La Biblioteca Inexistente (23)
1) Hace un par de meses salió el primer libro solo con palabras de Grant Morrison. Llamado “Supergods”, es una especie de historia del concepto del superhéroe cruzada con una autobiografía de Morrison en la industria y con una exploración metafísica del potencial del concepto para hablar de nuestro futuro. Yo todavía no lo leí, a pesar de que descansa en mis repisas, pero acá está la mejor reseña que he leído hasta el momento, escrita por Paul Gravett, historiador del comic y guionista en su propio derecho. Le da demasiado duro, a mi gusto, con el temita de los derechos de Siegel y Shuster (no TODO libro que se escribe sobre el período tiene que ser una especie de reivindicación histórica para las injusticias creativas) pero está bien. Lado B: la crítica de Tom Ewing, igual de interesante pero menos dura.
2) 50 maneras de hacer puré. Eso, nada más que eso. Para los pobres hombres y mujeres de Hispanoamérica que se acaban de mudar solos y no saben como cocinar.
3) Un crítico de cine de Slate, bastante poco adepto a los Coen, se dedica a mirar todas sus películas y se sorprende de como su parecer cambia a medida que les da más chances. Lo mejor de la nota es como le saca las fichas a los elementos recurrentes de las creadores (hombres detrás de escritorios, grandes amenazas que corporizan al mal) y como llega a la conclusión de que no son nihilistas, son sencillamente tipos preocupados por encontrar sentido en un universo cruel para los hombres.
4) Quizás esto es golpear a un caballo muerto, pero ésta nota sobre el ascenso y la poco gloriosa caída de MySpace está muy bien. Quizás muy centrado en los tejes y manejes empresariales, pero eso no le quita merito a esa gran actividad humana: leer sobre como otros fracasan.
5) Feliz cumpleaños, Sonic. Una hermosa nota de Tim Rogers (quién rápidamente se está volviendo mi crítico de videojuegos favorito) en la que apunta exactamente a cuáles son los problemas con el erizo azul favorito de todos y como arreglarlos. Es muy divertido la manera en que el tipo se burla de todos los patéticos intentos de Sega de relanzar a Sonic haciendo cualquier cosa menos UN JUEGO DONDE ANDAS A TODA VELOCIDAD.
6) Bill Sienkiewicz habla de Big Numbers y que es lo que realmente pasó con el número 3 y 4, abandonados, re formateados, finalmente completados por Al Columbia quién luego destruiría el arte original (al menos así cuenta la leyenda). Acá Sienkiewicz intenta aclarar que pasó con ese gran proyecto perdido de Alan Moore, su famosa novela fractal matemática que no estaba destinada a ser.
7) Shaun Ryder está feliz: limpio, rescatado, casado y con hijos, Ryder reflexiona sobre su pasado con los Happy Mondays, su consumo de drogas desenfrenado y su sus peores años: los últimos diez, en los que estuvo preso de una demanda de sus anteriores managers que no le permitía cobrar nada de dinero producto de su actividad artística. Es una nota bastante triste, pero esperanzadora a la vez. Lo mejor: los dientes nuevos que le regaló un fanático de los Mondays, una promesa con más de 20 años, a precio de costo.
8) ¿Qué tan difícil es meter una caricatura en el New Yorker? James Sturm, dibujante de comics tan buenos como “Fantastic Four: Unstable Molecules” hizo el intento este año como una manera de practicar un tipo de dibujo menos intensivo y con menos exigencias. Que equivocado estaba. El proceso de selección es brutal y hay demasiados caricaturistas interesados en entrar. Uno puede estar AÑOS mandando dibujos sin lograrlo. ¡Léanlo y lloren!
9) Los 30 insultos entre autores literarios más despiadados de la historia. Incluye: “una hiena que escribió poesía en tumbas”.
Berlín. Final
Museos
En Berlín hay como 3 museos por cuadra. Hay de todo un poco, pero hay algunos muy muy buenos. Acá una lista exhaustiva de los que visité, algunos muy recomendables, otros no tanto:
Museo de la Tecnología (Deutsches Technikmuseum)
Una especie de guía exhaustiva sobre TODA la tecnología creada por la raza humana, obviamente desde un punto de vista alemán. Esta la replica de la primera computadora del mundo, junto con otros modelos, discos de memoria viejísimo, etc. Después tenés más o menos el mismo contenido sobre el cine,la fotografía, la impresión, la costura, el transporte (hay como 5 cuartos gigantes con la historia del ferrocarril, con decenas de vagones históricos), la joyería, la medicina y quien sabe qué cosas más. Cuando llegué a la zona de 5 pisos con la historia de la navegación y la aeronáutica (con miles de modelos de barcos submarinos escafandras mapas antiquísimos aviones planeadores etc etc) sonó el timbre de que se había acabado la hora y me tuve que retirar. Pero es muy bueno. Además, ¡Es gratis!
Museo de Arte Contemporáneo (Hamburger Banhof)
Museo bastante grande con un montón de exposiciones diferentes. Tenían una fija con muchos originales de Warhol (lo cual fue genial, ver los cuadros gigantes me hizo all fin entender bien su obra), unos cuadros de Robert Rauschenberg, también una exposición un tanto imposible sobre “Land Art” (pasaban ahí un documental muy largo sobre la Spiral Jetty, por ejemplo). También una exposición de Cory Arcangel, con proyecciones y trabajos basados en videos de Youtube y edición de video, estuvo bueno ver cosas nuevas, y varios cuartos dedicados a Joseph Beuys (¿puedo decirlo?.. ok, acá va: no entendí nada).
La exposición que más me impacto estaba en una sala llamada “Secret Place”, que estaba dedicada a outsiders, personas no-artistas que habían creado en cierta forma, obras. La exposición que había era inquietante: Era la obra de un tal Horst Ademeit, conocido de Beuys, nativo de Dusseldörf, que durante 14 años se dedicó a sacar obsesivamente miles y miles de polaroids que encontraron en su casa luego de que él murió. Las polaroids estaban organizadas en dos grupos, unas que eran más bien fotos de zonas cercanas a su casa, edificios en construcción, fotos “nada”, con anotaciones en cada foto. Las otras, que eran algo así como un “diario”, eran casi todas iguales: Una foto de unos diarios del día, un contador geiger, un reloj, algún otro medidor, y todos los bordes de cada foto escritos con una letra minúscula. Eran MILES Y MILES de fotos, todas escritas, algunas de las polaroids veladas, con ese color oro tan raro con el que quedan, e igual tenían todo escrito en los bordes de la foto. No se porqué me gustó tanto esa exposición, tal vez por esa cuestión tan sincera, tan “no-arte” que tenía toda la “obra” (que posiblemente jamás fue pensada como tal), y también por que vos veías toda la exposición y decías “fa, este tipo estaba realmente mal”.
(pique turista: este museo esta al lado del museo de historia natural, no es mal plan dedicar una tarde o mañana a visitar los dos)
Museo de Historia Natural (Museum Für Naturkunde)
Creo que solo necesito describir una cosa sobre este museo: Entrar y ver el GLORIOSO Y MAJESTUOSO FÓSIL DE UN BRAQUIOSAURIO EN TODO SU ESPLENDOR EN LA ENTRADA. My god. Abajo incluso tiene un cartelito del libro Guinness de los records ya que es el esqueleto fosilizado y ensamblado más grande del mundo. La puta gloria.
