Breve introducción al cine que va a hacer que nadie quiera ver películas con vos (pt. 2)
Lo había prometido cuando escribí la primera parte así que acá hay una nueva entrega de cinco piezas para atacar cinematográficamente a amigos y enemigos por igual y satisfacer al snob que sé que llevan adentro. Aunque algunas de las que elegí para esta entrega no son tan buenas como las del primer post, que era una selección a prueba de balas, todo lo que estas cinco no tienen en calidad lo tienen en otros aspectos porque son verdadera artillería pesada y deben ser usadas con discreción. Solo usen estas después que todas las del primer post hayan fallado. Quedan advertidos.
Chelsea Girls: una película de Warhol difícil de ver no es nada sorprendente, estamos hablando de un tipo que dejó una cámara filmando el Empire State por 7 horas y a gente comiendo, durmiendo o siendo felada. La diferencia entre esas películas y esta, es que aquellas no intentaban ser películas en el sentido clásico de la palabra, no pretendían mantener la atención del espectador ni ser efectivamente vistas, eran películas para no ver. Al contrario Chelsea Girls está mucho más cerca de ser una «película de verdad», se espera que sea vista, pero esa tarea es de todo menos fácil. Chelsea Girls tiene varias particularidades que la hacen bastante diferente de la mayoría las películas y, por sobre todo, bastante viewer-hostile. Para empezar, si bien no tiene la duración de Satantango, dura tres horas y media, lo cual ya es un abuso a la paciencia del espectador, pero eso no sería para tanto si no se le sumara lo que componen esas tres horas y media. La película está compuesta de doce rollos, cada uno conteniendo una única escena (o sea que como se imaginan, cada escena es dejar la cámara filmando hasta que se acabe el rollo) sin ningún tipo de conexión con las demás. Cada escena registra a alguno(s) de los personajes de la Factory de Warhol haciendo nada en particular durante lo que sea que dure un rollo. Como si la duración y la falta de cohesión y narración no fueran suficiente para hacerla una película difícil, Chelsea Girls tiene una característica mucho más rara y única que debe ser lo que más interesante la hace, y es que está hecha para ser proyectada con dos proyectores simultáneamente en una pantalla dividida de a dos escenas simultáneamente. Aunque cada tanto queda solo una escena siendo proyectada y la otra mitad de la pantalla en negro, la mayor parte del tiempo hay dos escenas (de las cuales una sola tiene sonido) y el espectador se ve obligado a prestarle atención a solo una. Es completamente imposible sincronizar dos proyectores de la misma manera más de una vez por más que se den instrucciones sobre cuando proyectar cada escena, lo que sumado a no poder ver las dos mitades de la pantalla por igual da como resultado algo que popularmente se dice de esta película, y que probablemente sea cierto: que jamás se puede ver la misma Chelsea Girls dos veces. A pesar de una recomendación de esta película a alguien va a tener tanto éxito como recomendarle que se clave agujas abajo de las uñas, los que la sepan apreciar van a comprobar que el efecto de esta película sobre el espectador es algo digno de probar al menos una vez y que sus momentos altos son muy altos y que escenas como la del primer plano de la cara de Nico con luces psicodélicas siendo proyectadas encima o el monólogo de LSD de Eric Emerson (que inspiró la genial «Eric’s Trip» de Sonic Youth) son antológicas.
Begotten: Donde Eraserhead haya fallado esta película triunfará, donde haya hecho daño Begotten hará estragos. Aunque menor en calidad (y en culto) que la gran película de Lynch, la ópera prima de E. Elias Merhige (director de la muy buena La sombra del vampiro) sacrifica gran parte de la incomodidad y la efectividad psicológica de su contraparte lynchiana (comparación de la cual posiblemente nunca vaya a poder escapar) en favor de pura revulsividad visual y cierto tufo excesivamente arty. Con gran austeridad narrativa y sin una sola línea de diálogo, Begotten cuenta una historia simbólica que apuesta (tal vez un poco mucho) por el shock desde la primer escena en la cual vemos en una cabaña en el medio de la nada a Dios destripándose a sí mismo y regando sobre el piso sus entrañas que su contacto con la Tierra da como fruto al Hombre, que junto con su madre será vapuleado, sometido, arrastrado, torturado y asesinado por un grupo de canibales y finalmente enterrado para que el ciclo comience de nuevo. Si todo esto les hace pensar en esas habituales y siempre divertidas parodias de cortos überarty de los estudiantes de cine en las comedias, como el que dirigía Howard Stern en Private Parts o ese que había hecho Jay Sherman en sus años de estudiante (L’artiste c’est mort!), no están tan lejos de la realidad. De cualquier manera es algo así como interesante (tampoco mucho, no se confundan) y les puedo asegurar algo y creanme, toda la gente a la que se la hagan ver la va a amar.
