Yo, Tú, Él, Ella, Nosotros, Vosotros, Ellos.
Miren, si les dijese que un comic protagonizado por un “profesor” drogadicto que mezcla trazos de romance adolescente, ciencia ficción, terror, erotismo y buenas dosis de experimentación formal que en ningún momento entorpecen la narrativa sino que ayudan a aumentarla y hacerla más bella, es uno de los mejores comics del siglo XXI, ¿me creerían?
Todo eso es Bodyworld, de Dash Shaw. El joven Shaw (25 añitos) es uno de esos autores prodigio, que pasa de amateur a promesa a artista consumado en un puñado de años, su primer obra importante data del 2004, la novela gráfica “Love Eats Brains”, una variación zombie construida alrededor del romance (como “The Living And The Dead”, de Jason). Luego de eso publicaría “The Mother’s Mouth”, un libro que caería dentro del género “cáncer comics” (aunque trata del alzhéimer). Pero en realidad, su año de ingreso en la selección del comic alternativo seria el 2008, en el cual publicaría su gigantesco magnum opus (si se puede hablar de algo así a los 25 años) The Bottomless Belly Button, 720 páginas sobre la ficticia familia Loony y su desintegración. Pero a la sombra de este trabajo de enormidad legendaria crecería un pequeño arbusto llamado Bodyworld que sería cultivado por Shaw desde su sitio web, semanalmente.
Bodyworld tiene por protagonista al profesor Pauly Panther, un adicto que ha logrado convertir su vicio en profesión, viajando por los rincones del globo y describiendo las diferentes variedades vegetales que encuentra para una enciclopedia psicodélica. Un día, como cualquier otra asignación, lo mandan a Boney Borough, un pequeño poblado creado luego de “la Guerra Civil” para que documente una nueva planta de usos desconocidos. Bodyworld esta situado en el futuro impreciso de los Estados Unidos, un futuro sobre el que se nos dice bastante poco, pero que es utilizado por Shaw a la vez como elemento de fondo y como habilitador de la situación particular del lugar donde sucede la acción. O sea, sobre la Guerra Civil no nos dicen nada, pero Boney Borough es un poblado experimental, un intento de recuperar el ideal de los pequeños pueblos “donde todos conocen tu nombre”. Un lugar rodeado de bosques, con una población de jóvenes que no conocen los rascacielos y que viven en un continuo comic de Archie. Solo que con toda la ansiedad y frustración que uno nunca ve en las aventuras del pelirrojo y con la tentación continua del afuera: “el perímetro”, al que solo dejan entrar a los mayores de edad, es una galaxia de moteles de mala muerte, tiendas abiertas toda la noche y prostitutas. Panther comenzara a enredarse con los habitantes del poblado, dando rienda suelta a su capacidad para ser antisocial e infame hasta que se revele el verdadero origen de la nueva droga que está investigando.
Shaw realmente extiende el rango de lo que se considera comic alternativo o indie norteamericano. Pertenece definitivamente a una nueva generación de aquellas eminencias grises de los 90 (Ware, Seth, Brown, Clowes): no mira hacia el pasado sino hacia el futuro, no cultiva la autobiografía, tiene un particular interés (en esta obra) por un elemento más bien soslayado por estos, el color, utilizado de maneras más bien expresionistas y novedosas, desprolijas, trabaja el formato de la historia larga antes que la antología de un solo hombre en la cual entra de todo, publicando en internet. En “Bodyworld”, sobre todo, se observa una preocupación por la verdadera mezcla de géneros, en un caldero, de modo tal que fragmentos de la historia se leen como ensayos para una comedia romántica, para una película de terror, para un comic de superhéroes. Lo genial es la manera perfecta en que Shaw introduce esos elementos sin jamás resaltar su condición genérica, sin llamar atención a sí mismos (exceptuando, quizás, los toques en el origen de Johnny Scarhead, la “parte superheroica”, que sin embargo son superados y dejados en ridículo cuando muestra a los aliens que le dieron sus poderes, un conjunto de manchones de color parecidos a aquellos que uno produce cuando desparrama pintura en una página y luego la dobla en dos), como parte de un infinito lienzo en el que se encuentran todos los comics del mundo y de los cuales el toma lo que más le conviene.
Lo que unifica a la historia y los diferentes momentos es Pauly Panther, uno de esos personajes encantadores, tan imbécil y egoísta que es completamente querible. Piensen en John Constantine o Jimmy McNulty, perdedores perpetuos, incapaces de detenerse y darse cuenta del daño que causan, de su propio egocentrismo, de sus respectivas adicciones que los conducen a la tumba “alone, unloved and unmourned”. Panther pertenece a esa estirpe, y al igual que ellos, debajo de ese exterior que deja novias, mata perros con cocaína y, en general, es descortés y horrible con todos los que lo rodean, uno solo puede pensar que en algún lado de nuestra persona también nos gustaría ser como él, sin una preocupación en el mundo más allá de su propia obsesión, tan intransigente, individualista y carismático. Es aparentemente incapaz de notar conscientemente el mecanismo de su destrucción, pero debajo de esa despreocupación alberga un enorme desprecio por sí mismo. Toda su carrera puede verse como un larguísimo death-drive que reemplaza al suicidio que jamás podrá llegar a cometer porque es demasiado parecido a nosotros: demasiado cobarde, demasiado apegado a la vida, demasiado gracioso para morir.
