Cass McCombs – You Saved My Life
El autor
Cass McCombs es un songwriter puro y liso. Agarra de todos los lugares comunes que tiene que agarrar – Dylan, algo de Elliot Smith, Nick Drake, mucho folk, country, guitarra slide, cierta oscuridad y sordidez, y un gusto por la tradición de la canción, sin miedo a caer en los cliches del género.
¿Porqué McCombs es bueno? Porque a todas estas influencias le incorpora su propia voz, una visión súper definida de que quiere hacer, concretandolo de forma perfecta. Es capaz de hacer muy bellas baladas y canciones sin quedar demasiado meloso, y mostrar sus influencias clásicas y tradicionales de una forma creíble. Ademas, su banda es muy, muy buena.
McCombs editó su disco debut «A» en el 2003, seguido de «PREfection» en el 2005,»Dropping the Writ» en el 2007 y recién salió el «Catacombs», su cuarto y último disco. Tanto el «Catacombs» como el «Dropping the Writ» son discos sólidos, parejos, de buenas canciones folk con excelentes melodias y una gran voz. Cass canta con una técnica perfecta y de una forma muy variada, pero sin caer nunca en dramatizaciones (como, por ejemplo, a lo Jeff Buckley).
You Saved My Life, la canción y el video
Dos semanas obsesionado con una canción y un autor son suficiente razón para postear sobre ella. «You Saved My Life» es una balada en tiempo de vals perfecta, de esas atemporales que podrían ser de cualquier momento de los últimos 40 años.
Recuerdo que cuando tenía 14-15 años, un músico amigo mio me dio un consejo que siempre recordé. Me decía que si uno descubre un arreglo o idea interesante para una canción, lo mejor es colocarlo solamente una vez, de forma que quede mucho más delicada e interesante. Siempre me pareció un buen consejo, pero muchas veces repetir una idea melódica genial es la mejor solución. Acá la idea principal se repite una y otra vez, la voz y la guitarra al unísono. Esta repetición constante le da a la canción un tinte pseudo-religioso, que se potencia con la instrumentación tan particular del tema, con bajo y cuerdas sintetizados, una elección estética muy rara pero que, de alguna forma, funciona.
El videoclip para la canción causa un contraste interesante. Esta basado en dos únicas escenas. En la primera (que también cierra el video) vemos la espalda del músico mientras camina en una fiesta a plena luz del día, en cámara lenta, en una toma constante y larga. La segunda si encaja perfectamente con la canción, y es una escena donde Cass y una chica bailan, en un cuarto iluminado con unos paneles con luces que se mueven y cambian. De ellos solo se ven las siluetas. Luego de unos minutos, volvemos a la fiesta que Cass sigue recorriendo hasta encontrar un lugar aparentemente aleatorio y sentarse en el piso. ¿Artie y pretencioso? Sí. ¿Simple y emocionante? Totalmente.
Descargar:
Cass McCombs – Catacombs
:(
Chris Knox tuvo un paro cardíaco accidente cerebrovascular, que afectó su habla y el lado derecho del cuerpo. Parece que la recuperación es lenta. Esperemos que pueda estar bien y recuperarse al 100%.
Mientras tanto, se esta preparando un álbum de covers de sus canciones, con una lista de bandas maravillosa: Jeff Mangum, Will Oldham, Guided by Voices, Mountain Goats, Jay Reatard, Yo La Tengo, Bill Callahan, Lambchop, David Kilgour, Lou Barlow y más. Eso va a haber que escucharlo, y además es para reunir fondos para ayudarlo en su recuperación.
Ah! y los muchachos de MGMT donaron todas sus ganancias de un show en Nueva Zelandia para Chris Knox. Chicos, se ganaron un porotito.
(via)
Shintaro Kago, ingeniero meta-anatómico
Shintaro Kago es una de esas cosas que son tan únicas que después de conocerlas uno no puede imaginar un mundo sin ellas, porque requieren que adaptes tu mente a ellas, y eso no se puede volver atrás. Sí, estoy diciendo que leer la obra de Shintaro Kago es equivalente a daño psicológico irreversible. Me pueden decir que eso es cierto para el guro en general, pero no, nadie hace lo que Kago hace. Lo que los demás hacen visualmente, Kago lo hace conceptualmente.
Varios de ustedes deben tener una idea de a lo que se llama guro hoy en día, lo asociarán con una variedad de hentai llena de gore, escatología, mutilaciones. Kago no tiene nada que ver con eso, tiene todos esos elementos, no voy a decir que no, pero es otra cosa. El truco es simple. Kago no cuenta historias sino que toma un concepto simple, como un laberinto, o duplicar en cada página la cantidad de cuadros, o una fístula anal, empieza a partir de eso y lo explora, lo hace crecer, lo deja tomar control, lo deja salirse de control y explotar en todas las direcciones hasta los límites más hiperbólicos.
Kago articula esta tecnica principalmente alrededor de dos temas, el cuerpo y el medio mismo del comic. En sus comics más que «meta» hay un juego de movimientos inversos. Junto a la explosión del concepto central hay un movimiento inverso en el que el medio implosiona y se repliega sobre sí mismo. En el que el comic pasa a tratarse del comic en el que está explorando el primer concepto. Un comic tan autoconsciente que no puede ser sobre otra cosa que sobre sus propios mecanismos.
El cuerpo es el tema del guro en general, pero Kago no lo usa sólo como una marioneta sobre la que poner mutilaciones y abusos sexuales como (casi) todos los demás artistas del género. No, Kago tiene una fascinación con el cuerpo y su funcionamiento a mitad de camino entre la inocencia del niño tratando de entender sus funciones corporales y la técnica de alguna imposible ingeniería anatómica. Los cuerpos son al mismo tiempo juguetes y herramientas, llenos de funciones y partes y formas de encastrarse unos con otros y con los que se puede hacer cualquier cosa. El cuerpo como máquina.
