Algunos Breves Pensamientos Sobre El Eterno Retorno en Dc Comics.
(La imagen del aviso: la nueva JLA de Johns y Lee)
1) Ayer DC Comics anunció, corriendo el velo de misterio que se había posado sobre su status quo post Flashpoint (el crossover que está ocupando su grilla veraniega) que va a rebootear todo su universo y relanzar TODOS sus títulos desde el número 1. Cosa que obviamente levantó polvareda. Sorprende la “audacia” de decidir relanzar de cero títulos legendarios como Action Comics y Detective Comics, los más antiguos de la editorial y de la industria como todo y que ya se estaban acercando al número 1000. Por supuesto que muchos se han ofendido y muchos más se ofenderán, incluyéndome en un primer momento. Pero me parece que hay matices a esta observación y que la movida responde a un interés editorial más preciso y no-tan-destructivo que lo que a primera vista aparenta.
2) Lo que creo, en primera instancia, es que éste, más que un hard reboot de todas las propiedades desde cero, es un soft reboot de ciertos elementos del universo que no funcionan del todo bien. Y, también, que es un producto de los cambios en las altas esferas creativas que sufrió DC el año pasado. La llegada de Jim Lee y Geoff Johns como co-publisher y chief creative officer, respectivamente, buscaba rescatar al costado creativo de la editorial del micro-micro-management de Dan Didio, que se había expresado catastróficamente entre Countdown y Final Crisis y la había hecho perder muchos lectores. A partir de ese momento se comenzó a percibir un intento de recomposición de las relaciones con los creadores y un fuerte deseo de criar nuevos talentos capaces de reemplazar a Geoff Johns y a Grant Morrison como los capitanes del crucero DC. Por eso le han dado tantas series nuevas a Jeff Lemire o Chris Robertson y han contratado a Paul Cornell de modo exclusivo. Ahora bien, si Johns está al mando de toda ésta operación, y todos los indicios apuntan a que así es, ya que es su miniserie, sus personajes y las declaraciones sobre el post-Flashpoint lo han puesto en primera plana, careciendo, sorprendentemente, de declaraciones fastidiosas de Didio, entonces es muy poco probable que vayan a joder con sus series, especialmente con Green Lantern, gallina de los huevos de oro. Lo mismo para Batman, no se van a meter con Morrison y la intrincada madeja que está tejiendo. Básicamente, porque estas dos franquicias dan guita, venden mucho y porque son, para bien o para mal, las flagship de la editorial en los últimos años. Tampoco creo que se vayan a meter con la Legión, con Firestorm, Aquaman o Deadman, todos personajes tocados con la varita de Johns en los últimos años, reformulados, rescatados o retraídos a un pasado de gloria. ¿Pero qué pasa con Superman, Wonder Woman, los Titans, la JLA, la JSA incluso Flash, todas franquicias que en los últimos años han venido de capa caída, con marchas y contramarchas y cambios de dirección y de equipo creativo? Bueno, para eso está Flashpoint. Probablemente esas sean rebooteadas, reseteadas o sencillamente toqueteadas para limpiarlas un poco y proveerles de un nuevo punto de partida.
3) No creo, entonces, que veamos un reboot completo y radical, empezando de cero. Pero hay que tener en cuenta que, por otro lado, ya es hora de un reboot para el universo DC. El último realmente importante (Crisis on Infinite Earths, Infinite Crisis no cuenta, porque fue para-mundial, o sea, trajo de nuevo el multiverso pero no afectó la trama general de la tierra 0, el punto focal donde viven nuestros héroes) ya tiene más de 25 años. Y el anterior a ese, la Silver Age, sucedió justamente 25 años antes. Es la única forma, lamentablemente, de re-enfocar un universo tendiente al caos. Y nos vamos a tener que acostumbrar a ello, a que siempre las mismas historias sean contadas otra vez, con nuevos creadores que, quizás, agreguen cosas nuevas, y siempre siempre siempre descendiendo en el caos. Porque un universo compartido, en términos superheroicos, es entropía tarde o temprano.
