Beasts es un proyecto de Fantagraphics, un libro en el que les piden a diversos artistas que dibujen su monstruo favorito. Hay cosas magníficas como un Leviathan por Tony Millionaire y un Peg Powler (supongo que es una especie de hada inglesa que se come niños) por Jaime Hernandez. La imagen de arriba es un Jersey Devil por Kim Deitch. Vayan, miren!.
Seguimos con links jodidos: The Enigma of Amigara Fault es un Manga corto de horror con un concepto totalmente escalofriante y jodido: Orificios con forma humana en una monte, expuestos por un terremoto, cada uno con la silueta exacta de personas que tienen una necesidad ferviente de entrar en ellos.
(via metafilter)
Comic Books Are Turning Our Children Into Lousy Capitalists!
Digámoslo mal y pronto: en el último mes, los dos acontecimientos que han sacudido al comic norteamericano han sido políticos en naturaleza. Estamos hablando, claramente, de La Muerte Del Capitán América (porque así le gusta a Marvel que lo digamos, con énfasis y mayúsculas, después de todo es un COMIC SERIO!) y del estreno de “300”.
Ahora bien, obviamente son fenómenos de naturaleza distinta. La muerte del Capi es un evento / historia difícil de encarar: por un lado la manera en que Ed Brubaker, el guionista del Capitán, logro encajar este golpe bajo en la historia que venia contando es admirable y demuestra que al menos el tipo que esta al frente de todo esto es un escritor con talento y que tiene cierto plan en la cabeza. Por otro lado, todo el revuelo mediático y la atención que ha depositado Marvel en ella la vuelve un evento que produce cierto escozor y rechazo. ¿Por qué? En primer lugar, porque es muy difícil que no veamos al Capi volver entre los vivos en los próximos años. Si hay algo en lo que los comics de superhéroes no se destacan, es en las consecuencias duraderas de la muerte. Y mucho menos de un personaje tan importante como el Capitán. La insistencia de Marvel para que creamos que esta muerte es definitiva e importante es irritante porque nos piden que desechemos todo nuestro conocimiento del género y sus reglas. Las reglas pueden ser malas o podemos no estar de acuerdo con ellas pero cualquier lector medianamente regular de comics de superhéroes sabe que la posibilidad de que un personaje retorne de la muerte es directamente proporcional a su popularidad. Y estamos hablando del condenado Capitán América, por dios!.
De cualquier modo, la estrategia de Marvel esta muy a tono con su discurso publico en los últimos años, en el cual afirman cosas que luego son negadas de una manera categórica (a los pocos meses) con una expresión de indignación y la frase “nosotros NUNCA dijimos eso”. Básicamente, nos toman por idiotas.
Pero, por otro lado, produce un cierto rechazo porque, a raíz del revuelo generado en los medios “serios”, Marvel nos quiere vender este sucio acontecimiento como una parábola política en la cual el Capitán es un especie de abanderado de las libertades individuales, cuyo asesinato es una consecuencia de su postura libertaria (aunque el autor intelectual sea un ex científico nazi con el cráneo deformado, rojo y a la vista). Y, en general, los comics de superhéroes nunca han sido buenos en el tema de las metáforas políticas. En general la política se revela problemática, demasiado sutil, apegada a los grises y los tonos intermedios, a la hora de transferirla con cierta fidelidad a los códigos y las improbabilidades del genero, causando que esta sea o aguada y simplificada para que funcione en un mundo donde los tipos vuelan en calzas o que el mensaje político se vuelva demasiado pesado y todo termine como una lección en solemnidad y aburrimiento.
El caso de 300 ilustra lo opuesto: la lectura obligadamente ideológica de un comic de la forma más superficial posible. Las tesis son dos: en primer lugar, que es un comic pro-imperialismo norteamericano, con su fábula de un rey belicoso de occidente contra un imperio oriental; en segundo lugar que los espartanos son presentados como heterosexuales contra los homosexuales persas.
Este tipo de lecturas son las que yo llamo “la epidemia Mattelart”. Recordemos: en los años 60 y 70, cuando lo que hoy se llaman “estudios culturales” estaban en su infancia y no se podía ni soñar con estudiar los comics desde una perspectiva académica, las primeras salvas las dispararon dos libros cuya influencia nefasta dictaminó la manera en que se iban a analizar los comics durante años (en especial en Latinoamérica): uno es el conocidísimo “Apocalípticos e Integrados” de Eco, con su lectura de Superman como icono del status quo y el otro es el un tanto menos conocido “Para Leer Al Pato Donald” de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, que intentaba descubrir en el palmípedo los tentáculos de la dominación imperialista (existió un tercero, mucho mas interesante y con una visión de los comics menos prejuiciosa: “La historieta en el mundo moderno” de Oscar Masotta, pero como suele pasar en estos casos, es la línea a la que menos pelota se le dio).
Durante años su estela iba a impregnar la manera en que se analizaba a los comics y productos culturales norteamericanos: de la manera mas ideológicamente reduccionista posible, sin tener en cuenta la lógica propia del medio y su funcionamiento interno, sus propias contradicciones e ignorando gran parte de su evolución posterior a 1970. La relación entre comics y política es muchísimo mas complicada que la simple “causa – efecto” y no se puede obviar la existencia de un lenguaje propio en los comics que adapta, rechaza y reestructura muchas de las influencias externas.