Obviamente el resto del museo esta super bien, otra parte interesantísima un recopilado de antecedentes al ser humano con los huesos y modelos en arcilla de como se verían unos cuantos australopitecus y homos no-se-cuanto, una exposición dedicada al Archaeopteryx con cómo 8 fósiles distintos (el original es alemán). Nada, liberen su inner nerd y vayan a pasarla bomba.
Checkpoint Charlie
Supuestamente EL museo sobre el muro de Berlín, la verdad que fue una decepción. Ocurre que es un museo que tiene unos 40 años y se fue cargando de objetos y cosas mientras el muro todavía estaba ahí. Entonces el interior es caótico, borroso y es difícil de navegar, además de que esta repleto de gente, los textos estan mal escritos y esta todo decorado con pinturas de artistas locales con metáforas del muro que son un espanto. Además, es caro (unos 12 euros). Eso sí, la trampa para turistas que es afuera, donde esta el cartelito (falso) de “you’re leaving the american sector” es hilarante. Podes sacarte fotos con gente disfrazada de soldados rusos! Venden pedacitos de muro! Venden remeras que dicen “i
Topography of Terror
A unas cuadras del Checkpoint Charlie, este museo esta dedicado a las actividades y la historia de la Gestapo y la SS. Es una colección de fotos y documentos, pero esta muy bien narrada y es super interesante, con bastante enfasis en Heinrich Himmler, el hijo de puta más hijo de putas de todos, después del señor de bigotito. También hay fotos muy inquietantes de momentos felices del nazismo, como esta:
El museo concluye con el final del Reich, los juicios y lo que pasó con cada uno de los involucrados en toda la mermelada esa. Es un museo mucho más histórico y ‘formal’ que los demás, pero sí les interesa el tema, es muy recomendable.
Museo de Historia Alemana (Deutsches Historisches Museum)
Enoooorme museo sobre un tópico igual de enorme: Toda la historia alemana, desde los comienzos como un conjunto de villas y poblados en el siglo X hasta la caída del muro. Es largo y denso pero muy interesante, especialmente para uno, sudaca acostumbrado a que la historia haya arrancado hace unos 300 años recién. Hay miles de cosas, desde maquetas de lo que eran las primeras villas que formaron alemania, decenas de cuadros históricos, mucho material sobre la plaga, las guerras, revolución francesa, e inevitable enfasis en ambas guerras. ¡Hay un antecesor del pinball del 1700! Bastante chocante es encontrar nada más y nada menos que el escritorio del señor de bigotito, así como su globo terráqueo gigante (que tiene un balazo, y varios golpes y daños).
Museo de Pérgamo (pergamon museum)
Otro museo que te caes de culo, el museo de pérgamo es cómo tres museos en uno: Por un lado, tiene toda una exposición gigante sobre la ciudad griega de pergamo (que estaba donde ahora es turquía), con un altar monstruoso que ocupa toda una sala, con un friso alucinante de la pelea de todos los dioses griegos contra los gigantes. Ya se que suena aburrido y nerd, pero realmente tenés que estár ahí para entenderlo, es emocionante. También incluyen un museo de arte antigua del medio oriente, y otro de arte islámica. Hay cosas increíbles, un montón de estatuas y tabletas babilónica (con esa escritura cuneiforme que es de los primeros alfabetos que existen). En el museo islámico podés estar viendo un jarrón grabado durante horas con todos los detalles increíbles que tienen, al igual que montones de tapices, estatuas, cuartos enteros pintados y decorados, etc. Es super clásico, esta muy lleno de turistas, pero es un gran museo. Además, tiene audioguías gratis que vienen con la entrada, que son una buena forma de visitar un museo.
(pequeña anécdota: Chichi en un momento vio un papiro de un Corán antiguo, del año mil o por ahí. Pensó “qué lindo”, y luego al rato apareció un niño musulmán, miró el papiro y llamo a la familia, “mirén, mirén!”, y se junto toda la familia fascinada con esa hoja y el padre empezó a leerselos y contarles que parte del Corán era. No es lo mismo para nosotros que para otros)
Otros lugares
Además de los museos, algunos lugares o landmarks que estuvo bueno visitar:
Tempelhof Airport
El aeropuerto de Tempelhof, básicamente es un gigante aeropuerto creado por uno de los arquitectos de Hitler durante el tercer reich. Esta ubicado muy en el centro de Berlín, lo cerraron en el 2008 y lo convirtieron en.. un parque. Sí, tienen kilometros cuadrados de terreno vacío en el medio de la ciudad que valen trillones de euros y los hijos de puta los convierten en un fucking parque.
La cuestión es que es fantástico. Entras y estás en un aeropuerto gigante en el medio de la ciudad, un terreno llano eterno y casi abstracto. La gente anda en bici, en rollers, en segway (las alquilan, si eran baratas casi consideramos ir en unas, por lo bizarro, pero era caro), hace barbacoas por ahí, la gente toca música, hay canchas de futbol, un mini-golf, plantaciones orgánicas, reservas de pájaros, etc, etc, etc. Y que haya un espacio tan vasto hace que la gente improvise e invente cosas. Un ejemplo: Mientras hacíamos un picnic ahí, nuestro amigo Pablo comentó que vió en un momento un muchacho andando en Bici, sin manos, con una guitarra, andando en bici y componiendo canciones y cantando. Daba vueltas muy lentamente por el aeropuerto, y a la segunda vuelta que lo vió, tenía como a 10 personas en bici y rollers siguiendolo y escuchándolo. Eso no pasaría en ningún otro lado simplemente porque en ningún otro lugar es posible andar en bici sin manos tan seguido en un lugar tan vacío como ahí. Es genial.
Encontré este videito que muestra muy bien el ánimo del lugar. Veanlo, vale más que mil fotos:
Kreuzberg
El centro más hipster de Kreuzberg (cerca de la terminal de Kottbusser Tor) son unas cuantas cuadras llenas de locales simpáticos, bolichitos, lugares para comer y pubs. Para comer está buenisimo Kreuzburger, un local de hamburguesas re rústico, baratas y muy apetitosas. Enfrente hay un bar muy lindo llamado Franken, con una decoración media anticuada y medio rocknrollera / the cramps, donde te pasan cualquier cosa de música (un día que estuvimos intercalaban entre un metal al re mango y no se, country). Después un bar gay llamado Rosie donde todas las paredes estaban cubiertas de plush rosado, un par de bar de viejos borrachos, y medio al lado está el SO36 (mítico club punk de por ahí, tocó medio mundo, ahora más que nada parece que hacen fiestas, no pudimos entrar pero estuvo bueno).
Mauerpark
“la tristán narvaja berlinesa”, básicamente. Es los domingos, desde muuy temprano hasta las 4-5 de la tarde, y hay millones de locales con ropa usada, chucherias, remeras, cds, vinilos, instrumentos, gente que lleva cosas random en cajas, lugares para comer, etc. Además, esta en el barrio de Prenzlauer Berg que es lindo y está un poco alejado y vale la pena luego recorrer y visitar.
En el MauerPark también hay un escenario de Karaoke GIGANTE, no se, entraran unas 1000 personas, al aire libre, y la gente se cuelga muucho a cantar y todos cantan bárbaro, el público hace coros, se emociona, aplauda por la mitad del tema. Es muy encantador, y en el rato que estuvimos vimos a un viejo desgarbado haciendo una versión genial de My Way de Sinatra (en alemán), una gordita cantando “Basket Case” de Green Day, un niño de 10 años que cantaba INCREÍBLE haciendo un tema tradicional, un tipo todo vestido de neon y con lentes negros haciendo YMCA y no se que otra bizarreada. Good Times. ¡Vayan!
