armados con la certeza de una profecía que clamaba que la tierra siempre había sido suya y que su conquista sería fácil, que era una parte fundamental del Imperio Skrull. La premisa tenía todos los elementos para convertirse en una sutil exploración de la paranoia, para que haya cambios realmente duraderos (juro que me pase casi toda su publicación seguro de que, al menos, los Skrulls se quedaban con un paisito) y para remozar a estos villanos cuya importancia (nunca demasiado alta) había descendido hasta el ridículo en los últimos años.
Por el lado de Grant Morrison, el épico Final Crisis representaba por un lado la culminación de su trabajo superheroico en DC, yendo hasta la prehistoria de Animal Man. El mismo la llamó un “greatest hits” de su carrera, importando conceptos, estructuras narrativas y un par de personajes y lugares de su arsenal de escritor. Había conexiones, como se ha dicho, con Animal Man, con JLA, con Flash, un poquito con All Star Superman, otro poco con Batman, pero sobre todo con Seven Soldiers. De hecho, esta última serie se podría considerar su preludio, ya que el hilo argumental más importante que queda colgado en esta es la caída (en el sentido cosmológico: a través del tiempo y el espacio) de Darkseid, el tirano cósmico creado por Jack Kirby; la aparente muerte de los New Gods, sus contrapartes buenas; y la resurrección de Mr. Miracle, el espíritu de la libertad y uno de los pocos capaces de detenerlo. Y Final Crisis comienza con Darkseid y sus dioses malvados habiendo poseído cuerpos diversos en el DCU y listos para desatar su reino del mal sin que los superhéroes ni siquiera lo sepan. Por algo la promocionaron con la frase “El Día Que el Mal Ganó”.
Pero las similitudes entre una y otra terminan ahí, porque en composición, temas, desenlace y organización son tan diferentes como la noche del día. Y aquí es donde la cosa se pone compleja, porque si hablamos en términos puramente comerciales y de producción (y en general no se puede evitar, con criaturas tan diabólicamente comerciales como los eventos, hablar en estos términos, así que saquémoslo del camino ya) Secret Invasión fue un éxito enorme comparado con Final Crisis.
¿Porqué? Bueno, en primer lugar, porque los ejecutivos de Marvel hicieron un trabajo mucho mejor vendiendo de que se trataba la serie (aliens contra el planeta tierra difícilmente sea un concepto muy elaborado y difícil de comunicar), porque la serie principal salió a tiempo, porque los creadores destinados a ella la completaron de principio a fin, sin ningún artista de relleno, algo por lo cual habría que bendecir a Leinil Francis Yu, el dibujante de la misma, y porque, sencillamente, vendió mas.
Por otro lado, los ejecutivos de Marvel la vendieron excelentemente como una continuación de la Gran Historia Interminable Del Universo Marvel Bajo Joe Quesada (su editor en jefe). O sea, SI fue visto por los lectores como la continuación de Civil War y House of M, de toda la mega historia que viene desarrollándose en los últimos 3 o 4 años del reinado del gordo Q. Fueron astutos para venderla como fundamental y que los fans lo tomen como algo emocionante y no como una tarea pesadísima que se tenían que imponer para “estar al día”. Y, la verdad, tuvieron suerte de que se entusiasmen porque en adición a la miniserie de 8 números, el evento tenía un total de ¡91! tie-ins (revistas individuales que se conectan a la serie principal), repartidos entre todos los títulos que publicaba Marvel en ese momento.
De ese modo, Secret Invasion era una serie que se vendía por dos bandas: como la conclusión de la tarea de un escritor aclamado y como el siguiente paso, en términos narrativos, del universo.
