Vuelvo a un tema tradicional en mis posts, y este es la producción de los discos. Dr. Dog es una banda que – por lo poco que se – ahora esta teniendo un reconocimiento y se esta volviendo semi-popular en el indie actual, pero a mi lo que me esta obsesionando hace ya casi un mes es su primer disco-colección de demos, titulada Toothbrush.
Toothbrush es un demo o un recopilatorio de consumo pseudo-privado de la banda, que es un corte y pegue de varias grabaciones hechas en rústicos 8 canales en cassette.
La cuestión es que el disco suena hermoso, y muchísimo mejor que cualquiera de sus otros discos. Es un lo-fi muy raro, que por un lado puede parecer Ariel Pink por la baja fidelidad, pero si uno escucha con atención, se puede escuchar claramente todo elemento, esta muy bien mezclado, y las performances de los temas están llenas de emoción y tienen una desprolijidad adorable, sin llegar al – muy adecuada a veces – nivel de , ponele, los Moldy Peaches, pero esto es distinto. Más bien es una banda obsesionada con ciertos sonidos y con psicodelia muy vieja yendo por un camino muy DIY y en cierta forma bastante naive, como importándoles un carajo quien puede escuchar estas cintas y tratando de que queden lo mejor posible, sobre-llenándolas de efectos y overdubs y capas y capas de sonido y sonando super casero y humilde al mismo tiempo.
People.
(La ley de Sturgeon)***
En estas últimas semanas estuve sumergiéndome en la blogosfera comiquera estadounidense. Debo admitir que me estuvo chupando bastante tiempo, ya que la frecuencia de los posteos es alarmante y la longitud y calidad de las discusiones sorprendente.
Hay varias cosas que la distinguen y la vuelven bastante interesante. En primer lugar, su organización. Una serie de blogs centrales que funcionan básicamente como blogs de noticias pero que de vez en cuando publican ensayos u opiniones mas largas (The Beat, Blog@Newsarama, Journalista!, The Comics Reporter) y luego una serie de blogs personales que recogen las noticias y generan discusión.
En segundo lugar la amplitud de los temas cubiertos. El objetivo de estos blogs es cubrir la mayor cantidad de noticias en el campo amplio y ancho de los comics: manga, superhéroes, indie, europeo, etc. Esto no es un rincón aislado que se centra en el comic de superhéroes y cuyo tema de discusión es quien ganaría en una pelea, ¿Superman o Hulk?
Lo cual me lleva al tercer punto: la calidad y la frecuencia de las discusiones. Sean estas sobre el manga para adultos que se puede comprar en Estados Unidos, el último escándalo sobre Eightball o la nueva estatua de Mary Jane, todas son en general se producen entre personas con una alta capacidad discursiva y de redacción, informados sobre el tema del que están hablando y donde se proponen *gasp!* ¡argumentos!. Esta bien que algunas de ellas terminan cerrándose sobre si mismas o debatiendo boludeces (las feministas suelen ponerse bastante densas), pero siempre generan lectura interesante que se responde de blog a blog. Creo que esa era una de las utopías de la blogosfera rioplatense cuando comenzó, ¿o no?. Así nos fue, también.
Y, por último, pero no menos importante, estos blogs alojan una masa crítica bastante interesante. Es curioso como ha florecido la crítica de comics en Internet. Esta bien que no tiene aun el nivel alcanzado en otras artes, que le falta un léxico propio y que, en definitiva, es un oficio que se encuentra en desarrollo. Pero parte del encanto es justamente ver como evoluciona en tiempo real y, por otro lado, mucha agua ha pasado debajo del puente desde el modelo “Wizard” consistente en bromas estúpidas para adolescentes retardados y repetición de datos estériles como si de una oficina compiladora de estadísticas se tratara. Solo hace falta leer a Jog, a Dick Hyacinth, a Marc Singer, a los Savage Critics, para comprobarlo.
Ahora, bien, de entre todos los tópicos, la discusión que sigue surgiendo con alarmante regularidad es aquella que se viene peleando hace por lo menos 30 años: comics de superhéroes, ¿si o no? Si bien la retórica se ha calmado últimamente y los manifiestos a favor de la muerte y reemplazo de los hombres en capas por otras formas “más artísticas” han disminuido, aun ocupa demasiados caracteres en las pantallas del mundo.
Los motivos para esta calma son dos: en primer lugar, es obvio que la aceptación de los comics por parte del mainstream (literario y de los otros) viene por el lado de lo que (hablando mal y pronto) podemos denominar “indie”. Chris Ware, Daniel Clowes, Craig Thompson y Alison Bechdel, entre otros, continúan la tradición iniciada por el polémico Pulitzer a Maus y se presentan como la avanzada de los “comics-como-medio-respetable-para-gente-que-piensa”. Ayudados por la apertura del canal de distribución en las librerías, las obras de estos autores son consideradas la avanzada de los “comics literarios”.
En segundo lugar, el lugar del mainstream que era ocupado ubicuamente por los superhéroes ha sido usurpado por el manga. Es evidente que lo que sucede es que Estados Unidos ha terminado poniéndose al día con el fenómeno mundial y que los jóvenes (y acá hay otro dato de fuste: los fanáticos cuentan en sus filas con una abrumadora cantidad de mujeres) consumen manga a niveles insospechados.
Esto deja a los superhéroes en una posición incomoda: una especie de tierra de nadie que alimenta a una fanbase que disminuye continuamente, que no se renueva, mas interesada en el periodismo al estilo Wizard y las minucias de la continuidad que en las buenas historias. Y con una industria que se dedica a alimentar sus peores instintos, dándole basura como Alex Ross y Brad Meltzer.