Epílogo
– Vos cuando te pechas con alguien en el metro le decís ‘sorry’, no?
– Sí.
– Bueno, preparate para decirle ‘sorry’ sin querer a la próxima persona que te peches en Montevideo.
Pasé dos semanas en Berlín, en los últimos días fue inevitable hacer un pequeño resumen o un redondeo de lo mejor, lo peor, y lo que quedó pendiente de la ciudad.
Lo mejor del viaje sin duda alguna fue el lado más humano, o sea, encontrarme y pasar tiempo tanto con mis amigos que vivén allá (Pablo y Tomás, así como sus parejas, y Javier en Munich) y con Chichi. Interactuar con ellos, conocer gente cercana a ellos, conversar de cualquier cosa con ingléses, búlgaros y alemanes, y poder vivir la ciudad a través de ellos.
Tanto a Pablo como a Tomás los vi contentos y felices con vivir lejísimos de su tierra natal. Ambos exorcizaron el viejo miedo de “¿Y me quedó acá? ¿Me vuelvo? ¿Sigo buscando?” y eligieron a Berlín como lugar para vivir, al menos por un buen tiempo. Claramente no era todo color de rosa, y ambos estaban trabajando mucho y remándola día a día, pero contentos, satisfechos. En el caso de Tomás, con su banda están muy cerca de lograr ese objetivo de poder vivir 100% de la música, algo casi impensable acá, y haciendo una música más bien hermética, cantando en español y para un público bastante pequeño. Su vida y la de su banda además se empezaban a mezclar y confundirse: Si le iba bien a la banda, sacaban discos, hacían giras, les iba bien, ellos iban a poder vivir mejor, más cómodos, lo cual les permitía hacer más y mejor música, y cuanto mejor la música que hagan, mejor les va a ir. Es algo bastante tonto en realidad, pero nunca lo había visto tan directamente. Parecía ser alucinante y terrorífico a la vez, como todas las cosas realmente importantes en la vida.
Haber decidido viajar con Chichi fue una excelente idea, además de muy disfrutable. No solo por la comodidad y de poder alucinar juntos sobre la ciudad, sino de poder organizarnos bastante bien. Ella trabajó mucho, igual, lo cual me permitió pasar un montón de tiempo solo, callejeando, recorriendo barrios aleatorios a ver qué pasaba y visitando amigos. La conjunción perfecta entre viajar solo y viajar acompañado. A Chichi le fue muuy bien en su trabajo, pude conocer su ambiente de trabajo (muy agradable, por cierto) y me pude contagiar mucho de su entusiasmo al convivir con ella, poder contemplar juntos que el techo en Alemania está en otro nivel que en Uruguay, y que ella en su caso estaba muy cerca de llegar a él. Es una sensación tremenda.
Otra tontería: Definitivamente lo más divertido de viajar, más que visitar landmarks y millones de museos, son pequeñas situaciones con amigos, conocidos, conversar con un londinense sobre los riots y de como vivirlos, hablar con una surcoreana sobre lo difícil que es vivir tan lejos de tu tierra, el extrañar-pero-acá-estoy-tan-bien, en fin, darse cuenta que las inseguridades y problemas que tenemos todos son bastante parecidos.
¿Cosas Pendientes? Me hubiera gustado ir al Berghain / Panorama Bar, aparentemente uno de los clubs de electronica más copado del mundo, construido en una planta eléctrica entre Kreuzberg y Friedichshain. Abre de viernes a lunes y nunca cierra, es una fiesta demencial que sigue de largo. Pero bueh, quedó para la próxima.
En realiad, lo que más quedó en el tintero es haber conocido más gente alemana, o al menos, local. Rápidamente me encontré en un circulo rodeado de argentinos, españoles y uruguayos del cual fue difícil salir, y con el cual estuve muy cómodo, y entonces me faltó un poco eso de conocer más la idionsincracia de los locales y alemanes.
Luego de casi tres semanas viendo miles de carteles y escuchando centenas de conversaciones sin entender un sorongo, es inevitable: Te morís de ganas de aprender el idioma. Curiosamente, todos mis amigos que viven o vivieron allí me contaron la misma experiencia, casi calcada: Luego de estudiar alemán más o menos un año y medio, intensivamente, terminaron frustrados, sin poder entablar ni una puta conversación. Es lo que llaman el “período de bloqueo”. Luego de unos cuantos años más, lentamente se empezaron a soltar y el idioma te empieza a entrar “por los poros”. Pero parece que es difícil, muy difícil, y el tema de que la puedas remar en casi cualquier lado en inglés es muy tentador y dificulta bastante que uno se animé a tirarse a la pileta del idioma local.
Es interesante la relación que tienen con el ingles. Una pequeña anécdota: Estábamos sentados haciendo murito afuera de un festival de música. Chichi me comentaba que le parecía una falta de respeto hablarle a los alemanes directamente en inglés, que prefería empezar disculpándose por no saber alemán. En parte, estoy de acuerdo. A los minutos una muchacha se nos acerca y nos pide en alemán que nos corramos para que pueda sacar su bicicleta. Le decimos en inglés que no entendemos, y ella en seguida se disculpa por no habernos hablado en inglés. Hasta gente que te pide en la calle te pide las cosas en alemán e inglés (y a veces hasta francés!). En los conciertos y recitales, las presentaciones y el diálogo de las bandas es también en inglés. Muchas cantan en inglés también. Es extraño.
Yo nunca viajé mucho, esta fue mi primera vez en Europa y sólo recorrí 3 ciudades, y sólo una profundamente. Nací en Buenos Aires, pero soy bastante más uruguayo y veo muy difícil vivir en Buenos Aires. El ritmo es imposible. Pero sí, a la pregunta general que me hizo mucho tiempo: Es terrorífico, sí, pero me vi viviendo en Berlín, quizás en parte por mis amigos tan cómodos, en parte por haber ido en verano. Mientras hacía las compras, me tomaba el metro, hacía cualquier cosa, siempre en mi cabeza, en un tercer plano, había un plan complejo de cómo se podría hacer para poder vivir ahí. No es totalmente descabellado. Pero por ahora no. Pero la sensación de estar a miles y miles de kilometros de ‘casa’ y sentirse tan cómodo, es maravillosa.
Con esto termino la serie de crónicas de viajes. Disculpen si fue demasiado largo o intrusivo al ritmo normal del Blog. Prometo que si hago otro viaje, empiezo a escribir todo en un blog paralelo. ¡Salut!
Berlín. Música
En total fui a 3 conciertos mini-festivales. El primero fue muy simpático, en una especie de lugar ocupado cerca de Ostkreuz, el escenario era una especie de escenario móvil, hecho por varias secciones, una cada vez más pequeña que la otra, que se podían “plegar” y de esa forma transportar fácilmente de un lado a otro. Era un mini-festival feminista y queer para juntar plata para una banda a la cual la habían cagado en una aduana o similar. La entrada era baratísima (4 o 5 euros, creo) y de regalo te daban un vasito con gelatina de vodka. Allí vimos a 3 bandas, destacó una cantante folk inglesa con muy buena voz, que tocaba con guitarra, looper y un casiotone. Por suerte no caía mucho en clichés y todo lo usaba muy bien. Las otras bandas eran bandas más bien indies, con algo de noise, algo de indie, etc. Lo mejor era el ambiente, que era algo muy suelto, cómodo y buena onda, no muy diferente a cualquier toque de por aquí.