Y ese es el tipo de lectura craso que se le impone a “300”. Lectura que además deforma el significado del evento original y que impone una anulación tanto de los deseos del propio Miller al concebir su obra como de la distancia que existe desde el momento que fue publicada. Es cierto que en los últimos años (mas precisamente después del 9/11) Miller se esta volviendo una especie de derechista caricaturesco y salvaje y que sus trabajos adquieren un tinte cada vez mas en tono con el individualismo fascista y el militarismo norteamericano, pero “300” es una obra de un periodo anterior y responde mas a las obsesiones constantes del loco Miller que a una ideología explicita. Nuestro hombre siempre estuvo obsesionado con la masculinidad, con el honor, la violencia estilizada y el tono seco y duro de los pulps y “300” es una de las obras que mejor canaliza esas fijaciones. La anécdota ya es brillante, pero a Miller le interesa tan poco la precisión histórica como la propaganda. Lo que él busca es la aventura, el drama, la exageración de las pasiones hasta el absurdo. Al menos en esta etapa, es una especie de individualista romántico, al que le interesa Leonidas más porque iría hacia la muerte solo y NO porque puede guiar a 300 hombres a la muerte.
Y sobre la homosexualidad…bueno, en el comic es algo mas bien implícito o que denota un toque de exotismo en los orientales, pero, por favor!, la camaradería, orgullo viril y vestimenta de los espartanos es mucho mas homo erótica que la coloración o modales de los orientales!. Solo anotemos que la obsesión de Miller por lo macho se esta volviendo cada vez más una marca de estilo ineludible en sus obras, que lo hace risible y que por momentos remite a la imagen de “rugbista que se coge travestis”.
Bueno, en definitiva, la reproducción de lugares comunes, análisis prejuiciosos y visiones ridículamente simplificadas por gente que no entiende de lo que esta hablando también es una deformación profesional y no por eso impide vender diarios o libros y publicitarse como una gran eminencia en el campo de los estudios culturales.
Stereotypist es un webcomic realizado por John Campbell, dibujado en el estilo «stick figure» pero un tanto mas «detallado». Es ridículamente gracioso y tiene un estilo de humor que va a agradar sobre todo a los fanáticos de XKCD. Su último post se llama «50 answers» y consiste en lo que dice el título, 50 respuestas en forma de comic a preguntas dejadas por sus amigos y fanáticos en su livejournal. Es absolutamente genial y lectura recomendadísima para comenzar un lunes como la gente.
Snippets (o fragmentos que no harian un post solos pero juntos si)
Desde el jueves que mi colega Dario me paso el disco homónimo de Judee Sill que estoy abotonadísimo con ese disco y lo tengo casi en loop constante. Benito hace un tiempo ya la definio bastante bien como una especie de Nick Drake femenina y es bastante así, aunque quizas lo de Judee sea más clásico, con mucho de música clasica, arreglos vocales hermosos, y un poco de Blues. No puedo ser muy objetivo, su manejo de la melodia es virtuoso, las canciones son perfectas y los arreglos geniales y aunque el enamoramiento se me vaya en unas semanas no importa, que bueno que esta lo que hizo esta muchacha por dios!..
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Acabo de devorar la colección entera Sleepwalking and other stories, del historietista Adrian Tomine. Las pequeñas historias que hace el son básicamente el equivalente de historieta de las pequeñas canciones de Casiotone for the painfully Alone, o básicamente , las historietas que me hubiera encantado escribir hace 2 o 3 años. Son historias pequeñas, que a algun detractor de Little Miss Sunshine por su olorcillo indie le podrian molestar, porque si, son historias ‘sensibles’ y de muchas veces perdedores o outsiders pero los personajes estan tan increíblemente diseñados que uno no puede creerles y empatizar con ellos – incluso cuando son personajes que en la vida real serian detestables o simplemente ignorables. Son las típicas historias cotidianas, pequeñas, que uno las ve caminando y sonrie o se extraña, o es escuchada de la boca de algun conocido. Pero el gusto por elegirlas de Adrian y su forma de expresarlas es perfecto.
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Hoy pasaron that thing you do! en el Canal 4 de televisión abierta. No la vi, y la vez que la vi brevemente no me llamo la atención escepto por como atomizan una y otra vez con el tema de la pelicula, ‘that thing you do’, por The Wonders. Me parecio que realmente algo tenia que tener esa fake-60’s song ya que, bueno, suena como 15 veces en la pelicula y una no se termina totalmente de aburrir de ella. De puro nerd me puse a buscar los acordes del tema y me di cuenta que son super interesantes – muchos cambios de mayor a menor, son muchos acordes, tiene el nivel justo de simpleza. La letra tambien me sorprendio de que es en si, una historia triste y no feliz como me lo imaginaba. El tema es increiblemente divertido de tocar y cantar. Lei un poco más y me entere que el tema fue compuesto por Adam Schlesinger, quien es bajista de Fountains of Wayne – banda que escuche de nombre hace tiempo. Veo referencias, no conozco ninguna, escepto They Might Be Giants. El género segun allmusic.com de lo que hacen es ‘power-pop’. Me bajo un disco de ellos, y no me llaman mucho la atención.
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Por una razón bastante extraña y entreverada, el viernes pasado me regalaron el Crane Wife de los Decemberists. Nunca habia escuchado mucho, escepto algun tema que no me habia llamado la atención, y prejuicio puro por algunas fotos de ellas donde me habian caido un poco mal. Pero era un disco, cerrado, una cajita, un objeto físico! Me rio de como me doy cuenta de que automaticamente le doy más valor por el hecho de ser un disco real, y me rio de como por pura manía lo paso a la computadora en formato Mp3 antes de haberlo escuchado. Y lo escucho.