4) Por otro lado, el razonamiento de DC es sólido en términos empresariales. Y bastante astuto. La industria del comic norteamericana viene teniendo, desde principios del año pasado, una tendencia a la baja en sus ventas y al estancamiento y hasta crisis de sus circulaciones y flujos de dinero. Finalmente, la crisis generalizada los alcanzó y, especialmente DC y Marvel, no saben muy bien qué hacer para remontar. La idea de lanzar 52 nuevos números uno responde a eso: vender y mucho. Está empíricamente comprobado que los lectores de comic compran mucho más si es un primer número, y la maquiavélica idea de DC es aumentar de un batacazo todas sus ventas con una masa inmensa de números uno. Esto es algo nunca hecho antes, habría que ver cómo funciona, pero en primera instancia yo no tendría motivos para desconfiar de su éxito. De algún modo este elemento, tan frio, tan calculador, tan contraproducente para la seriedad de la industria, me produce una cierta admiración. Porque ha sido práctica corriente en los últimos años, de ambos lados: cerrar series, relanzar de cero, luego renumerar esa serie nueva de acuerdo a la numeración histórica del personaje desde sus orígenes (o sea, se suman todas las revistas que tuvo Hulk y se llega, ponele, al número 600, se lo pone en la tapa y se lo vende como número aniversario, a los dos años se cierra esa serie y se la relanza de 1, a los dos años se la renumera y así). La audacia y, básicamente, completa desfachatez de hacerlo a un nivel macro me parecen bastante sintomáticas de lo que está pasando con los “panfletos” en la industria y, básicamente, me parece una hija putada sincera. Este aumento será, sin embargo, de corto plazo, pero para suplir ese efecto shock me parece que han tomado la otra decisión realmente revolucionario de estos anuncios.
5) Ésta decisión va en contra de la política corporativa largamente arraigada de DC de ir tranquilos, con la corriente, con su anquilosada y conservadora organización empresarial: cada nuevo número de TODA la línea de comics de DC Comics saldrá el mismo día de su publicación en forma digital, disponible automáticamente para el disfrute en cualquier medio electrónico, Ipad, celular inteligente o quién sabe qué. Esto es realmente revolucionario. Es la primera editorial grande que abraza el formato de distribución digital en forma masiva y que ofrece todo su nuevo producto simultáneamente en él. Es, en primer lugar, una aceptación de la muerte tácita del “panfleto”. Ya nadie quiere una revistita de 22 páginas repleta de anuncios que luego es reemplazada por un libro mucho más resistente. Todos quieren leerlas en sus computadoras. Pero es, además, un vuelco sísmico en la relación con los retailers, con los vendedores de comics que forman parte de la columna vertebral de la organización y la venta de comics en Estados Unidos, que, en verdad, proveen a las editoriales de la gran mayoría de su cash flow. Para mí lo que DC está haciendo es comenzar a soltarles la mano, por un lado, a advertirles que tienen que evolucionar o morir, que el futuro está en ser tiendas de libros especializadas en comics y que, quizás, el direct market como lo conocemos está mucho más cerca de la muerte que lo que pensábamos. Obviamente que Diamond sobrevivirá, es demasiado grande y seguirá distribuyendo otras basuras (y trades). Pero el futuro parece incierto e interesante. DC Comics está intentando suplir sus canales de distribución tradicionales y alcanzar a un mercado que percibe como mucho más grande, que es el de las descargas legales. Si ese nuevo segmento es suficiente para suplir las ventas (un comic digital sale bastante menos que uno real) que se espera que se pierdan a medida que se vayan extinguiendo los panfletos (porque en realidad eso es: un acta de defunción desfasada) solo el tiempo lo dirá. También es un intento de superar y reemplazar a Marvel en la cima de la industria, con el doble batacazo de un aumento en lo digital y en las ventas en papel, y que irá a hacer Marvel ahora es algo que habrá que ver con atención (yo pronostico cambios similares en poco tiempo, a Marvel le importan aún menos los retailers).