El segundo fue el Indie Pop Festival vol.2, que eran 3 días y que fuí al segundo exclusivamente para ver a los Wave Pictures. En total eran como seis bandas, el precio era más o menos razonable, quedaba a 3 cuadras de donde nos hospedabamos en Kreuzberg así que fuí. De paso, podía conocer a las otras bandas e interactuar con gente.
Todo el festival estuve bastante incómodo. La gente estaba toda bastante lookeada en plan indie-60s-coqueto-belleandsebastianero y demasiado prolijo. La cerveza era cara. Y las bandas, bueh..
La primera se llamaba Sorry Gilberto y no estaba mal, pero nada: Indie pop a cara de perro, con guitarra eléctrica, farfisa, melódica.. ¿ya pueden adivinar el resto de los instrumentos no?.. Sí! Casiotone! Glockenspiel! Ukelele! Las canciones eran lindas pero nada, era todo medio Juno.
El segundo era un flaco que tocaba la acústica y el ukelele. Todos temas rapidítos y “simpáticos”. Al principio me cayó bien ya que introducía los temas con frases onda “this song is about being drunk, and horny”. Después tocó un tema que se llamaba “Awesome Show” que medio explicaba todo lo que me rompía las pelotas de lo que pasaba en esa movida. La letra hablaba básicamente sobre lo copado que era ver un “awesome show by an awesome band” y terminaba en el tercero verso admitiendo que “aunque esto de tocar en vivo esta bueno, es mejor ver un gran show de otra gran banda”. No se flaco, sí opinas realmente eso, dejate de joder. Bajate del escenario y anda a un festival a ver otra banda.
La siguiente banda se llamaba Krystallin o algo así y fue deprimente. Una banda de gente más “grande” (35-45 años), y el librito decía que eran medio onda The Wedding Present. Eran increiblemente desprolijos, pero en el mal sentido: Pifiaban y el batero arrugaba y cortaba el tema por la mitad. Y arrancaban de nuevo. Lo hicieron com 4 veces, cosa que no veía desde algun show punk rasca en La Comuna. A uno de los guitarristas se le apagaba la guitarra y empezó a sacar pedales hasta que termino tocando directo enchufado al equipo. El cantante no era malo y se notaba que algunos temas tenían pila de potencial, pero era TODO muy igual. El baterista, sin exagerar, jamás toco el charleston. Todos los temas eran ride al palo. Me dejaron una sensación muy incómoda, me fuí antes que terminaran, me compré una birra y me puse a charlar con unos españoles, que parece que tocaban en el día siguiente en el festival. El guitarrista era un gordito simpático con una remera de The Field Mice que era una mezcla perfecta entre Matthew Perpetua y nuestro querido compañero Amadeo Gandolfo.
La cuarta banda estaba muy bien! Eran italianos, se llamaban Young Wrists y me recordaron un poco a unos Black Tambourine más climáticos. El guitarrista era muy bueno, el batero era GENIAL (tocaba parado, chancha redoblante pandereta, tocaba fuerte y le metía toda la onda). La cantante quizás era lo más flojo pero hacía el trabajo bien. Era todo bastante oscuro y fue un poco de aire puro en el show.
La penúltima no recuerdo el nombre, pero era su primer show , y eran una superbanda salida de dos bandas dream-pop de por ahí. Eran un embole todo suave y blandito, escuché 3 temas y me fuí.
Al rato cayeron los Wave Pictures, todos apurados y sin caras de muchos amigos, llevando los instrumentos. Su show fue brutal, y eso que tocaron todos temas que yo no conocía (presentando su nuevo disco, que todavía no escuché), pero igual fue buenísimo. Tocan fuerte, el cantante David Tattersall es muy carismático y aunque estaba en plan de “sólo vine a tocar” eran demasiado buenos y bueno, la banda entregó. Dos cosas que no me esperaba: 1) El batero canta muy bien, hubo un tema que salió de la batería a cantar un tema y fue excelente, seguro canta varios temas por disco, su timbre es parecido al del cantante aunque un poco más grave, y 2) David es uno de los guitarristas más alucinantes que vi en mi vida. Tocó con una vil Squier, sin pedales, y manejaba todos los sonidos subiendo y bajando el volumen de la guitarra. Rítmicamente era hiper preciso, soleaba perfecto, y nunca quedaba ese hueco de Power-Trío donde tenés la sensación de que te falta un instrumento.
Terminaron el show y desaparecieron rápidamente. Yo me pensaba retirar pero los chicos españoles que me había encontrar me agitaron a que los apoyé porque después de los shows de bandas y antes de la fiesta había una ‘Pop Quiz’. Eso mismo, amigos: Te ponían temas y tenías que adivinar el artista, o el nombre del disco, o el nombre de la canción. Era RE nerd y me dio un poco de vergüenza, aunque no puedo decir que no me divertí. Generalmente sonaban los primeros segundos y la gente saltaba gritando el nombre como desesperada. Agregué un puntito a mi grupo con “So long, marianne” de Leonard Cohen.
Nuestro grupo creo que quedó 4to y me gané un pin.
Cuando salí, en un bar a dos cuadras estaba Tattersall tomando una con unos conocidos. Lo saludé y lo felicité por el show.
El tercer festival al que fuimos fue un día de Drop Dead Festival, un festival con tendencias darkies que duraba seis días. Fuímos al segundo, donde tocaba Mueran Humanos, la banda de Tomás. El lugar donde se hacía el festival era genial, un lugar que antes se llamaba María, al borde del río Spree, un edificio enorme con 2 pistas y 2 lugares donde pueden tocar las bandas, y al costado varias salidas donde podías acceder a una pequeña “ramblita” donde la gente se acomodaba y fumaba.
Por supuesto, estaba todo repleto de góticos y techno-darks y piercings y enchulamiento y muchísimo negro y corsets PERO ADEMÁS había bastante gente vestida totalmente normal, o bizarros (recuerdo un gordito con unas orejas de gatito rosadas en la cabeza y vestido con una remera hippie, un capo). El ambiente dentro de todo era bastante agradable y cómodo. En las pistas pasaban mucho dark ochentero y cosas que parecían los smiths pero no eran, y los darkies bailaban felices por ahí. Parece que acá los góticos son gente copada.
Vimos sólo a un par de bandas del festival. Llegamos un poco tarde a Mueran Humanos, los siguientes eran unos que pensamos que eran rusos pero eran Lituanos: Un dúo de guitarra y cantante con bocha de pedales efectos y samplers tirando bases. Era todo bastante base repetitiva, riffs podridos y con sonido estéril de guitarra, ruido, y cantada-rappeada en lituano (supongo) con la voz con efectos. Todo medio festivo-pero-está-todo-mal, los temas por suerte eran sorprendentemente variados y eso lo volvió entretenido. El última tema fue una especie de ataque noise (noise del electrónico y jodido) con gritos que estuvo muy bien.
Fuimos a la otra sala, había dos chicas paradas en el escenario con una especie de pañuelos/velos en la cara. “Estará por empezar el show, supongo”. Pero el DJ seguía pasando música. Al rato se sube un flaco vestido todo de remera hippie y con el mismo velo, se acerca a una compu y tira como una base muy leeeenta y fracturada. El flaco se pone a cantar con auto-tune y las chicas se ponen a hacer una coreografía al lado de él. Al rato caí que lo que estaba presenciando era lo que me habían descrito hace unos días: El flaco este hacía Witch-House, el género ese pitchforkiano que había escuchado nombrar medio en burla. Escuchamos 3 temas, nos morimos del embole y nos pelamos a la mierda.