Shaw realiza una buena elección en Panther, porque si Bodyworld trata de algo es sobre aquello que nos hace quienes somos, únicos e individuales, y la manera en que eso puede ser modificado de manera tenue o drástica por nuestra exposición a ese poderoso modificador de la conducta: los otros seres humanos. Por algo los personajes que se ven más afectados por Panther son dos adolescentes que se están graduando, dos seres en el preciso momento en que uno comienza a decidir quién será. Y su contraparte femenina es una profesora que esta tan dañada como él, fijada en el miedo y la pequeñez que heredó de su juventud.
Shaw meramente literaliza el efecto abrumador en nuestra personalidad de nuestras relaciones mediante la extraña planta que Panther tiene que investigar. Porque, chiquilines, lo que esa nueva droga produce es la sensación de ser la persona que se encuentra más cerca a nosotros en ese momento. Lo cual brinda a Shaw un dispositivo narrativo excelente, tanto para mostrar las interacciones entre los personajes de una manera completamente nueva como para ir contando sus “orígenes secretos” en el marco de diversos viajes de drogas completamente psicodélicos. Lo interesante, además, de esta literalizacion es que Shaw accede de manera subrepticia a uno de los deseos últimos del consumidor de drogas (cercano objetivo de aquellos adeptos a las drogas psicodélicas): perder la cabeza, ser otro, modificar la percepción de manera tan brutal y abstracta que uno desaparezca y su relación con el mundo real quede definitivamente cortada. La diferencia es que en cualquier viaje de drogas extremo al otro lado siempre espera una cierta cuota de autoconocimiento, y la planta presentada en Bodyworld corta esta salida con la continua y profunda inmersión en el otro, para siempre. Es el sueño de la generación de los 60, de los jóvenes del amor, la comunidad y el utopismo socialista llevada a sus últimos extremos: Hey, vengan a unirse a la colmena. O, como le dijo Jay Lynch a Art Spiegelman una vez: “Por supuesto que somos todos uno, pero no lo divulgues”. Y Panther es lo más opuesto a esto que pueda existir, es un individuo tan increíblemente nocivo para la comunidad que casi es un virus, una bacteria, en el “mundo-cuerpo”.
Como mencione anteriormente, Shaw si les debe a sus antecesores el gusto por la experimentación. Pero mientras estos estaban preocupados por la manera de narrar, el orden de los paneles y el modo en que estos cuentan una historia, la elipsis en la narrativa y la diagramación del espacio físico de la historia para producir un efecto en el lector (además de por el espinoso asunto de la relación entre la autobiografía y su representación en el arte), Shaw está preocupado por el color y su potencialidad para comunicar emoción, por un elemento a primera vista superficial y muchas veces ignorado. Mientras mantiene una cuadrícula casi continua de 3 cuadros por tira, Shaw se vuelve loco e imprime una paleta diferente para cada situación. La llegada a Boney Borough esta bañada en un azul profundo que transmite la sensación de quietud y frio. Los bosques son una maraña de formas sobreimpresas en verde y marrón (esa es otra cosa interesantísima del uso del color: muchas veces Shaw deja que los manchones definan los espacios y los cuerpos, sin necesidad de usar contornos), los recuerdos de Paul se encuentran enmarcados en blanco y un solo color, apagado y escaso. Pero lo que hace que el uso del color en este comic vaya mas allá de unos cuantos acentos emocionales apropiados es la manera en que gran parte de la maleabilidad de este mundo, de su atractivo, su sexualidad (“Bodyworld” es un comic en el cual la posibilidad de “meterse en el otro” conduce a algunas exploraciones del sexo que se concentran en la intimidad del acto antes que en el acto en sí y que son extremadamente intensas) reside en ese color. En los momentos cruciales, mientras que los cuadros se mantienen estáticos, las onomatopeyas y los fondos, las líneas cinéticas y las manchas, todos de un color exuberante, construyen y despliegan la tensión y el ritmo narrativo. Y al mismo tiempo Shaw parece llamarnos la atención a la carnalidad o anormalidad de ciertos elementos: las manchas en las paredes parecen verdaderos manchones improlijos de Photoshop, la sangre gotea como chorros de pintura de los personajes, las cenizas son rayones que parecen de crayón.
