Comic Books Are Turning Our Children Into Lousy Capitalists!

Digámoslo mal y pronto: en el último mes, los dos acontecimientos que han sacudido al comic norteamericano han sido políticos en naturaleza. Estamos hablando, claramente, de La Muerte Del Capitán América (porque así le gusta a Marvel que lo digamos, con énfasis y mayúsculas, después de todo es un COMIC SERIO!) y del estreno de “300”.
Ahora bien, obviamente son fenómenos de naturaleza distinta. La muerte del Capi es un evento / historia difícil de encarar: por un lado la manera en que Ed Brubaker, el guionista del Capitán, logro encajar este golpe bajo en la historia que venia contando es admirable y demuestra que al menos el tipo que esta al frente de todo esto es un escritor con talento y que tiene cierto plan en la cabeza. Por otro lado, todo el revuelo mediático y la atención que ha depositado Marvel en ella la vuelve un evento que produce cierto escozor y rechazo. ¿Por qué? En primer lugar, porque es muy difícil que no veamos al Capi volver entre los vivos en los próximos años. Si hay algo en lo que los comics de superhéroes no se destacan, es en las consecuencias duraderas de la muerte. Y mucho menos de un personaje tan importante como el Capitán. La insistencia de Marvel para que creamos que esta muerte es definitiva e importante es irritante porque nos piden que desechemos todo nuestro conocimiento del género y sus reglas. Las reglas pueden ser malas o podemos no estar de acuerdo con ellas pero cualquier lector medianamente regular de comics de superhéroes sabe que la posibilidad de que un personaje retorne de la muerte es directamente proporcional a su popularidad. Y estamos hablando del condenado Capitán América, por dios!.
De cualquier modo, la estrategia de Marvel esta muy a tono con su discurso publico en los últimos años, en el cual afirman cosas que luego son negadas de una manera categórica (a los pocos meses) con una expresión de indignación y la frase “nosotros NUNCA dijimos eso”. Básicamente, nos toman por idiotas.
Pero, por otro lado, produce un cierto rechazo porque, a raíz del revuelo generado en los medios “serios”, Marvel nos quiere vender este sucio acontecimiento como una parábola política en la cual el Capitán es un especie de abanderado de las libertades individuales, cuyo asesinato es una consecuencia de su postura libertaria (aunque el autor intelectual sea un ex científico nazi con el cráneo deformado, rojo y a la vista). Y, en general, los comics de superhéroes nunca han sido buenos en el tema de las metáforas políticas. En general la política se revela problemática, demasiado sutil, apegada a los grises y los tonos intermedios, a la hora de transferirla con cierta fidelidad a los códigos y las improbabilidades del genero, causando que esta sea o aguada y simplificada para que funcione en un mundo donde los tipos vuelan en calzas o que el mensaje político se vuelva demasiado pesado y todo termine como una lección en solemnidad y aburrimiento.