Mientras tanto, la promoción de Final Crisis, en comparación, parece ser el producto de un choque entre un zeppelín, un submarino y un auto lleno de payasos. Promocionada originalmente como aquello a lo que estaba conduciendo el aborto de Countdown, develaron su título y su equipo creativo, compuesto por Morrison y el dibujante de estilo realista y oscuro J.G. Jones, en Mayo del 2007, un año antes de su fecha de salida, en una maniobra que parecía destinada a levantar al caído semanario, que fue renombrado Countdown To Final Crisis. Más adelante se supo que la serie iba a estar compuesta de siete números más gorditos que un comic regular y que, entre el número tres y el cuatro, iba a haber un hueco de un mes en la publicación que iba a ser rellenado con algunos especiales. Al mismo tiempo, la serie principal iba a estar acompañada por dos mini-series que se enfocaban en historias “paralelas” de igual importancia, Final Crisis: Revelations (sobre el Spectre y The Question y yadda yadda yadda) y Final Crisis: Legion of Three Worlds (intentando desenredar la continuidad de la Legion de Superhéroes). A esta se les agregaría una tercera, Final Crisis: Rogues’ Revenge, sobre los enemigos de Flash, que originalmente iba a ser publicada fuera del evento pero que terminó incorporándose al mismo.
Esta organización parecía una directa consecuencia del desastre de Countdown y del descubrimiento por parte de Dan Didio (editor en jefe de DC) de que los fans iban a comprar solo una cantidad limitada de mierda, no importa cuan atada estuviese a un evento. De ese modo, su expansión era diametralmente opuesta a la de Secret Invasion: en vez de 100 números, Final Crisis se reduce a una treintena y se tomó la decisión de hacer que acontezca en un “vacío” desconectada del resto del universo DC. Es decir, no había ningún numero de las series mensuales que conectara con el evento. Esto es un arma de doble filo, porque los fanáticos iban a preguntar, incesantemente, «¿que tipo de influencia tenía Final Crisis sobre la historia que estaba pasando en Superman 254?».
El problema fue que Countdown había sido desarrollado a partir de los primeros bocetos de Final Crisis, tomando ideas que se iban a desarrollar en la serie de Morrison, con la promesa de dejar ciertos jugadores en lugar para esta. Pero, oh sorpresa, la mayoría de Countdown contradecía enormemente lo que después se vería en FC. Y, por supuesto, los fans comenzaron a quejarse de las discrepancias de la continuidad. Y hasta Morrison salió a decir en una entrevista que “En el 2006 pedí un moratorio sobre los New Gods, así podía crear anticipación para su regreso en una nueva forma… en cambio, los personajes fueron pasados como hepatitis b a prácticamente cada escritor de DC para que jueguen con ellos como quieran, lo cual, sinceramente, me hace muy difícil introducirlos con cualquier sensación de novedad, misterio o grandeza”.
Básicamente, el error colosal de DC fue crear una serie innecesaria que contradecía su futuro evento, solo por codicia y estupidez. Al intentar jugar la carta del “evento como historia del universo” e ignorar que tenía que jugar la carta del “evento como conclusión del trabajo del escritor” se pasaron de la raya y crearon lo que puede ser descrito, caritativamente, como un desconche de continuidad. La gente se quejaba por la dislocación entre Countdown y Final Crisis pero lo que pasaba es que, gracias a la ineptitud de DC, estaban buscando en el lugar equivocado: la respuesta estaba, simplemente, en los comics de Morrison.
Mientras tanto, Bendis agradecía a sus editores por haberle permitido realizar esa historia y decía cosas como “Se que hay un montón de gente que piensa que Joe y yo somos amigos, y que yo puedo hacer lo que quiera, y absolutamente no es el caso. Por eso trabajo ahí. No necesito trabajar con “amigos”. Necesito alguien que me diga que mi trabajo apesta – antes de que se imprima”. O como dijo Warren Ellis hace un tiempo en su Twitter: “No se como Joey Q puede twittear tanto desde las reuniones de escritores de Marvel cuando sostiene tantas pijas en sus manos”.
Y la promoción (y el recibimiento) de Final Crisis terminaría de deshilacharse cuando J.G Jones dejase de cumplir con sus fechas de entrega y se multiplicase, como por un prisma, por una legión de dibujantes. ¡Carlos Pacheco! ¡Marco Rudy! ¡Doug Manhke! ¡Tu hermana!.
Sin embargo, si nos concentramos en términos de historia y contenido y subtexto, Final Crisis es infinitamente superior a Secret Invasión. Ambas son historias sobre historias, historias que en realidad hablan más sobre el universo al que pertenecen que sobre si mismas, pero la manera en que este recurso esta utilizado en cada caso es muy diferente y allí radica el interés y la curiosidad. Así que, sin mas preámbulos, nos sumerjamos en ellas a ver que tienen para decirnos.