La siguiente banda era copada, unos franceses alemanes llamados Ania et le programmeur. Era como un rock con base electrónica bastante intenso, el cantante era bueno y cantaba en un rango alto, nada de esas cosas guturales a lo que uno esta acostumbrado. Tenían partes climáticas densas e intensas, rozando lo godspeed you black emperor. Y tenían un flaco que hacía play-back con una batería electrónica, que me pareció muy simpático. En ese show nos cruzamos con Tomás y Carmen y nos dedicamos irremediablemente a ir al backstage (el backstage era del tamaño de cualquier boliche grande de acá!) a mamarnos y comer galletitas (había galletitas, papas, fruta y pila de cosas, como en los backstage pro!). Pasó un buen rato, al salir del backstage escuchamos los últimos compases de una banda en plan Le Tigre pero más politizada y con batería más al palo. Meh. Dimos un par de vuelas, decidimos ir a otra fiesta y ahí se acabo nuestro período de recitales.
Hablando unos días después con Tomás, y contándole sobre mi experiencia en los festivales, me contó que la escena dark-gótica es mucho más abierta y copada que la escena indie, digamos. Que tocan un montón de bandas re distintas, hay poco reviente (léase drogas), y la gente baila y pasa un buen rato, es muy saludable. La escena y bandas indies por otro lado son mucho más rígidas y es como algo totalmente importado, con poca personalidad. Ponele que no fuí a tanto show para poder confirmar eso, pero la sensación que me dió fue esa. Me quedaron pendientes ver a Kurt Vile y Blonde Redhead, ambos shows que me perdí por no haber sacado entradas anticipadas.
El próximo post es en unos días, y son más que nada últimas generalidades sobre Berlín y algunos de los lugares que visité. Salut!
La Primer Familia del Futuro.
1. The Living Monolith
Se sabe, se rumorea por los pasillos editoriales: no sos un verdadero fan de los comics de superhéroes si no querés, en algún momento de tu vida, escribir los 4 Fantásticos.
O sea, vamos, si no sabés PORQUE tenés que querer escribir los 4 Fantásticos, la verdad que puedo entender que seas uno de los miles de jóvenes infelices que se han vuelto fanáticos bajo la oscura contemporaneidad superheroica. Que te guste Stratosky, por ejemplo. Y que para vos los 4 Fantásticos sean una especie de pieza de museo herrumbrada, un comic seguro, familiar, Disney, maricón, del cual lo único que vale la pena son los chistes estúpidos sobre los miembros de los protagonistas.
Entiendo que en tu triste mundo de mutantes con garras y Avengers malvados y noir chino sin colmillos los Fantastic Four parezcan el abuelito venerable a quién nadie escucha. Pero estás equivocado. Seriamente equivocado.
El problema de escribir los Fantastic Four es: ¿cómo escribir el comic que hizo que Jack Kirby y Stan Lee inventarán el estilo BIG! MAD! ACTION!? Como superar, no, que superar, como aspirar siquiera a limpiarle las botas a tipos que en rápida sucesión te daban Annihilus, Dr. Doom, Black Panter, The Inhumans, Galactus.
Y, por otro lado, la dificultad emparejada es que los Fantastic Four también giran alrededor de ese concepto gastado, de popularidad decadente, que es la familia. Hoy en día la familia no rinde. Y mucho menos una familia como la de los FF que se quieren, a pesar de que peleen, que son un paradigma de normalidad y felicidad, inclusive a pesar de sus deformaciones. Lo interesante del concepto de este costado de los FF es justamente esto: toman el paradigma marveliano del personaje (defecto + heroísmo a prueba de balas= identificación outsider + aspiración del lector) pero lo toman como un punto de partida para algo que los trae aún más juntos. Los Fantastic Four son (junto con Capitán América) probablemente los únicos héroes amados de Marvel, los únicos que se aproximan más al paradigma DC. Y si bien el Capitán es fácil de encasillar en aventuras de guerra y espionaje, estos no. Estos solo funcionan dentro de un ambiente extremadamente fértil e imaginativo.
Son los únicos que no se sienten outsiders (bueno, Ben un poco si) porque lo que los une es tan fuerte y tan puro. La única manera en que esta contraparte ñona se puede vender a esa porción de la población que son los lectores de comics de superheroes, tipos cínicos y desagradecidos que prefieren la muerte al crecimiento, es con el dulce aditivo de que los Fantastic Four son EXPLORADORES DE LO FANTÁSTICO. Está ahí en el nombre. El primer comic que compré en mi vida estaba protagonizado por los Fantastic Four. Era un What If de cuatro historias. En cada una de ellas, todos poseían el poder que caracterizaba a uno de ellos. Y eran el reverso de su espíritu: 4 historias en su mayoría depresivas, qué, sin embargo, exploraban hasta el límite lo que significaba ser un aventurero que al mismo tiempo es una especie de explorador victoriano, mapeando nuevos territorios. Monster Island, todos tristes, Sue convertida en un Man Thing cualquiera al que le rodaba una lágrima. Shield, una historia de superespias invisibles. Cuatro antorchas humanas que parecen mas bien X-Men, feared and hated by the world. Era una zambullida completamente inesperada en el universo y en esos personajes y me marcó el cerebro para siempre.
Mark Waid lo captó muy bien en el primer número de ese run encantador, con dibujos de Mike Wieringo, que comenzaba con un Mister Fantastic que paseaba a los lectores a lo largo de las infinitas posibilidades de ser una familia que explora lo desconocido. ¿Y qué importa si ponen en riesgo su vida cuando aquello que encuentran es tan maravilloso? Reed Richards era de celuloide, un dibujito animado, y nos decía que jamás iba a morir mientras saltaba adentro de un átomo (no recuerdo la imagen, pero esa era la sensación: Reed Richards de ojos grandes y lustroso uniforme azul y quijada perfecta). Todo el run de Waid es, de alguna manera, un flirteo con la muerte que nunca llega. Doom es la perdición pero, a la vez, comienza a ser una especie de extraño miembro de la familia, al ayudar a dar a luz a Valeria. Y cuando finalmente la muerte llega (producto de Doom, como no podría ser de otra manera, que es como un catalizador, como un elemento ajeno que dinamiza las relaciones en la familia y genera cosas nuevas) Waid y Wieringo optan por una solución Deus Ex Creator que es sin embargo muy satisfactoria: Jack Kirby como Dios, dándole la vida de nuevo a The Thing con una movida de plumín.
Es que Waid juega todo el tiempo con la dualidad familia-fantástico que está en la base de los Fantastic Four. Y si uno lo piensa bien es una de las dualidades que se pueden encontrar en la base de la mayoría de los héroes de Marvel. Pero mientras en muchos de ellos la familia es una cosa perdida, o una comunidad construida en base a la necesidad, en los Fantastic Four es una elección, un regalo. Y, además, su etapa lidiaba con la familia más importante de todas, con los padres separados Jack y Stan, que jamás pueden estar muy lejos. Cuando un escritor llega a Fantastic Four, da vueltas alrededor de una serie de tropos y de personajes: Doom, Namor, los Frightful Four, Annihilus, casi ninguno se resiste a tomar el toro por las astas y escribir una historia con Galactus. La mayoría de estas historias son basura, porque lo único que quieren es recapturar el shock and awe de su primera aparición, pero sin percartarse de que ya no es la primera aparición de Galactus, que hemos perdido el aura en el camino, que las expectativas son diferentes y que ya no basta con ese gigante en casco purpura que juramenta comerse la tierra sino que ahora hace falta tener algo que decir sobre él, sobre su universo y sobre lo que representa. Que en otras palabras hay que ser personal en una industria que generalmente te pide que solo seas repetitivo, que vendas tu alma y recicles ideas y personajes.