Es significativo, justamente, que esta fanbase sea la que rechaza con más virulencia a aquellos escritores y artistas que intentan ampliar las fronteras del género. Son los típicos nerds que repudian a gente como Milligan, Morrison o inclusive Bendis por considerar que están “violando a su infancia” al cambiar a sus personajes, que sus comics son “difíciles de leer”. “By golly, Batman, good writing doesn’t have a place in superhero comics!”. Lo cual demuestra su estupidez y anquilosamiento. Son equivalentes a los dinosaurios: especimenes que parecen destinados a desaparecer por su incapacidad congénita para adaptarse y reproducirse.
Y sin embargo, aun se ven discusiones como esta, en la cual se ataca a un crítico eficaz y ameno como Paul O’Brien con el solo argumento de que se dedica predominantemente a los comics de los X-Men y que eso inmediatamente le quita su habilidad discursiva. Lo cual es perder el punto de su X-Axis espectacularmente y habla mas de los prejuicios de sus interlocutores que de su actividad crítica. O’Brien declara sin ningún tipo de ambigüedad que es un fan de género, que lo que le interesan son los superhéroes y la franquicia X-Men, pero mas de una vez se ha dedicado a cubrir comics indie y su punto de vista cuando se acerca a estos comics protagonizados por personajes en mallas y leotardos esta informado predominantemente por las preguntas “¿Funciona como una historia?”, “¿Tiene buen storytelling?”, “¿Cumple con las reglas mínimas de la legibilidad?”, “¿Presenta ideas interesantes?”, “¿Cómo funciona dentro del marco mas extenso de la franquicia de manera temática y estilística?” etc. En otras palabras: lo que le interesa es ver como una historia se desarrolla y crece dentro de los marcos propuestos por un universo compartido y un género especifico y no determinar porque Wolverine actúa de una manera en un comic y de otra en otro y de que manera esto viola la Gran Biblia Claremont de La Escritura Correcta. Es una tarea loable, creo yo, y sus esfuerzos son muy entretenidos de leer. Además ayuda que sea uno de los tipos con más sentido del humor para destrozar comics tremendamente malos y que su actitud sea aquella tan digna de “do not suffer fools, ever”.
Por otra parte, existen dos filtros con los cuales yo leo estas discusiones: en primer lugar, como habitante de un país que no tiene industria del comic (si, si, ahora hay una pequeña explosión, hay avenidas por las cuales toda una generación de artistas consignados al anonimato o la marginalidad de la auto-publicación están consiguiendo exponer sus obras. Pero sigue siendo una llama pequeñísima, un primer grito sobre el cual hay que construir muchísimo. Estamos muy lejos de tener nuestra Drawn And Quarterly) y en segundo lugar, como fanático del género superheroico.
El primer filtro causa que pueda observar estas discusiones con cierta distancia que desnuda su cuota de ridículo: vamos, muchachos, deberían estar agradecidos de vivir en un país donde Adrian Tomine publica un nuevo numero de Optic Nerve y es un acontecimiento digno de conseguir cobertura en algunos de los medios escritos mas importantes. Mierda, ¡el solo hecho de que alguien como Adrian Tomine pueda hacer una carrera publicando comics debería ser motivo suficiente de alegría!
Esta bien que su audiencia es acotada, que no veremos a los escolares en sus colectivos rojos leyendo “Shortcomings”, pero esto no tiene que ver con el supuesto mal funcionamiento de la industria y el opresivo peso de los superhéroes. Tiene que ver con algo mucho más simple: la gente es estúpida, poco curiosa y abúlica. En la gran mayoría de los casos no les interesa el arte ni las ideas. Ese es el motivo por el cual los Pynchon y Vonneguts del mundo no venden tanto como los Coelho. ¿Por qué motivo de pronto “Acme Novelty Library” debería ser el comic que el americano medio lea antes de irse a dormir? ¿Porque tiene dibujitos y eso lo vuelve más digerible? Vamos, creo que ni siquiera querrían que el americano medio lea a Chris Ware. ¡No entendería nada! O lo entendería todo de una manera confusa y retorcida. ¿Realmente queremos eso?. Prefiero toda la vida una audiencia pequeña pero interesada y capaz de enriquecer el trabajo con sus lecturas, análisis y apreciaciones que la pantomima de construir una biblioteca porque es lo que da status y prestigio.
El segundo filtro da una lectura más parcial, pero me niego a pensar que completamente falsa. Todavía se produce mucho buen material dentro del género superheroico y es bastante idiota pensar que podes tirar todo solamente porque te cargaste al hombro la tarea mesiánica de rescatar a los comics de si mismos. Los Brubaker del mundo no deberían pagar por los errores de los Winick (aunque esos errores sean muchos, espantosos y desagradables). En este punto una critica inteligente capaz de señalar lo que vale la pena y defenestrar lo que no se vuelve importante. O, mejor aun, adoptar una actitud consciente que se traduzca en comprar y leer solo lo que nos da placer, para rescatar lo hermoso que existe en este medio y en ese género particular y no alimentar la maquina del hype y la perpetuación continua de trademarks agotadas. Obviamente que hay mucha (MUCHISIMA) basura, pero también hay gente talentosa produciendo cosas magnificas y yo creo firmemente que aquello válido artísticamente tiene una manera de manifestarse y brillar hasta el final y que algo como los Fantastic Four de Waid y Wieringo seguirán siendo leídos por las generaciones venideras, por su magia y amor a sus personajes y su medio, por su capacidad para construir historias emocionantes y geniales, mientras que las JLA meltzerianas terminaran siendo relegadas como lo que son: continuity porn, la paja de un fanático sobre sus héroes. Solo hay que tener fe y quitarse de encima los prejuicios. Los superhéroes le han hecho mucho mal al medio, pero hoy en día no son la amenaza, no son el enemigo y hay que dejar de darles ese status de cuco que se traga las aspiraciones artísticas porque a) hay demasiadas cosas buenas en ellos y b) ya no lo son.