6) ¿Creativamente? Creativamente, como todo relaunch, va a ser una bolsa de gatos: algunas cosas estarán bien, otras serán un desastre, muchas series “importantes” probablemente tendrán problemas de periodicidad (¿alguien se imagina una JLA dibujada por Jim Lee que salga a tiempo? No, yo tampoco) y dudo MUCHÍSIMO que de acá a un año Action Comics y Detective Comics (al menos) no retornen a sus numeraciones originales. Desde que salió el aviso se sabe que se viene un comic nuevo de Superman con guiones de Grant Morrison, se rumorea a Deadman en Adventure Comics, un nuevo comic de Batgirl con Barbara Gordon y una nueva visión, más diversa étnicamente y con personajes más jóvenes para el universo DC. Pero eso, lamentablemente, no creo que sea lo realmente importante de este anuncio (¿no vieron que casi ni mencionaron equipos creativos?), lo novedoso está detrás. Lo que estará bien serán las series que ya vienen bien y un par de hallazgos interesantes que se sostengan con equipos creativos coherentes. Que es todo lo que siempre podemos esperar. Tendremos que seguir sufriendo y saber discernir entre la inmensa cantidad de basura que vendrá, pero bueno, la labor del lector de comics de superhéroes siempre fue esa.
Masotta.
(Oscar Masotta, el tercero desde la derecha, en 1958.)
Superhombres, mundos remotos, desdoblamientos de las personalidades y personajes inmortales, recomienzo infinito de anécdotas nuevas sin progresión real del tiempo histórico, personajes que conservan la misma edad a lo largo de veinte o treinta años de apariciones de la tira, fieras y faunas exóticas, ciudades e instrumentos de supertécnica, etc.: se comprende la tentación de explicar el fenómeno de la tira dibujada, su éxito y su popularidad, su carácter de mensaje de masas, a partir de sus efectos y en términos psicológicos (identificación, proyección) o sociológicos.
El “esquematismo” contemporáneo y la historieta, Conciencia y estructura, Pág. 230. 1966.
La historieta es un medio “inteligente” y estético al nivel mismo del contacto: hace posible una cierta contemplación de lo que hace posible constituir el relato. La restricción que obliga al dibujante a traducir hechos de series perceptuales distintas a un verdadero paisaje lunar sin sonidos, ruidos, ni movimientos, y donde las carencias son convertidas en exageraciones y las imposibilidades en efectos, se halla en los fundamentos de una inteligencia comparativa y de una imaginación del espesor del signo. Existe en la historieta y al estado naciente una estética semejante a la que fue introducida en la historia del arte por Schwitters y Duchamp, una táctica analizadora que descompone siempre los mensajes en sus parámetros. La diferencia consiste en que mientras la estética del dadaísmo considera siempre el contexto real como el parámetro que debe ser alcanzado por la transformación, la historieta conserva los resultados de sus traducciones en el interior del marco imaginario.
Reflexiones pre semiológicas sobre la historieta: el ‘esquematismo, Conciencia y estructura, Pág. 286. 1967.
El proyecto de LD –una reflexión militante sobre la historieta- puede parecer complejo, más aún, contradictorio. Ante todo, porque se puede reflexionar sobre la historieta sin que las historietas nos gusten. Y porque tal vez en ninguna época más que en la nuestra, ni de modo más agudo, las cuestiones relativas al gusto se han hecho más chocantes en relación a aquellas referidas a la política, a la ideología, a la moral. Pero nosotros pretendemos escapar tanto a un ideologismo puritano (que siempre nos reprochará que gustemos o gocemos de las cosas) como de un esteticismo aburrido y vacío.
Presentación de LD – Literatura Dibujada. Número #01, Noviembre de 1968.
Contra un decorado de objetos irreconocibles pero duramente perfilados, aparece un universo de relaciones que se resumen y se congelan en un triángulo básico: la gata Krazy, que ama al ratón; éste, Ignatz, que solo busca ladrillos para tirarlos a la cabeza de la gata; y “The Offisa”, el perro, guardián del orden, enamorado de Krazy, el encargado de conducir incansablemente a Ignatz a la cárcel.
(…)
La tradición cuenta que un ratón, enamorado de la beldad, y aconsejado por un adivino, había escrito su declaración de amor en un ladrillo que lanzó a la gata, quién después de recuperarse del desfallecimiento aceptó encantada la proposición del ratón.
