Cut Ups
Hace unos años existía una publicidad antidroga, torpe, simplista y generalizadora como suelen ser esas cosas, en la que suelo pensar últimamente. La publicidad mostraba una estatua que representaba a un consumidor de cocaína, a medida que una voz en off decía cosas como “Te tomas una línea y una línea te recorre la cabeza. Y después otra. Y otra”. La estatua comenzaba a resquebrajarse, como si de golpe se hubiesen revelado las líneas teutónicas ocultas que recorren nuestro cráneo y los pedazos caían al suelo. Al final de la propaganda la cabeza de la estatua se encontraba deformada por completo y la voz en off decía algo así como “Y de vos no queda nada”.
Supongo que la idea era transmitir la manera en que las drogas nos hacen actuar como personas que no somos, comprometer nuestros valores, traicionar a nuestra patria y dejar de lado a nuestros seres queridos. Pero yo siento que la imagen de esa estatua con la cabeza deformada, destruida, con sus ideas completamente cambiadas era extrañamente persuasiva. Ese es el efecto que me gustaría que tengan todas las drogas: que cuestionen mi personalidad, mi manera de ver el mundo, que demuelan las preconcepciones que tengo sobre la manera en que vivo.
Y, además, alguien debería haber encerrado a esos creativos con un cocainómano totalmente pasado de rosca para que les hable a la velocidad de la luz de planes extraordinarios, su vida privada y sus ideas fantásticas y de ese modo se den cuenta que es una droga que se encuentra muy lejos de aniquilar el yo.
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Hay un fantástico poema de Robert Graves que se llama “En Imágenes Rotas” y dice así:
El es rápido, piensa en imágenes claras;
Yo soy lento, pienso en imágenes rotas.
El se vuelve obtuso, confía en sus imágenes claras;
yo me vuelvo agudo, desconfió de mis imágenes rotas.
Confiando en sus imágenes, el da por hecho su acierto;
desconfiando de mis imágenes, yo dudo de su acierto.
Dando por hecho su acierto, el da por hecho el hecho;
dudando de su acierto, yo dudo del hecho.
Cuando el hecho le falla, él duda de sus sentidos;
cuando el hecho me falla, yo apruebo de mis sentidos.
El continua rápido y obtuso en sus imágenes claras;
yo continúo lento y agudo en mis imágenes rotas.
El en una nueva confusión de su entendimiento;
yo en un nuevo entendimiento de mi confusión.
Mas allá de que este magnifico poema podría ser leído como una alegoría a favor de la imposibilidad de reducir la realidad a un conjunto de leyes o imágenes precisas que no fallan nunca (y por extensión, en una cautelosa impugnación de la ciencia), advocando por un conocimiento de la realidad laborioso, siempre cambiante, siempre intuitivo (y, quizás, mas apropiado para el artista) lo que a mi me interesa es la manera en que ilustra una aproximación a los procesos deductivos individuales que se acerca mucho a la experiencia cotidiana de cualquiera de nosotros.
Nos guste o no, casi todos pensamos en imágenes rotas. El problema es que las confundimos con imágenes claras. Todos tenemos siempre planes, organizamos proyectos, desarrollamos ideas que pretendemos ejecutar con la mayor eficiencia posible, de modo rápido y ejecutivo. Como la vida capitalista nos ha enseñado!!. Pero siempre hay imponderables, elementos externos, accidentes de la naturaleza que vuelven cualquier plan imposible.
Y la mayoría de las veces somos nosotros mismos quienes abortamos nuestros planes. Graves, ingles sabio si los hay, nos increpa para que abracemos una manera de percibir el mundo más cierta pero menos controlable. Esas imágenes rotas que en definitiva son una representación de nuestra propia identidad quebrada, de nuestra propia percepción del mundo sesgada por prejuicios y favoritismos y filtrada por un equipamiento técnico francamente pobre.
Las imágenes claras nos vuelven obtusos, cabeza dura, fijados en nuestras ideas. Que mejor que desconfiar, de nosotros mismos y del mundo, mirarlo como a través de una cerradura y no intentar completar la visión para que funcione perfecto, sino movernos con cautela por esa imagen fracturada, como nuestras propias y múltiples personalidades.
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¿Todos amamos a Wire, verdad?. Me sorprendo al darme cuenta que en tantos años de escribir en blogs, casi nunca he mencionado a esta banda extraordinaria. Como todos los intereses en la vida son circulares y recurrentes, esta ultima semana me encontré escuchando de nuevo “154” y maravillándome ante la capacidad creativa que tenían estos tipos.
Como en una mente esquizofrénica, pasan del synth pop a los ataques punk (nadie puede afirmar que lo habian abandonado: escuchen “Two People In A Room” para darse cuenta que esos dientes, como mínimo, habían crecido 15 centímetros) a las canciones esotéricas y oscuras. Lo más curioso es la manera en que en ningún momento el disco se asienta en un tono o en un estilo, prefiriendo navegar por un mar de sonidos e influencias sin casarse con ninguno. Es la manera más fiel (e inteligente), creo, de encarar un disco ecléctico, no como una colección de impresiones y estilos, sino como una especie de continuo donde la música cambia orgánicamente.
De todas las hermosas viñetas que ocupan el disco hay una que siempre llamó mi atención. En un principio, supongo que “Map. Ref. 41ºN 93ºW” me atraía porque era la canción más cercana a una canción “pop”: organizada, con estrofas y estribillo y una melodía pegajosa. Mientras el resto de las canciones pasaban por mis oídos como una especie de continuo (aun recuerdo preparar mis primeros parciales escuchando este disco) esta inmediatamente me obligaba a pararme y cantar.
La letra es típicamente Wire: pareciera que el narrador describe la composición de un mapa (o, mejor dicho, de la tarea del cartógrafo) con una objetividad absoluta. Pero lo que están intentando comunicar es la manera en que debajo de esa conjunción de líneas, paralelos, manchas que describen montañas y valles, se esconde “un país” o un conjunto de sujetos completamente incontrolables. Es la típica aproximación lateral de Wire: hablemos de algo completamente bizarro o poco común en las letras de rock para terminar implicando o sugiriendo algo completamente distinto. Como la letra de esa canción magnifica que es “Outdoor Miner”, ¿alguien se hubiese imaginado que en medio de ese imaginario lo que se estaba describiendo era a un insecto? Sin embargo, es curioso como mediante este método lograban enterrar en sus canciones frases o momentos o temas que de una manera subrepticia nos refieren a preocupaciones muy humanas.
Ahora bien, de toda la canción, el estribillo es el que mas me interesa:
Interrupting my train of thought
Lines of longitude and latitude
Define and refine my altitude
Tres frases nomás que parecen sencillamente comentar la manera en que el narrador se guía por un mapa. Sin embargo, hay algo magnifico en esas tres frases. Porque en definitiva lo que hacen es transportar algo tan alejado como la cartografía a la manera en que nosotros, las personas, pensamos, construimos nuestra personalidad y refinamos nuestras decisiones. Es casi como si los Wire quisiesen hacer una cartografía de nuestros cerebros. “Este elemento y este elemento, combinados, cambian todo lo que venia pensando” es en definitiva lo que cantan. Los elementos del ambiente, los accidentes geográficos, ciudades, líneas, espacios, momentos, definen quienes somos. Son input constante que procesamos y sobre los que actuamos en coincidencia. Y que en definitiva “definen y refinan nuestra altitud”. Determinan si estamos mejor o peor.
Y no puedo evitar pensar en el corolario: la cartografía define las cosas para siempre, marca los espacios, describe los ambientes. Pero al mismo tiempo nos permite ubicarnos en el espacio, nos da coordenadas, producto de la fragmentación del mundo en espacios mensurables. Y, si en definitiva esas mismas coordenadas informan nuestra manera de pensar y la definen, y el ser humano esta en constante movimiento, nunca parando en ningún lugar, entonces tenemos que cambiar todo el tiempo, procesar nuevas coordenadas que nos dan un lugar mas preciso en el espacio mental. O perdernos irremediablemente.
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Como dije arriba, los gustos (deberíamos hablar de obsesiones a esta altura) son recurrentes y en estos días me encontré, una vez mas, pensando mas de lo que es recomendable en Grant Morrison en general, y en Seven Soldiers en particular.
La culpa la tiene el capitulo del libro de Douglas Wolk que publicaron en Newsarama (primera, segunda, tercera, cuarta y quinta partes). En el analiza tanto Seven Soldiers como los Invisibles (que debo releer eventualmente) y sus ideas y sugerencias me enviaron al maravilloso mundo de la blogosfera comiquera para leer una tonelada de información sobre esta serie.
Seven Soldiers es el último GRAN proyecto de Grant Morrison. La idea formal, en un principio, era encarar la serie como una especie de evento modular: 1 numero especial donde comenzaba todo, 7 miniseries, cada una dedicada a un personaje olvidado o caído en desgracia en el universo DC (Zatanna, Mr. Miracle, Manhattan Guardian, Frankenstein, Shining Knight, Klarion The Witch-Boy y Bulleteer) donde se desarrollaba un arco individual que conectaba con la historia principal, y un numero especial de cierre. Lo novedoso de esta aproximación era que parte del concepto de Seven Soldiers era que los personajes no se encuentren nunca y que cada miniserie estaba plagada de detalles, pistas y elementos que solo tenían sentido en el marco de la narración mas amplia. En un principio Morrison dijo que cada miniserie iba a ser independiente de las otras y que no hacia falta leer todo para entender la historia. Obviamente esto resultó ser un engaño y, en definitiva, todo debe leerse como una gran serie de 30 números, como un archipiélago en el que a la vez las cosas pasan aisladas y contribuyen a la visión de conjunto.
La aproximación “semi-modular” y el hecho de que los personajes no actúen en conjunto jamás (como debería ser esperado de un grupo de superhéroes) mas la tendencia de Morrison a plagar sus series con referencias, temas continuos y subtextos, causan que esta sea, probablemente, la serie mas compleja en términos formales y temáticos que haya dado el comic de superhéroes en los últimos 10 años (o mas!). La serie se puede leer desde varios puntos de vista: como un intento de remozar a un grupo de personajes olvidados, un poco ridículos y con pocas posibilidades comerciales; como un comentario metatextual sobre el genero superheroico, sus posibilidades de crecimiento, la manera en que este crecimiento ha sido interpretado infantilmente como “oscurecimiento”; como una reflexión sobre lo que implica trabajar en una historia en continua evolución y que nunca cerrara, “escrita” por una miríada de guionistas; como una enorme aventura superheroica en su propio derecho (con piratas en las alcantarillas! y ciudades de puritanos bajo la tierra! y golems! y el monstruo de Frankenstein matando adorables animalitos mutados! y universos conscientes! y hadas malvadas! y caballeros arturianos que ven emociones como si fuesen monstruos! y MUCHO MAS) y como un especie de tratado filosófico / teórico sobre lo que significa el cambio individual.
Porque en definitiva lo que hace Morrison en las 7 miniseries es trazar un arco de cambio en sus personajes. Todos los protagonistas de Seven Soldiers comienzan las series con algún nivel de disfuncionalidad. Zatanna siente culpa por sus acciones como heroína y no puede hacer funcionar su magia, The Manhattan Guardian entra en una depresión después de matar accidentalmente a un niño de 13 años, Shining Knight es el ultimo superviviente de su cultura y siente la culpa previsible, Bulleteer es ignorada por su marido que navega la red buscando porno superheroico, Klarion ve como sus tendencias independientes son reprimidas por su sociedad, Mr. Miracle esta atrapado por la trampa de la fama y Frankenstein es una maquina de destruir en un mundo en el que las soluciones se han vuelto infinitamente mas complejas. Para el final de la serie general no solo han salido de su agujero emocional, sino que se han transformado en héroes con todas las letras, comprendiendo mejor su lugar en la vida e iluminándose en el proceso.
Acá hay un doble comentario por parte de Morrison. Este post en Barbelith intenta relacionar la serie con la Cabala judía y el concepto de la “dinámica en espiral”. El concepto de “dinámica en espiral” es bastante complejo, pero en su fuente consiste en lo siguiente: la raza humana avanza a lo largo de una serie de estados, caracterizados por un color y cada vez que adquiere un estado superior, evoluciona y aprende nuevos conceptos que le permiten resolver nuevos problemas. La humanidad avanza a través de estos estados al incorporar nuevos “vmemes” o ideas colectivas, que pueden ser aplicables tanto a individuos como a colectivos culturales enteros. A pesar de que se supone que cada nivel es más complejo que el anterior estos estadios no son técnicamente superiores uno a otro: la raza humana puede utilizar y cambiar de estado (a medida que los va alcanzando) de acuerdo a los problemas que se le presentan.
La idea es que los Seven Soldiers evolucionan a lo largo de esta espiral y que cada personaje consigue, luego de muchas dificultades, un estado que otro personaje esta abandonando con igual número de problemas, por ello es que nunca se conocen o trabajan juntos.
Pero mas allá de este elemento “teórico” un tanto oscuro, también hay en Seven Soldiers una critica a la industria del comic y el genero superheroico. En una época en que se considera que modernizar o madurar a los superhéroes consiste en oscurecerlos, darles pasado de asesinos o violadores y matar personajes secundarios, lo que Morrison dice es que los superhéroes tienen que iluminarse. Tienen que evolucionar, cambiar, llegar a un nivel superior de conciencia en el que les puedan hablar a sus lectores con mayor emoción, mejores historias, aventuras mas grandes y mas fantásticas que conmuevan hasta los huesos, que te hagan sentir cercano a esos personajes y den ganas de vivir en un universo donde “la tierra es amenazada cada cinco minutos y seres similares a dioses chocan en el cielo cada cinco minutos como fuegos artificiales” (Morrison dixit). En otras palabras, a diferencia de Alan Moore, que con Watchmen quería matar a los superhéroes, Morrison les esta diciendo “Crezcan, sean todo lo buenos que pueden ser, vuélenle la cabeza a sus lectores, yo se que pueden”.
O, para ponerlo en las palabras de Douglas Wolk:
Si los comics de superhéroes no le hablan a las realidades de sus lectores, no es un problema del género, sino una demanda para mejorar su ejecución. Seven Soldiers es un intento simultáneo de perfilar y ejemplificar ese salto formal; su ambición a veces sobrepasa su capacidad. Su premisa, sin embargo, es que cuando los personajes de dos dimensiones y sus historias alcanzan suficiente complejidad y profundidad, se vuelven efectivamente reales, estallando a través de la cuarta pared o la superficie de la pagina, deslizándose en el mundo de sus lectores y cargándolo con la energía de lo fantástico.
Finalmente, todo Seven Soldiers puede ser leído como un tratado a favor del cambio y en contra de una visión fijada de lo que una persona tiene que ser. Todos los personajes encuentran un lugar y “se completan” como personajes cambiando de situación y de perspectiva frente al mundo. Y simultáneamente son más felices por ello y contribuyen a la lucha general por mejorar a la humanidad y salvarla de los Sheeda, hadas maléficas que vienen a destruirnos. Morrison parecería estar diciéndonos: somos personas, el mundo y las cosas cambian a nuestro alrededor, combatir el cambio es generar un cáncer del alma, hay que dejar morir periódicamente la cáscara de quienes somos y renacer con más energía y fuerza.
O, como exclama Klarion en el número final de su miniserie:
“Quisiera ser muchas cosas antes de morir, madre.”
Los Chicles – Grandes Fracasos.
Ya van a cumplirse cinco años de la separación de Los Chicles y pareciera que este año tendremos disco nuevo de Patricio García, uno de los principales compositores, cantante y guitarrista de Los Chicles. El disco se va a llamar “Dios Me Dijo Que Ponga La Bomba”, Pato esta acompañado por los Monoambiente y, por los demos que escuché, son versiones increíbles de los temas que Pato compuso desde el 2003 hasta ahora, que nunca habían visto la luz. Además de sonar de puta madre, hay una madurez y cambio en las letras y composición de Pato que, bueno, son solo acordes con un hombre que acaba de casarse.
Todo esto (y el hecho de que nunca los había mencionado acá) me puso a pensar en lo lejanos que se sienten Los Chicles. Hace un par de años un amigo me dijo “se están comenzando a componer las primeras grandes canciones post-Chicles en Tucumán”. Hoy en día se puede decir que las voces están completamente desarrolladas: el último disco del Monoambiente permite que 6 o 7 compositores distintos tengan sus momentos y la diferencia, madurez y particularidad de cada voz brilla. Es un lugar común (para mi) decir que son los “New Pornographers tucumanos” pero es la comparación mas cercana que encuentro. Composición colectiva, ¿hay algo mas pop que eso?
Y además del Monoambiente esta el disco nuevo de Diosque, y lo bien que esta sonando Klemm en vivo (y el enorme cantante que es el Chueco Ferrer) y los primeros recitales de los Michael Stuart que me conmovieron hasta los huesos…En fin, buenos tiempos para escuchar a gente única haciendo música.
Y, sin embargo, la inminencia del disco de Patricio (visiten a su productor, el ingeniero Palacio, escuchen sus canciones y pídanle que lo termine) me retrajo a Los Chicles y a una charla que tuve con Pato hace ya muchos años, en la que me contaba que quería armar un compilado de “grandes éxitos” para mandar a distintas discográficas de Buenos Aires a ver si se lo editaban. En clásica tradición chiclista, el disco se iba a llamar “Grandes Fracasos”. El disco nunca salio, pero por ahí hay una playlist armada con las canciones. En esta ocasión, me apropié del nombre y armé un compilado propio, con lo que creo que son las mejores canciones de Los Chicles y si no te engancha al menos una, no tenés corazón. Espero que a Pato no le moleste que le robe el nombre.
De cualquier manera no hay que engañarse, lo que hay aquí son triunfos, joyas, que en un mundo mas justo habrían logrado que las muchachas los persigan enloquecidas por la calle, rasgando sus ropas.
De “Argh! Burp! Prr!” (1997)
01. El Monkey Monkey: ¿como no enamorarse de una banda que comienza su primer disco con una canción tan descaradamente pegajosa? Como una especie de mezcla de un grupo de los años 50 tocando twist y montón de vagos en un garage intentando afinar sus guitarras, esta canción no desencajaría en la discografía de ningún grupo under norteamericano de los años 80 pervirtiendo a los inocentes 50.
02. Azul: una pequeña joya que descubrí armando el disco. Una balada con toques electrónicos que se parece a algunos de los experimentos de Blur en esa época, pero que también suena como My Bloody Valentine si en vez de estar angustiados, descubriesen los días de verano. Y que luego de un cuelgue con cintas pasadas al revés y somnolencia, revive con una de las guitarras mas brillantes que escuche en mucho tiempo.
03. Caramelo Bang Bang: aquí se observa una de las obsesiones de los Chicles en esta época (en la que se llamaban todavía Chiclets): la aliteración y el reemplazo, a la manera de las mas viejas canciones de rock, de las letras por solo ruidos. De alguna manera, la estupidez de repetir “bam bam” “bip bip” “bom bom” como un cavernícola potencia la sencilla y efectiva melodía de la canción y yo me la puedo imaginar en alguna fiesta beat de los años 60.
04. Bellota’s King: el otro lado que Los Chicles desarrollarían mas adelante, la canción medio punk, medio cabeza, pero siempre con una excelente melodía que suena nueva y vieja al mismo tiempo. Un modelo que perfeccionaran muchísimo (líricamente, sobre todo) en canciones como “Corriendo” o “Callejear”.
De “Dementa” (1999)
05. Desfallecer: otra vez el modelo rock cincuentero. Pero cuanta diferencia hacen dos años! No solo en cuanto a lo bien que suena la banda, lo ganchero que es el estribillo, lo buenos que son los coros, lo clásico que es el solo de guitarra. Todo tan encantador, tan feliz. También en las letras, que en esta canción describen una típica relación de amor no correspondido, pero cantado con un candor y timidez por Patricio que lo vuelve una canción adolescente absolutamente sincera. No hay nada de emo acá, solo la felicidad de estar enamorado y la fe, difusa, de que todo saldrá bien.
06. Instant Metal 01: esto es una boludez y esta incluido solo porque demuestra una de las cosas mas geniales que tenían los Chicles: el sentido del humor absurdo, quizás hasta el punto de ser tonto, pero hilarante. Y además porque las anécdotas de los Chicles siempre son geniales. La historia es así: un músico tucumano había roto el record Guinness del mayor tiempo tocando un instrumento de forma continuada, después de haber tocado la batería 24 horas, y creo que luego lo volvió a romper tocando 48 horas o algo así. Entonces a los chiflados de Los Chicles se les ocurrió intentar hacer la canción mas corta de la historia, para burlarse de ese tipo y entrar en los Guinness también. El resultado es esto: Instant Metal. Es justo lo que dice el titulo, 4 segundos del más duro metal. Obviamente se olvidaron de llamar a la gente del Guinness y nunca lo registraron. Y además, seguramente ni siquiera es la más corta :)
07. Helado De Limón:esta canción es muy rara dentro de lo que es la temática de Los Chicles, porque es una de las pocas que tienen una intención explícitamente sexual en sus letras y encima el narrador cuenta con absoluta confianza en si mismo. Si las canciones de Pato tienen algo de particular es su narrador usualmente más vulnerable o inseguro. Musicalmente, la canción es un tanto esquizofrénica, con cambios rápidos en el ritmo, ataques de guitarra y ya algún incipiente uso de maquinas. Lo cual quizás traiciona la seguridad de su narrador. Además, encierra una gran frase: “Cada vez que se que voy a verte, me parece un Viernes”.
08. Pancita: otra canción en el modelo “Azul”. Una balada, por decirle de alguna manera, completamente espacial, colgada y perezosa. Incluso utiliza aun mejor las grabaciones y ruidos psicodélicos que recuerdan tanto a algunos experimentos beatlescos. Lo curioso de este tipo de canciones durante la primera época de los Chicles es que si bien son melancólicas tienen un buen grado de esperanza y tranquilidad. En los últimos discos esta sensación seria reemplazada por una de absoluta tristeza y depresión. Como si hubiesen perdido lo twee de golpe, dejado de hacer canciones a las pancitas de chicas y comenzando a tocar con la paranoia y soledad de un junkie.
09. Podría Esperarte Por Siempre: yo siento que con esta canción se observa en Los Chicles los primeros signos de la redondez que le iban a dar a sus canciones a partir de su tercer disco. Siento que es una de las mas completas de “Dementa”, que tiene un perfecto estribillo simple y fácil de cantar, una letra que trata sobre el amor, como antes, pero mucho mejor comunicado (ya no tan cliché como antes y mucho mas idealista) y la gran incorporación de un teclado hacia el final que propulsa la canción. Sin embargo, todavía faltaba la batería de ritmos que traería Villa cuando dejasen de tocar con batería de verdad.
10. Disco Gay: esta canción es pura diversión. Los miembros de los Chicles en una época se divertían grabando canciones synth pop oscuras con el nombre de “The Drugaddicts” y aquí parecieran estar canalizando esa faceta. Un tema completamente kitsch, que sabe que lo es y que no le preocupa en lo más mínimo, solo se dedica a disfrutar. Además, es uno de los primeros con bases electrónicas, ese recurso que utilizarían a tan buen efecto de ahora en más. Los coros y la voz que dice “Let’s get into the disco gay” son impagables también. Hasta parece una canción de The Yummy Fur circa “Shoot The Ridiculant”.
De “Los Chicles” (2000)
11. Billy: sin embargo, y a pesar de todo lo bueno que venían haciendo Los Chicles, era imposible pensar que un solo año después saldrían con un disco tan terrible como este. ¿Que canciones se pueden elegir de un disco en el que TODOS SON HITS? Bueno, para comenzar, Billy, un principio increíble. La persona que se resiste a bailar (bueno, mas bien saltar) con esta canción es un reptil de V o un hombre vaina. Es increíble lo muchísimo que ganan con la adición de Villa, que pareciera que se lanza sobre las consolas como un pulpo y aumenta todas las perillas hasta que se quiebran. Y después con eso hace música. Lo más cerca de esta canción es un mastodonte desencadenado pisando pobres y estúpidos roedores.
12. Acostumbrados: Pato alguna vez me dijo que el hacia canciones inspirado en las chicas o canciones de protesta cuando se enojaba con el sistema, pero esas no le gustaban tanto. Esta canción entra en la segunda categoría. Los Chicles cantan “Ya nadie grita / levántense / porque ya / todos están acostumbrados” pero al mismo tiempo uno escucha esas guitarras que parecen sierras eléctricas, esa voz que chilla, esas bases de manija y se da cuenta que automáticamente están invalidando el mensaje anterior, que si ellos pueden chillar así entonces todavía hay esperanza y no todos se han vuelto zombies.
13. Que Se Pudra Tucumán: otra “canción de protesta”, otro himno, otra joya magnifica. Cualquiera que viva en Tucumán (o en cualquier ciudad chica, para ese caso) no puede dejar de identificarse con esta canción. La primera vez que bajan de velocidad desde que entramos a este disco, la canción se sostiene en una guitarra que logra sonar completamente punzante y melódica al mismo tiempo, como las mejores canciones punk y que imagino tocó Lazzo, el salvaje guitarrista de siempre de Los Chicles. Y la letra, que habla de cosas tan sencillas y necesarias como el hacinamiento y la falta de imaginación de lugares horribles como este, que solo se sostienen por bandas como esta, es magnifica y contrasta perfectamente los versos, en los que el narrador esta pensativo y meramente ignora la situación, y el estribillo, en el que se desencadena toda la bilis de sentirse aplastado por un ambiente aburrido y chato.
14. Azúcar y Sal: una canción de Cúneo, el bajista, piedra fundamental de Los Chicles. Es una especie de latinada deforme, rockera y electrónica al mismo tiempo, años antes de que eso se vuelva popular y que comunica con los mismos recursos escasos e invulnerables de Los Chicles (esas voces entre irónicas y comprometidas, esas guitarras distorsionadas hasta el punto del ruido, esas bases infernales) una dulzura inmensa. Nunca creí que diría esto de Los Chicles, pero esta es una canción para bailar abrazado.
15. Tardes De Té: ¿que puedo decir de Tardes de Te que no haya dicho antes? Bueno, puedo repetir que, sin lugar a dudas, es una de las mejores canciones de la historia del rock. Uno de esos momentos únicos en la música en la que tres minutos se insertan en nuestras vidas y nos hablan como al oído. Podría repetir que la manera en que manejan el imaginario del aburrimiento y la completa rutina de la vida moderna es magistral. Podría intentar convencerlos de que el “te” no es exactamente eso y que confirma mi idea de que “people need good dope to get through modern life”. Pero lo mejor que pueden hacer es escucharla y deslumbrarse.
De “En Vivo. 26 / 10 / 2001”
16. Corriendo: algo que era muy importante de esta banda (y que yo no aprecié tanto como me hubiese gustado) eran los recitales en vivo. Pocos grupos transmitían una energía similar a los Chicles y hay anécdotas de recitales catastróficos que terminaban con Lazzo acoplando y Pato tocando incoherencias en un tecladito. Yo no vi esos, pero si tuve la oportunidad de escuchar este, uno de los mejores, donde sonaron mas ajustados que nunca. Esta versión de “Corriendo” (otro tema excelente de su tercer disco) comprueba no solo lo emotivos que podían ser en vivo, sino lo ruidosos. Puro chirrido de guitarra mugrosa para comunicar, como a los golpes, la desesperación de estar incomunicado con alguien. Siempre pensé que seria la banda sonora perfecta para esa escena de película romántica en la que el protagonista masculino corre por las calles de alguna ciudad a encontrarse con su amada.
De “En Acústico en Rock And Pop» (2002)
17. Canción De Lo Irreparable: esta es sin duda la canción mas descarnada del tercer disco, una oda a la culpa y la auto-deprecación que, como dice Pato al principio, muy pocas veces tocaron en vivo. Esta versión, muy despojada, transmite perfectamente esa sensación de impotencia y revela unos Chicles ya abocados a componer no solo hits saltables sino también momentos verdaderamente desgarradores. Y la voz de Pato demuestra que no es que cante mal, sino que es uno de los cantantes más frágiles y expresivos de Tucumán.
18. Colgación: una canción bien de entrecasa, que celebra la felicidad de “colgarse” con los amigos y no hacer nada en serio. Perdida, nunca llego a estar ni siquiera grabada para el disco doble abortado, es una hermosa melodía que refleja el ánimo relajado que transmite la letra. La letra, por su parte, es otro de esos aciertos cotidianos de Los Chicles, hablándonos con referencias que tienen sentido para quienes los conocen, pero que al mismo tiempo son símbolo de algo mas amplio y universal: los amigos, la pereza de los días todos iguales, el oasis de estar encerrado con gente que uno quiere charlando de cualquier cosa durante horas.
De el Disco Doble que nunca editaron.
19. Callejear: para este disco, que lamentablemente nunca editaron, ya eran unos profesionales en el arte de componer himnos dignos de ser cantados por la juventud del mundo entero. Lo genial es que el disco demuestra una verdadera madurez en cuanto a mezclar ese tipo de canciones con otras más sutiles pero no por eso menos hermosas (hay una canción como “Una Película Francesa”, que casi es solo piano y es tremendamente conmovedora). “Callejear”, sin embargo, sigue el modelo de “Billy”, pero con una temática decididamente hedonista: el narrador todo lo que quiere es salir a dar vueltas por la calle y no tener responsabilidades. Quizás por eso es que es tan liberador bailarla borracho.
20. Operador: otra canción que creo le pertenece a Cúneo, este tema es una prueba del rango estilístico que tenían Los Chicles en esta época. Capaz de sonar como una versión dark del Charly García de los ochenta, ¡pero de una buena manera!, con resabios de “Nightclubbing” y como algo a la vez únicamente Chicles. Oscuro, caótico y lleno de sonidos que parecen ser la noche misma. Lo cual es solamente apropiado para una canción que repite “Ponga ese tema / ponga ese tema / operador”, como un borracho molesto en un antro oscuro.
21. Depresión Anal: esta canción ya es un pastiche de Charly García de los ochenta, pero con la “tongue firmly in cheek” y una letra y un titulo que no pueden ser mas que una burla. Además, hay una historia genial detrás de la canción. Es de Cúneo y se rumorea que esta dedicada a Lazzo, que en aquella época pertenecía a Los Chicles de forma intermitente. Por ignorancia no puedo decir mucho mas, pero ¿que se puede inferir de una canción que dice “si la policía / te anda buscando / no vayas a mi casa / sabes / esta todo muy mal aquí”?
22. Superando Nada: la canción mas triste que escribieron alguna vez Los Chicles. Así de sencillo. Sobre una base de ruidos repetitivos, Patricio canta cosas como “Ya probé con las religiones / Y probé con las sustancias / Pero no estoy superando nada”. Y así, de manera cada vez más angustiosa durante los 3 minutos que dura la canción. Recuerdo que cuando la descubrí, durante un verano particularmente depresivo (como casi todos los veranos de mi vida) esta canción se volvió una especie de delicioso caramelo de cianuro, algo que comía incesantemente a pesar de que sabía que era malo para mí. Enormes puntos, además, por ese ultimo acto supremo de auto-burla que es poner una voz que dice “¡Vamos todos!” justo antes del ultimo estribillo.
23. Yendo A Pegar: comenzamos a levantar para el final. Bucólica canción sobre los placeres de adquirir drogas, enmascarada con una letra tan ambigua y completamente ridícula que uno tiene que maravillarse ante su sentido del humor. ¿Como hacían para conseguir una canción que es a la vez cómica y melancólica? No se ustedes, pero los colchones de guitarras, el cansancio de la voz, a mi me traen a la cabeza la angustia del sábado a la tarde, cuando comienza a anochecer y todavía es muy temprano para salir.
24. Buenos Aires: en otra demostración del nivel altísimo de composición en el que se movían a esta altura, “Buenos Aires” es una canción como “Disco Gay” pero pulida hasta el 200%. Y que seguramente compusieron sin tener la más puta idea de lo que era la “indietronica”. Guitarras mínimas; las mismas bases de Villa que antes quemaban cabezas reducidas a acompañar con beats precisos y hasta tímidos, una voz resignada. Todo completado con una letra que dice cosas como “en Buenos Aires esta todo, man / en Buenos Aires no tengo donde parar” y uno no puede entender si es un deseo sincero, una burla a la desesperación de pueblerino o la mera aceptación, melancólica y resignada, de que todos tenemos que irnos algún día.
25. Pibes Tristes: el otro día mientras escuchaba esta canción no puede evitar maravillarme ante la manera en que Los Chicles lograban, a esta altura, un tema que se llamaba “Pibes Tristes”, cuyo narrador repite en su estribillo que quiere estar muerto y que suene tan…no se…sobrehumano quizás es la palabra. Esperanzador. Hermoso. Bailable. Genial. Y, asimismo, como puede ser que me haya tomado tanto tiempo descubrirla. Descubrir una frase como “Estas estacionado en un momento / como una manta raya”. Lo cual solo habla de lo criminal que es que una banda como esta no sea mas conocida, que la gente no venere sus canciones, que por una injusticia geográfica mas personas no tenga la oportunidad de descubrir lo que todos nosotros sabemos desde hace años: que a veces Los Chicles son una ventana a un mundo mejor y mas bello. Que a través de su música uno vislumbra una energía demasiado pura para seguir siendo ignorada. Que a un pequeño grupo de gente le cambiaron la vida y ya va siendo tiempo que eso se extienda. Y que eran unos putos genios.
Los Chicles – Grandes Fracasos
Algunas observaciones sobre el Indie en los 00s
(Este chorizo de post puede considerarse como una semi-respuesta – y sale de una conversación con mvc – del post ‘Mi espacio'(*) de killyourtaste)
* En la historia, llamémosla, de la música pop desde los 50s en adelante, la evolución de las bandas y la historia de la música, la podríamos visualizar como un cono que cada vez se hace mas grande, donde se extienden los estilos y los géneros musicales desde su vértice (que seria un hipotético grupo de primeras bandas compositores de canciones, pop, rock, folk y blues).
* En los 80s, surgió lo que se llamaba, en esa época, Rock Alternativo, que luego se llamo ‘Indie’ (por, bueno, los sellos independientes :P ), con las bandas que ya todos conocemos, luego, en los 90s, apareció Nirvana, y las discográficas convirtieron el Rock Alternativo en algo diferente al ‘Indie’, agregándole un sonido mas definido, rockero, etc. El ‘Indie’ siguió siendo un mejunje de bandas que sin algunas categorías no eran en si muy reunibles (encuentren parecidos entre guided by voices, yo la tengo, y belle and sebastian, y me dicen).
* Siempre que ocurre un género de música, o mejor dicho, una pequeña corriente, no falta mucho para que se arme una visión licuada de eso, agarrando quizás los elementos mas obvios e ignorando la esencia mas importante. Eso no significa que las bandas que arman algo licuado carezcan totalmente de valor, ya que lo que crean no habría sido posible en un periodo anterior.
Por ejemplo, podemos decir que Franz Ferdinand es un refrito imposible de Orange Juice y Josef K con Pulp. Y estaríamos en lo cierto, y se puede decir despectivamente ‘aaah esta banda de mierda es solo un rejunte de bla bla’, pero obviamente, lo suyo es válido. La misma reducción se puede hacer para otras cosas. Franz Ferdinando es distinto a las otras bandas simplemente por su situación y por haberlas escuchado – el resultado ya va a ser – y es – diferente.
* La cuestión es que a finales de los 90s el Indie se convirtió en el Indie*, o sea, en lo mismo, pero en un género, una formula. Uno puede hacer un tema ‘indie’, escuchando bastante las bandas nuevas y dándose cuenta de algunas detalles, en la estructura de los temas, utilizan de arreglos, formas de cantarlo, las letras, etc. Ejemplo nro1: Death Cab for Cutie. Ejemplo nro2: cualquiera de las nuevas bandas nu-belle and sebastian (handsome boy modelling school, maths and physics club, the electric pop group, etc, etc).
* O sea, vamo arriba. ¿Leyeron alguna vez la letra de ‘the state that i am in’ de Belle and Sebastian? NO ES UNA BANDA FELIZ. ¡Esa es la gracia! El encanto de belle es que puedan hacer esa música y tener letras bastante duras sobre situaciones difíciles y completamente realistas. Y no desde un punto irónico, sino de una forma reflexiva sobre las situaciones. Eso es lo mejor que tienen, y los que muchos se olvidan. Rescataría a Camera Obscura (que mantienen la misma idea lírica), Butcher Boy (versión oscura, amarga de ello con muy buena instrumentación) y Acid House Kings (agarrando el Chamber Pop y convirtiéndolo en algo tan, tan, tan pulcro e higiénico que da miedo).
* Como dije con mi ‘teoría del cono’ (TM), podemos elegir una banda importante X y ver como de ahí salen varias bandas y corrientes, y así como del indie de los 80s se expandió en los 90s a mas cosas, y a aún más cosas en los 00s (y lo mismo con otros géneros, agarremos no se, al dance primitivo de los 80s y en la horrorosa telaraña de géneros en que se convirtió 15 años después la música electrónica). De la misma forma, con la música mainstream también ocurre, y el mainstream al mismo tiempo también crece y se empieza a homogenizar con otras cosas.
* Entonces ocurren dos cosas opuestas. Una, estilos un poco mas oscuros se pasteurizan a mas no poder y se vuelven asequibles comercialmente (quien diría en los 80s que algo similar al hardcore-punk tendría su popularidad en el emo de ahora?). Segundo, y es lo más interesante, artistas con definitiva arista ‘comercial’, al ampliarse al mercado, pueden dedicarse a hacer algo además de un producto sea atractivo artísticamente o digamos, altamente disfrutable. Tenemos a grupos como Lo-fi-fnk, Daft Punk (del discovery, ponele), o los mencionados Rooney o incluso Franz Ferdinand (si, los defiendo con una espadita de esas chiquitas) hacen algo decididamente ‘para pegarla’ y eso no implica que lo que hagan sea varias veces mucho mejor y hasta auténtico que las supuestas bandas indie autenticas.
* En si, mi definición favorita del indie (que tendría que llamarse, realmente, alternativo, si lo alternativo ya no fuese alternativo) de los 90s era esta: canciones pop, sencillas, pero que siempre tenían algo que se iba demasiado de la raya para ser mainstream, por ser demasiado crípticos, demasiado inocentes, demasiado violentos, demasiado podridos y despreocupados, demasiado sloppys, demasiado fracturados y complicados en su forma de componer, demasiado anticuados, etc, etc, etc. Eso ocurre con las bandas indies actuales? ¿las que tienen gorriones en las tapas y colores pasteles y nombres largos? No. Son suaves, pero el mainstream normal se amplio lo suficiente para aceptarlo, y no son lo suficientemente arriesgados como para que PASE ALGO.
* Se supone que un tipo de post así tiene que terminar con unas cuantas recomendaciones de otras cosas que se pueden escuchar. Siempre hay miles de bandas para escuchar geniales, nuevas y viejas. Si en las nuevas no aparece haber nada nuevo, dentro de unos años se encontraran. Siempre se puede volver a las raíces y hay toneladas de pop en los 60s 70s y 80s para escuchar apenas desprejuiciándose un poquito. Y sino hay treinta mil géneros distintos para apreciar y disfrutar a los que uno no les entro.
* El disco de Times New Vikings Los Deerhunter podrían tomar un camino muy interesante , depende de que decidan hacer. parece ser fresquísimo y muy divertido a las primeras escuchas y a cualquier fan de beat happening / moldy peaches y punk más mugriento le puede interesar. En el otro espectro, lo-fi-fnk hacen un synth-pop-funk prolijísimo, genialmente gay y muy adictivo – aunque los videos son medios mm.. este….
* Y bueh, igual, siempre es tiempo de redescubrir y escuchar mas a los Rolling Stones, o Bossa Nova, darle otra oportunidad al Prog-Rock, o hacerse fan de AC/DC.
Pensando en hacer un compilado con IDM y música electronica de mediados de los 90s, me baje de nuevo el Drukqs, disco doble de Aphex Twin del 2001 que habia escuchado bastante en ese año.
Richard D. James, músico electronico que saca sus discos y experimentos bajo una exagerada cantidad de sobrenombres (‘aphex twin’ es el más famoso) es un músico bastante complicado de definir. Logro crear alrededor de su persona un aura de misterio, una imágen de ‘genio demente’, a traves miles de anecdotas (desde la decena de discos que saco en todo tipo de estilos con miles de nombres, hasta enviarles a los lemonheads un tema de el al pedirle un remix de un tema, que tiene un tanque y lo conduce, hacer un tema que su sonido principal se basa en el pitido que escuchas con una sobredosis de ventolin, etc, etc, etc) y entrevistas en las cuales se dedicaba a mentir y decir todo tipo de barbaridades a diesta y siniestra.
El hecho es que el culto a su imágen funcionó muy bien, se convirtió en una figura legendaria con millones de fanáticos que afirmaban que era el nuevo Beethoven, vendiendo miles de discos, sacando discos cada vez más ridiculos hasta llegar al nivel donde, conscientemente, el podía sacar cualquier cosa, y todos sus fans se lo iban a comprar. y les iba a encantar.
Músicalmente, lo de RDJ siempre fue bastante variado. En su primera epoca fue famoso por sus discos de música ambient, que son realmente muy buenos (aunque muchas veces bastante perturbadores para alguien que espera música ‘relajante’), despues su material se basaba en más que nada techno poco bailable con algunos toques experimentales, llendo al hard-techno, y hasta el noise. Durante esta epoca saco álbumes, EPs, singles, bajo una docena de nombres (Aphex Twin, AFX, Polygon Window, Caustic Window, Power-Pill, The Dice Man, etc, etc). Lentamente empezo a volverse popular y acomodarse en su particular estilo ‘drill n´bass’, basado en complicadas programaciones de baterias a velocidades impensables, lineas de bajo acid y melodias muy simples y melancolicas, muchas veces rondando lo infantil.
Y de ahi llegamos a este disco, Drukqs, del 2001. El anterior disco habia sido el Windowlicker EP (con ese curioso video satira del gangsta rap, y con ese tema tan malo) hace unos años y los fans estaban desesperados por nuevo material. Drukqs, como disco final para cerrar el contrato con Warp, es todo lo que los fans podian buscar y que no, un disco doble que desde su tracklisting en Cornish (idioma antiguo de Cornwall, la ciudad de donde proviene RDJ) y su nombre estúpido tiene escrito ‘pretentious‘ por todos lados.
Este disco tiene, a grandes rasgos, 3 tipos de temas. Los primeros, son compuestos enteramente en piano, algunas con un piano preparado, muy influenciadas por Satie y por otros músicos contemporaneos, algunas muy bellas y otras bastante atonales y desagradables o simplemente aburridas. El segundo tipo de tema son bueno, classic aphex twin, temas rapidisimos con sus melodias y pads ambientales tradicionales, donde, a excepción de algunos temas donde se pone más intenso, bailable y nervioso que lo normal, no hay nada nuevo. Los terceros son una mixed-bag de temas ambientales, drones, composiciones con ruiditos, grabaciones ambientales y quien sabe que otras cosas más. El resultado, como es esperable, no funciona, queda forzado y con un aire «oh mira que loco que soy y mezclo un monton de cosas que no pegan e igual zafo».
Pero igual cuando el tipo es bueno, es bueno y no hay con que darle, y en sus estilos, y tanto en su faceta clásica electronica como en la nueva, de piano, salen cosas buenas, que se pueden ver perfectamente en las primeras tracks del disco.
Aphex Twin – Jynweythek Ylow
El disco abre con uno de los temas con piano preparado, que en si tampoco es muy diferente a lo que hacia RDJ antes, pero la melodia y armonia es muy buena (manejandose en esas melodias mayores con aspectos medios orientales, que conoce tan bien), y los elementos agregados al piano le agregan un aire etereo y como accidental que es buenísimo.
Aphex Twin – Vordhosbn
Drill n Bass melancólico y frenético en dos movimientos. En Drukqs, Aphex cierra el concepto de este pseudo-género musical que invento (junto con Tom Jenkinson AKA Squarepusher) llevandolo a su máxima expresión. Los sonidos, la manipulacion de los ritmos entrecortada, el uso inteligente de efectos como reverb, y delay que aparecen y desaparecen, los timbres en las melodias de siempre, todo eso esta, incluso la experimentacion al santo cuete (era realmente necesario el chiuuunnnggg en el minuto 1:31?). El tema que gana luego de un muy bien logrado puente, que pasa a una parte final, colgada y no tan extrema, donde la seccion melódica es es más ambient y tranquila y aunque la bateria sigue esquizofrenica como en todo el tema, el clima que se genera es diferente, como una coda reflexiva sobre la primera parte.
I Don’t Need You To Hold My Hand
Este fantástico artículo sobre “All My Friends” de LCD Soundsystem me puso a pensar mucho sobre el que quizás sea el disco que mas voy escuchando en lo que va del año (junto con el de Spoon) y un firme contendiente a disco del 2007: el segundo lp de Whitey, “Great Shakes”.
Whitey es un ingles que, cuando apareció en escena hace dos años con “The Light At The End Of The Tunnel Is A Train”, parecía que se iba a convertir en la respuesta de las islas a LCD Soundsystem y la corriente de “música electrónica para que bailen los chicos indie”. Un solo tipo, que construye su personalidad alrededor de su misantropía y de una arrogancia desafiante, que encima tenia algunos hits (como “Leave Them All Behind”) construidos con mucha mas fineza, estilo y oscuridad que la mayoría de sus contemporáneos. Canciones sobre las que continuamente caía un manto negro que parece de película muda. Y que encima se daba el lujo de cerrar el disco con un tema que parecía una canción isleña para escuchar en el futuro, al mismo tiempo que el sol se apaga lentamente.
Sin embargo, y a pesar de haber disfrutado tanto de su primer disco, no esperaba de ninguna manera el crecimiento que demuestra en “Great Shakes”. En una evolución paralela pero con diferencias a la de LCD Soundsystem, este segundo disco es un intento de escribir canciones con las cuales uno pueda angustiarse en la pista de baile. O que al menos intenten ser reflexivas. La diferencia radica en que mientras James Murphy pareciera ser un tipo con crisis de los 40, preocupado por su éxito y la falta de amistad (es “Sound Of Silver” el equivalente a esos discos donde los raperos se quejan de su fama?) y todavía demasiado cargado con su autoconciencia como para que le creamos del todo, Whitey parece un animal enjaulado atacando a todos los que se acercan e intentando masticar su propia pierna para huir de ahí. Todo el disco esta recubierto de una amargura vengativa deliciosa, de un odio completo, que abarca al mismo artista y al mundo que lo rodea.
Seguro, todo parece muy arrogante y seguro de si mismo a primera vista, con su myspace cuyo slogan es “There’s only one thing to do: get even”, el estribillo de su primer single, “Wrap It Up”. Pero en el fondo son todo humo y espejos para esconder un profundo sentimiento de derrota, de oscurísimo cinismo. Es el producto de un cabeza dura intentando tener las cosas a su manera y arruinando todo mas con su estúpido orgullo. Todo esta plagado de frases del estilo de “I don’t care what we talk about / I don’t listen to no-one else” o “And when I go out / I sit on my own”. La conclusión lógica de la misantropía es la soledad y a ese lugar parece haber llegado Whitey.
Y, de ese modo, es muy apropiado que el disco sea un producto originalísimo, una especie de mezcla entre elementos clásicos, guitarras acústicas, baterías tocadas con escobillas, violines, contrabajos, pianos y elementos electrónicos, voces distorsionadas, ruidos de fondo, sampleos empleados como parte de un collage, que se completa con la voz hermosamente desganada de Whitey, entre cansada y despreciativa. Y el resultado es un disco que suena como un mundo: clásico y moderno, ganchero y reflexivo, engañoso, insolente e inseguro, idiosincrásico. El producto de un cabeza dura intentando tenerla a su manera.
Whitey – Cigarette
Quería escribir sobre otra canción, ya que esta es una de las que salta a primera vista, uno de los posibles hits y me parecía que era mas interesante resaltar alguna de las perlas ocultas, pero es inescapable, no puedo ignorar una canción que tiene la frase: “Please save me from myself and rescue me from everyone I know”. No es tanto la frase en si, sino la manera en que esta cantada, repetida, mecánicamente, como una persona en el borde de la desesperación, a punto de llorar. Y que luego la continué con una frase como “Don’t forget that I need you around / like I need another cigarette” sin explicitar nunca si eso es bueno o malo, es absolutamente genial.
¿La música? Bueno, como dije arriba, es un hit, un “propeller”, una de esas canciones que por su progresión dan la sensación de ir siempre hacia delante cargándose obstáculos. Baterías repetitivas como motores, palmas colocadas estratégicamente, sintetizadores que resaltan la paranoia y guitarras tan saltarinas que darían vergüenza a cualquier grupito que sale en la tapa de la NME.
Whitey – G.I.R.L.
Esta, por su lado, es una de esas canciones que descubrís cuando te sumergís en el disco, cuando te obsesionan esos beats que al principio parecen puro aburrimiento y monotonía. Una de las canciones que mejor encapsulan el sentimiento de paranoia, soledad y aislamiento del disco. Al escuchar las bases opresivas y las guitarras que parecen trabadas en un loop eterno me imagino a Max Renn de Videodrome, encerrado en su pieza, pero en vez de ver películas snuff, esta frente a una pantallita en la que se reproduce código binario.