Y, por otro lado, ¿cuanta basura se produce por el lado de los comics considerados “independientes”? Por cada “Fun Home” debe haber 10 minicomics inmundos que le roban el estilo de dibujo y los temas a Jeffrey Brown.
Una vez más, el problema radica en ser consumidores conscientes, capaces de separar la paja y el trigo y generar nuestros propios estándares estéticos. Claro que esto es mucho más difícil que armarse de prejuicios y odio y salir a quemar capas.
Update: luego de charlar un poco sobre el tema con Andrés Accorsi por mail, me doy cuenta que meter a Comiqueando en la misma bolsa que Wizard es, cuando menos, muy injusto. Si bien tengo mis diferencias estéticas y estilísticas con respecto al modo de encarar la crítica / periodismo sobre comics con quienes la realizan, es una revista que supera con creces el modelo Wizard, que creo todos podemos concordar es El Mal. Además, yo probablemente no sería fanático del comic de no haber leido la Comicú entre 1994 y el 2001. Por lo tanto, prefiero editar la frase donde la mencionaba para que quede «modelo Wizard». Creo que es más preciso y menos mala leche. No siempre hay que matar al padre.
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Si los comics son un tema que a muchos de ustedes les parece ajeno o misterioso, que opinaran sobre la historia, otra de mis pasiones. A esta disciplina que decidí estudiar la aquejan muchos de los mismos problemas que a los comics: inaccesibilidad, cerrazón, libros a precios prohibitivos, un lenguaje y presentación que desalienta al neófito y, sobre todo, una corporación que domina su conocimiento y difusión como si escondiese un secreto religioso. Y que esta mas interesada por su propia colocación individual y su capacidad trepadora que por comunicarle algo a su potencial audiencia.
Supongo que cualquier estudiante de humanidades se enfrenta al mismo problema y que, si es minimamente inteligente, se asquea de la manera en que la corporación de los profesores se maneja como si fuesen camarillas mafiosas, desesperadas por acumular recursos y arrastrar a sus enemigos por el barro. No es que los estudiantes sean mejores, de cualquier modo: o son imbéciles a los cuales la revolución setentista dejo atrás y que se enmascaran en un falso altruismo y activismo de corto plazo, ideas izquierdistas vencidas e idealismo francamente impracticable (cuyos estándares, por otra parte, de ser aplicados a ellos los revelarían tan podridos como aquellos que quieren combatir), detalles todos que revelan su completa ignorancia sobre el accionar político efectivo; o son pichones de esos mismos profesores, destinados a reproducir su accionar inmundo y a investigar cosas insignificantes, detalles arcanos, completamente desconectados del ahora e incapaces de generar discusión o intercambio de ideas. Su futuro reside en la reproducción del sistema de congresos en donde todo lo que importa es el certificado y quizás una publicación de segunda en alguna editorial universitaria.
¿A que viene todo esto? Hace un par de semanas se realizaron las XI Jornadas Interescuelas de Historia, aquí en San Miguel de Tucumán, el congreso mas grande de Argentina, el lugar donde se supone que la corporación de los historiadores se reúne a discutir ideas y a ponerse al día con lo que se viene investigando. ¡Una gran reunión de mentes! ¡Un acontecimiento científico sin parangon! ¡Un lugar donde la creme de la creme se reúne a iluminarse mutuamente!.
Patrañas. Lo que realmente son las Interescuelas es una gran usina expendidora de certificados, una bolsa de gatos donde hay más de 1500 trabajos y donde lo único que importa es decir tu parte y quizás chuparle la pija a alguna personalidad consagrada. El tamaño solamente de la reunión vuelve completamente imposible articular algún tipo de discusión interesante. Uno se mueve por los pasillos y aulas como un zombie, esperando encontrar alguna mesa decente. Temas e hipótesis perimidos son repetidos por personas a las que lo único que les preocupa es tener su papelito dictaminando que expusieron y largarse de ahí. Los asuntos de los que más se hablan en los pasillos no tienen que ver con nuevos avances en el conocimiento histórico o con intercambios intelectuales de altura, sino con luchas de poder entre camarillas y clavadas de puñales varios. Las mesas destinadas a temas contemporáneos que se salgan un poco del molde “politicasociedadeconomia” son mínimas. El concepto de fuente es vetusto y ridículo.
Caveat: yo este año fui solo…2 horas creo. Pero esas dos horas fueron suficientes para mandarme huyendo hacia las colinas y para confirmar lo que ya sabía: todos los idiotas que se quejan porque las masas consumen la versión para mogólicos de Felipe Pigna de la historia se lo tienen merecido. ¡¿Que es lo que proponen a cambio?! ¿Aburridas investigaciones sobre un gremio insignificante en los años 30? ¿Análisis demográficos de la colonia? ¿“La importancia de los exiliados rumanos en la Argentina del centenario”?. Fuck ‘em. La gente todavía se hace pajas pensando en la “revolución intelectual de los Annales”. Claro que olvidan mencionar que tiene…70 AÑOS. Todos son tan cautelosos para cuidarse los traseros y los contactos que la posibilidad de que surja un grupo dentro de la corporación que busque diferenciarse de sus precursores es ínfima. Todos buscan reproducir lo que ya se sabe, lo que esta probado, lo que ya se ha investigado, solo reduciendo el marco de análisis cada vez mas, hasta niveles microscópicos, que no tienen ningún sentido en el gran esquema de las cosas. Imaginemos una ucronía: el punk nunca sucedió, ni en espíritu, y ELP dominan los charts en el 2007. Bueno, algo así es la mafia de los historiadores profesionales.