El caso de 300 ilustra lo opuesto: la lectura obligadamente ideológica de un comic de la forma más superficial posible. Las tesis son dos: en primer lugar, que es un comic pro-imperialismo norteamericano, con su fábula de un rey belicoso de occidente contra un imperio oriental; en segundo lugar que los espartanos son presentados como heterosexuales contra los homosexuales persas.
Este tipo de lecturas son las que yo llamo “la epidemia Mattelart”. Recordemos: en los años 60 y 70, cuando lo que hoy se llaman “estudios culturales” estaban en su infancia y no se podía ni soñar con estudiar los comics desde una perspectiva académica, las primeras salvas las dispararon dos libros cuya influencia nefasta dictaminó la manera en que se iban a analizar los comics durante años (en especial en Latinoamérica): uno es el conocidísimo “Apocalípticos e Integrados” de Eco, con su lectura de Superman como icono del status quo y el otro es el un tanto menos conocido “Para Leer Al Pato Donald” de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, que intentaba descubrir en el palmípedo los tentáculos de la dominación imperialista (existió un tercero, mucho mas interesante y con una visión de los comics menos prejuiciosa: “La historieta en el mundo moderno” de Oscar Masotta, pero como suele pasar en estos casos, es la línea a la que menos pelota se le dio).
Durante años su estela iba a impregnar la manera en que se analizaba a los comics y productos culturales norteamericanos: de la manera mas ideológicamente reduccionista posible, sin tener en cuenta la lógica propia del medio y su funcionamiento interno, sus propias contradicciones e ignorando gran parte de su evolución posterior a 1970. La relación entre comics y política es muchísimo mas complicada que la simple “causa – efecto” y no se puede obviar la existencia de un lenguaje propio en los comics que adapta, rechaza y reestructura muchas de las influencias externas.
Y ese es el tipo de lectura craso que se le impone a “300”. Lectura que además deforma el significado del evento original y que impone una anulación tanto de los deseos del propio Miller al concebir su obra como de la distancia que existe desde el momento que fue publicada. Es cierto que en los últimos años (mas precisamente después del 9/11) Miller se esta volviendo una especie de derechista caricaturesco y salvaje y que sus trabajos adquieren un tinte cada vez mas en tono con el individualismo fascista y el militarismo norteamericano, pero “300” es una obra de un periodo anterior y responde mas a las obsesiones constantes del loco Miller que a una ideología explicita. Nuestro hombre siempre estuvo obsesionado con la masculinidad, con el honor, la violencia estilizada y el tono seco y duro de los pulps y “300” es una de las obras que mejor canaliza esas fijaciones. La anécdota ya es brillante, pero a Miller le interesa tan poco la precisión histórica como la propaganda. Lo que él busca es la aventura, el drama, la exageración de las pasiones hasta el absurdo. Al menos en esta etapa, es una especie de individualista romántico, al que le interesa Leonidas más porque iría hacia la muerte solo y NO porque puede guiar a 300 hombres a la muerte.
Y sobre la homosexualidad…bueno, en el comic es algo mas bien implícito o que denota un toque de exotismo en los orientales, pero, por favor!, la camaradería, orgullo viril y vestimenta de los espartanos es mucho mas homo erótica que la coloración o modales de los orientales!. Solo anotemos que la obsesión de Miller por lo macho se esta volviendo cada vez más una marca de estilo ineludible en sus obras, que lo hace risible y que por momentos remite a la imagen de “rugbista que se coge travestis”.
Bueno, en definitiva, la reproducción de lugares comunes, análisis prejuiciosos y visiones ridículamente simplificadas por gente que no entiende de lo que esta hablando también es una deformación profesional y no por eso impide vender diarios o libros y publicitarse como una gran eminencia en el campo de los estudios culturales.


The Lurker In The Dark.

Hará una semana vi “Zodiac” de David Fincher, después de mucho tiempo y muchas recomendaciones. La película, para hacerla corta, me pareció excelente. Es lo mejor que de Fincher, sin lugar a dudas. Los meritos de la película son varios, pero me parece que nos podemos concentrar en dos cosas: en primer lugar, en los personajes. Los 3 protagonistas son enormes personajes, muy bien delineados. Si bien a Donnie Darko se le va un poco la mano con los manierismos de tipo nervioso (cosa que a mí no me molestó tanto, creo que es en lo mejor en lo que actuó desde la película del conejo perturbador), los otros dos están excelentes. Obviamente no podíamos esperar menos del GRAN Robert Downey Jr., uno de esos actores únicos, como Christopher Walken, que transforman cualquier película en la que actúan. Automáticamente deja de ser “buena” o “mala” para pasar a ser “una película con Christopher Walken”. O con Robert Downey Jr.
La otra sorpresa es Mark Ruffalo, que logra un policía que al mismo tiempo parece una reminiscencia de aquellos duros vigilantes de los 70 (hasta lo comparan con Bullitt, por dios!) pero con enormes toques de humor y una buena dosis de autoconciencia. Combina afabilidad y detalles humanizantes con una plena conciencia de que en cualquier momento te puede partir un brazo.
Pero es el segundo elemento el más interesante y tiene que ver con la manera en que pinta al mal: como un agujero negro por el que los protagonistas se pierden. Lo mejor del film es que el mal no tiene cara, que las pistas se acumulan, formando pilas y pilas y pilas de papel inservible, incriminando a uno y a otro, pero jamás resolviéndose. La tesis, muy similar a la de “The Thing”, es que el mal es multiforme, que nos rodea, que podría ser cualquiera de nosotros y que la búsqueda de justicia es algo fútil en este mundo.
Al mismo tiempo, al centrarse en un caso sin solución, un asesino serial sin cara, la película lo eleva, lo transforma, volviéndolo el arquetipo del “cuco”, del “hombre de la bolsa”. El Zodiaco es casi sobrenatural, una presencia siempre ominosa pero nunca descubierta. Y hay un elemento que demuestra la genialidad de Fincher: el uso de la canción “Hurdy Gurdy Man” de Donovan al final de la película. A pesar de haberla escuchado miles de veces antes de ver “Zodiac”, hoy por hoy puedo decir con seguridad que me va a costar horrores no pensarla como un elemento fundamental de la película.
Porque funciona tan bien. “Hurdy Gurdy Man” es una canción hippie, completamente. Incluida en un disco compuesto por Donovan poco después de volver a la India (acompañado, entre otros, por los Beatles y Mike Love), como gran parte de la obra del pequeño escocés en los 60 es uno de esos himnos al amor, las flores, el pelo largo y todas esas boludeces.
Ahora bien, yo detesto al hippismo, pero con Donovan nunca tuve problemas. ¿Porque? Creo que es porque lo que para mi constituye la base de la música de Donovan tiene mas que ver con una tradición pastoral, infantil, de cuento de hadas inglés que con un verdadero apego al flower power (chequeen el sublime “H.M.S. Donovan”* para entender de lo que estoy hablando). Si bien es parte del zeitgeist, muy felizmente, yo siento que su música esta filtrada por una óptica literata y (a falta de mejor palabra) whimsical que lo emparenta más con gente como Lewis Carroll y J.M. Barrie que con, no se, Jefferson Airplane.