(…)
Se entrevé entonces la significación del triángulo, donde el perro, a fuerza de penar al ratón, pone al descubierto completamente el absurdo idealismo de la regla jurídica, mientras que el único realismo reside en el amor de la gata; y la frialdad del ratón es función del instantaneísmo de sus deseos y de su ignorancia de la tradición y la historia: es lo que lo vuelve homogéneo al policía y a la ley.
La historieta en el mundo moderno, Pág. 29-30. 1970.
En primer lugar, la publicidad y las tensiones internas de una sociedad, que al incrementar su industrialización, liberaliza sus costumbres; resultado: afluencia del “girl strip”.
La historieta en el mundo moderno, Pág. 37.
(Sobre Prince Valiant)
Prevalece en la historieta en verdad una pintura no escolástica de la Edad Media y un aire pagano de vida, un cristianismo democrático que se halla en la base, se sabe, de un cierto socialismo utópico.
La historieta en el mundo moderno, Pág. 58.
(Sobre Peanuts)
Schulz, que es amado por todo el mundo, ha sido aceptado por marxistas y cristianos.
Los pibes de Schulz, seres inseguros que desean ser amados, no solo son individuos psicológicos, sino que lo son obviamente. El desciframiento del comportamiento del personaje, en clave psiquiátrica y psicoanalítica, es ofrecido al lector con el comportamiento mismo.
La historieta en el mundo moderno, Pág. 75.
Dick Fulmine fue realmente un superhéroe “a la italiana”, que no sobresalía más que por su fuerza física: de enorme caja torácica, mentón cuadrado y un rostro dibujado según un esquema que hoy nos parece combinar admirablemente los de Clark Kent y los de Mussolini.
La historieta en el mundo moderno, Pág. 129-130.
¿The Greatest Show On Earth?
Sobre Blackest Night y Siege.
1) Partamos de una base que todos conocemos: el comic es un arte narrativo que se basa en el desplazamiento del tiempo en el espacio. O sea: un cuadrito, al lado del otro, al lado del otro, van representando momentos temporales al tiempo que configuran una página sobre la cual tenemos que desplazarnos. Es el único arte en el cual la espacialidad narrativa está tan presente, que cuenta con unidades de sentido cuya composición nos pone más difícil o más fácil la lectura. La manera en que están ordenados los cuadritos condiciona la velocidad de lectura y un buen artista es capaz de acelerar o demorar nuestra visión con pura plasticidad. Es por ello que la virtud cardinal de cualquier artista de comics, antes que ser un buen dibujante, es ser un buen story-teller (o un buen story teller empeñado en oscurecerlo).
2) En segundo lugar, hay que detenerse sobre la absoluta originalidad de ese experimento de narrativa que son los universos DC y Marvel. Prácticamente ninguna otra porción de cultura popular fantástica funciona de la manera en que, por composición de la industria, tradición y formato de producción, estos funcionan. Las características han sido reproducidas hasta el hartazgo pero vale la pena volver a mencionarlas aquí: miles de manos, personajes cuyas hazañas son seguidas durante décadas, continuo crecimiento de su bóveda intelectual, que es acompañado por un descarte de personajes por temporadas más o menos largas, enrevesadísima continuidad en donde todo (o nada) puede valer simultáneamente de acuerdo al humor del creador y editor de turno. Buffy no funciona así, Harry Potter no funciona así, Lord Of The Rings no funciona así. Quizás los ejemplos que más se acerquen sean Doctor Who o el Star Wars más amplio, que Lucas con su anal retentivismo no aprueba.
3) El tema es el siguiente: al mismo tiempo que el comic como unidad consiste en una narrativa que se expresa en un espacio temporal, los universos superheroicos consisten en una acumulación de narrativa en la cual la unidad básica es el comic book, publicado en un momento que se encadena con otros, mes a mes, acumulando a lo largo del tiempo (real, cronológico, histórico) una gigantesca historia que no es jamás totalmente descartada. Cada comic es un átomo en una construcción gigantesca que sigue creciendo e intimida por su complejidad, por su proliferación de personajes, por sus detalles, por sus eventos interminablemente renovados porque algo hay que publicar y algo hay que contar.