Y aquellas voces que se alzan en descontento son aun peores. Durante las Interescuelas los estudiantes se reunieron y realizaron una de esas grandes asambleas donde chillan mucho y deciden nada. Una de sus conclusiones fue: “Se repudia el carácter elitista y alejado de las problemáticas sociales que se evidencian en estos congresos, expresado de manera exponencial en la apertura que se realizó este año con la charla de Chartier sobre Cervantes y Cardeña”. O sea que o nos entregamos al academicismo estéril o caemos en brazos de la dictadura del activismo social y político. “No señor, ni se le ocurra escribir sobre la Historia de la Moda (o de los comics, o de la masturbación o del diablo o de la Guerra Civil Española o de la Revolución Rusa o de los anarquistas sudamericanos) porque AQUÍ SE HABLA DE LAS PROBLEMÁTICAS SOCIALES”. ¡Espero con ansias que su auto designación como censores de lo que es políticamente correcto investigar nos guié a un futuro brillante! Seguro ellos ya están ahí, con sus trabajos punzantes sobre la protesta social y la lucha de clases. Ah, ¿no? ¿Que estaban muy ocupados intentando conservar sus míseros espacios de poder en centros de estudiantes y tomando vino barato? ¡Caramba! ¿Que será de nosotros sin su brillante ingenio para guiarnos? No, claro, se comprende, ¡la revolución es algo MUY DIFICIL de organizar!
“Pero Amadeo” me dirán, “el objetivo de esas jornadas no apunta a llegar al gran publico. ¡Es una MAGNÁNIMA obra de construcción colectiva! ¡En esas reuniones se ponen los ladrillos para el futuro!”. Basura, basura, basura. Para lo único que se ponen los ladrillos es para construir la muralla alrededor de la historia que la vuelve estéril y tan poco atractiva para un ser normal. Deberían quedarse en sus casas escribiendo, analizando y leyendo hasta llegar a construir algo que de hecho aumente el conocimiento histórico, que ayude a progresar a la disciplina. El talento de todos los grandes historiadores proviene de su ambición, de su capacidad para tomar muestras aparentemente insignificantes y a partir de ello pintar una imagen global. Thompson puede haber escrito sobre la lucha de clases en Inglaterra en el siglo XVIII, pero lo que lo vuelve un genio es la manera en que esa muestra aun nos habla sobre la manera en que funciona el capitalismo a escala global. Lo que lo vuelve un genio es su incansable insatisfacción intelectual, no el caer rendido ante formulas fáciles. Pero bueno, caer rendido ante formulas fáciles siempre es mas simple que pensar.
Y sobre todo, deberían aprender a escribir. ¡Por dios! Pocos grupos tan grises y aburridos de escritores he encontrado como los historiadores argentinos en estas reuniones. ¡Que poco preocupados por el estilo que están! ¡Que tremendamente carentes de vida que son sus trabajos! ¿Acaso no les interesa lo que investigan? ¿Acaso no se refriegan las manos como científicos locos ante el descubrimiento de un dato nuevo? ¿Para qué carajo estudiaron historia? ¿Para ser burócratas del conocimiento?
Llámenme iconoclasta o loco o reaccionario, pero creo que la única base para el estudio de la historia debería ser la pasión. La manera en que funciona el gremio tiende a convertirnos en engranajes, pedazos de una maquinaria que se perpetúa y nos hace olvidar todo lo hermoso que podría existir (y existe en obras increíbles) dentro de esta disciplina, el hecho de que en el fondo combina todo lo bueno de un detective, un escritor y un (seudo) científico. Las enormes cantidades de información que nos brinda y nos enseña a manejar. La manera en que ayuda a enriquecer y complejizar un mundo que la mayoría de las veces vemos en tonos de blanco y negro. La satisfacción que da poder entender las causas de un proceso. Lo hermoso que es poder relacionar todas las facetas de la actividad humana como en un puzzle que se extiende inconmensurablemente. La libertad de comprender que todo es historia y que podemos investigar sobre lo que queramos mientras lo hagamos con altura y conocimiento de causa. Y, sobre todo, el hecho de que siempre va a estar incompleta, de que siempre habrá algún debate nuevo, algún punto a discutir, algún espacio oscuro.
¿Hay algo mas satisfactorio y emocionante acaso para el practicante de una disciplina intelectual interesado en el discurso el saber que este nunca se va a acabar? ¿Y que los descubrimientos de hoy van a ser las discusiones del mañana, continua e infinitamente aumentando nuestra conocimiento?. Yo creo que no. No hay que dejar que los hombres grises del status quo oscurezcan este detalle maravilloso sobre la historia.
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El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
(Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles).
Modernistas 03: Momus
Creo que ya para ningún lector asiduo de este blog Momus es un desconocido, así que no creo que haga falta mucha introducción (si de cualquier manera quieren una, tomen este post como tal). Hace tiempo que considero a Nick Currie uno de los músicos más pasados por alto de los últimos 20 años, además de un excelente y agudísimo crítico cultural cuyo blog es una de las mejores lecturas que hay por la internet últimamente. Hace poco aceptó hacerse un tiempo entre su blog y la escritura de su primer libro para responder vía mail unas cuantas preguntas nuestras y acá está la entrevista resultante. Con ustedes, Momus.
