Because VideoGames are the New Rock

(volví)

Entre las New Year Resolutions para este 2008 esta la de jugar más videojuegos. Ya se extenderá Dario al respecto en su post de fin de año, pero esperense que vamos a hablar bastante proximamente de este nicho cultural tan eferveciente últimamente. Y a los que no le gustan, pueden joderse alegremente.

Para arrancar, usted no puede, NO DEBE, no jugar al Peggle.

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Una mezcla genial entre Pachinko, Pinball, y Puzzle Bobble completamente simple, adictiva, con un diseño de pantallas completamente ingeniosa y creado con mucho, mucho amor. Todo con ese justo nivel de inocencia naïf de un juego para niños pero que puede jugarlo cualquiera, y que además se puede poner bastante complicado en los últimos niveles. Y además, siendo uno muy bueno puede hacer jugadas espectaculares y poder re-jugarlo muchísimas veces. Sin duda, el mejor puzzle que he jugado desde el Tetris Attack.

Y podes jugar gratis. Y jugarlo en tu iPod.
aca pueden ver un video de como es más o menos. Es muy sencillo y simple, como todo buen puzzle. Asi que entren al sitio de PopCap y jueguen con sus hermanos y familia:

Peggle!

**

Post-Data videogamer: Otro descubrimiento agradable de fin del 2007 es que el Unreal Tournament 2004 (si, ya se que tiene ya 3-4 años, y que ya salio el UT3) anda fantásticamente bien en cualquier maquina mediocre (en mi caso un dual core de 2.8 con tarjeta onboard de video). Es un juego muy sólido y un muy buen FPS para tirar misiles contento para todos lados. Fine for me.


So, Tell Me, Did 2007 Fulfill Your Dreams And Expectations? (Parte 02)

01. Funnybook Inspector: Comics 2007.

Siempre hablar de comics o libros del año va a ser una falacia. En este caso si les doy la derecha a aquellos que piensan que un año es una división temporal arbitraria para indicar que es lo que más nos gustó o afectó. Las cosas que se publican en Estados Unidos o Europa raramente se traducen y publican en el mismo año en el resto del mundo.
Sin embargo, me parece que aun así vale la pena intentar balancear que objetos escritos descubrí este año, mas como una operación personal autobiográfica que como una lista de lo mejor. Así que ahí vamos:
Por el lado de los comics, y más específicamente de los comics de superhéroes, este parecería ser un año poco interesante. Marvel y DC están jugando al inmundo juego del crossover y sus universos parecerían funcionar más que nunca como una horrible cinta de caminar que lleva a ninguna parte. Es obvio que DC es la editorial mas ofensiva en este sentido con la enorme bazofia que es “Countdown” (o como crear una serie semanal en la cual no pasa nada en 30 números) y sus interminables miniseries conectadas, one shots, especiales, etc, etc, etc. Si “Civil War” parecía interminable, Countdown es como el infierno, donde nuestros pecados son revividos por toda la eternidad. Esto me pone bastante triste, ya que los personajes de DC siempre vivieron en mi corazón y es una lastima observarlos tan pisoteados, tratados como meros conductos, piezas de ajedrez que tienen que estar en un lugar arbitrario, no importa cuanto se violente la caracterización o la lógica.
Marvel, por su lado, se dedica a construir su próxima saga, que tiene que ver con la infiltración en la tierra de una raza de aliens que cambian de forma. Si, ya se, ya tuvimos 3 o 4 adaptaciones de la “Invasion Of The Body Snatchers” en los últimos 40 años, pero Marvel no parece darse cuenta del asunto.
Sin embargo, hay momentos de esperanza, series aisladas que funcionan o bien porque se deja a sus artistas a la buena de dios, que trabajen su propia historia o porque sus dibujantes y escritores son lo suficientemente hábiles para sacar lo mejor de un mandato editorial. En la primera categoría entran las que sin lugar a dudas son las 3 mejores series de superhéroes actuales, modelo de excelencia para todos aquellos que se interesan en los hombres de calzas: All Star Superman, The Brave And The Bold e Immortal Iron Fist.

All Star Superman es, sin lugar a dudas, el mejor comic de superhéroes que esta siendo publicado hoy en día. Morrison y Quitely nos hacen creer que revitalizar a Superman era un juego de niños. ¿La receta? tomar todo lo que hizo de El Hombre De Hierro un icono cultural en los 50 y 60: Bizarro, la ciudad embotellada de Kandor, Jimmy Olsen y sus increíbles transformaciones, Lex Luthor como un villano científico, la zona negativa, Clark Kent como un patoso lleno de errores. Mezclarlo con algunas referencias más cercanas como el Sun Eater y Doomsday. Dejar que Frank Quitely se luzca desplegando el mejor storytelling que he visto en años (ejemplo:

). Y producir 9 números (hasta ahora) en los cuales Superman esta muriendo y tiene que confrontarse con interminables versiones de él mismo.
Un comic hiper comprimido en el cual el hijo de puta de Morrison nos da escenas como la del último número, en el que la luna es QUEBRADA por dos kriptonianos que luego la parchan usando los puentes más famosos del mundo como curitas.
Un comic que transpira inspiración, color, diversión, magia y optimismo. Los escoceses nos hacen creer que escribir superhéroes es el mejor trabajo del mundo y que encontrar lo especial en cada uno de ellos es similar a volar de cabeza a enfrentarse con un conquistador intergaláctico, todo coraje y júbilo. Eso es genio, damas y caballeros.