La genialidad de Finch reside en entender perfectamente esta aura y darla vuelta. Donde antes el Hurdy Gurdy Man era o un personaje de cuentos infantiles que trae caramelos y felicidad o un guru misterioso que trae ácido y felicidad (que es mas o menos lo mismo, si lo piensan), en el contexto de Zodiaco es El Cuco, el hombre malo que sale de la oscuridad y te dispara en el cuello con pistola y silenciador. Esa inversión que realiza Fincher es aun más terrorífica porque los asesinatos comienzan justo cuando el verano del amor estaba llegando a su fin. Y justamente en San Francisco. El Zodiaco también es un producto de los 60, el resabio, el aborto oscuro de una época que se suponía destinada a la gloria. Un virus mucho mejor adaptado al mundo que los sueños de amor libre y felicidad y que por lo tanto resiste en esa década de esperanzas destrozadas que son los 70.
Es la materia de la que están hechos nuestros sueños convertida en una cabeza dada vuelta, piernas tentaculares y ojos alienígenos saliendo del cuello. Y creo que el impacto de esa canción al final de “Zodiac” va a perseguirme por siempre.

***

Thrown like a star in my vast sleep
I’m opening my eyes to take a peep

To find that I was by the sea
Gazing with tranquility

‘Twas then when the hurdy gurdy man
Came singing songs of love

Then when the hurdy gurdy man

Came singing songs of love

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Histories of ages past
Unenlightened shadows cast

Down through all eternity

The crying of humanity

‘Tis then when the hurdy gurdy man
Comes singing songs of love

Then when the hurdy gurdy man

Comes singing songs of love

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy hurdy gurd

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Here comes the roly-poly man
He’s singing songs of love

Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang

***

Sin embargo, ya existe un gemelo deforme de “Hurdy Gurdy Man”: el cover de los Butthole Surfers. Si bien no cuenta con el nivel de malignidad en el que la recontextualización de Fincher coloca a la canción, en la gloriosa tradición de los B.S. logran hacerla sonar como una canción del infierno, como la versión lisiada, con quemaduras de tercer grado del original.
Lo logran con muy pocos elementos. Básicamente lo que hacen es amplificar al mango las propiedades psicodélicas inherentes en la composición, pasando la voz en reverso de manera que quede como una especie de balbuceo estuporoso y utilizando las guitarras como largos, larguísimos, lamentos producidos por un vagabundo en ácido. Todas esas propiedades están en la canción original, que tiene un componente de repetición y drone muy grande, pero en manos de los Buttholes, esos adorables freaks (los verdaderos fearless freaks son ellos, no los maricas de los Flaming Lips), la canción se transforma a su imagen y semejanza. Esto es: fea, amenazadora, ligeramente inquietante y siempre, siempre, proviniendo de un lugar lleno de niebla en el que pulula un grupo de locos escapados de un manicomio.
Es una versión fabulosa porque es un espejo oscuro, porque toma todo lo que era bueno en la canción y lo vuelve payasesco. Pero payasesco a la manera de los Surfers, lo cual quiere decir que en cualquier momento podemos tener una nariz de goma en fuego o unos pantalones gigantes manchados de sangre.
Creo que lo mas genial de la versión (que acá hago sonar como mas maligna de lo que en realidad es, pero los texanos locos siempre supieron ponerle muchísimo humor a sus veladas amenazas) es el oscurecimiento de la voz. Si leen la letra van a ver que es casi una idiotez, un compendio de optimismo y sol. Al volver la letra incomprensible los Surfers nos dicen que el optimismo, el sol, la bondad, el amor, son cosas pantanosas en el mejor de los casos, oscurecidas por las nubes, por la mancha negra que es la humanidad y la locura, que se extiende como brea impidiendo la comunicación. Y que todo esto puede residir en los lugares más insospechados, en la noche, producto de nuestros sueños, esperando oculto para saltarnos por la espalda como un duende de colmillos afilados.

Donovan – Hurdy Gurdy Man
Butthole Surfers – Hurdy Gurdy Man

(*Fé de erratas: puse «A Gift From A Flower To A Garden» cuando en realidad pensaba en «H.M.S. Donovan», disco precioso e increíble de canciones infantiles, en el que se da el gusto de ponerle música a gente como Carroll, Lear y Yeats. Búsquenlo porque vale MUCHO la pena.)


Absolutamente Moderno (2)

Me gustó la idea de Amadeo de postear breves reseñas sobre las últimas canciones que uno escucha constantemente, asi que bueno, me toca a mi! 4 temas, que se pueden dividir entre los primeros 2 (hits pop puros y duros) y los otros 2 (pequeñas bellas canciones).

The Delays – Valentine
Nunca escuché un álbum de The Delays, su estética tan cuidada me causa cierto prejuicio y las criticas a los discos han sido tan malas o mediocres, que realmente me da pereza conseguirlos. Pero no puedo evitar caer una y otra vez bajo los encantos de este hit, que como bien dijo Diego, muestra como una banda da todo y todo para lograr un hit perfecto aunque opaque el resto de su discografía. Yo no se si lo consideraria perfecto (quizas haya un estribillo de más) pero la subida del verso, el muy elegante puente al estribillo, el final con strings.. genial.

Juvelen – Hanna
Juvelen se define perfectamente en su sitio en myspace. «The One-Man Boyband Is The New Black! Born in a Stockholm basement some two years ago, rising from the ruins of compromise and time wasted, Juvelen signalled the start of something funky fresh. Finally the record will be set straight. The good name of pop music will be restored, and sexy will once again be the shit. You cant really mention Prince as an influence these days, can you? Lets just say its about songs of the heart, sung from the hip.»
Uno de los factores más interesantes de Hanna – que por si no se dieron cuenta, es un hit irresistible dance con mucha influencia de, si, Prince – es en realidad, lo sencillo y «humilde» que en realidad es. Si uno presta atención, el sonido de cada elemento, bajo, guitarra, sintes, baterias, son muy sencillos y hay bastante espacio, no creo que suenen nunca más de 4 instrumentos al mismo tiempo. O sea, es un tema que podria grabar casi cualquiera en su casa. Sobre todos esos elementos musicales esta la voz que si, es increíble, en un falsete constante y que parece haber sido grabada a 4 milimetros de distancia de su boca. Por ahora Juvelen (que, como casi todos los músicos interesantes ahora, por alguna razón, es de Suecia) saco solo un EP que esta super-bien, pero como artista Pop, podria tener un futuro muy prometedor.
(pueden ver un video de Juvelen en vivo, solamente con una guitarra, aquí)

Of Montreal – Jennifer Louise

Estos son de esos temas queridisimos que son un simple momento de genialidad reducida en 2 minutos donde todo calza a la perfección. La letra, la letra, es justamente lo que encierra su sencillez, una canción simple y cálida sobre algo simple y cálido, el pensar en otra persona que apenas conocemos, que nos dejo una impresión, y esperando que esa impresión sea correspondida, simplemente eso.