¿Cómo llegaste a empezar tu carrera musical solista después de estar en The Happy Family? ¿Había algún concepto original detrás del proyecto?
Bueno, hay que distinguir entre dos cosas, la urgencia interna de crear canciones y las oportunidades que tenés, en el mundo exterior, de hacer discos. Tuve la compulsión interna, en verdad, desde la niñez, y estaba siempre haciendo grabaciones de mis composiciones. Estuve repasándolas recientemente, y me suena casi a música étnica primitiva. Pero en términos de oportunidades específicas de hacer discos, el sello de The Happy Family, 4AD, estaba deseoso de hacer un EP y un LP con nosotros pero no parecían muy comprometidos más allá de eso. Nuestro álbum no fue un éxito comercial y no teníamos níngun aliado poderos en la prensa o la radio detrás nuestro.
Lo que sí teníamos era a Mike Alway de Cherry Red, quien estaba muy interesado en llevar las cosas más lejos. The Happy Family se encontró con él en Londres en 1982, pero no terminaría haciendo el primer disco de Momus hasta dentro de tres años. Primero disolví The Happy Family y volví a la Universidad de Aberdeen para terminar mi título de literatura. Después me mudé a Londres en 1984 y hablé con Mike sobre lanzar una carrera solista para Momus. Quería ser un tipo diferente de artista, más poético y excéntrico. Alguna especie de fusión de Kierkegaard, Joni Mitchell y Jacques Brel.
Tu álbum debut, Circus Maximus, es una representación personal de historias y personajes bíblicos. ¿De dónde sacaste esa idea? ¿No era un poco demasiado dramático empezar tu carrera identificándote con un mártir como San Sebastián o era una representación de tus expectativas sobre el futuro de tu propia carrera?
Supongo que esto era algo profundo de mi identidad cultural como escocés y en la historia de mi familia. La religión realmente nos formó. La familia por el lado de mi padre eran puritanos muy estrictos pertenecientes a una secta llamada The Plymouth Brethren. Ultra-calvinistas, un poco como los fundamentalistas musulmanes de hoy. Los padres de mi madre eran diferentes, seculares. Realmente, si ponés a mi abuelo paterno (un puritano) y a mi abuelo materno (un mujeriego), ¡tenés Circus Maximus! En mi familia inmediata, en cambio – eran lingüistas y bibliotecarios – había un interés más desprendido por la religión. Mi madre, por ejemplo, estaba estudiando teología en la universidad alrededor del mismo momento en el que yo estaba componiendo canciones para mi primer disco. Los temas religiosos (pero no sentimientos o prácticas religiosas) estaban alrededor de mi. También estaba muy influenciado por Brecht -musicales como El ascenso y caida de la Ciudad de Mahagonny, que tomaban al Antiguo Testamento en calidad de «literatura folklórica». Los títulos tentativos de Circus Maximus eran «God at the Circus» y «Bread and Circuses». El segundo de esos títulos viene de una referencia de Kierkegaard a la famosa observación de Juvenal de que la gente solo se preocupa por «pan y circo»: comida y entretenimiento popular.
La tapa de San Sebastián refleja, creo, el hecho de que estaba yendo mucho en esos días a la Galería Nacional en Trafalgar Square. Es algo que podés hacer cuando estás desempleado. Tomabada el autobús 137 desde Streatham, donde vivía en una horrible casa suburbana, y miraba las pinturas renacentistas, que usualmente tomaban temas religiosos, pero eran básicamente pretextos para los pintores (a menudo gays) para representar escenas de erotismo. Era un tipo de escapismo para mi. El absurdismo erótico de las pinturas de San Sebastián (él ni siquiera murió por esas flechas, pero sobrevivió solo para ser apaleado a muerte poco después) es algo que impactó muy tempranamente, en viajes con mi madre a la galería de arte en Edinburgo. Supongo que el atractivo de esta iconografía para artistas gay como Derek Jarman o Mishima pudo haber llevado a alguna gente a pensar que yo era gay; de hecho no era ni gay ni cristiano, sino alguien que encontró en ambos temas caminos fascinantes hacia el centro de los temas que me interesaban: sexo, crueldad, cuentos folklóricos, el sentido de la vida, el interjuego entre lo banal y lo sublime, el canto de sirena del entretenimiento y los medios, desafíos al poder, y así.
Durante el final de los 80s y el principio de los 90s estabas en el sello discográfico más trendy del momento, Creation Records, y girabas con bandas igualmente trendy como Primal Scream y Felt. ¿Sentiste en ese momento que alcanzar éxito comercial real era posible? ¿Influyó eso tus disco de esa época?
Ciertamente sentí que el éxito era posible. Cada álbum se volvía más comercial. Me estaba acercando a mi momento de explosión. Y llegó a finales de los 80s. La explosión no fue tan grande como esperaba – Creation verdaremente arruinó la distribución del single «Hairstyle of the Devil», y despés de eso creo que decidí que realmente no quería seguir intentando alcanzar ese tipo de éxito mainstream. No era realmente ese tipo de artista. Quería seguir haciendo discos por un largo tiempo, pero no necesitaba ser una estrella pop. ¡Creo que como estrella pop me hubiese convertido en una persona más bien insoportable! Y, en verdad, no había nada material que quisiera. No quería un auto, una casa, todo eso. Quería seguir haciendo discos, ¡y quería impresionar mujeres! Desde ahí, traté de mantenerme sexy mientras «optimizaba mi marginalidad» – sacando lo mejor de la libertad que la falta de éxito te permite.