Superskrullia!
(Secret Invasion #1-8, New Avengers #40-#47, Mighty Avengers #12-19)
Secret Invasión es una historia sobre historias por dos motivos: en primer lugar, porque los skrulls atacan movidos por una profecía. ¿Y que es una profecía sino una historia del futuro con final pre-determinado?. Pero también lo es porque, en segundo lugar, Bendis decidió utilizar los tie-ins de New Avengers y Mighty Avengers, los únicos escritos por él, para explorar y detallar la historia previa de los skrulls y de algunos personajes importantes antes de la invasión. Como “cada personaje tiene su historia” (o “cada personaje es un mundo”) Bendis se dedicó durante 8 meses a mostrarnos imágenes de la cinta de detrás de escena, intentando darle mayor importancia y personalidad a los invasores.
(Silly Putty)
Estos van a ser los únicos tie-ins que consideraré con respecto a Secret Invasion, a pesar de que existen como 80 más. Este resto (por mis lecturas selectas) parece caer en dos categorías: interesante historia paralela a la acción principal (en este caso se destaca el de Incredible Hercules (del cual hablaremos un poquito más adelante), o héroe-x-se-enfrenta-a-algunos-skrull-al-azar-para-defender-su-porción-de-universo-Marvel. Los del primer tipo son, en general, divertidos. Los del segundo tipo son, en su mayoría, superfluos.
Entonces, los skrulls tienen una profecía, ¿no?. Esta profecía dice que luego de que su imperio y su planeta natal sean destruidos, renacerían en la tierra, el Planeta Prometido. Los humanos debían “abrazar el cambio” que traían, porque era mas beneficioso que cualquier otra cosa. Este ángulo brindaba la muy interesante opción de explorar a los skrulls como nunca antes, de darle forma a su religión y presentarlos como villanos con motivación, no tan malvados. Y esto es algo que Bendis admitió de entrada en entrevistas, que quería hacer de los skrulls villanos con razones con las cuales los lectores puedan identificarse. También abría la incógnita de que los héroes del universo Marvel, siempre propensos a los errores y que venían de tener su propia guerra civil, quizás no eran lo mejor para su propia tierra.
Sin embargo, apenas iniciada la serie todas estas buenas intenciones se van al carajo. La agenda religiosa de los skrulls prácticamente no es tocada en la serie principal, en donde todo se reduce a unos cuantos hippies mugrosos (y obviamente delirantes y sin idea de lo que esta sucediendo) apareciendo en el número seis para intentar abrazar skrulls porque “¡traen el cambio, fascistas!”. De hecho, la mayoría de la religión skrull es detallada en el tie-in de Hercules, una historia divertidísima donde el protagonista y un grupo de dioses se unen en The God Squad para atacar el panteón skrull, compuesto por un dios masculino que no cambia nunca de forma y una diosa femenina que muta continuamente (¡Hola, Dave Sim!), y a los interminables dioses que los skrulls habían dominado al conquistar sus mundos.
Lo otro que queda claro a través de esta analogía religiosa es que los héroes del universo Marvel están completamente dispuestos a aniquilar a cualquier persona que piense diferente a ellos, ya que durante toda la serie lo que sorprende es la tranquilidad con la cual estos héroes matan y mutilan skrulls, como si fuesen no-entidades, sin en ningún momento intentar razonar con ellos o comprender su punto de vista.
(Guarda, Stark!)
Pero dejando esto de lado, volvamos al otro punto novedoso y potencialmente interesante de Secret Invasion: la manera en que Bendis la estructura para lograr un máximo impacto en la mini-serie propiamente dicha y relegar toda el material suplementario necesario para entender la historia de los invasores y su infiltración a los números de los Avengers. Pareciera que Bendis quería corregir algunos de los errores percibidos en el último evento escrito por él, House of M, el cual había sido casi universalmente considerado como lento y aburrido. En este caso, Bendis relegó lo lento y aburrido a los títulos de los Avengers, mientras que la serie principal quería ser una especie de banquete de acción y pirotecnia para el lector con ADD. Así, a lo largo de los números de New Avengers y Mighty Avengers nos enteramos de varias cosas, siendo las más importantes como fue el ascenso de la nueva reina skrull, como reemplazaron a algunos de los héroes (con énfasis en Hank Pym y Spider-Woman), como lograron volverse invisibles a cualquier detección, que hicieron durante los eventos anteriores como House of M y Civil War, y como Nick Fury arma un equipo de superhéroes desconocidos para detenerlos. Además, nos re-cuentan algunas historias de los Avengers de los últimos años, pero metiendo una buena dosis de skrulls para explicar algunas discrepancias.