4) El mega-evento, entonces, no es una anormalidad. El mega-evento es la condición natural de un universo en el cual las referencias han crecido hasta tal punto de colapsar sobre sí mismas. Lo que los fanáticos quieren, ven y reclaman en el mega evento es un deseo de que la temporalidad COMPLETA de la historia de sus respectivos universos colapse sobre sí misma en un solo espacio: una mini-serie de entre 6 y 12 números. Eso es lo que fue Crisis, originalmente y por eso tuvo tanto éxito. Detrás de las altisonantes declaraciones de cambios cataclísmicos y modificaciones en los personajes lo que se oculta es un deseo pueril: queremos verlos a TODOS juntos, queremos sentir que nuestra juventud desperdiciada consumiendo ínfimas porciones de datos (como la identidad del Bug Eyed Bandit o la relación exacta entre el Absorbing Man y Titania) se vean validados por una aparición en ese gargantúa ya refinado que es el cross-over. Que se nos muestren como asuntos importantes. Que se nos haga el juego.
5) La función ostensible del cross-over, o sea, el establecimiento de un nuevo status quo en un determinado universo superheroico, fue en un principio un hecho primario pero hoy en día funciona secundariamente. El cross-over es la única forma narrativa posible mediante la cual se puede manejar con cierta racionalidad el avance de semejante monstruo de miles de cabezas que es un universo superheroico. Por la manera en que este ha acumulado piezas diversas que constituyen su cuerpo entero (cada falange de sus dedos = una historia complicadísima que debe ser reconocida en orden para dar un paso) la acumulación de personajes en un solo espacio tendiente a la saturación es la forma aceptada para mover al siguiente casillero a la entidad conocida como “Universo DC” o “Universo Marvel”.
6) Obviamente, un cross-over que llevase este pensamiento a su conclusión lógica, donde esta densidad colapsase sobre sí misma, sería incomprensible. Miles de personitas corriendo de acá para allá, cada una afectada de diversa manera por El Evento Que Nos Pone En Peligro, cada una entreverada en su propia historia, sin orden ni concierto. Una verdadera “Comedia Humana” superheroica se asemejaría bastante a la vida: caos y coincidencia, aleatoriedad e incomprensión. Es por ello que “Final Crisis”, con todas sus fallas, es un experimento de una bravura increíble porque apuesta justamente a esa destrucción progresiva del sentido. El comic superheroico como forma a caballo entre la novela realista del siglo XIX y la novela moderna del XX.
7) Es por ello, por la tentación del caos crepitante (además de por una industria naturalmente conservadora) que se ha impuesto un orden narrativo tradicional para estos eventos. Este consiste en lo siguiente: naturalidad (cada héroe en lo suyo, parece un día normal) – primeras señales de que algo anda mal (alguien desaparece, muere o es atacado) – revelación de la amenaza – rápidas y devastadoras conquistas de la amenaza que parece tener un plan infalible – descubrimiento por parte de un puñado de héroes de sus debilidades o de alguna pieza de información que les permitirá dar vuelta la tortilla – rally de las fuerzas – ataque final – triunfo que deja algunos cabos sueltos que permitirán que la maquinaria de movimiento perpetuo editorial continúe adelante. El éxito y la alegría que uno extrae de un cross-over esta dado por cuan efectivamente se encuentre montada esta estructura típica.
8) Por otro lado, la muerte todavía es considerada un elemento narrativo de peso, destinado a introducir un verdadero “evento”, a puntuar una historia con aquello que, por ser irreversible en la vida real, todavía carga un halo de importancia en el universo ficcional. Todos los cross-overs, además de sus amenazas al status quo, incluyen una o varias muertes, como para remarcar que lo que se cuenta es de algo importante, para enojar a algunos o entusiasmar a otros. Siempre se dice que estas muertes son importantes para la narrativa, pero en el fondo son elementos contingentes. En realidad pueden tener significación para un período de tiempo de 5 o 10 años en la historia total de Marvel o DC, lo cual las vuelve importantes. Pero siempre serán revertidas. En algunos casos esto será motivo de tristeza o de alegría, pero siempre teñida, en nosotros los fans, con un grado de amargura.