“The Brave And The Bold”, por otro lado, es una bestia ligeramente distinta. Es el elefante blanco del cual hablan los lectores de superhéroes cuando se refieren a un comic que sea capaz de atraer a gente que no los lee hace 20 años. Guionizado por Mark Waid, con dibujos de George Perez, dos veteranos que le muestran a los mocosos Como Se Hace. Es increíble como Waid hace malabares con cada pequeño pedazo del universo DC, mezclando a Batman, Lobo, la Legión de Superhéroes, los Challengers Of The Unknown, Supergirl, y miles de otros pequeños detalles sin que jamás uno se sienta perdido. Todos los personajes tienen la introducción correspondiente, todos tienen algo que hacer, cada personalidad esta utilizada a la perfección. Judd Winick debe leer este comic y sentir un poco de vergüenza.
Mientras tanto, Perez hace lo que viene haciendo hace 20 años ininterrumpidamente, de una manera tan magistral que ya casi pasa desapercibido: ser uno de los dibujantes de superhéroes más detallados e impresionantes. Sus layouts quizás no sean tan imaginativos, pero es algo que muy pocos “artistas” son hoy en día: un artesano consumado. Sabe como contar una historia, sabe como hacer hablar a sus personajes, sabe como dibujar expresiones, sabe como meter detalles en una viñeta sin que (casi) nunca parezca confuso.
Y además, estos dos maestros nos dan una de las mejores frases del año:

LAST! MUMMY! STANDING! ¿Como no amar este comic?.
Pasando a la distinguida competencia, Immortal Iron Fist es LA sorpresa del año. Un personaje de tercera, creado para pegarla en los setenta con la fiebre del kung fu, casi sin personalidad, que nunca tuvo capacidad para sostener una serie regular más allá del número 20. ¿Que se podía esperar de el? Bueno, Matt Fraction, Ed Brubaker y David Aja nos demuestran, una vez mas, que no hay malos personajes, solo personajes mal manejados. El nuevo comic de Iron Fist es una combinación maravillosa de artes marciales, superhéroes y espionaje, que hace un uso fantástico del universo compartido al mismo tiempo que se arrincona en su propio mundo. Y ese mundo, gracias a esos dos tipos tan talentosos que son Brubaker y Fraction, es riquísimo: una dinastía de Iron Fists, complejos secretos bajo las calles de Nueva York con tecnología de principios de siglo, aventuras que parecen salidas de una tira de prensa de los años 30, un torneo de artes marciales digno del mejor shonen y otra de las frases del año:

Creo que la última vez que me sorprendí y maravillé tanto con un héroe mainstream y que sentí que su mundo había sido ampliado infinitamente, fue cuando leí el Starman de Robinson.
Y no me hagan comenzarles a hablarles de David Aja. No se de donde sale ese tipo, pero es la revelación del año. Tiene un rango impresionante y es capaz de pasar de dibujar ambientes pseudo científicos gigantescos y detallados a retratar conversaciones con un dominio del “lenguaje corporal”, los gestos, las expresiones de sus personajes que recuerda a un Alex Maleev mas limpio, a entregarnos un layout tan impresionante como este:

Probablemente sea el dibujante a mirar el año que viene.
Siguiendo, este podría ser el año de Ed Brubaker. Su Capitán América y Criminal así lo demuestran. El primero, luego de su muerte, se ha transformado en uno de los comics mas atractivos e hipnotizantes de los últimos años, una historia que va desarrollándose en cámara lenta, en la cual todos las facciones se dan vueltas unas a otras, intentando descifrar la muerte de Steve Rogers y sus consecuencias. Es fantástica la manera en que Brubaker les saca el jugo a los personajes secundarios, que se dedicó a enriquecer durante los dos primeros años de la serie. Uno ni extraña al Capitán y espera que el comic siga siendo esta magnifica mezcla de noir y aventura en la que todos tienen triples y cuádruples agendas y todo el mundo parece dudoso y manchado.

Criminal, por otro lado, es puro noir. Hasta el momento se van publicando dos arcos argumentales: “Coward” y “Lawless”, en los cuales conocemos a dos personajes que se encuentran conectados por su vida de crimen y por su incapacidad para escapar de la misma. Si hasta el momento hay algún tema que surca esta serie es aquel de la inevitabilidad del destino, de la manera en que los padres marcan a los hijos y, de alguna manera, los embarcan en el camino al que luego regresaran siempre. Una serie oscurísima, espartana, en la que la información es entregada por cuentagotas y en la que los dibujos de Sean Phillips solo refuerzan el ambiente opresivo con sus bloques de negro y sus formas oscurecidas por el humo y la mugre.

Yendo hacia el rincon de los proyectos especiales, y cambiando absolutamente de ambiente, se destaca Shazam! The Monster Society Of Evil de Jeff Smith. Yo pienso demasiado en el Captain Marvel. Creo que es un personaje con un potencial enorme, por momentos mejor que Superman. Tiene un gancho fabuloso y adelantado a su tiempo: ¿que haría un niño con el poder de un dios? Y siempre tuvo aventuras mucho más fantásticas, divertidas, rocambolescas, que Superman. Por momentos siento que sería el perfecto personaje para contar esas historias demasiado locas para el kriptoniano. Pero en los últimos años, en vez de aprovechar su potencial para conducir la magia y la locura de la niñez, todo lo que han querido hacer quienes lo manejaron es oscurecerlo. Gracias a dios que existe Jeff Smith, que en 4 números nos da un Captain Marvel respetuoso de sus orígenes y aggiornado para regalarle a cualquier niño fanatico de Harry Potter. Dibujos expresivísimos, un niño de verdad en la piel del Capitán, una reinterpretación de Mary Marvel tan sencilla y magnifica que la versión del universo oficial da asco y muchos, muchos, muchos monstruos. Esto es lo que un buen comic para niños debería ser.
Y luego la tenemos la miniserie de dos números que, debo confesar, aprieta mis botones nostálgicos. Estoy hablando de JLA / Hitman. Tommy Monaghan siempre fue uno de mis personajes preferidos de Garth Ennis, el que, para mi, mejor resumía ese ethos de violencia, amistad y, en el fondo, decencia que tienen todos sus personajes. El final de su serie regular aun me conmueve hasta las lágrimas y por eso verlo de vuelta, aunque sea por un ratito, fue enormemente reconfortante. No es nada nuevo, no va a cambiar el mundo, es solo una excelente historia de Hitman, en la que Tommy hace lo que hace mejor (matar gente) y salva a la JLA. Vale solo por la última viñeta, el pequeñísimo recordatorio de un personaje al que le permitieron terminar su historia en paz, algo tan raro en estos tiempos.