Pero, en definitiva, este es un comic sobre las relaciones que construimos, sobre la manera en que afectamos a quienes nos rodean (y ellos nos afectan a nosotros), sobre los asuntos sin resolver y los remordimientos del pasado, sobre los errores que cometemos y, sobre todo, sobre la manera en que quedamos abiertos a cualquier cosa al confiar en otra persona. Los momentos más significativos en los que la grilla se rompe es cuando dos personas están bajo la influencia de la droga, y entonces fragmentos de diversos cuadritos, imágenes aisladas o abstractas se superponen de manera confusa, como una sobrecarga de información emocional. La droga reduce el largo momento de conocimiento a un segundo pero no puede evitar que sea complicado, incoherente y doloroso. Sin embargo, el proceso de la droga implica un paso más que solo vemos al final de la historia y que da sentido al término súper-organismo. ¿Si pudieses vivir en un mundo en donde nadie te ocultase nada ni te decepcionase, a cambio de ceder tu individualidad y el concepto del otro, lo harías?.
Shaw no parece favorecer completamente ninguna respuesta, pero quizás nos diga algo con dos imágenes que se encuentran al final: una inmensa e increíble vista de Nueva York que adorna el último capitulo, el único momento en que el lienzo se vuelve realmente infinito y en el que vemos el mundo futurista de Bodyworld, oculto durante tanto tiempo detrás de la “normalidad” de Boney Borough, una panorámica descendiente que parte de las alturas para llegar a la calle y a las personas que caminan por ella. La otra imagen es el estallido de un cilindro dentro del cual hay cenizas en el espacio, esparciendo su contenido al infinito, las pequeñas partículas de ceniza como futuras estrellas. Todos formamos parte de esto y todos vamos a disolvernos en la nada y siempre será difícil vivir juntos. Quizás deberíamos hacernos cargo de ello.
Wichita Lineman
Glen Campbell – Wichita Lineman
Hace un par de meses Agustín me mostró un vídeo de youtube con esta canción, comentándome que su intérprete, Glen Campbell, era miembro de The Wrecking Crew, un grupo de músicos de sesión que tocaron en la gran parte de los hits grosos de los 60s (grupo que incluía a Jack Nitszche y a la bajista Carol Kaye, entre varios otros).
Pero la Wrecking Crew no es el punto del post, sino esta canción, que es una preciosísima balada country con unos arreglos y una melodía tremendos. Sería totalmente convencional si no fuese por un par de cambios de acorde totalmente inesperados, por el muy lindo solo de bajo en el puente, y la utilización de sintetizadores para emular el sonido de las lineas telegráficas (que son en parte protagonistas de la canción ).
Ayer escuche la versión de Campbell, muchísimas veces. De noche, me puse a buscar entre los videos relacionados en youtube, alguna otra versión de esta canción aparentemente muy clásica. Y me atrevo a decir que encontre una versión que es igual de buena o hasta mejor que la original.
El artista es Dennis Brown, un clásico cantante de reggae y soul que grabó una versión con tan solo quince años de edad. Los sintetizadores son reemplazados por un austerísimo arreglo de guitarra, y las cuerdas opulentas desaparecen y dan lugar a un amable órgano hammond. La voz de Dennis es sedosa e impecable, y la canta con una soltura increíble, como si la hubiera estado cantando durante más que toda su corta vida. A ver que les parece.
Dennis Brown – Wichita Lineman
Bizarras Busquedas de Amor II
Continuamos con una pequeña tradición, aquí las búsquedas más hilarantes que trajeron a algunos (pobres) lectores a este blog.
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· videocips de la famosa cancion de la sonic you and my exito de la loca fm 1998
· en assassins creed cuando mueves la camara o al personaje se produce una division de la imagen como si la imagem se fuese cortando
Because I Never Really Missed Someone Before
Aaah, estas son las bandas que me gustan. Me da un poco de verguenza recien escucharla despues de que Diego la recomendó en su blog hace ya año y medio, pero bueno, uno es vago y tonto.
Los Wave Pictures son un trio inglés y lo suyo es un pop lo-fi con muchas deudas a Violent Femmes, Smiths, Modern Lovers, Hefner y cia. En los discos, en la mezcla predomina brutalmente la histriónica voz de David Tattersall, que berrea, desafina y en fin, vomita su corazón con letras ácidas y ocurrentes.
Me gusta mucho cuando en los power trios se animen a hacer solos de guitarra sin sobregrabaciones, o sea, con la guitarra haciendo el solo y el bajo haciendo de base armónica. En esta canción queda totalmente despojado y se nota el «aire» que falta, logrando una sensación muy rara e incómoda.
PD: Los Wave Pictures tocando «Instant Coffee Baby», recontra garpando en vivo:
2009 FTW!
Matthew Perpetua, de Fluxblog, esta armando una serie de compilados recorriendo las carreras de varias bandas, como pequeños mixtapes de bandas muchas veces no muy conocidas. Los pueden buscar en su Tumblr.
Ahora armó un compilado con sus temas favoritos del 2009 hasta ahora. Hay de todo un poco, seguramente algunas cosas en lo personal no me gusten pero esta bueno escuchar este tipo de compilados especialmente cuando todavía no se termino el año. Este 2009 debe de haber sido para mi de los años con más discos interesantes que salieron en los últimos que recuerde.