9) Y, así, finalmente, llegamos a lo que ostensiblemente es el tema de este post: «Blackest Night» y «Siege», los mega eventos de DC y Marvel (respectivamente) publicados entre finales del año pasado hasta mitades de este. Ambos son, como el año pasado, dos eventos que se supone fluyen orgánicamente del trabajo que sus autores habían realizado con el género en los últimos años (Brian Michael Bendis en el caso de Marvel, Geoff Johns en DC). El mecanismo perverso del cross-over, además, no permite su existencia en el vacío. Es imposible concebir un cross-over guionado por un don nadie, concebido de la nada misma. Tiene que ser el desarrollo del trabajo de su “creador” más destacado, lo cual obviamente implica una anticipación y emoción mucho mayor. El epítome de la despersonalización narrativa (obvio, los personajes importan, pero en realidad lo que interesa es el UNIVERSO) recubierto del aura dorada del creador individual, que en realidad es solo el canal por el cual transcurren los hechos y se alzan los ladrillos de la acumulación de propiedad intelectual de la compañía.
10) Del cross-over se pueden decir muchas cosas, menos que no sea efectivo. O sea: a pesar de este desglose cuidadoso y obsesivo de sus particularidades, no diremos que no nos emociona a la hora de su aparición, que, mínimamente, queremos saber lo que va a pasar. Queremos saber porque la observación de esos personajes ha ocupado una porción de nuestras propias vidas. Hemos caído, somos adictos, y el espiral de la narración superheroica nos interpela en búsqueda de un final que nunca llegará. Esa gratificación siempre diferida es aquello que nos hace pensar quizás ahora esté bueno.
11) Decía, entonces, que son producto del trabajo realizado en los últimos años por Bendis en los Avengers y por Johns en Green Lantern. De parte de Bendis, esto significa básicamente esa telenovela de espionaje y resistencia que construyó alrededor de Luke Cage y sus vengadores urbanos, escapando primero de la tecnocracia legislativa de Tony Stark y luego de la corrupción neocon de Norman Osborn. O sea: la salida a esa espiral de continuo falso realismo con ánimos de relevancia política que fue el universo Marvel en los últimos 5 años. En el caso de Johns, es el gran climax a su ampliación del universo Green Lantern hacía confines cada vez más inverosímiles que involucran anillos de diversos colores y una plétora de alienígenas al servicio de ejércitos fundados en la creencia en un sentimiento (¿religiones new age armadas?). Como se ve, dos visiones totalmente contrapuestas. Bendis es gris, cemento y concreto, responsabilidad y lucha, mientras que Johns es color, exageración, poder de voluntad y mágicas fuerzas naturales. Una postal de sus respectivos universos.
12) «Blackest Night» se suponía que, además, era una exploración de lo que significaba la muerte en un universo superheroico. En la gran cosmogonía Johnsiana, los sentimientos son 7 y cada uno tiene su batería de poder y su escuadrón de guerreros, pero la negación absoluta de ellos es la muerte (lo cual es un poco raro, pero funciona mejor de lo que debería). El problema es que semejante esbozo metafísico que podría haber significado un apuntalamiento metafórico interesante es pasada por alto. O sea: básicamente el maloso principal “puso en reserva” las miles de muertes de personajes principales en los últimos años del DCU para “aprovecharlas” y volverlos Linternas Negros (como los Pitufos) en su momento de gloria. Y la serie termina con una de esas aclaraciones recursivas, destinadas a que les falten el respeto de que “la muerte es muerte ahora”. El tema, aquello que tanto Johns (como Quesada en su primera época como editor en jefe) y tantos otros no perciben, es que una exploración de la muerte en Marvel o DC debería incorporar aquello que esta tiene de particular, que básicamente es su condición de puerta giratoria. Intentar ocultarlo o corregirlo es una empresa destinada al fracaso. Habría que SUBRAYARLO. Que denotar que siempre existe la posibilidad de que se vuelva, pero que en el fondo no se sabe a ciencia cierta. Que MEJOR que esa angustia interminable de vivir en la incertidumbre continua. Un universo sin duelo, sin procesamiento del dolor, un universo en que en cualquier momento se puede volver como gemelo malvado o zombie. Yo banco a Johns, pero el problema es que, comunmente, su ejecución no está a la altura de sus ideas.