(Nick Fury y sus Comandos Pijudos)
El problema, básicamente, es que en general estas historias suplementarias son bastante poco interesantes, que sufren del molesto tick bendisiano de estirar escenas y set-ups hasta el infinito, pero ahora de una forma estructural. Uno lee como 20 números de Avengers y no se queda con la sensación de que los skrulls son más interesantes, solo que se tomaron un montón de tiempo hasta lanzar una invasión que seguramente fracase. Los únicos que tienen algo de personalidad son la Reina Veranke y Criti Noll, Spider-Woman Skrull y Hank Pym Skrull respectivamente. Todo el resto quedan como la típica raza de aliens sin diferencia entre uno y otro, un montón de seudo entidades que creen firmemente que van a ganar, pero ninguno de los planes que nos muestran parece ser suficientemente grande o definitivo como para lograr su objetivo. Además, mostrar todo esta preparación es ridículo cuando los planes ya se han visto en marcha en la serie principal. Es una explicación que no hemos pedido. Los tie ins parecen querer funcionar al mismo tiempo como exploración psicológica de los aliens y como mecanismo para hacernos sentir que ahora los héroes están jodidos, y fallan en ambos sentidos porque nunca los eventos que se muestran en ellos parecen emanar de la voluntad de un personaje, si no de una lista de ítems que había que rellenar: “¿Cómo hacen para ocultarse los skrulls? ¡Cubierto! ¿Qué hacía Nick Fury? ¡Cubierto!”. All filler, no killer.
El otro problema en contra de este material suplementario proviene de la serie en sí. Secret Invasion es, básicamente, un conjunto de escenas de pelea que suceden en un período de tiempo muy corto. En primer lugar, los Avengers en la Tierra Salvaje durante la mayor parte de seis números, dando vueltas como estúpidos y encontrándose con duplicados que portan su apariencia en los años setenta (p.ej: Luke Cage con afro exclamando “Sweet Christmas!”), diseñados para generarles paranoia. En segundo lugar, una lucha en Nueva York contra las fuerzas invasoras skrull, afrontada por héroes secundarios y los nuevos soldaditos de Fury. En tercer lugar, la batalla final en Central Park. El problema es que, como los skrulls casi ni tienen personalidad no nos importa que a) los asesinen o b) pierdan.
Bendis, por otro lado, (a quien no detesto particularmente, Alias y Daredevil son bastante buenas) no sabe escribir escenas de lucha “tradicionales”. Más bien se diría que se especializa en escenas de lucha anti-climáticas. Nunca he visto una que se sienta grandiosa o coreografiada, todas parecen chatas y sin vida, porque el caos y la diversión de una escena de lucha en un comic de superhéroes, con su sensación de mil-cosas-por-segundo, su movimiento, no se presta bien al gran talento de Bendis, que es la utilización del diálogo para generar un ritmo en imágenes generalmente estáticas. Es algo que siempre me fastidió leyendo sus New Avengers y está continuamente presente en esta miniserie. Los personajes parecen trancados, envueltos en melaza, inclusive cuando en su primer número estallan mil cosas en el horizonte. Los grandes momentos de acción tienen solo eso a su favor: que son grandes. Pero también parecen una mezcolanza de juguetes sin real consecuencia. De cualquier modo, Francis Yu hace lo mejor que puede, y debo decir que la limpieza de trazo de esta mini serie la hace uno de sus mejores trabajos.