«Jennifer Louise
You don’t know me but we’re cousins
Your mamamamamamamama and my mamamamamamamama are sisters
Jennifer Louise
I haven’t seen you since I was a kid
When my family spent the weekend at your house
and your father helped when my eyelashes stuck together

My mom told me that now
You’re a young professional
Living with a significant someone

Jennifer Louise
We know so little about each other
I’ll probably never call you up, write you a letter or see you in person

Basically,
Jennifer Louise
You don’t know me
and we’re not friends

But I was just wondering, wondering, wondering wondering about you
Wondering if you ever think, think, think think about me
I was just wondering, wondering, wondering wondering about you
Wondering if you ever think, think, think think about me… «

Chris Knox – Not Given Lightly
El único ‘hit’ que tuvo el neozeolandés Chris Knox – que recien estoy conociendo y me esta pareciendo un songwriter soberbio – es una increiblemente simple y perfecta canción de amor dedicada a su esposa con 4 acordes cagados. Más que una simple canción o hit, escucharla es como poder disfrutar morbosamente del mejor regalo que le puede llegar a hacer una persona a otra. Asi de bueno esta.

«This is a love song to John and Leisha’s mother
This isn’t easy
I might not write another»

Aca pueden leer un muy lindo articulo escrito por el mismo Chris Knox sobre este tema, contando su historia
(y pueden ver el clip de youtube del tema aquí)


Lucky Like St. Sebastian (Circus Maximus, 1986)
Lucky Like St. Sebastian (Slender Sherbert, 1995)

El primer tema del primer disco de un artista tiene un significado especial. No solo abre el disco sino que abre una trayectoria y por eso debería estar a la altura. Y hay muchos grandes primeros temas. ¿Se imaginan un tema mejor para ser el primero de Ramones que «Blitzkrieg Bop»? «Caribou» dejaba en claro todo lo que podía ser Pixies, «1969» es un comienzo épico para una carrera y supongo que es muy adecuado que los Smiths hayan empezado con una canción tan mal interpretada como «Reel Around The Fountain». Y tengo que decir que el gran primer tema de primer disco que no fue es «I’m Waiting for the Man» que siempre creí que tenía que abrir Velvet Underground and Nico en lugar de «Sunday Morning».


En 1986 un joven escocés llamado Nick Currie edita su primer disco bajo el nombre del dios griego de la sátira y la burla, expulsado del Monte Olimpo por su crítica constante. Despreciando la comodidad de la falta de expectativas de un álbum debut, Currie elige emprender una tarea ambiciosa y conceptualmente compleja. En sus propias palabras, «Momus (vestido en la apenas adecuada carne de un joven graduado escocés) se sienta en un cuarto rentado en Streatham, sur de Londres, rasgando una guitarra acústica. Decide reescribir la Biblia. Desafiando a sus ancestros fundamentalistas, pinta las vidas de santos del Antiguo Testamento como Lot y Juán el Bautista en nueve tonos de rojo fuego infernal. Ellos emergene interesados en sí mismos, lascivos y ambiciosos. Son, después de todo, los 80s» La canción que abría Circus Maximus (así se llamó el disco) era «Lucky Like St. Sebastian».

Once upon a time there was a man called Saul

Who persecuted Christians until he saw
The work was bearing fruit for the Christians
So the man changed his opinions and his Christian name to Paul

And he wrote important chapters in the Bible
But the blood on his writing hand reeked to high heaven
And Paul resolved to die

So he wrote to friends in Rome
A senator who owed him a favour
Asking for an executioner
So Paul could make his exit as a martyr
The senator sent this answer:

He said «Should you be so lucky like St Sebastian
Preferring the ache to the aspirin
Swooning as they shoot the arrows
Through your narrow chest
Stripping naked in the Circus Maximus
With a martyr-eating lioness
Bartering with flesh for a little pain
Scenes like this give sadomasochism a bad name»

Once there was a man who loved a woman too much
To give up hope when he saw she wouldn’t touch him with a barge pole
He spent his whole life in the Inferno
He composed in thirty-four cantos
O Dante though I’m anti such romantic speculation
I’m your hypocrite reader in the same situation
I’m your double, oh me I’m your brother in pain

But Alighieri if you’ll listen there’s a difference
Between your Beatrice and my Paula
She’s anonymous and now a waitress
– It’s comic but not divine
The tragedy is no-one’s dying!