Cortos del Accionismo Vienés: con esto ya estamos entrando en la artillería pesada. Tal vez la más pesada de este post. Empecemos con un poco de historia por si alguien no sabe de que se trata esto. El accionismo vienés fue una de las más violentas y extremas vanguardias artísticas del s.XX. Surgió en Viena a principios de los 60s y había desaparacido para principios de la siguiente década. Entre sus ideas y objetivos estaba el destruir y superar el arte convencional que veían como una institución más, anquilosada y aburguesada. Ya no se pintarían cuadros, se pintaría a través de acciones y sus cuerpos serían la tela. Los happenings y las performances de accionistas como Otto Mühl, Günter Brus, Rudolf Schwarzkogler o Hermann Nitsch ganaron notoriedad por su transgresividad, llevando a varias intervenciones policiales y repetidas estadías en prisión de los artistas. Muchas de estas performances fueron registradas en film, mayormente por Otto Muehl y Kurt Kren, que no era un accionista sino algo así como el director oficial del accionismo. Lo que hace a estos cortos armas de grueso calibre para atacar a inocentes inadvertidos es que tiene una combinación única de, por un lado, lo peor del mundo del cine arty, siendo siendo cortos mudos de performaces artísticas, y por el otro lado, la peor escatología, porque para los accionistas performance significaba «pequeño festín de desnudos, fluidos corporales, vísceras de animales y asquerosidades varias». O sea que tenemos como resultado cosas como una mujer desnuda cubierta con las vísceras aún tibias de un cerdo recién matado siendo bañada de lluvia dorada por un tipo parado arriba de una escalera. Y ese es solo uno, ¡y hay muchos! Y pueden verlos todos acá. Personalmente no creo que estos cortos sirvan para mucho más que usarlos como arma, así que no les aconsejo verlos por amor al arte porque sus méritos cinematográficos me parecen bastante dudosos. Sus méritos armamentísicos por otro lado son indudables (de hecho la única persona a la que se los pasé los supo apreciar, pero fue lo suficientemente malvada como para usarlos indiscriminadamente contra sus desprevenidos compañeros de trabajo).
Guinea Pig 2: Flowers of Flesh and Blood: La serie Guinea Pig son las películas de snuff exploitation. Las últimas de la serie variaron un poco pero las primeras, las que más cuentan, son falsas snuff, escenas muy gráficas de tortura extendidas por unos cuarenta minutos más o menos. Puro splatter. No es un género que me interese especialmente, pero me sentí obligado a mirar una película tan legendariamente infame, y les puedo asegurar que es material 100% friend-hostile.
Dos sucesos cementaron la histórica infamia de esta película. La primera es que Tsutomu Miyazaki, el Otaku Killer, aparentemente haya usado esta película como inspiración para uno de sus asesinatos, y eso junto con la enorme colección de hentai y películas de terror que encontraron en su casa al momento de su arresto generó una gran polémica alrededor de estos géneros en Japón es su momento. El otro, mucho más divertido y pintoresco, fue que a principios de los 90s, un Charlie Sheen en su peor época de reviente la vio, se comió que era una snuff movie de verdad y decidió denunciarla. Los federales tomaron cartas en el asunto y contactaron a la justicia japonesa quienes también empezaron a investigar la película y todo terminó con sus creadores teniendo que probar ante la justicia que eran todos efectos especiales y que nadie había muerto. Por supuesto cualquiera con dos dedos de frente de da cuenta que esta no es una snuff de verdad (los efectos son buenos teniendo en cuenta los costos de producción pero no son tan realistas como para pasar por reales y después de todo, c’mon, ¿quién se imagina que una snuff tenga score, créditos y fotografía multicámara?). El resultado de todo eso fue que esta segunda parte de Guinea Pig entrara a la historia y se convirtiera en una de las películas de exploitation más conocidas (e infames). Y después de todo, no está tan mal.
Cannibal Holocaust: ahora sí, vamos a hablar de películas de verdad, de películas que cuentan. The ultimate splatter cannibal exploitation film. No dudaría ni un segundo en decir que es lo mejor que incluí en este post. Ruggero Deodatto narra la en estilo de falso documental como un grupo de documentalistas van al Amazonas a filmar a dos tribús caníbales antagonistas y abusan de ellas hasta que sufren el peor destino que se puede sufrir en manos de un grupo de caníbales. Los realizadores tomaron la cuestionable decisión de matar animales de verdad en la filmación de la película (cosa que le valió muchas críticas y de lo cual Deodatto dijo estar arrepentido años más tarde, pero que también es en parte responsable de la fama de la película) logrando algunas de las escenas más espantosas que se pueden ver en una película (la escena de la tortuga es la peor escena que vi en mi vida). El realismo con el que está filmada, que hizo que Sergio Leone se deshiciera en elogios hacia ella y Deodatto, hace de las escenas de asesinatos algunas de las más creibles que haya visto, lo cual le costó Deodatto lo mismo que a los creadores de Guinea Pig (esta vez sin Charlie Sheen). Deodatto tuvo también que demostrar ante la justicia que nadie había sido asesinado. Habría que ser muy miope para calificar a esta película solo desde la perspectiva del tipo de imágenes que muestra, Cannibal Holocaust es una película con todas las letras y se merece ser analizada y criticada como tal. Creo que de hecho esto es en parte lo que más terrible y shockeante la hace, al contrario de otras películas exploitation y splatter uno no puede tomársela con total falta de seriedad y así alivianar el impacto de las imágenes. Recomendaría ciegamente esta película a cualquiera, aunque, claro, no digan después que no les avisé.