Caminen conmigo, pasemos para indietown. La verdad es que no leí demasiado este año. El gran hallazgo, sin lugar a dudas, es Joe Matt y sus comics autobiográficos. Pensaba encontrarme algún chico triste y conflictuado, trabajando sus traumas femeninos (si, ya se que no todos los artistas indie son Jeffrey Brown) pero me encontré con algo completamente diferente. Un verdadero desastre de persona, tacaño, adicto a la pornografía, sucio, miserable y vago. Y todo eso lo pone en sus comics! Creo que desde Crumb no había visto autobiografía con tan poco filtro, tan descarnada y dedicada a mostrar a su sujeto como una basura de primera categoría. Obviamente que Matt, además de ser eso, es un gran historietista, con un manejo de la caricatura magnífico. Sus personajes son simples pero siempre manteniendo una gran capacidad expresiva, y al mismo tiempo son icónicos. Matt se identifica por sus anteojos que no dejan ver sus pupilas, Seth es sombrero y anteojos de marco fino y así. Un tipo que estaría bien produzca más comics y se masturbe menos.

Sin embargo, podría no haber leido mas que el próximo comic este año y ser feliz. Este fue el año en que finalmente pude leer Scott Pilgrim. Y solo puedo decir que es THE MOST AWESOME COMIC EVER. Es, como dice mucha gente, un modo de vida. No se que hizo Bryan Lee O’Malley con su combinación de referencias comiqueras, manga, videojuegos y comedia romántica, pero es perfecto. Personajes queribles, gran manejo de la página, escenas de lucha imaginativas, frases MUY citables y una sensación de alegría interminable, en la historia que se esta contando, en el placer de dibujar, casi igual a la manera en que Scott va por la vida, sin una idea pero con el suficiente buen corazón y entusiasmo para que todo salga bien, que deja parados a tantas cosas producidas por las Grandes Editoriales como un montón de zombies. Ahora…si solo se apurasen y escaneasen los volúmenes 3 y 4…


Finalmente, llegando a Argentina, es muy agradable ver la revitalización de la industria del comic local. Lo mejor del asunto es observar los volúmenes recopilatorios de gente que viene laburándola hace más de 10 años. Me refiero a “Estupefacto” de Lucas Varela y “Moriremos Como Ratas!” de Esteban Podeti. Dos libros que se dedican a mirar la trayectoria de artistas que hoy en día están consagrados y no podrían ser más diferentes. Mientras Podeti tiene esa mala leche tan propia del underground y de los comics independientes norteamericanos de los 80 (no por nada es un confeso fanático de Peter Bagge, que, como detalle intrascendente, cumplió 50 años este año y me hizo sentir un tanto viejo), Lucas Varela parece mas influenciado por gente como Lewis Trondheim y Sfar, aunque con un sentido del diseño y unas formas un tanto mas geométricos, que también hacen pensar en Chris Ware. Si hay algo que los hermana es que son dos salvajes, dos limados a los que no les importa nada en el mundo. Sus comics están llenos de mutilaciones, traiciones, personajes hijos de puta, droga, sexo y rock and roll. Ampliamente recomendados, a pesar de estar en espectros distantes del arco iris dibujil (o de la pirámide de McCloud).

Adición de ultimo momento!!!: The Salon de Nick Bertozzi. Lo leí anteayer y me atrapó tanto que no pude irme a dormir hasta las 8 de la mañana. ¿Qué pasa cuando tomas a Gertrude Stein, Erik Satie, Leo Stein, Georges Braque, Picasso, Apollinaire y Gauguin y los metes en un misterio policial que involucra un ajenjo azul que permite entrar en los cuadros? Bueno, si sos Nick Bertozzi conseguís una novela grafica increíble, en la que los protagonistas aparecen como figuras reales, haciendo que nos olvidemos de su estatura mítica; en la que se cuenta no solo un gran misterio pictórico-policial, sino que también se traza el origen del cubismo; en la que hasta hay discusiones estéticas y filosóficas sobre la pintura en sí misma y sobre la relación entre “pintura” (alta cultura) y “comic” (baja cultura); en la que el manejo del color y el “ánimo” de una escena por Bertozzi es impresionante. Que lindas son las sorpresas de último momento!.

Y después hay muchas cosas que no leí o que estoy en proceso de leer y que seguro entrarían en esta lista: The League Of Extraordinary Gentlemen: The Black Dossier, Alice In Sunderland (fantástica reconstrucción de un lugar y una tradición cultural de Bryan Talbot), el libro del Sr. Rispo, Exit Wounds (la critic darling de la temporada, una historia ambientada en Israel acerca de un chico que busca los rastros de su padre muerto en un atentado suicida), Casanova, Chance In Hell (la nueva mini de Gilbert Hernandez que todo el mundo dice que es fantástica).
Pero de cualquier manera…releo y me encuentro con que fue un mejor año de lo que pensaba. Who would have thought?

02. A Bunch Of Monks Wasting Time: Libros 2007.

En cuanto a libros, una vez más, creo que no leí absolutamente nada publicado ESTE año. Pero leí mucho, demasiado, y en medio de la miríada de cosas que pasaron por mi mesa de luz se puede destacar:

1) Post-War de Tony Judt: o como escribir un libro de historia de mas de 700 páginas y volverlo completamente apasionante. Una historia de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial magistral. Escrita con claridad, sin miedo a reconstruir “hechos” pero al mismo tiempo tiñéndolos siempre de una interpretación personal, con preocupación por la historia política y social por igual, que maneja cantidades enormes de información sin volverla jamás un tedio. Me demostró que se puede leer historia por placer y pasarla MUY bien. Recomendado sobre todo por los capítulos sobre la llegada de la Guerra Fría, la destrucción de Yugoslavia y la caída de la Unión Soviética. (Lástima que la parte de historia cultural sea medio floja)

2) Men Of Tomorrow: Geeks, Gangsters And The Birth Of The Comic Book de Gerard Jones: el mejor libro de historia de comics que he leído hasta el momento. Jones traza la evolución del comic book conectándolo con la identidad inmigratoria judía de sus principales artistas y con su origen como un negocio respetable para gente no tan respetable (principalmente contrabandistas de licor durante la prohibición o gente que tenía contactos con). Es un libro fantástico, repleto de anécdotas que demuestran lo frágil que era la industria, lo oportunistas que eran sus promotores y lo poco que les importaba a los artistas su trabajo en los inicios. Y además coloca al comic book dentro del continuum de grandes entretenimientos culturales norteamericanos. Es un hijo del siglo XX y del capitalismo tanto como el cine o la música rock y es muy iluminador observar como se levantó de sus inicios como basura para llegar, de algún modo, al reconocimiento cultural de hoy en día.

