Joven Harvey.

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(De American Splendor v1 #04)

Esto es genial por 1) La cantidad de información que maneja en un número de páginas tan pequeño. Es la historia de una amistad a lo largo de seis o siete años, una viñeta sobre el comportamiento de los coleccionistas, una historia sobre el naciente amor por los comics y, como todas las obras de Pekar, una reconstrucción de su vida con tono resignado.

2) Por la manera en que comienza hablando de Crumb, y te lo vende como si fuese un comic sobre Crumb, pero por supuesto es sobre Pekar, algo que está explícito desde la primera página, cuando vemos que nuestro personaje punto de vista es Harvey y todas las interacciones de Crumb son vistas a través de sus ojos. Pero el título engaña y además Crumb es Crumb y es imposible que no gravite de forma decisiva en una historia en la que aparece.

3) Además, está dibujado por Crumb. Por supuesto que uno piensa que es un comic «sobre» él. Su estilo es tan influyente y reconocible (y tan bueno!) que es inevitable aceptar que con él necesariamente van los temas y preocupaciones de su dibujante. Crumb en los setentas también estaba realizando algunos de sus más aclamados comics autobiográficos. Hay un par de cuadritos donde dibuja a su guionista de una manera desesperada y cómica, una burla de la imagen del artista que sufre, que son geniales.

4) Por la filosofía alrededor de la historieta que plantea Pekar, que es simple pero a la vez ambiciosa: se puede hacer cualquier cosa con palabras y dibujos. «Cualquier cosa que hacen las películas, o las novelas o las obras de teatro». ¿Entonces, por qué comics? La respuesta solo parece residir en esas viñetas de descubrimiento de las primeras páginas (una vez más, el comic es sobre Harvey), en el virus de las imágenes con el cual te infectan las historietas, que hacen que a partir de un determinado momento solo puedas percibir el mundo como una re-interpretación a través del estilo.

El resultado es una historieta que simplemente se desliza y canta. Leyendo un poco de American Splendor, incluso un puñado de historias de los primeros números, es increíble cuan fuerte es la voz de Pekar, incluso en un medio dominado por la figura del «artista total» (dibujante+guionista) como son los comics underground/independientes. Pekar maneja solo las palabras pero comprende perfectamente la operación fundamental de re-crear el mundo que implica hacer comics. Y transmite una perspectiva cercana, ecuánime, resignada pero no deprimente, construida a través de pequeños actos de aburrimiento, de mínimas historias en donde lo que más hacen los personajes es deambular por una ciudad gris encontrándose unos con otros. Por lo tanto, una representación.


Modernistas 18: Esteban Podetti.

Esteban Podetti, Moriremos como ratas (2007). Domus Editora.

(Por Amadeo Gandolfo y Pablo Turnes, originalmente aparecida en Entrecomics).

Esteban Podetti (¿Buenos Aires?, 1967) comenzó sus trabajos en la revista Fierro a fines de los años ´80. Formó junto a participó en el fanzine ¡Suélteme! junto a Diego Parés – a quien ya habíamos entrevistado en otra ocasión- , Dani the O [Daniel José Díaz], Pablo Fayó, Darío Adanti, Emiliano Migliardo y Pablo Sapia. Hoy trabaja en el semanario satírico Barcelona, el diario de la Agencia Télam y en el diario Clarín, desde donde lleva adelante un blog de humor (Yo contra el mundo), además del propio (La Tómbola de la Alegría). También colabora con la revista Fierro. Hasta el momento, su libros de compilación ha sido Moriremos como ratas! (Domus Editora, 2007) y Yo contra el Mundo (Vergara, 2011).

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Modernistas 15: Diego Parés.

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(Por Amadeo Gandolfo y Pablo Turnes. Originalmente aparecida en EntrecomicsEsta entrevista no hubiese sido posible sin los buenos oficios de Pablo, quién desgrabó, escribió la introducción y seleccionó las imágenes.)

Diego Parés (Haedo, 1970) comenzó sus trabajos como dibujante en 1984, y tres años después comenzó a trabajar para la mítica revista Humor (1978-1999) y otras publicaciones de Ediciones de la Urraca. En 1995, con la crisis económica desencadenándose y con la industria editorial puesta en jaque por las políticas noeliberales, creó el fanzine ¡Suélteme! junto a Dani the O [Daniel José Díaz], Pablo Fayó, Esteban Podetti, Darío Adanti, Emiliano Migliardo y Pablo Sapia. Según sus propias palabras, el fanzine “marcó el ocaso de la tierra prometida del panorama historietístico nacional.” Sin embargo, nunca dejó de trabajar con mayor o menos regularidad en diversidad de medios, siempre dejando un espacio para la producción propia. De ese recorrido ha sido recientemente editado por Llanto de Mudo una compilación del desborde gráfico de Parés, 500 Dibujos. Actualmente hace un cuadro diario para el periódico La Nación, además de su colaboración con el semanario satírico Barcelona y la dirección del suplemento Fierrito dentro de la revista Fierro, entre otras. Aprovechamos para hablar con el autor sobre la realidad de la industria editorial y la historieta argentina, mirando el pasado cada vez menos cercano., en un presente tan interesante como incierto.

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Construyendo historias de edificios

(god...) Sometimes I Really Hate It Here (The Heavy Paper) 10-11

En Jimmy Corrigan había algo que impedía que empatice totalmente con los personajes: la tristeza, tan opresiva y perenne, se me hacía muy lejana a mi propia experiencia. Podía simpatizar con el gordito silencioso, podía apreciar estéticamente la preciosa recreación de la Exposición Universal de Chicago, y envidiar la elegante manera en que Chris Ware revela, casi al pasar, la dimensión trágica de la relación entre Jimmy y la hija adoptiva de su padre, familia suya sin saberlo, en un giro faulkneriano perfecto. Pero todo esto visto desde la perspectiva del entomólogo que estudia una colonia de hormigas a través de un cristal, sin haber sentido nunca lo que siente una hormiga. La desesperación de Corrigan, su completa incapacidad para relacionarse con los demás, lo volvían, para mí, bueno, una caricatura, un personaje.
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Lata Brillante.

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(Artículo publicado originalmente en la revista Haciendo Cine #136, de Mayo de este año, la versión que aquí se ve ha sido tuneada un poco, sin embargo. Contiene spoilers.)

Este año llegó al pueblo la última película de Marvel Studios y es apropiado conceder que la extensa secuencia narrativa construida por el estudio da un salto de calidad justamente con el personaje que fue su punta de lanza y el menos esperado para saltar a la pantalla de una manera exitosa: Iron Man.

Hay que tener en cuenta una cosa que mucha gente olvida, esto es, lo mucho que hicieron las películas de Iron Man por el personaje. Antes de su primera película, ¿quién mierda era Iron Man en los comics? Era un personaje mediocre, sin ninguna historia relevante, parte de una trinidad de Marvel que nadie sabe cuando se estableció ni por qué (la trinidad Iron Man-Captain America-Thor parece un intento de equipararse a la trinidad de DC en un momento en que esos personajes estaban en su punto más bajo de ventas y creativo) cuyo momento de mayor gloria era haber superado una adicción al alcoholismo bastante trucha. Era, en otras palabras, un personaje sin concepto, construido sobre una serie de detalles superficiales: rico, bon vivant, playboy, dualidad de identidad empleado-millonario. Pero nadie había logrado aprovechar esos elementos más que para que lidere un equipo de Avengers de la B que terminó horriblemente y para pararlo en escenas de grupo a que diga alguna cosa tecnológica.

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