También todo este balbuceo trasnochado podría ser un montón de mierda, pero aún así deberían intentar leer a Kago y pueden hacerlo bajándolo de acá, donde yo mismo lo subí junto con unos cuantos de Suehiro Maruo, sobre quien no escribí ni creo que vaya a escribir pero podrían leer igual.
Wichita Lineman Was A Song I Once Heard
Si hay algo que deberíamos lamentar en este blog es que nunca hayamos hablado de los inmensos KLF. Uno de los proyectos musicales/ artísticos más increíbles de la historia del pop, el dúo de Jimmy Cauty y Bill Drummond fue tan gigante que, quizás, excusa que no hayamos escrito más sobre ellos.
Para los no iniciados: The KLF estaba compuesto por los sres Drummond y Cauty que se especializaba en actos de anarquismo musical y burla artística. Entre sus muchos logros se cuentan: haber creado uno de los primeros mash ups comercialmente exitosos (“Doctorin’ The Tardis”, una mezcla entre la canción de Dr. Who y “Rock And Roll Part 1” de Gary Glitter), haber viajado a Suecia con un fotógrafo y periodista del NME buscando a Abba para que les permitan usar un sampleo de Dancing Queen en uno de sus discos luego de un fallo judicial (el viaje fue infructuoso y terminaron destruyendo las copias que restaban), haber escrito un manual (justamente llamado The Manual) para “conseguir un número uno de la manera fácil”, haber tocado en los BRIT Awards con una banda de noise extremo y luego haber depositado una oveja muerta en la puerta de una de las fiestas post-evento…
Sin embargo, los KLF no eran solamente payasos simpáticos, sino que realmente creían y entendían, por un lado, el poder del pop para construir personalidades míticas e inspirar actos gigantescos, y, por otro lado, la necesidad en un mundo (ya) tan surrealista como el pop de los 80 de utilizar tácticas artísticas de guerrilla, simultáneamente como una forma de burla y puesta en ridículo de esa industria pop y como una forma de introducirse en ella, llamar atención a su continua publicidad, construirse como fenómenos más grandes y más extraños que la vida misma. Como los discordianistas de los cuales tomaron su primer apodo (The Justified Ancients Of Mu-Mu) su misión era dar información falsa sobre la gran conspiración pop, mientras se volvían lenta e imperceptiblemente parte de ella.
La oportunidad para escribir de ellos tiene que ver con la entrada que me permite Ezequiel al haber hablado de “Wichita Lineman”. Durante años para mi esta canción no existía, solo existía su gemelo espectral “Wichita Lineman Was A Song I Once Heard” de los KLF, la canción de la que (nominalmente) trata este post.
Incluida en su álbum “Chill Out” en realidad es un poco injusto llamarle una canción. “Chill Out” es un disco conceptual en el cual los KLF componen la música para un viaje imaginario nocturno desde Texas hasta Louisiana, un lugar que no conocían pero que reconstruyen a partir de sampleos de predicadores, de viejas canciones, de mujeres emocionadas, de noticieros. Es un verdadero paisaje sónico que fue concebido como una sola pieza musical para ser escuchada de principio a fin.
Sin embargo, “Wichita Lineman…” es notoria por ser una de las porciones más identificables como canción. Y también porque funciona, en realidad, como la huella espectral de una canción, como un recuerdo de una mezcla de sonidos y melodías que se remontan a muchos años atrás. Comienza con el sonido de un auto pasando por la autopista e inmediatamente se inician los sintetizadores que puntuarán toda la melodía, unos sintetizadores que traen a la mente el viaje, pero no con la condición de aceleración y maquinización de muchas canciones que lidian con el desplazamiento, sino con un aspecto más bien de somnolencia en el medio de un periplo extendido (como cuando Sam Shepard dice que hay que manejar hasta que el cuerpo deja de existir y, entonces, surge algo diferente). Luego de unos segundos ingresa el otro elemento recurrente de la canción: un predicador sureño terriblemente arengador. No se entiende exactamente qué es lo que dice, pero parecería que está exhortando al hipotético viajero a continuar y no desfallecer jamás hasta llegar a su mítico destino. Y en algún momento comienza a sonar otra línea de sintetizador que parece salida de una de esas canciones que ponen en las películas de Hollywood en los finales felices, pura catarsis y elevación. En conjunción con el predicador causa que la canción se torne una oda a la liberación de la travesía y el espacio.
Sin embargo, hay algo que siempre se mantiene elusivo, que evita que coagule en una canción propiamente dicha. Justo en ese momento en que parece que todo se desencadena, la melodía se corta abruptamente, como si no lograse recordar su propio estribillo. Y sin embargo esos momentos leves de “ganchismo” hacen que la composición se quede en la memoria, que parezca más que una composición construida a base de elementos que parecen sacados del más puro aire.
Es, como dice su titulo, “una canción que alguna vez escuche”, una especie de memoria semi sepultada que resuena en nuestra cabeza y que no podemos completar, un testimonio a la potencia de la música para insertarse en nuestra cabeza y dejar huellas, que se asemejan al sonido distante de un tren en la noche.
Esta Es Su Nueva Banda Favorita.
Y esto es una orden.
The Fleshtones – Roman Gods
The Fleshtones – The Dreg
The Fleshtones – Hexbreaker / Super Vindicators
The Fleshtones – Jump, Jive And Harmonize