A principios de los 90s empezaste tu caida en desgracia con la prensa musical con Hippopotamomus recibiendo 0 sobre 10 a manos de algún escritor puritano de la NME que todavía debe estar shockeado después de escuchar el disco. ¿Te interesa siquiera lo que dicen los críticos? ¿Pensás que ese tipo de prensa tiene todavía algún tipo de utilidad o que está obsoleta y su lugar fue ocupado por blogs y foros y otras formas en las que la información se esparse actualmente?
Siempre estoy interesado en lo que los críticos tienen para decir, y creo que una mala reseña puede ser tan útil, y tan interesante, como una buena. Más interesante, tal vez (pero quizás soy un masoquista). De lo que me di cuenta a comienzos de los 90s es de que a pesar de que soy 100% británico, soy en realidad más bien incompatible, como artista, con Gran Bretaña. Existe un conservadurismo -inclusive un conservadurismo sexual (Freud es rechazado tan vehementemente como Marx)- en Gran Bretaña que me condenaría a ser un eterno crítico social o satirista, pero mi sátira nunca lograría ningún cambio real en la sociedad. Todo lo que haría sería atarme a gente y actitudes que no me gustan, y en un sentido hacerme dependiente de ellas – a antítesis permanente a la tesis británica. Ese es el problema de la sátira; te convierte en un accesorio de tu enemigo.
Así que dejé Gran Bretaña; me mudé a Francia en 1994. Es cierto que me mudé de vuelta a Londres en los tres últimos años del siglo -las cosas parecían haber cambiado, con un gobierno de izquierda (¡eso creímos en el momento!) y una nueva creatividad, especialmente en las artes visuales. Pero rápidamente me desilusioné de nuevo. De hecho, Gran Bretaña estaba peor que nunca – crecientemente violenta, obsesionada con el fútbol y el hooliganismo y el horrible resentimiento de los tabloides, socialmente dividida de forma cortante, su conservadurismo expresado en una obsesión con la propiedad de casas, su neurosis sexual en la caza de brujas de pedófilos y otros desviados.
Así que me mudé a Nueva York en el 2000, y a Tokyo después de que el 9/11 hiciera a Nueva York mucho menos divertida. Y ahora Berlin, una ciudad en la que me siento bastante como en casa.
La mayoría de los álbumes, especialmente los posteriores a la mitad de los 90s tienen conceptos fuertes y claros. ¿Cómo trabajás alrededor de eso? ¿Tenés los conceptos y después empezás a escribir canciones siguiendo estrictamente ese concepto o tanto las canciones como el concepto salen naturalmente de tus intereses del momento?
Para mi un álbum es un poco como una novela. Necesitás tener una idea clara un tu mente, un conjunto de limitaciones e intereses. Siempre fui tal vez más ambicioso, creo, que muchos otros artistas, pero mi ambición era para el medio mismo. Un álbm siempre tiene que ser un «disco conceptual» en el sentido de que debería ser una manera de trabajar ideas, sentimientos, deseos. Eso no quiere decir que sepas por adelantado a donde te van a llevar esas investigaciones. No sabés. Pero tenés que tener un conjunto de preguntas, de preocupaciones, con las cuales empezar. Eso puede estar resumido en algún título con el que estés trabajando. Usualmente empiezo con títulos.
En los 80s pensaba mucho acerca de la televisión, o acerca del SIDA, o acerca de la transgresión. En los 90s mi atención se movió hacia Japón y el consumismo e Internet. Estos eran los temas que estaban en el aire en el momento, y tenía que escribir sobre ellos. Desde el 2000 estuve más interesado en la otredad, en el desorientamiento, en la identidad cultural, en el diálogo entre lo real y lo plástico, y en el alzamiento de Asia como el nuevo eje del mundo.
¿Podés explicar un poco los conceptos de vaudeville futurista y barroco análogo? ¿Esos conceptos todavía te sirven o simplemente los dejaste atrás?
El vaudeville futurista se remite, tal vez, a mi interés en los 80s en la televisión como «vaudeville electrónico» -en Gran Bretaña, esa es una tradición muy fuerte, desde los salones de música hasta el tubo de rayos catódicos hay un paso muy pequeño. El vaudeville, para mi, es sobre la comedia y una forma particular de narrativa, una muy antigua que viene desde Plauto y e incluso antes. Reirse de estereotipos, de exageraciones absurdas de rasgos comunes, de situaciones burlescas, de lo priápico y lo fálico. Lo de «futurista» implicaba que esta técnica narrativa sería empujada al medio de un mundo cambiado por la globalización y la tecnología. Así que no sería un trovador con una guitarra, sino alguien con la última tecnología al servicio de esta antigua forma narrativa de la canción cómica describiendo situaciones cómicas. Lo antiguo y lo moderno.
Barroco análogo fue una respuesta al regreso a la electrónica análoga. Nos hartamos de sintetizadores que podían sonar como cualqier cosa excepto como sí mismos. Estaba fascinado por Walter Carlos en ese momento – esa combinación de lo muy viejo y lo (por entonces) muy nuevo, y la manera en la que esos elementos podían enajenar mutuamente. También tenía la idea de que las nuevas formas narrativas, conversacionales, que estábamos usando en el email podían ser un nuevo tipo de canción artística – podías tener, en otras palabras, una suerte de canción de Schubert (con el tipo de «composición continua» de ese tipo de tradición de salón – sin repetición, ni estructura verso/estribillo, sino un acompañamiento que seguía los pensamientos expresados en la poesía) con letras tomadas de emails perversos o graciosos. ¡Creo que también era un tipo de «song blogging»!