3) Cat’s Cradle de Kurt Vonnegut: en el año infame que se llevó a tanta gente esencial, el mejor antídoto cuando me enteré de la muerte de Kurt fue leer este libro. Y que libro hermoso me encontré, suficiente para curar el mal humor durante semanas. A pesar de tratar, en vonnegutiana manera, el final de la civilización y la estupidez perenne de los hombres. El argumento es sencillo: Felix Hoenniker, científico involucrado en la creación de la bomba atómica, crea una “especie” de hielo que “enseña” al agua a solidificarse de otra forma, mas difícil de revertir. La sustancia se llama “Hielo 9” y, al morir él, queda en manos de sus hijos. A partir de ahí, con una estructura compuesta por breves fragmentos, Vonnegut despliega una historia moral entregada con la mas oscura de las sonrisas, en la que se mezclan islas bananeras ficticias, religiones inventadas e hilarantes y personajes rarísimos. Una de las mejores cosas que leí del maestro y el libro con más ideas por página del año.

4) J.R. Wilcock: este fue el año en que descubrí a este escritor singularísimo, que reafirma mi teoría de que los “raros” de la literatura argentina son una parte que hay que investigar más. Leí “El Estereoscopio de los Solitarios”, “Hechos Inquietantes” y “El Templo Etrusco” y en los 3 se combina de manera magistral el fantástico con el humor más negro. Wilcock parece reírse de todo y mirarlo a una distancia prudencial, como quien sabe que tiene una razón superior, pero cuando menos lo esperás te desarma con un momento de pura emoción, con una descripción en la que se nota que todas las armas de la distancia quedan anuladas. Es un escritor irónico pero que no hace de la ironía el motivo de su escritura y eso es raro de encontrar en estos días.

5) La Niña del Pelo Raro de David Foster Wallace: este es un libro que se mueve por tantos códigos y escenarios que es un tanto complicado para mí encontrar algo que decir de el. Además, lo terminé de leer hace bastante poco tiempo, con lo cual mis pensamientos aun no están asentados. Pero se puede decir que Foster Wallace es uno de esos escritores profundamente preocupados por el ser humano, por su futuro y por como vivimos juntos. Que utiliza figuras de la política y el mundo del espectáculo como Lyndon Johnston (en uno de los mejores cuentos que leí en este año) y David Letterman pero no le interesa ser irónico o burlarse de ellos, sino que su intención es usarlos como imágenes míticas que representan algo por lo que todos estamos preocupados: ¿como hacer para conectarse con el otro? ¿Como hacer para no estar solos? Es lógico, entonces, que uno de sus cuentos más ácidos se burle de aquella escuela del desapego que es Bret Easton Ellis. ¿Porque nadie se digna a traducir Infinite Jest, ahora?

6) Una Historia del Mundo en 10 Capítulos y Medio de Julian Barnes: el libro con el que comenzó el año, regalo de navidad de mis padres recibido con cierto desdén (“ah, este es el amigo de Martin Amis”). Equivocado como casi siempre estaba, al encontrarme con un libro magnifico, cornucópico, una telaraña de historias en las que se acumulan el arca de Noe, los terroristas árabes, la carcoma, una pintura de Gericault, los pasajeros judíos del St. Louis en 1939, un astronauta, el monte Ararat, el fin del mundo, el cielo, el amor, Jonás y la ballena y una mujer irlandesa. Es un tapiz arbitrario, una historia personal, en el que el significado procede solamente del escritor, de las imágenes que elige como demiurgo para darle forma a su mundo literario y personal. Una de los libros más ricos y gratificantes del año.

7) Jim Thompson: el verano siempre es bueno para la novela negra y mis veranos estuvieron bookeandeados por Jim Thompson. A principios de año, mientras me rodeaba la naturaleza que no ofrecía peligros, leía “The Getaway” y comenzaba a sumergirme en ese mundo de personajes amorales y extremos, de nihilismo puro y violencia repentina. En febrero con “1280 Almas” conocí en Nick Corey a uno de los más extraordinarios anti-héroes (en el sentido literal del término) de la literatura. Nunca antes una novela basada puramente en el egoísmo absoluto de su personaje principal había sido tan divertida. Y a final de año con “Los Alcoholicos” me encontré con un mundo sellado, una comunidad de enfermos que Thompson describe con su usual candidez y ese afecto torcido que tiene por los despojos de la sociedad. E incluso tiene algo que parece un final feliz.

8) Los Escritores Inútiles de Ermano Cavazzonni: porque dice la verdad desde el título y es el libro más ferozmente gracioso que leí en el año. Por momentos me recordaba a Wilcock, por la impiedad con la que trata a sus sujetos. Pero Cavazzonni ni siquiera tiene los pequeños actos de compasión que tiene Wilcock. Los escritores son seres espantosos, malhumorados, egoístas, codiciosos y estúpidos. Parecen una raza de animalillos molestos de los cuales el común de los mortales se ríe y se pregunta que hacen todas esas horas, en cuartos mal iluminados y llenos de humo de cigarrillo, sin sentir la luz natural jamás.

9) Mescalito de Hunter S. Thompson: eh! un libro de este año! bien! 70 páginas en apariencia menores pero que demuestran porque H.S.T. era la última voz de la conciencia americana, el más amargado y triste en sus años finales, porque debía morir cuando lo hizo. Si hay un tono que predomina en estos textos (exceptuando el primero, una experiencia de mescalina en tiempo real que es a la vez terriblemente familiar e individualmente thompsoniana) es la melancolía, la sensación de que los mejores años quedaron atrás, la irremediable comprensión de que aquello por lo que se peleaba esta perdido. Uno tiene la sensación de que a Hunter no le quedaba más que su casa y su gato, aislado en el desierto.

10) Poesia Beat, Varios: solo porque me sirvió para conocer a ese poeta de la puta madre que es Gregory Corso, este libro ya merece una mención en la lista. Pero además es una excelente selección, que tiene muestras significativas de todos y que cumple la difícil función de ser a la vez un muestrario, un objeto importante en si mismo y de aislar las voces individuales de los poetas y comunicarlas de manera distintiva y efectiva.

03. Plastic Dreams For Blind Men: Peliculas 2007.

El año en películas, así como el año en libros y comics, siempre es arbitrario, siempre es incompleto. No veo muchas películas “del año”, en general, no voy al cine, no saco tantos dvds. Si alguna de ellas cae en mi regazo es por recomendaciones extremas, por una sensación de cansancio, de entregarse a aquello tan encolumnado.
Sin embargo, este año puedo decir que hay 3 películas que forman una especie de trilogía de lo que busco en el cine incesantemente: Ratatouille, INLAND EMPIRE y Zodiac.

Ratatouille es, creo, la mejor película del año. Una película como esa, que no abandona la formalidad narrativa, que es una película para niños, que proviene de el sistema de estudios mas grande y anquilosado del mundo y aun así se las ingenia para ser inteligente, divertida, tener miles de lecturas y ser, sobre todas las cosas, conmovedora. Lester Bangs ya lo dijo con respecto al rock, que él escuchaba obsesivamente música porque creía haber observado, en un momento de iluminación misterioso y fugaz, la puerta a un mundo mejor y que desde entonces buscaba reproducir esa sensación incesantemente. Un poco eso es lo que me produjo Ratatouille cuando la vi. No es solo la animación que ya a esta altura es una cosa exquisita cuando a Pixar se refiere, no son solo los personajes encantadores y únicos, es la manera en que estos artesanos construyen una historia que puede ser disfrutada por absolutamente cualquier persona y salir de ella con ideas o puntos de vista que se adecuan a su edad y su experiencia. Una película que combina temas como que es el buen comer, la importancia de la creación, la democracia del arte, el genio personal, el lugar de la crítica y el lugar de lo nuevo en el sistema artístico y que nunca suena forzada ni moralizante ni incomprensible para un niño de 5 años. Yo ya lo vengo diciendo desde El Gigante De Hierro: Brad Bird se las trae y en 10 años vamos a hablar de él como uno de los mejores directores de animación de la historia.

En cuanto a INLAND EMPIRE, se puede decir que la experiencia es opuesta y complementaria. Es una película que no es para cualquiera y, como decía mi gran compañero Dario, es una verdadera experiencia cinematográfica, algo que no se ve hoy en día, una película que te exige que le prestes atención, que te sumerjas en ella y de la cual necesariamente volvés sintiendo que no solo te sentaste frente a una pantalla durante 3 horas, sino que te llevaron por un paseo en una casa encantada, todo rieles chirriantes en carritos pequeños, monstruos de papel maché que bajan de los techos, clang…clang…clang…, oscuridad y tipos disfrazados que son mas terroríficos porque a través de su maquillaje se percibe un diente faltante, una cicatriz en la mejilla, una horrible mueca de asco y felicidad. No hay muchas maneras de describirla, solo hay que verla. Y, además, haberla vivido bajando de un viaje de ácido, a las 7 de la mañana de un día lluvioso, despierto con los ojos enrojecidos hasta las 10, la convierte en uno de los mejores momentos pasados con el cine en mi vida.

Sobre Zodiac ya escribí aquí, no creo que haya mucho más para decir.

Y, finalmente, quiero rescatar una película que es incomprensible que sea tan ignorada, que ni siquiera tenga edición en dvd, que casi nadie vea, cuyos subtítulos en castellano no existen en internet. Estoy hablando de esa obra maestra que es “Matinee” de Joe Dante. La volví a ver hace un par de semanas, luego de casi una década de haberla visto por primera vez y me quede sin habla ante lo estupenda que es. Creo que sería mi película del año hoy y siempre.
El argumento es simple a primera vista: un productor de películas clase b, de monstruos y fantasmas, llega a un pequeño pueblito de Estados Unidos a presentar su última producción, llamada “Mant!” y que trata sobre un hombre mutado…en hormiga! gigante!. En este lugar se encuentra con un joven y su hermano que están obsesionados con “Famous Monsters In Filmland” y el cine de terror. Pero todo sucede durante la Crisis de los Misiles del 62 y el padre del pendejo es un soldado asignado a bloquear el envío de material nuclear ruso. Eso sin mencionar que el pueblo queda a un tiro de piedra de Cuba y todos están paranoicos con que las bombas caigan.

A partir de ahí Dante realiza un comentario extraordinario no solo sobre el poder del cine, sino sobre la manera en que las fantasías del arte informan nuestra existencia diaria, reproduciéndola de manera espejada y dándole sustancia a nuestros sueños. El productor se llama Lawrence Woolsey y esta basado en William Castle, un personaje entrañable de una época perdida en el cine “de espectáculos”, aquel que no esta preocupado por confrontarnos con el miedo a nuestra propia muerte o a nuestro propio adulterio. Corporizado por un John Goodman en estado de gracia (como casi siempre), en un momento dice algo así como “La gente entra en el cine, se sienta, se apagan las luces y se abandonan. Saben que tenemos el control, que vamos a hacerlos sufrir y a hacerlos emocionar. Pero llega un momento en que uno los salva, los rescata, les hace saber que todo va a estar bien.”
Brindo entonces porque esta extraordinaria película reciba el crédito que le ha sido negado durante tanto tiempo. Y brindo también por aquellos artefactos que me salvaron en el 2007, que me rescataron de la existencia mundana, del calor y del frió, del desamor y la decepción, del cansancio y el aburrimiento. Que, a través de una persiana entornada, me hicieron observar algo tan brillante que solo puede ser mirado de reojo.
Y porque el 2008 traiga muchos momentos tan buenos como ese.


La República Posible

Había una época, no tan lejana, en la que las compañías de comics norteamericanas publicaban lo que fuese, esperando que algo pegase entre su audiencia, un tiempo en que el genero superheroico no ejercía una dominación tan completa y las ideas extravagantes se filtraban entre las grietas.
Ese período probablemente llego a su punto mas alto en los años 70, década que ha sido caracterizada por muchos como el momento mas amorfo de la evolución de los comics norteamericanos, en que cualquier cosa podía tener una chance de pegarla y en la que los editores se volvieron hacia géneros que luego virtualmente desaparecerían, como el comic de terror y de artes marciales. Hay una teoría que de esos diez años de experimentos fallidos, el único que nacería y crecería más allá y alcanzaría, finalmente, un éxito insoportable, serian los X-Men. Pero en el camino quedaron muchísimas propuestas que no llegaron a nada.
Y en estos días me encontré leyendo una de las más psicodélicas y extrañas: Prez, de Joe Simon y Jerry Grandinetti. Joe Simon, para los que no saben, es el co-creador del Capitán América, junto con Jack Kirby. Ese es su trabajo mas recordado, pero Simon pertenecía a la época en que la industria se comía a la gente y durante años siguió trabajando, dibujando comics románticos por kilo y creando cosas como Brother Power, The Geek (otra serie maravillosamente demente de los 70 DC). Sigue vivo aun hoy, demostrando una longevidad bastante impresionante y siendo uno de los pocos autores de la Golden Age aun entre nosotros.
Prez, el comic del que hablamos, es un producto surrealista de su época: parte comentario político, parte comedia adolescente, parte serie de aventuras. El protagonista es Prez Rickard, un jovenzuelo de blondos cabellos y sonrisa perfecta, cuya popularidad surge de poner en horario TODOS los relojes de su ciudad natal. Esta popularidad coincide con un decreto del gobierno que disminuye la edad para votar a 18 años y también la edad a la que los congresistas pueden ser elegidos. A raíz de esto, un oscuro personaje llamado “Boss Smiley”, un especie de jefe mafioso intocable, le propone que convertirlo en senador. Prez es un joven impresionable e idealista y dice que si, solo para enterarse luego de las verdaderas intenciones de su sponsor, controlarlo y, a través de el, a la juventud de América (realmente es así, no miento). Finalmente rompe con él y logra llegar al Congreso primero y a la presidencia luego.
Una premisa como esa seria riquísima para enfrentar temas de identidad juvenil y diferencias intergeneracionales, pero Joe Simon lo que hizo fue convertirla en una continua comedia exagerada, surrealista, en la que la acción no se termina de explicar del todo, hay saltos de lógica en la narración que no tienen sentido y por momentos uno no sabe si se están riendo del personaje principal o si están de acuerdo con su positivo e idealista punto de vista. Además, que se puede esperar de una serie en la cual el protagonista principal se enfrenta a VAMPIROS SIN PIERNAS y JUGADORES DE AJEDREZ MALVADOS?.
Sin embargo, y más allá de las deliciosas divergencias de Simon y compañía (que le dan a la serie una sensación de hermosa libertad y despreocupación ausente de la mayoría de los comics mainstream actuales) la serie puede ser leída como un comentario sobre esa quimera: el Sueño Americano. Prez es, básicamente, la representación hecha carne del sueño americano: desde su origen en un pueblito pequeño, de clase media burguesa (no white trash, por favor), lugares que sabemos que en el imaginario norteamericano han sido desde siempre marcados como “la cuna de la democracia” hasta su apariencia (WASP por donde se lo vea) hasta, bueno, obviamente, sus ideales. Prez es el ideal del “político perfecto” que ha perseguido la democracia en general y la norteamericana en particular. El político que en general se imagina la ley, impoluto, creyente, honesto, siempre tomando la decisión que sirve al bien común y el contrato social.
Al mismo tiempo, “Prez” también puede ser leído como un comentario sobre la distancia que media entre esa representación ideal, tan importante para construir la legitimidad de la democracia norteamericana, y su existencia real. El comic fue publicado entre 1973 y 1974 y, en plena debacle de la presidencia Nixon, no es un detalle menor. Por momentos, al leerlo, me parecía ver que lo que querían hacer Simon y Grandinetti era aggiornar a Kennedy, sobre todo por la juventud del protagonista, su presencia, su mística. No es menor tampoco el hecho de que la fuerza social en la que se asienta Prez sean los jóvenes, abanderados de la revolución contracultural de los 60 y cuya combatividad, en el momento en que la serie fue publicada, estaba en descenso, mientras los setentas se asentaban, hedonistas sin conciencia, inevitables. Parecería que hay una nostalgia por tiempos más turbulentos pero esperanzados. Sin embargo, Kennedy es solo la última actualización de este pensamiento “mesiánico-democrático” norteamericano, de su inagotable fe en la democracia perfecta. Kennedy murió en el momento perfecto para convertirse en el mártir de los mejores años de democratismo de post guerra, justo antes de la contracultura.
La historia demostraría que ni el ambiente social ni el mercado editorial estaba listo para una idea tan extraña como la que proponía Prez, para una combinación tan ridícula (y uso este término de la mejor manera posible) entre comentario político light y humor absurdo y la serie terminaría cancelada luego de solo 4 números.

Sin embargo, Prez fue rescatado en dos ocasiones y utilizado mucho más apropiadamente como un vehículo de comentario político.
La primera de ellas se la debemos al maestro supremo del pastiche: Neil Gaiman. En un número auto conclusivo de Sandman se recuenta la historia de Prez, cambiando algunas cosas, agregándole detalles pop, volviéndolo mas contracultural y definiendo mejor sus políticas. En definitiva es una historia simpática, potenciada por el hecho de que en el momento de ser publicada Prez hacia años que no había sido utilizado ni mencionado. Pero hay dos cosas que se destacan: en primer lugar, se revela al final que Prez fue siempre manipulado por Boss Smiley y, en segundo lugar, luego de abandonar el gobierno, Prez languidece, se vuelve un espectro, deambula por las autopistas y las ciudades y finalmente desaparece. ¿Que parecería ejemplificar esto?. En primer lugar, que los escritores de los 90 ya no son tan ingenuos como los de los 70 y que hoy en día, al escribir sobre el gobierno de Estados Unidos no se escribe de política pura (en el sentido de impoluta), porque siempre existe algún tipo de interés oculto por detrás. Los norteamericanos son los padres y obsesos mas grandes de la teoría conspirativa y es obvio que a partir de Watergate y el asesinato de Kennedy, nadie puede creer que su gobierno es inmaculado. En otras palabras: la única manera en que el sueño americano puede sobrevivir, es siendo manipulado por fuerzas oscuras. Boss Smiley es un perfecto ejemplo de esto, tanto por la ubicuidad de su diseño, que se apropia de uno de los símbolos mas repetidos a lo largo del mundo (y signo de los setenta como ninguno), como de la incapacidad de probar que existe. En un momento le dice a Prez: “Como podes ser amenazado por un hombre que no existe?”. Y básicamente es eso: Boss Smiley podría ser los conglomerados de armas, las agencias de seguridad, las empresas petroleras, cualquier cosa que complete nuestra imagen de una fuerza en las sombras y rellene nuestra paranoia.
Pero es el segundo punto el más interesante, porque resuelve el nudo gordiano entre la política real y la política ideal. Prez no puede ser el presidente de los Estados Unidos indefinidamente y no puede moldearlos a su imagen porque continuamente se entromete la realidad mugrosa y sucia de los políticos, las componendas, las transas y la corrupción. Que, parece decirnos Gaiman, es parte integral de la democracia norteamericana. De ese modo, la única manera en que puede sobrevivir la corporización del Sueño Americano, del puro ideal, es como un espectro, un drifter, un extraño que se mueve de pueblo en pueblo. La política mata a Prez antes de que muera efectivamente.

El segundo autor en utilizar a este jovenzuelo es Ed Brubaker, en un especial del 95 que se llama “Prez: Smells Like Teen President” en el que un supuesto hijo de Prez, perteneciente a lo que en algún momento se llamó “Generacion X” se embarca en un road trip con dos amigos para buscar al que cree es su padre.
El especial no es perfecto solo porque tiene un par de bajadas de línea sobre “el cáncer que se esta comiendo a América”, pero tiene demasiadas cosas buenas como para pasarlo. En primer lugar, demuestra que Brubaker es un escritor afinadísimo para captar el pulso y la marcha de ciertas subculturas musicales (como ya lo mostraba “Deadenders”) e incorporarlas en una narrativa sin que en ningún momento aplasten a la historia. En segundo lugar, tiene un timing perfecto: 1995, a solo un año de la muerte de Kurt Cobain y, ex profeso supongo, el muchachito protagonista tiene un parecido muy similar con el cantante de Nirvana. En tercer lugar, la historia abandona hacia el final cualquier ambigüedad que podía contener con ser un mensaje de “gran política” y adopta una postura “lo personal es político”. Al final Prez sigue muerto y el protagonista no es su hijo. Pero en ese viaje iniciático descubre que la enseñanza final es que hay que resolver primero nuestros problemas para luego preocuparse por los del mundo.
De este modo “Prez. Smells Like Teen President” se vuelve epitafio y respuesta para un movimiento musical y social al mismo tiempo que le da una vuelta de tuerca al personaje original. En un momento como el de mitad de los 90, con una juventud como la de la generación X, las únicas soluciones parecían ser la muerte o la apatía. Brubaker toma ese punto de partida y resuelve la situación a favor de un tercer contrincante inesperado: la responsabilidad personal y el optimismo. Y por ello es que Prez es tan funcional a esta tesis, revolucionaria para estar dirigida a la generación a la que estaba dirigida, pero un Prez tomado como un ícono, ya desaparecido, que forma parte de las brumas de los mitos (norte)americanos, capaz de inspirar pero no de guiar. Eliminado por la real politik. Pero, paradójicamente, más efectivo para salvar a una generación.
De este modo el sueño americano retorna al lugar donde descansan las ideologías nacionales, ese territorio difuso e impreciso entre lo intelectual y lo real, ese paraíso de las buenas intenciones y las mejores promesas que por nunca podremos alcanzar.

.Prez (Todo en un cómodo paquete)


Thank God For Mental Illness

¡Señoras y señores, entren al gran circo y exposición de freaks del señor Bellini!. ¡Maravíllense ante su selección!. ¡Aquí observaran los mas grandes errores y fantasías de la madre naturaleza!. Contemplen: ¡El esqueleto humano!. ¡Admírense ante el Hombre Murciélago!. ¡Teman al horrible Gigante de Mongolia!. ¡Y sientan ternura por el increíble cabezón GREGORY!.

(Se produce un completo silencio en la sala, acompañado por la sonrisa expectante del presentador. De golpe, un sonido atronador)

I GREGORY!.

(Un niño con cabellos escasos en su cabeza enorme, ojillos que parecen un manchón de tinta y camisa de fuerza corretea por el pequeño espacio de su celda, chocando son las paredes, gritando inarticuladamente. Todo con una sonrisa en la cara)

¿Me están diciendo que ustedes no están familiarizados con este fenómeno de la naturaleza? ¿Que no conocen a nuestro pequeño cabezón?. El jovencito que ustedes ven aquí en alguna época gozó de cierta fama. Siempre hemos sido un espectáculo apreciado por aquellos de imaginación enfebrecida y talentos artísticos. En estos pasillos hemos captado tanto a lo más alto de las letras como a la lacra de los pasquines.
Hace ya más de una década solía visitarnos un jovencito particularmente curioso, llamado Marc Hempel. Pequeño y con una sonrisa maniaca, se la pasaba garrapateando figuras en blanco y negro en un cuaderno: matones geométricos, hombrecitos que parecían a punto de quebrarse como una caña, casas perfectas, construidas por el dios de la escuadra.

¿Que es lo que oigo?. Tu, jovencito, ¿conoces al héroe de nuestra historia?. ¿El de las “Kindly Ones”?. Bueno, muchacho, ¡el viejo Bellini no conoce nada de las Kindly Ones, pero te apuesta que el opus que nuestro autor le dedicó al pequeño Gregory es ampliamente superior!.
¿Que como puedo probar eso?. ¡Pues vea, señora, este apabullante despojo humano!. ¿Usted cree que de este hatajo de nervios en constante excitación, sin destino ni libre albedrío, renegado tanto de Dios como del demonio, se podría sacar un relato digno de ser leído?. Ahhhh, ¡lo sospechaba!. ¡Sospechaba su perplejidad ante el acertijo que le planteo!.
Y, sin embargo, ¡nuestro joven autor consiguió lo improbable!. Aunque el mundo de los dibujos y las viñetas le es casi ajeno a este viejo presentador, las breves pinceladas que he tenido el placer de contemplar, tanto adelante como detrás de la escena, ¡pintan un escenario similar al de mi oficio de tratar con fenómenos y rechazados de la naturaleza!. ¡Y puedo afirmarles que en mis largos y añejos años pocas obras tan excelsas he observado como “Gregory”!. En el momento de maquinarlos, lo juro por el espíritu inmaculado de P.T. Barnum, ¡el joven Hempel no parecía un artífice prácticamente novel, sino que plasmaba su energía y su furia en las paginas como un enloquecido Zeus!. ¡Oh, la sustancia poética que fue capaz de extraer de nuestro miserable Gregory fue suficiente para moverme hasta las lagrimas!.
¡Por momentos su manejo de la perspectiva y los puntos de vista eran suficientes para confundir, marear, perder y asombrar, todo en un mismo movimiento a este hombre del espectáculo, curtido y acostumbrado a observar los espectáculos mas caleidoscópicos!. Me recordaba a las épocas de gloria en que los alegres circos desplegaban todo su arsenal de colores en las calles, sus payasos que reían y aterrorizaban, sus elefantes entrenados, sus leones feroces, su fanfarria y su tragedia. Y cuando volvía mis ojos ante la pagina y la contemplaba como si fuese la primera vez… ¡volvía a notar su exquisito monocromo y me preguntaba si mis sentidos no estarían jugando conmigo!.