O sea, es muy cruel: imagínate que sos un niño que crece leyendo comics entre cualquier momento de 1962 a 1983, ponele, que consumiste los Fantastic Four de Kirby y Lee, el producto genuino, que de alguna manera esas ideas y personajes entraron en tu cerebro y lo cambiaron para siempre, ocuparon un espacio de ideas que antes estaba vacante (y que podría estarlo para siempre). Yo, que estoy acostumbrado al comic de superhéroes posmoderno, no puedo ni siquiera imaginarme como debe haber sido leer una historieta que presentaba UN NUEVO CONCEPTO CADA NÚMERO, que estaba ahí, desplegando los ladrillos fundamentales de un nuevo universo frente a tus ojos. Como no vas a querer llegar ahí y volver a hacer todo eso, recapturar la gloria. Yo quisiera escribir de nuevo todos los comics de Grant Morrison, si pudiese y tuviese su genio. Lo cual es una forma de decir que escribiría cosas influenciado por su estilo y que reproduciría un estado de cosas, justamente lo opuesto a lo que Morrison representa. Y, sino, imagínate, que sos un creador ya distanciado de la época dorada, pero que tiene que enfrentarse con algo peor: con dos ídolos fundidos en bronce que proyectan su sombra sobre todo aquello que vino después. Incluso si sos un creador indie, tenés reverencia por Lee & Kirby, especialmente por los Fantastic Four. Entonces, ¿qué pasa con un título cuando tiene que vivir así: algo venerado pero raramente mejorado, una propiedad que duerme en la irrelevancia, como un templo cubierto de telarañas de granito?
Algo perdido en la jungla, un lugar al que se acercan los peregrinos a depositar su ofrenda simbólica y seguir viaje, que vende poco e impacta menos. De vez en cuando algún grupo urbanista se aventura en la selva y decide que es tiempo de renovarlo, que ahora colocarán ahí un shopping o un centro cultural o un parque aprovechable para toda la población, pero los colores están mal y el estilo es modernista y espantoso, no coincide con ese barroquismo energético de la puesta original, entonces arman un par de habitaciones mal pintadas, encima de lo anterior, lo deforman un poco y finalmente lo abandonan, de nuevo, en la jungla, y por algún misterioso poder ese espacio vuelve orgánicamente a su punto original, dejando lo de siempre: un hombre que se convierte en fuego, uno que se estira, uno de roca, una mujer que se vuelve invisible y algunos niños traviesos.
2. Jonathan Hickman y la angustia de la influencia.
Exactamente eso le esperaba a Jonathan Hickman al momento de tomar la serie, hace un par de años. En primer lugar, tenía que recoger los pedazos estallados de un experimento que salió bastante mal: el run de Mark Millar y Bryan Hitch en la Primera Familia. Fresquito de Ultimates, Civil War, creyéndose el dios en la tierra, Millar decidió que era hora de tomar la piedra angular del universo Marvel e imprimirle su magnífico y cool estilo. Aún recuerdo las entrevistas diciendo que en cada número iba a haber un nuevo personaje, que era hora de poner a los Cuatro Fantásticos en el panteón y el estrellato de Marvel Comics de nuevo, que basta de tratarlos como si fuesen el último orejón del tarro.
Y eso era lo segundo terrible: Hickman agarra los FF con Dark Reign, uno de esos status quo que parecen salidos de un libo de ideas prontamente reversibles.¿ A quién se le hubiese ocurrido que “los villanos dominan el mundo” podía durar más de 10 a 14 meses? ¿Y qué lugar le correspondía a un grupo de personajes amorosos y buena onda en ese lugar donde lo que era cool era ser Venom?
El run de Millar, además, no podía haber sido peor: lo que comenzó con grandes expectativas rápidamente fue deteriorándose hasta que Millar dejó los últimos números a la buena de dios, la historia que estaba intentando contar deshilachándose y sin importarle el final, con un Bryan Hitch (que cada día dibuja peor) que no llegaba los tiempos saltando como rata por tirante.
Y lo peor: la serie no tenía chispa, Millar intentaba ser cool y posmoderno pero tenía demasiado respeto, sabía demasiado bien de que estábamos hablando cuando hablábamos de los Fantastic Four y no podía burlarse de eso. Entonces tenía a Doctor Doom como antagonista final, tenía un Galactus muerto, pero Galactus al fin. La perfecta metáfora del run de Millar fueron todas sus declaraciones y pomposidad alrededor de la muerte cierta de Sue, la Mujer Invisible, solo para que al final sea una Sue del futuro, sin ningún tipo de consecuencia real para la historia y el mundo ficcional. Y lo peor, lo que seguramente más le dolió a Millar fue el hecho de que no fue un éxito ni por cerca, que fue su primera serie que no llego a cifras astronómicas de ventas. Millar mismo pareció ir perdiendo el interés, al final, el Doctor Doom sobrevivía durante MILES de años sin una explicación muy clara, entre paneles, solo como un requisito para tener una vuelta de tuerca de último momento que lo involucre. Era perezoso y descuidado y poco inspirado.
Lo interesante que hizo Hickman fue que retomó todas las piezas que estaban desparramadas y comenzó a experimentar entre esos dos extremos que definen a los Fantastic Four: exploración y familia. Entonces, agarró algunos conceptos que había dejado desperdigados Mark Millar (un Galactus del futuro enterrado bajo Nueva York, el mundo paralelo adonde enviaron a los responsables de esto, unos Defenders futuros) y los modifica, casi te diría los evoluciona, para que encajen mejor al lado de los viejos conceptos de Kirby y Stan Lee. Trae de nuevo al Dr. Doom, desarrolla enormemente a Valeria Richards (creación de Claremont, expandida por Waid), comienza a repuntar un Franklin al que durante mucho tiempo se había reducido (por sus poderes inmanejables en una historia de ficción, poderes que provienen de la época Byrne) a ser solo un niño molesto, la serie comienza con Nathaniel Richards, el padre de Reed creado por John Byrne y que también aparece bastante en el ocaso de Tom Defalco. Hay cierta tendencia a hacerse eco de la aproximación holística que impuso Morrison en su trabajo con Batman, con la diferencia que la historia de los FF, por su creación y naturaleza, es mucho menos divergente en tonalidades y temáticas que la de Batman.
Y en gran medida esa consistencia tiene que ver con que FF gira alrededor de una familia. Nunca es muy FF si no están los 4 principales (más abajo discutiré, contradictoriamente, con esta idea al argumentar que Spider-Man funciona). O si faltan, la historia tiene que girar alrededor de esta falta, el agujero que deja y la manera en que nuevas incorporaciones (como cuando nace un nieto) agrandan la familia y rellenan el vacío y la tristeza.
Hickman refuerza ese microcosmos que balancea su rescate de viejas ideas y personajes al intentar darle una nueva vuelta y ampliar el universo en el que se mueven los cuatro protagonistas. Entonces vuelve Doom, pero es un Doom disminuido. E introduce cuatro ciudades destinadas a estar en guerra que abrevan en elementos de Namor, Annihilus, el Mole Man y los Inhumans, pero mezclándolas con otras cosas del universo Marvel como el High Evolutionary y los caballos cósmicos de Power Pack (si, caballos cósmicos) y las tortugas que cambian de forma que eran enemigas de ROM el robot-caballero espacial que Marvel licenció a una compañía juguetera en los 80. Y deforma tanto los aportes de Millar que parece a propósito.
El otro elemento consiste en la ampliación de la familia: Hickman inventa The Future Foundation, una apuesta a futuro de Reed que busca rejuntar a las mentes brillantes más jóvenes de su generación. Entonces hay un par de nuevos atlanteanos, un par de hombres topo evolucionados, el Dragon Man, ese androide de Diablo, mejorado para poder pensar y vuelto abstemio, Alex Powers, de Power Pack, un clon del Wizard. Se van a vivir al edificio Baxter y comienzan a pensar en formas de mejorar el mundo. Y ahí la dinámica comienza a cambiar para algunos personajes.
Si hay un tema en el run de Hickman hasta ahora es la tensión entre el cambio y la comodidad, el duelo entre lo correcto y lo altruista y lo familiar y lo egoísta y la posibilidad de modificar el mundo a coste de un gran precio: a cambio de aquello que te hace humano. En definitiva: ¿frente al universo gigante y ajeno y lleno de posibilidades, elegirías a tu familia? Esta dicotomía está planteada en el primer arco más claramente, en el cual Reed Richards se encuentra con un “concilio” interdimensional de Reeds que “han arreglado todo”: la hambruna, la guerra, los supervillanos, el mundo entero. Pero en los mundos de esos Reeds hay solo eso, Reeds, y no Fantastic Four de ningún tipo. Han abandonado todo aquello que los conectaba con las tristes vidas mundanas a favor del bien máximo. Entonces Reed huye y destruye el portal, el único incapaz de dejar de lado a su familia.
Otra cosa que está muy presente en estos Fantastic Four, que hace que sean bastante adeptos al paladar actual y que, una vez más, remite al Batman de Morrison (entre otros, claro), es su insistencia en “grandes actos”. El primero claramente está dado por los números que van del 570 al 588 y que culmina con la “muerte” de la Antorcha Humana. Este es una especie de armado de los bloques fundamentales y las novedades y remixes que Hickman va introduciendo en la continuidad de la Primera Familia. La segunda etapa se abre con el lanzamiento de FF (Future Foundation) y con el agujero que deja la desaparición de Johnny Storm. Agujero que cubren invitando a Spider-Man a unirse, en una movida que ha sido considerada controversial y antinatural por mucha gente, ya que destruye el concepto de “familia de sangre” que permea a los FF. Pero Spider-Man es una elección natural, es un amigo antiguo de la familia, el superhéroe favorito de Franklin (al menos hasta que su tío se sacrifica por él), amigo de Johnny Storm, con una relación casi de madre e hijo con Sue y capaz de seguir el tren de pensamientos de Reed. Aquí el nuevo status quo de Hickman se apodera de la serie introduciendo tensiones, especialmente con Ben Grimm. Y hasta el momento viene siendo un poco más decepcionante que la primera etapa, sobre todo por su lentitud (todo gira alrededor de un solo arco argumental). El tercer acto ya se vislumbra e involucra el relanzamiento de Fantastic Four con su número 600 (algo que era obvio que iba a suceder, dada la atracción de las compañías de comics por los números redondos) y especulación sobre el retorno de Johnny Storm (una muerte muy poco duradera, incluso para los estándares del comic).
Al mismo tiempo, este comic habla bastante de la circunstancia actual de los comics de superhéroes. Hickman está intentando hacer una serie fantástica y de “gran aventura” en un panorama donde predominan los superhéroes vistos a través de una lente de espías y agencias de gobierno, relacionados todo el tiempo con las agencias de poder y de control. Los Fantastic Four son superhéroes completamente independientes, filántropos, abiertos (¡tienen un maldito edificio!) y parte de su desincronía con el Marvel de Quesada tenía que ver con eso. Por otro lado, Hickman evidentemente tiene una potente relación de influencia con Grant Morrison, cosa que no es descabellada, ya que Hickman claramente, por su trasfondo y sus series anteriores a entrar a Marvel, se quiere presentar como un escritor de comics “inteligente” “de ideas”, que busca retorcer las franquicias en las que trabaja. A diferencia de Morrison, sin embargo, muchas veces sus ideas parecen meras florituras estéticas que se emparentan más con su trasfondo en el diseño que con un conocimiento cierto de cómo realizar una historia emocionalmente satisfactoria. Está aprendiendo, sin embargo, y el arco de la muerte de Johnny Storm y sus consecuencias demuestran bastante profundidad y emoción genuina. Volviendo al punto: uno de los personajes nuevos que introduce es el Anti-Priest, un sacerdote de la iglesia de Annihilus que quiere realizar una especie de “rapture” en la tierra que involucra la invasión y reconfiguración de los seres humanos como huéspedes para la raza insectoide de la Zona Negativa. Y este Anti Priest se parece mucho, pero mucho a… Grant Morrison. ¿Qué es lo que nos está diciendo acá Hickman? ¿Acaso que la tan cacareada idea de Mozz de que estamos en una etapa transicional hacia el ideal del superhéroe, que nuestros cuerpos pueden evolucionar y relacionarse con lo ficcional a través de estos conceptos es en realidad solo un caballo de troya ridículo que precogniza nuestra perdida de humanidad? ¿Qué en realidad tenemos que conservar nuestros rasgos fundamentales, relacionados con aquello que está más cercano, la familia? Si es así, es un pobre mensaje, pero está bien que exista un escritor que reconozca que ya es hora de comenzar a intentar, como se pueda, reemplazar a Morrison como el idea man de los comics de superhéroes norteamericanos. Después de todo, no va a durar para siempre.
Sin embargo, si con Morrison algo parecería pelear, la otra gran influencia de Hickman es inescapable como el tirón de gravedad de una estrella en descomposición y, a pesar de todos sus intentos de ampliar el universo, no puede escapar del hecho de que todo surge de Jack y Stan. Todo. El punto de partida es ese, lo que hay son permutaciones, variaciones, diferencias, manejadas con mayor o menos aplomo y calidad. Un Galactus muerto, nuevos Inhumans, un Dragon Man reformado, nuevas razas atlanteanas. Todo viene de la fuente que fueron los Fantastic Four 1-103. Quizás esa es la maldición y la bendición de estos personajes, lo que los hace tan hermosos: todo está ahí, en ese acto de creación originario, irradiando, contaminando lo sueños de quienes los escriben y dándoles vergüenza, sabiendo que nunca serán tan buenos, pero desesperados por intentarlo de cualquier modo.
de criollismo, pt. 2: en el ala del tiempo
Para cuando apareció Chabuca Granda, ya todo estaba definido sobre el futuro de la Música Criolla. Desde el ahora, cuando ya todo ha pasado, se me antoja parecida a aquellos personajes de una crónica de los cuales ya sabemos el destino, que nos es mencionado al pasar casi al inicio de la misma como un detalle sin importancia, su muerte o su derrota, y a los que, sin embargo, no podemos dejar de seguir, ilusionados de que, de alguna forma, es posible evitar lo inevitable, y encontrárnoslos del otro lado incólumes, completos.
Pero del otro lado ya no se encuentra más que rezagos de la tormenta, los sobrevivientes brillando casi todos del reflejo de una luz que aún se demora en morir, pero es solo percepción, como cuando en la noche vemos estrellas y creemos que ahí están todavía, cuando hace rato ya que se apagaron y no queda sino el vacío.
Cuando Chabuca aparece, sin embargo, las cosas eran bastante diferentes. El Criollismo se encontraba en plena migración de los callejones a las radios, y de estas a los grandes teatros del país, en movimiento paralelo al de una economía que crecía en los mismos rangos que crece hoy en día, con aún menor repartición. La burguesía vivía una bonanza que le permitiría enfocarse en manifestaciones artísticas, y otras formas hermosas de perder el tiempo. No es casualidad que, años luego, las bandas beat de Lima se encontraran entre las más activas de Latinoamérica, a la par de Argentina, México o Uruguay: la juventud satisfecha tiene tiempo para eso; los setenta serían otra cosa.
El Criollismo se encontraba entonces maduro. Luego de la renovación que significó La Nueva Guardia, con Pinglo a la cabeza, las formas volvieron a estancarse en cierto grado. Grandes canciones se escribieron, es verdad, pero pocas osaban romper los moldes de la manera en que lo había hecho el músico de los Barrios Altos, y ninguna alcanzaría la variedad en los temas y tonos que hacen de la obra de Pinglo la mejor fuente para entender la clase media capitalina en los años de entreguerras. Es posible hacer cosas hermosas a partir de moldes establecidos, tipologías arquitectónicas, pero se requiere un tipo de genialidad especial para convertir esos moldes en algo nuevo, para acelerar el proceso lento de una evolución y convertirlo en el trauma repentino de una mutación.
Chabuca es precisamente el tipo de genialidad que se necesitaba para conseguir esta mutación. Nacida en un ambiente muy diferente al de la mayoría de los músicos criollos, quienes por lo general venían de estratos populares y habían afilado su arte en jaranas de días y semanas repletos de pisco y callejón, las expectativas usuales de una muchacha de clase alta en la Lima de la primera mitad del siglo XX casi frustran las inclinaciones artísticas que mostró desde joven. No es hasta 1948, casi entrando en la treintena, y con un divorcio a cuestas, en que Chabuca empieza a componer sus primeros valses. Que su canción más famosa, La flor de la canela, sea su quinta composición, nos dice bastante de la rapidez de su maduración como artista.
Artista es una palabra que va perdiendo su valor en estos días de tumblr y google+; un par de conceptos mal aprendidos, una actitud desafiante, tres o cuatro fotos, un par de canciones o una instalación, y ya todos nos llamamos artistas, cuando es necesario algo más. Un artista es, sobre todas las cosas, un artesano, que va refinando su arte de a pocos, puliendo el barro o tallando la piedra hasta descubrir la forma escondida debajo de ellos. El arte es tanto un trabajo de paciencia como lo es de genialidad.
Pero quítale la genialidad y te quedas con artesanías de tienda de recuerdos. Una actitud muy extendida es la de censurar cualquier intento de intelectualización del proceso creativo como un acto de pedantería. Lo mejor que podemos hacer es hacernos los tontos, no darle muchas vueltas al porqué de las cosas, como si las soluciones a los problemas se pudieran encontrar de alguna forma mágica e inesperada toda vez, y nunca al pensar.
Chabuca es una artista genial porque combina ambas cosas: la paciencia del artesano y la teoría del crítico. Solo eso explica que sea capaz de pasarse cuatro años sin escribir una sola línea, rumiando la manera de expresar lo que sentía ante la muerte de Javier Heraud, para luego aparecer con uno de sus ciclos más poéticos y abstractos, consciente de que si no se hacía algo el vals se iba a morir de túndete.
Como si tuviera que preparar mis apuntes para una defensa oral ante un jurado traté de aislar qué era lo que hacía que Chabuca fuera una artista, y una grande. Esto fue lo que encontré:
- Evolución Formal:
Todos los grandes artistas innovan. Es verdad que esta innovación no es necesariamente formal, la obra de Merrit o Pollard lo demuestran, pero es necesaria una dosis de novedad para convertir algo bueno en algo enorme.
Y todos los grandes artistas, o al menos los que me gustan, lo hacen constantemente. Sería fácil para ellos hacer lo que ya probaron y en lo que saben que funcionan, pero entonces, ¿cuál sería la gracia?
Chabuca comenzó escribiendo valses y marineras muy pegados a la norma. Estructuras estables, patrones rítmicos. Pero rápidamente se dio cuenta de que había mil vueltas que darle a esto, y que eran solo los ladrillos que se podían usar para construir monumentos. Como la obra de un pintor, las composiciones de Chabuca pueden ser clasificadas en etapas bien definidas: los inicios, en los que juega a encontrar su voz; la voz, en donde ya la ha encontrado, y en donde compone sus canciones más conocidas; la abstracción, cuando busca expandir los límites de lo que significa una canción suya, componiendo, entre otras cosas, sendos ciclos a la memoria de Javier Heraud y Violeta Parra; la búsqueda de las raíces, en donde, consciente de lo ninguneada que estaba hasta ese entonces, explora la música afroperuana, sin la cual no existiría el vals, ni nada.
- Coherencia Temática:
O la teoría de los demonios de Vargas Llosa, que sostiene que cada artista tiene una serie de temas a los que vuelve una y otra vez, porque son los demonios que pueblan su mente y que no puede exorcizar, aunque lo intentan. En el caso de Chabuca son: el paso del tiempo y sus efectos; la soledad y la muerte; Lima y lo que contiene. Canciones tan diferentes como su valses y marineras del inicio, y las variaciones de negritud que compone en sus últimas horas, todas hablan de estas cosas.
- Reconocible Estilo Propio:
Al igual que cuando uno ve una pintura de Matisse o de Goya sabe qué es lo que está viendo, y al igual se puede fácilmente imitar la prosa de Borges, que no igualarla, utilizando una serie de palabras y de giros verbales, las canciones de Chabuca están impregnadas de un estilo bien definido.
Es este estilo, por sobre todo, femenino. Femenino en la percepción en el detalle, y en la empatía con que lo vive. Gusta mucho de las metáforas florales y de los arcaísmos, como quien no quiere dejar que muera el pasado precisamente porque sabe que es efímero y hermoso.
- Conexión con el Zeitgeist
Hace un tiempo revisé los artículos que había escrito para EBM y para mi anterior blog, y encontré que en muchos de ellos menciono qué tanto se alineaba la obra de un artista con el espíritu de su tiempo. Es verdad que una obra de arte debería ser universal, y hablarnos a través de los siglos, como Tolstoi o como Cervantes, pero también es verdad que esto es imposible hacerlo si es que no hablas desde el ahora y el aquí. The Wire y The Sopranos nos resuenan tanto por ser comentarios sobre la furia de los dioses y la degradación moral de nuestros héroes respectivamente, como porque son la mejor lectura de los efectos del capitalismo americano del Siglo XX.
Es poco probable que Chabuca fuera consciente que sus canciones eran un síntoma de que la música que tanto amaba estaba moribunda, si no muerta. Pero si en Pinglo encontramos autos y migrantes en una ciudad que estaba en permanente cambio, en las canciones de Chabuca nos topamos con una realidad que va poco a poco desapareciendo, con una alegría que irremediablemente se convierte en nostalgia.
Luego Chabuca se nos muere, y nos quedamos escuchando su recuerdo.