Should I be so lucky like St Sebastian
Preferring the ache to the aspirin
Swooning as they shoot the arrows
Through my narrow chest
Stripping naked in the Circus Maximus
With a martyr-eating lioness
Bartering with flesh for a little pain
Scenes like this give sadomasochism a bad name

When you’re lucky like St Sebastian
Going out with a bang, just hear me
Whimpering with joy as Mr Death receives his blue-eyed boy
Surrender unto Caesar or to God, it makes no odds
There’s just one thing the martyr wants to say:
«Tell me, Mrs Lincoln, did you enjoy the play?»

Momus debería ser descripto como un Serge Gainsbourg posmoderno, descripción más modesta y menos pomposa que la que él hizo de sí mismo como «ultraconformist, voyager, timelord, tennis and ping pong champion, tender pervert, poison boyfriend, hippopotamus, philosopher, folk singer, star forever.» Nick Currie tiene mucho en común con Gainsbourg. La omnipresente temática sexual, las canciones compuestas para jóvenes cantante femeninas, el matrimonio con chicas mucho más jovenes (aunque el de Momus con Shazna Nessa es más interesante que el de Gainsbourg con Birkin dado que Nessa tenía 17 años y se había escapado de su familia en Bangladesh y de un matrimonio arreglado). El mismo Momus rindió cuentas de su deuda con el gran viejo verde francés en su disco Hipoppotamomus que tuvo el honor de tener una canción prohibida luego de un juicio iniciado por Michelin a quienes no les cayó simpática la comparación entre su clásica mascota y una muñeca inflable.


Y en cuanto a lo de posmoderno las pruebas saltan a la vista muy fácilmente. De hecho alguien debería darle una medalla por medir tan alto en el índice de hipness a Nick Currie, compositor, artista, blogger, redactor de Wired, ex-miembro de banda post-punk con miembros de Josef K (The Happy Family) y cosmopólita crónico que nació en Escocia y vivió en Londres, París, New York, Tokyo y actualmente reside en Berlín. Estuvo en el sello Creation en su época clave a finales de los 80s y ver la lista de quienes patrocinaron su casi legendario disco Stars Forever es la lista de la gente más hipster del momento, desde Jeff Koons hasta la disquería Other Music. Momus es el prototipo perfecto del ídolo de culto posmoderno, estrella pop de un futuro alternativo. Como decía en una reseña de Pitchfork (que a excepción de esta reseña no lo trata demasiado bien pero al menos no lo odia incondicionalmente como la New Musical Express) «Momus is the pop amalgamation of fashion, the internet, literature, film, travel, food, and sex. He’s the music equivalent of postmodern writers Mark Leyner, David Foster Wallace, and William Gibson.«

Pero ni Gainsbourg ni ningún artista ultra-hip abrió su carrera de forma tan desmesurada.


En «Lucky Like St. Sebastian» Momus combina en una sola canción una historia personal, La divina comedia, la historia de San Pablo y el martirio de San Sebastián. Y el mayor mérito de la canción no es haber hecho un name-checking de varias figuras históricas o de la alta cultura, el mérito está en poner todo al mismo nivel, generar con todos esos elementos un entramado único en el que las relaciones entre los elementos parecen tan claras como si no fuera cierto que acaban de ser inventadas. Compara a su chica con Beatriz, se compara a sí mismo con Dante y con San Sebastián a quien compara con San Pablo y resume toda La Divina Comedia en una frase maravillosa (tal vez este sea el mayor mérito de la canción) como la historia de un hombre que amaba tanto a una mujer que se negó a rendirse cuando se dio cuenta que ella no lo tocaría ni con un palo.

Una de las características de las canciones de Momus es precisamente la de sonar como piezas perfectamente manufacturadas que dan la impresión de haber sido siempre de esa forma y jamás haber sido tocadas por nadie (varias veces me comentó Quese su impresión de que las canciones de Momus son demasiado frías). Nick Currie es uno de esos compositores que ven las canciones como un trabajo delicado de artesanía cuyo punto cúlmine, la pièce de résistance de la maestría del artesano, es borrarse a sí mismo y toda identificación consigo mismo externa a la canción misma, dejando lugar para la autoreferencia pero no para las emociones.