13) Me doy cuenta que no he resumido el “argumento” de las dos principales sagas. Lo hagamos rápido. “Blackest Night”: llega la muerte en forma de batería de poder, resucita a un montón de héroes y villanos caídos que vuelven en un formato sádico y despreciable hasta que finalmente Hal Jordan y los cuerpos de color encuentran la forma de derrotar a Nekron (el avatar de la muerte). Consecuencias: un montón de héroes revividos que deben encontrar su lugar en el mundo. “Siege”: Norman Osborn finalmente sucumbe a su locura y su hubris y se decide a invadir Asgard (que se encuentra flotando sobre el medio oeste norteamericano), engañado por Loki y con el objetivo de solidificar su poder como súper policía del mundo. Consecuencias: Osborn en cana, Steve Rogers como el nuevo súper policía y una promesa de un mañana más brillante y heroico.
14) Si “Blackest Night” intenta ser metafísica, “Siege” intenta ser política. Su idea básica es que luego de años de gobiernos ficcionales (interesante y retorcido hallazgo el de Marvel: objetivamente la figura de autoridad es aquella que está a la cabeza de la fuerza de seguridad, no hay realmente “presidentes”, esos putos, en el comic de Marvel) que han coartado las libertades individuales finalmente el peor de todos comete un error mortal que hace caer por su propio peso y corrupción su administración. Quizás es una metáfora diferida del fin de la era Bush, pero semejante pretensión, la verdad, me produce vergüenza ajena de solo tipearla. Quizás lo más notorio sea la admisión de que ahora se viene una época “heroica”. ¿Y qué nos pasamos leyendo los últimos 5 años? Un nuevo subgénero, inédito: héroes en sótanos mugrosos. El intento de comentario político se ve desbaratado desde el momento en que a) está desfasado, b) su resolución solo promete un nuevo estado del campo intrínseco a la lógica del comic de superhéroes, c) el villano gigante del final es The Sentry (por otro lado, lo único bueno de este cross-over: la muerte de The Sentry finalmente libera a los lectores de tener que soportar a ese aborto espantoso y patético de personaje).
15) En definitiva, muchachos, ¿que hemos aprendido? Que los cross-overs, a pesar de sus intentos de tematizar sus eventos, solo pueden hablar de su mismos, porque la especificidad de los universos Marvel y DC vuelve incompatible cualquier comparación con el afuera. A duras penas se asemejan a otras formas de ficción fantástica, ¿qué carajo se van a asemejar a la vida real, la política, la muerte y el amor? La perversidad es que seguiremos leyéndolos (comprándolos no porque…bueno…uds saben), persiguiendo aquello que siempre diferirán: un final, un cambio en el status quo que otorgue un cierre feliz. Cuando funcionan, nos elevan el espíritu y nos muestran un mundo en el que podemos cambiar todo el sistema que nnos rodea con voluntarismo. Cuando fracasan, nos hacen pensar en nuestra inexorable mortalidad, en el momento en que el universo real consumirá todo.
Modernistas 10: Kate Beaton.
Kate Beaton es la encantadorísima autora del webcomic totalmente hilarante “Hark! A Vagrant”. Darío alguna vez dijo que no tenía ninguna tira mala, cosa que creo que es mucho muy posible, habiendo revisado los archivos para ilustrar esta entrevista, para rápidamente descender en un continuo desternillarse de risa (de hecho, si la entrevista tiene demasiadas imágenes es porque no podía elegir). Sus temáticas favoritas son las ridiculeces de la historia y la re-interpretación de clásicos literarios que revelan aquello que tenían de trágico vuelto mordaz y ácido. Pero más allá de eso, es una enorme caricaturista (en el sentido clásico) y una gran guionista y estamos eternamente felices de que haya accedido a contestar unas cuantas preguntas para sus fans perdidos del cono sur.
Con uds, Kate Beaton.
Harvey Pekar, 1939-2010 :(
Todo mal. Falleció Harvey Pekar, con 70 años de edad.
Rober Ebert publico este comic como epitafio, que me pareció más que adecuado: