2013: Cornucopia.

2013

(La «tapa» del compilado y la imagen que ilustra el post provienen del genial Michael DeForge y su Ant Comic, que recomiendo de forma fervorosa).

Este año ha sido realmente enloquecedor y prolífico para grandes discos y grandes canciones. Hacía mucho que no vivía un período solar en el cual he escuchado tanta música, tan variada, tan interesante. He consumido tanta música que me aburrí de algunos discos por sobre-escucharlos pero tuve tiempo antes de fin de año de volver a ellos y redescubrirlos. He estado escuchando discos nuevos hasta el día después de navidad y sin embargo no he logrado cubrirlo todo.

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Des-hecho.

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La progresiva diferenciación subjetiva y la expansión del dominio de los estímulos estéticos llevaron a que estos fueran manipulables. Podían ahora ser producidos por el mercado cultural. La sintonización del arte con las reacciones individuales más fugaces colaboró con su reificación. La creciente similitud del arte con un mundo físico percibido subjetivamente lo ha llevado a abandonar su objetividad, acreditándolo ante el público.

Theodor Adorno citado por Andreas Huyssen en Después de la Gran División (Citado aquí con el perdón de @theoldmacnulti, verdadero adorniano).

¿Qué pasa cuando una canción te acompaña por casi 20 años? ¿Qué pasa con vos, por un lado, que se supone que has cambiado a lo largo del tiempo, que sos otra persona, que todas las capas subjetivas se han ido reemplazando como los caparazones de un escarabajo en crecimiento? Pero, también ¿Qué pasa con la canción? ¿Acaso cambia? ¿Es posible que en esa misma composición repetida durante tanto tiempo, en esas mismas notas grabadas hace quién sabe cuanto, de golpe surja algo nuevo? ¿En su repetición obsesiva?

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Cruzando el Río.

(una guía práctica a los distintos barcos de Buquebus para cruzar el Río de la Plata)

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Terminal de Puerto Madero
La terminal de Buenos Aires de Buquebus y Seacat es ultra modernosa, fría y desagradable. Tiene esas curiosas placas de metal con agua chorreando constantemente. En su segundo piso, la sala de espera. La gente se acumula, espera, hace una cola interminable de 30 minutos para darse el lujo de tener una mejor ubicación en el barquito.
Tanto en la terminal de Buenos Aires, como en la de Montevideo, como en cualquiera de los barcos, los precios para tomarte un café y comer una medialuna son exhorbitantes y ridículos. 45$ Argentinos (unos 135$ Uruguayos) por un café y 2 medialunas chiquitas. Con los viajes me acostumbré a surtirme siempre antes de viajar, con al menos una botella de agua rellenada inteligentemente antes de salir. Si tengo hambre, es morir en algún alfajor comprado en la parte inferior de la terminal.

Flecha de Buenos Aires

No conozco bien la historia, pero creo que originalmente «Seacat» – la empresa – incluía solamente este barquito, el Flecha de Buenos Aires. Más que un barco, es un barquito, un bondi. Entrás por adelante, tiene unas filas de 3 asientos a los costados, más una gran fila central, cortada por el minúsculo Freeshop que se dedica más que nada a vender alcohol y chocolates. Por su tamaño, el Flecha de Buenos Aires se mueve, y bastante. La única vez en que vi a los encargados del barco repartir alegres bolsas para vomitar fue en el Flecha de Buenos Aires. Pero también, por su tamaño, este barquito es el más ágil y rápido, ya que al ser menos pasajeros el embarque y desembarque es mucho más breve. Eso si: Lleno puede ser un infierno de gente empujandose, gritando, y luchando para colocar el equipaje en la parte superior. A veces se arma una divertida cola alrededor del freeshop (una cola que cubre todo el barco, prácticamente) donde la gente compra su surtido de Jim Bean, London Dry Gin y bolsas de Snickers,  Mars y After Eights para regalar previsiblemente a compañeros de trabajo.

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Construyendo historias de edificios

(god...) Sometimes I Really Hate It Here (The Heavy Paper) 10-11

En Jimmy Corrigan había algo que impedía que empatice totalmente con los personajes: la tristeza, tan opresiva y perenne, se me hacía muy lejana a mi propia experiencia. Podía simpatizar con el gordito silencioso, podía apreciar estéticamente la preciosa recreación de la Exposición Universal de Chicago, y envidiar la elegante manera en que Chris Ware revela, casi al pasar, la dimensión trágica de la relación entre Jimmy y la hija adoptiva de su padre, familia suya sin saberlo, en un giro faulkneriano perfecto. Pero todo esto visto desde la perspectiva del entomólogo que estudia una colonia de hormigas a través de un cristal, sin haber sentido nunca lo que siente una hormiga. La desesperación de Corrigan, su completa incapacidad para relacionarse con los demás, lo volvían, para mí, bueno, una caricatura, un personaje.
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Dieciseis Años Después.

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Blur, Buenos Aires, 2 de Noviembre de 2013.

1. La situación de recital en festival es una cosa espantosa e inhumana que te sustrae continuamente de la experiencia. Esto es una queja común y repetida hasta el hartazgo pero en este caso no me refiero a la audiencia, uno de los motivos más comunes de fastidio. Siempre hay “audiencia turista”, hasta en el recital más pequeño (¿quién no se ha quedado bebiendo en la barra o charlando con amigos cuando toca alguna banda pequeña que no le interesa?), si uno no está dispuesto a soportar idiotas, un poco que debería retirarse de la experiencia de recitales (y de la sociedad). El problema es que es muy difícil que una banda llene un lugar tan grande con energía, pocas lo logran. Requiere una habilidad sobrehumana para manejar audiencias.

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