«Lucky like St. Sebastian» es una canción oscura y maliciosa, mínima y solemne al mismo tiempo, como todo ese disco. O al menos lo era hasta que el mismo Momus decidió regrabarla para el disco Slender Sherbert y cambiarle lo creepy por campy y hacer una versión synth-pop al estilo del Momus posterior a ese primer disco que es tan buena como la original. Por supuesto que pasó tan desapercibida por el público y la crítica como al primera, y eso hace que siguiera teniendo cierto sentido.

Así el primer dandy posmoderno del pop británico se incluía en una canción junto con tres mártires previendo lo que iba a ser su carrera, siempre ignorado o simplemente odiado por la crítica, nunca ni cerca del éxito, permanenemente escandalizando a moralistas y defensores de lo políticamente correcto y, como él mismo decía en «I Was a Maoist Intelectual«, tratando de hacer pensar a la gente con el único resultado de que lo tomaran como un insulto personal. En esta canción Nick Currie estaba convirtiéndose en Momus expulsado del Olimpo del pop británico al que nunca entró, estaba escribiendo su propia hagiografía, agregándose al martirologio como Momus, mártir del pop barroco analógico, el vaudeville futurista y la folktrónica, mártir intelectual maoista y audioretratista, el primer mártir posmoderno.


Kids With Lungs.

Justo cuando uno pensaba que la gente no podía volverse más estúpida, se levanta un miércoles y se encuentra con esta noticia.
¿Qué de que va la misma, para aquellos que no leen inglés? Bueno, 8 estados de los Estados Unidos, incluida California y Nueva York, están por demandar a Camel porque publicó un aviso en la última Rolling Stone (la de noviembre) en el cual hay “caricaturas”. ¿Cual es el problema con esto? ¿Acaso no es un país libre? Depende. Resulta que existe un “acuerdo”, vigente desde el 98, según el cual las compañías de tabaco de Estados Unidos no pueden utilizar dibujos en sus publicidades porque es una forma de “incitar a los niños a fumar”. Por eso mismo es que desde ese año Joe Camel, la tradicional mascota de la compañía, tiene prohibido aparecer en publicidades. Lo que los evangelistas de la salud están diciendo es que este aviso es una violación de ese pacto y que todos los niños deben estar en este preciso momento, luego de verlo, corriendo a comprar sus primeros cartones!
El aviso en sí es una boludez: un desplegable en el que Camel publicita una pagina web de contenido indie en el exterior, postulándose como la empresa que apoya la “nueva música hip!”, mientras que en el interior hay descripciones graciosas de estilos indie, con dibujos de un tal Benjamin Marra, uno de los dibujantes editoriales de RS. Si tienen muchas ganas de verlo, esta aquí (guarda, es un pdf muy pesado).
Ahora bien, hay unas cuantas cosas que pueden destacarse sobre esto:

a) ¡¡¡TODOS los chicos leen Rolling Stone, claro!!! Que a alguien se le haya ocurrido que un niño (o un adolescente para ese caso) aún lee RS (una revista cuya tapa del número en cuestión es SOBRE EL PUTO REGRESO DE LED ZEPPELIN!) es un idiota que evidentemente no tiene idea sobre los circuitos de distribución cultural contemporáneos y sobre lo que los chicos están haciendo, leyendo o mirando hoy en día.
b) El aviso mismo no esta mal (los dibujos son bonitos), pero su temática y su estilo están obviamente apuntados a los chicos universitarios que, después de todo, son los que escuchan indie. ¿Alguien vio alguna vez a un niño escuchando Arcade Fire? No, yo tampoco.
c) Y, claramente, es otra estrategia de una corporación anquilosada y horrible para quedar como una especie de “cool dad”. Y es casi igual de embarazoso. Camel, claro, ¡esa es la marca en la que yo confío para que me diga que es lo que tengo que escuchar! ¡Camel y Rolling Stone, la voz de la generación joven!

En fin… ¿cuánto faltara para que los grupos antitabaco comiencen a usar newspeak? ¿Años, meses, días? Unsmoke is doubleplusgood!