El reversionamiento análogico de Holger Hiller de la opereta para niños de Paul Hindemith, Wir Bauen Ein Stadt, fue también una influencia en el período del barroco análogo. Supongo que lo dejé porque extrañaba algún tipo de calidad emocional que al barroco análogo – que se volvió una especia de estilo bromista – le faltaba.
¿Qué estabas exactamente tratando de logra con Folktronic? ¿Remodelar el folk a través de las nuevas tecnologías musicales en formas previamente inimaginadas e introducir la electrónica en él o de crear un nuevo folk posmoderno para la era digital?
Folk posmoderno para la era digital suena correcto. Era como mi «álbum americano», y juega con la idea de que aunque hay algo de escocés en América – especialmente en cosas como la música apalache de violines – es de cualquier manera algo escocés plástico, separado de su origen. Esa falsedad es celebrada y exagerada en todas las bromas anti-rockistas con violinistas rompiendo sus violines mientras escuchan Jean-Michel Jarre, y así. Estoy simultáneamente celebrando a América y su cultura plástica definitiva, y criticando su vulgaridad e insipidez. Interpreto la locura de la cultura americana – sus outsiders, sus puritanos, su patriotismo infantil, sus políticas reaccionarias. De alguna manera es una visión del S.XVIII del Nuevo Mundo.
¿Cómo empezó tu obsesión con Japón? ¿Por qué dejaste Tokyo por Berlin cuando usualmente decís que Tokyo es tu ciudad favorita y la ciudad más sexy del mundo?
Tokyo es simplemente muy cara para mi. También es un lugar en el que me vuelvo un poco loco sexualmente, ¡precisamente porque es tan sexy! Así que es mejor para mi vivir barato en Berlin, y mantenerme relativamente cuerdo, y solo visitar Japón una vez por año. Y sobre donde empezó mi obsesión, no tengo idea. Japón siempre pareció una isla espejo de Gran Bretaña, pero un espejo donde mucha gente tenía mucho mejores personalidades que la gente de Gran Bretaña. A algún nivel esto es una proyección de mi parte, pero en muchas formas todavía pienso que ese es el caso. Realmente me siento en casa entre japoneses, aún cuando no puedo seguir lo que dicen.
Compusiste canciones para otros artistas como Kahimi Karie y compusiste unos cuantos «audioretratos» para un montón de gente que pagó por ello en Stars Forever, y la mayoría de tus canciones están a kilómetros de distancia de ser íntimas o algo parecido. Supongo que despreciás totalmente la idea de sinceridad u honestidad en la música, ¿no?
¡Pero yo creo que soy muy sincero y honesto en mis canciones! Es un cierto conjunto de señas e indicaciones formulares de sinceridad y honestidad lo que objeto. Ciertos tonos de voz, ciertas transiciones de acordes, ciertas protestaciones, ciertas capitulaciones ante el género, ciertas imitaciones de otros artistas. El hecho es, podés ser sorprendentemente «honesto» escribiendo canciones para una mujer siendo un hombre – siempre y cuando estés en contacto con tu mujer interior. Igualmente, podés hablar sobre vos mismo mientras hablás, ostensiblemente, acerca de alguien más en una «canción retrato». Esto es algo con lo que he jugado una y otra vez en mi trabajo: una máscara no es un disfraz, sino una revelación.
En tu último álbum, Ocky Milk, hay algunas de las canciones más amables y menos irónicas de Momus hasta la fecha, como «Hang Low», «Frilly Military» y «Nervous Heartbeat». También el disco termina con una canción que describiste como un réquiem para tu libido, «Ex-erotomane». ¿Estás realmente dejando atrás la habitual perversión y los contenidos sórdidos a los que estábamos acostumbrados? ¿Es otra reinvención de Momus y deberíamos esperar más material como ese en próximos discos o fue tan solo una broma?
Este fue «el disco amable». También trabajó mucho con la idea de «sentimental torch music» (en Japón: Enka) y con el dispositivo de alienación de traducir blog japoneses con Google para generar imágenes líricas extrañas. ¡Quería ser un crooner! Pero también podés verlo como un «cierre del círculo» – mucho de mi trabajo anterior es la parte estética del Either/Or de Kierkegaard (la parte del Diario de un seductor), pero este «álbum amable» es un intento, desde la mediana edad, de escribir la parte ética de ese libro en canciones. «Puse mi corazón en ser bueno, muy amable…» (*) La vida ética, para Kierkegaard, eran el casamiento y el Cristianismo. Para mi creo que es algo diferente. Tal vez una vida lenta y una relación fuerte.
Sos un blogger notable y ya escribías periódicamente en tu sitio mucho antes de que todo el mundo tuviera un blog. ¿La blogósfera cumplió con las expectativas puestas en ella? ¿Cree que los blogs se convirtieron en todo lo que se pensó que podían ser, realmente funciona para vos?
¡Está funcionando un poco demasiado bien! Lo hago obsesivamente, y creo que algunas ideas que alguna vez hubiese usado para canciones ahora las «desperdicio» en entradas en el blog. Pero en un sentido bloggear me convirtió en la estrella que la música pop nunca pudo. Las estrellas de google son las nuevas estrellas pop. Y yo nací para bloggear – llevo escribiendo diarios desde una edad muy temprana, y también haciendo revistas de poca circulación, como Curreview, una revista que hacía para mi familia inmediata. ¡Tenía una tirada de cinco ejemplares!