Ah, es bien cierto que nuestro joven autor tomó lo que llamaríamos licencias poéticas. Distinguida concurrencia: ¿ven ustedes alguna rata, ratón u otro animalejo afiliado a la familia de los roedores en esta celda?. ¡No! ¡Claro que no!. ¡Porque el Sr. Bellini se enorgullece de ser un proveedor de entretenimiento serio, que trata a sus criaturas con el amor que se debe a un hijo!. Entonces la existencia de Herman Vermin y Wendell, aquellos dos roedores, uno suicida y existencialista y el otro glotón y despistado, ¡no puede tener ningún asidero en la realidad y solo proceder de la desbocada imaginación de nuestro artista de marras!.
Y, sin embargo, ¡que adición mas feliz!, ¡que ejemplo mas adecuado de que el arte solo sirve para remodelar nuestro mundo y proveernos así de un mayor conocimiento del mismo!. Desde que este maestro de ceremonias no era un niño en las montañas de Turín que no reía tanto. Y lo que es mas curioso: ¡inmediatamente la sonrisa se transformaba en una horrible mueca de tristeza y piedad!. ¡Cada muerte de Herman, la pequeña rata negra, me dolía en el alma como duele la separación del ser amado!. Por suerte, como nos enseñan nuestro padres espirituales, los griegos, la comedia funciona con otros códigos, alejados del aburrido y mundano paisaje de nuestros días, y en la siguiente historia ¡su carbónica cola una vez mas desafiaba impávida a la autoridad!.

¡Cuan emocionante era, por otro lado, la sutil humanidad que unía a Gregory y a Herman a pesar de ser perfectos incomprendidos el uno para el otro!. ¡Cuanta luz echa su amistad sobre las cualidades mas felices de los hombres!. Su lealtad y preocupación por el otro me recuerdan otras relaciones famosas, incluidas en las conocidísimas parábolas chinas “El tigre y el niño” y “El cabezón y el perro”.
Ahhh, las horas de esparcimiento que esos pequeños cuadernos me proporcionaron…Desde ese día mire a este pequeñajo con nuevos ojos, plenos de comprensión y dulzura. Desde ese día comprendí que la idiotez es una forma de felicidad que nos completa y que cada hombre que se considere a sí mismo un optimista debería aprender de este jovencito, que en su continuo correr y chocarse, en su apreciación de las pequeñas cosas, nos da una lección de honestidad y valor…
Como han puesto a este antiguo presentador…la nobleza de nuestro insigne Gregory siempre me emociona…
Pero el show debe proseguir!. Síganme, damas y caballeros y pasemos a ver el espeluznante JOVEN LAGARTO!. Ustedes no creerán sus ojos!. Tras de mi!…

Gregory I
Gregory II
Gregory III


The Knife – Forest Families
Cada vez que lo escucho este tema me sorprende un poquito más. Es que la premisa, como de todas las buenas ideas, es muy simple: Agarrar un tema que entraria en la categoria de techno / trance y despojarla de los elementos escenciales del género, en este caso, la bateria machacante, el bombo y el redoblante. El tema nunca concluye y solamente se forma por 4 elementos. La linea de bajo, hipnótica y que se va modulando y deformando – la imágen perfecta que me da es la de una serpiente de neón – un hi-hat de fondo, la voz de Karin, y algun pad ambiental que se agrega en los estribillos. Yo no puedo imaginarme como crear un tema asi y no morirse de las ganas de agregarle un beat y convertirlo en un genial tema bailable, pero efectivamente asi, es mucho mas efectivo, mas retorcido, y el genial clima que se crea seria imposible generarlo de otra forma.

Astrud – Last time
El disco ‘algo cambio’ de Lados B y rarezas de la banda española Astrud es largo y tiene muchisimos temas completamente brillantes, de lo mejor de su carrera, y otros temas de relleno que no llego a comprender bien que hacen ahi (además de cumplir su función de ‘lado b’ y ‘rareza’). Este es un tema bastante curioso, más que nada por su intro de 3 minutos enteramente instrumental, una especie de synth-pop medio näif con influencias para mi indescriptibles. Luego al entrar Manolo que – otra particularidad – canta en ingles, dando la melodia quizas más Stephin Merritt de toda su discografía. Es más, el estribillo me recuerda brutalmente a algún tema de Future Bible Heroes que no puedo identificar.

Astrud – A mi me pasa lo mismo
Algún fan de Astrud me va a querer empalar por haber elegido justo estos dos temas para hablar de esta banda, temas que no definen exactamente a la banda ni son grandes temas de ellos. Pero son juntos los temas que me invitan a escribir un poco, y de otros temas ya habia hablado anteriormente aquí.
«A mi me pasa lo mismo» tambien es del disco de lados b, no es cantada por Manolo sino que por Helena del grupo Feria(esta info la saque eurocero, es un grupo que desconozco). La voz de esta muchacha en si es bastante irregular y tosca, pero a mi le agrega bastante y funciona muy bien con la idea del tema, que trata de aceptar los miedos que uno tiene de arruinar una posible futura relación, y del «hacer lo mínimo que uno podria hacer para decir que uno hace algo» aunque en realidad no sirva para nada. «como cuando / le escribes mensajes / donde hay poco riesgo / de que pueda verlos (…) asi te escribo yo»