Sin embargo, el mayor problema estructural es que al final de Secret Invasion los skrulls no ganan. De hecho no llegan ni de cerca a ganar. Todo el supuesto poder e inexorabilidad que se suponía que portaban, los miles de planes y estrategias que tenían (algunos de los cuales son buenos, como la infiltración total de La Iniciativa, el campo de entrenamiento para superhéroes producto de Civil War) al fin y al cabo no sirven para nada. De hecho, Bendis realiza un cambiazo tremendo, porque al final quien se beneficia de la invasión es Norman Osborn, el enemigo de Spider-Man psicotico y con pelo raro, que mata a Veranke y reemplaza a Tony Stark como súper policía del mundo. Mientras tanto, Stark, gracias a su completa falla para prevenir la invasión, se vuelve el enemigo público número uno. De algún modo yo me había creído (y quizás la broma me la están jugando a mí) que los skrulls iban a tener una presencia continua en el universo Marvel. No quieran venderme la doctrina de las grandes consecuencias y la continuidad estrecha si estas, cuando se producen, vienen de la nada y no han sido previamente establecidas en la historia. Al final, los skrulls terminan siendo personajes secundarios de su propia historia, que parece mas bien centrada en avanzar un casillero más adelante en la Gran Historia de los Estados Unidos Represivos del Universo Marvel. Es una serie sobre cerrar definitivamente Civil War, sobre como, si pensabas que ese resultado era malo, ahora todo es mucho peor. A diferencia de esta, que tampoco aprecié demasiado pero que tenía la virtud de cambiar radicalmente las reglas de juego del universo Marvel, Secret Invasion parece una profundización de su tristeza.
(Norman Osborn Wins The Invasion!)
Bendis abandona (o demuestra una ignorancia completa de) el subtexto político o religioso, o inclusive paranoide (los skrulls reemplazan a un montón de héroes de segunda, vamos, ¿a quién le importan un comino Spider-Woman o Hank Pym?, pero un cambio de peso, como Luke Cage, hubiese invalidado años de historias más decentes) en función de una pieza de continuidad que, en el fondo, solo habla del Universo Marvel como lugar continua y progresivamente más oscuro que ama poner a sus héroes en situaciones difíciles. Y eso ya lo sabíamos. Ya lo dijo Kurt Busiek, en muchas menos páginas y con más gracia, en la magnífica JLA / Avengers. Lo único que pone en evidencia es que su viraje en los últimos años a un zeitgeist “realista”, profundamente influido por el estilo Ultimate, con historias centradas en manipulaciones políticas, en juegos de poder y en personajes más “al nivel de la calle”, también lo ha conducido más bien hacia una derecha aburrida y simplona, hacia un espíritu más bien opresivo.
Esto me descorazona y me aburre, quizás porque ese es un universo en el que no tengo demasiadas ganas de participar. Un universo superheroico donde todos son soldados o agentes encubiertos, donde las decisiones se toman y los momentos definitivos pasan por grupos de personas sentadas alrededor de una mesa, donde nadie confía en nadie y todos son traidores. ¿Donde esta el sentido del asombro, la riqueza, la imaginación y el infinito?. ¿Acaso pueden perdonarme por pedir que mis comics de superhéroes no consistan en un arreglo anti-climático tras arreglo anti-climático en una ridícula pantomima de cómo Bendis (o Millar) creen que se comportan las facciones en pugna alrededor del poder?. Se siente gris, depresivo y, sobre todo, cansador.
No estamos hablando acá de una serie con sustancioso comentario político y subtexto que se apropia de algunos tropos del género superheroico, como Winter Men o el Black Panther de Priest, estamos hablando de una serie en la que un tipo cree que por yuxtaponer explosiones y un cambiazo completamente superficial de figura de poder (que parece traído directamente del único lenguaje que maneja, el del noir: “ahora yo soy el rey de la pandilla”) representan un cambio sísmico por el que nos tenemos que preocupar o una especie de inteligente comentario político sobre quien domina el universo Marvel.
No tiene ninguna profundidad, no me deslumbra con sus fuegos artificiales, es como que solo “esta ahí”, una pieza más en el interminable y perfectamente aceitado mecanismo irreal que es el universo Marvel, arrastrándolo hacia delante. Y uno se siente como uno de esos esclavos que remaban en galeotes en el siglo XVI, doloroso, monótono, rutinario, interminable.