Escribiste que «si la música no murió exactamente en 2006, ciertamente cayó al costado, despedida, denostada, decentrada, destronada del lugar de actividad creativa ejemplara, la más vibrante subcultura». ¿Podés extenderte sobre eso? ¿Cuál es el sentido de todavía realizar un arte que considerás muerto?
Bueno, blogee mucho sobre esto. Considero que la demografía es la culpable – el rock envejeció junto con su público, y no nace suficiente gente joven en nuestras sociedades ahora para darle competencia a los viejos, y establecer su propia forma radicalmente nueva de música pop. Hay cosas interesante sucediendo en los márgenes, pero nunca van a cruzar el margen y convertirse en «el sonido de una generación» de la manera en la que los Baby Boomers vieron que sucedía con su música. La tecnología también es culpable, porque «la ubicuidad es el abismo», y el mp3 hizo a la música más ubicua – y opresiva. Ahora estoy en verdad más interesado en formas de arte mudas, como el arte visual. Pero, habiendo dicho eso, estoy en este momento, ¡a punto de ir a un concierto! Ok, es un concierto de sonido ambiental, grabaciones de campo. Sin ritmos, sin acordes, sin letras.
¿Estás actualmente más interesado en el arte que en la música? ¿Tus incursiones en el mundo del arte influenciaron de alguna manera tu música?
Bueno, empecé a tener exposiciones de arte con una en Nueva York llamada «Folktronia» que era una extensión directa de las ideas del disco Folktronic. Me parecía que el mundo del arte estaba mejor dispuesto para lidiar con ideas originales. Dejame que lo explique así: la prensa de UK nunca entendió lo que estaba haciendo. Especialmente después que terminaron los 80s, la crítica musical no era un lugar para la discusión de ideas. El mundo del arte sí parecía serlo. Parecía todavía muy interesado en la originalidad, y en las grandes ideas. Así que no creo que mis prácticas hayan en realidad cambiado en absoluto – todavía estoy básicamente contando historias, ya sea en disco o en una performance en el Whitney Museum. Pero encontré un lugar mejor, un lugar donde la gente está todavía interesado en pensamientos frescos, sentimientos frescos.
¿Qué es lo próximo para Momus ahora? ¿Próximo disco? ¿Algún proyecto? ¿Qué tal el libro que estás escribiendo, The Book of Jokes?
Sí, este año estoy más que nada escribiendo mi libro, The Book of Jokes, que va a salir el año que viene a través de La Volte en Paris. Y, espero, en otros idiomes a través de otros editores, si podemos vender los derechos. Creo que es un libro muy divertido, pero también (sorprendentemente) hermoso. Espero que otros coincidan.
¿Cómo trabajás la constante reinvención de tu imagen pública? ¿Sentís una relación con David Bowie en los 70s, con su persona siempre cambiante o pensás que hay un «Momus central» al que solo se le agregan capas mientras pasa el tiempo?
Creo que la diferencia principal con el Bowie de los 70s es que yo no uso drogas. Las drogas, tal vez, podrían fácilmente hacerme perder mi yo central. Creo que soy en verdad una persona muy centrada y estable con un conjunto de intereses y preocupaciones perdurable, pero me gusta girar la rueda de la ruleta del contexto, intentando «sorprender» a esos intereses con nuevos entornos, nuevos estilos.
Sos obviamente un adicto a la tecnología, ¿cómo caminás la delgada línea entre comentar las maravillas de la tecnología y adorar los nuevos desarrollos en el campo asociando tu música y tu persona a ellos y la posibilidad de ser dejado atrás por ese mismo progreso?
La última vez que vi a mi hermano – es un profesor de literatura – me preguntó «¿Seguís proponiendo cualquier cosa que hacés como lo ideal en tu blog?» Creo que la respuesta está ahí: si me sintiera dejado atrás por la tecnología (y tengo que decir que voy a estar conferenciando en octubre ante tres grupos de profesionales acerca de «el futuro» – algunos diseñadores gráficos en Colorado, algunos artistas en Boston, y algunos bibliotecarios en Londres), probablemente montaría una gran propaganda para probar que ser dejado atrás es lo último de lo último.
* «I set my heart on being good/ very friendly» de la canción «Hang Low», Ocky Milk, 2006
La canción más linda que haya descubierto en mucho tiempo en una muy buena versión en vivo. Atención a la remera de Watchmen de Martin Phillips.
The Chills – Look for the Good in Others and they’ll See the Good in you
I used to be in love but that is long since through.
You know we used to be one living thing, now we’re back to two.
Oh, I was driven for a while, now I know it’s true:
Look for the good in others and they’ll see the good in you.
Fa fa fa faaaaa.
I used to look for too much in the people that we are.
You know we used to have a reason for doing things the way we do.
Sorrow’s my reward ‘cause I’m unhappy with me too.
I’ve learned that I am me and me is not the same as you.
Fa fa fa faaaaa.
Last week just for a while, I thought I’d found someone at last.
The woman in my future was a child from my past.
Oh that was cruel of fate to give me hope — first time in two years!
But I’ve learned just who my friends are and no one really cares.
I trade away my loving soul; filled me with despair.
The dreams they all seem pointless and the talent cupboard bare.
Through all this there’s still one thing, sometimes sets me free:
How it’s good to be an adult and still believe the child in me, ohhhh —
Fa fa fa faaaaa.