2009 FTW!
Matthew Perpetua, de Fluxblog, esta armando una serie de compilados recorriendo las carreras de varias bandas, como pequeños mixtapes de bandas muchas veces no muy conocidas. Los pueden buscar en su Tumblr.
Ahora armó un compilado con sus temas favoritos del 2009 hasta ahora. Hay de todo un poco, seguramente algunas cosas en lo personal no me gusten pero esta bueno escuchar este tipo de compilados especialmente cuando todavía no se termino el año. Este 2009 debe de haber sido para mi de los años con más discos interesantes que salieron en los últimos que recuerde.
One April Day
Stephin Merritt – One April Day
Este tema viene de la banda sonora de Pieces of April (película que no vi y me dijieron que no estaba muy buena), que contiene canciones de Magnetic Fields, The 6ths, y esta canción, que es la única compuesta exclusivamente para la película.
La canción es de esos aciertos brutales de Merritt. Cortísima, con una pequeña progresión de acordes y base enteramente acústica, la letra sorprende por lo simple y directa que es, para los estándares de nuestro querido compositor petisito:
one april day, we’ll go miles away
and I’ll turn to you and I’ll say:
«I’ve always loved you, in my way
I’ll always love you, in my way.»
Que yo recuerdo no hay ninguna canción de Stephin donde diga tan directamente ‘i’ll always love you’ asi, en primera persona, y sin ninguna vuelta de cuerda compleja o cruel. Ante la duda, en cualquier canción de Merritt, uno puede asegurar que va a ser deprimente. Merritt canta con su voz baritona «Siempre te he amado» y «Siempre te amaré», frases bellas que quedan totalmente agridulces con ese «..de mi forma», que implica una posiblemente dolorosa diferencia de afectos entre los dos protagonistas de la canción.
Nada, Merritt, que sos un puto.
I Grew Up Too Fast.
1) No sé si tengo mucho que decir sobre el último disco de Art Brut. Es difícil decir cosas nuevas sobre una banda que, en realidad, no esta tan interesada en hacer avanzar su música o influencias sino en trabajar sobre variaciones de los mismos sonidos que sirven vehículo para un front-man carismático.
2) Con el tiempo, en realidad, me he dado cuenta de que en realidad lo que más me gusta de Art Brut (por si queda alguna duda) es Eddie Argos. No hay mucho misterio en el porqué: parece un tipo divertido, alguien de quien me gustaría ser amigo, es ingenioso en sus letras y nunca se toma demasiado en serio a sí mismo, es un nerd al que le gusta la música y esa clase de gente es justamente la que debería estar haciendo música, le gusta el punk y el garage y la música que básicamente dice «fiesta!» y «diversión!», le gusta beber y escribe canciones sobre ello y, sobre todo, pareciera ser optimista y no dejar que nada lo ponga de mal humor.
3) “Art Brut Vs. Satan”, su último disco, es quizás aún menos inmediato que sus dos discos anteriores, no tiene ningún “Started A Band”, casi que ni tiene un “Pump Up The Volume”. Es un disco de más bajo perfil, como aceptando finalmente que no van a tener ningún hit, felices en su condición de underdogs. No demuestra la interminable ansiedad y hambre de fama de sus primeros singles. Es, definitivamente, un “grower”, que revela sorpresivamente cierta maduración.
4) Desde la tapa (dibujada por Jeff Lemire, cartoonist indie de cierta reputación, sobre todo por su trilogía “Essex County”) parece plantearse una dicotomía entre la ciudad y el campo, la vida tranquila y sin aspiraciones y los sueños de fama y de rock. O quizás es una representación del hecho de que uno puede “lograrlo” (sacar un disco, salir en revistas, cantar frente a gente) y sin embargo eso no quita que pueda seguir siendo un borracho imbécil, un faux-casanova que no llega a cumplir con las expectativas o un nerd demasiado entusiasta que no consigue que entiendan que es lo que hace. Eddie Argos se mudó a L.A. y no solo no se codea con las estrellas, sino que también tiene que tomar demasiados colectivos y todo el dinero aún se lo gasta en el fin de semana.
5) Frente a esta situación, Argos decide la inmersión en el mundo obsesivo que siempre le ha dado un hogar: los discos. La tendencia a ponerle nombres famosos a las canciones continua en este lp, igual que las referencias continuas a la música como algo que empapa todo momento de la vida (“You like the Beatles and I Like the Stones / But those are just records our parents owned”, “How can you sleep at night when nobody likes the music we like?”) y las pequeños detournements de frases de canciones famosas (“I fought the floor and the floor won”) pero todo transportado a un ambiente de la más pura normalidad, de los combates cotidianos de todo pobre palurdo, alejadísimo de la connotación inmediata que tienen esos referentes como parte de la historia del rock y sus sueños. Es totalmente amable y totalmente idealista, como diciéndole al chico que va al lado suyo en el colectivo, que acaba de salir de un trabajo espantoso de 8 horas y que está molido hasta los huesos que si, la música si tiene la capacidad para salvar algún pequeño pedacito de tu alma, aún cuando él venga de grabar un disco que quizás no se venda.
6) La producción de Frank Black es probablemente lo que más me entusiasmo del disco en un principio y lo que me hacía esperar cosas que al final el disco no entregó (como, no sé, su propia versión de “Debaser”, una canción que arrase con todo lo conocido en tu cerebro en ese preciso momento, obligándote solo a pensar en ella mientras la escuchas con puños levantados y a ponerla de nuevo, inmediatamente, cuando termina). En realidad la producción de Black resalta cierta limpieza de las guitarras, un mayor protagonismo de los coros en ciertos momentos (“Summer Job”, “What A Rush”) y bajos mucho más al frente. Les da cierto brillo que no viene mal, pero hubiese estado bueno una sinergia un tanto más avasalladora.
7) Pero todo esto es solo un preámbulo para lo que realmente importa. Si hay un motivo por el cual ahora lo quiero más a Eddie Argos es por su confesado y vocal fanatismo por los comics. Desde mitades del año pasado tiene una columna en el sitio web Playback donde habla de sus recientes lecturas, pero el golpe maestro lo dio en este álbum, donde incluye una canción llamada “DC Comics And Chocolate Milkshake”, en la que en vez de sumergirse en la nostalgia de la infancia la traslada al presente, sin culpa ni vergüenza, apuntalando la filosofía de que hay cosas que son demasiado buenas para dejarse en la niñez y que los comics son escapismo, si, pero escapismo de la mejor clase, en este mundo de oficinas, ordenes, sistemas y arreglos.
A raíz de esa canción, los muchachos de Art Brut consiguieron una invitación a visitar las oficinas de DC Comics, que se puede apreciar en toda su magnifica nerdidad en este set de Flickr.
En él se puede notar la cara de asombro y timidez de Argos, su postura ligeramente extraña, la intimación de su panza, su sonrisa de niño en tienda de golosinas. Dios quiera que pronto le pidan guionar algo. ¿Cómo podría no gustarme esta banda?
Fantasmas y Apariciones.
Una de las características más sobresalientes del horror como género (al menos para mí) consiste en la anticipación. En esa cualidad que te hace esperar con ansias la aparición del monstruo pero que gana sus mayores monedas emocionales cuando el monstruo no aparece, o apenas se ve detrás de una pantalla de niebla y sombra, cuando podría estar ahí, detrás tuyo, mirándote desde la repisa de los libros.
La necesidad de observar el horror siempre termina traicionada, como cuando de niño veías las cajas de los VHS de terror en los videoclubes y leías el escueto resumen que incluían atrás e, inspirado por las imágenes de horror en sus tapas y por su descripción vaga, imaginabas cosas mucho más horribles que aquello que tenía la película. ¿Cuántas veces vi la caja de Leprechaun, o Creepshow o Fright House e imaginé espantos que iban mas allá de la cordura?
is it dark already?
how light is a light?
do you laugh while screaming?
is it cold outside?
(I’m Not Done)
En cambio la anticipación siempre es verdaderamente terrorífica. Son los lugares oscuros donde creemos ver ojos, aquello que se mueve justo en la periferia de nuestra visión, la sensación de estar con alguien, lo que acecha en el umbral. Es justamente aquello que no podemos ver. Por algo los cuentos de Lovecraft siempre terminan con gente loca y sus bestias son imprecisas e incomprensibles (por eso es también que tantas adaptaciones de Lovecraft al cine son tan malas [exceptuando la genial “In The Mouth Of Madness”]: el cine de terror tiene que mostrar al monstruo en algún momento [si es que lo hay], cuanta gente paga la entrada por eso solamente?). El horror no debe ser presenciado por el ser humano, y probablemente descansa en la mente tanto como en el afuera.
dangling feet from window frame
will i ever ever reach the floor?
(If I Had A Heart)
Esta larga introducción es solo la manera de adentrarme en el primer y último disco de Karin Dreijer Andersson. ¿Que quién es esta chica? Bueno, es la mitad de The Knife, junto con su hermano Olof Dreijer, aquel dúo sueco que les voló la peluca a varios con su segundo disco del 2006. Lamentablemente, su disco bajo el nombre de Fever Ray este disco ha sido recibido (en tanto y en cuanto puedo ver por mi recorte de the internets) con tibieza y, sobre todo, con silencio.
i’m very good with plants
when my friends are away
they let me keep the soil moist
(When I Grow Up)
Esto es quizás entendible. Es un disco mucho más monocromático que el trabajo en conjunto con su hermano. No tiene canciones que podrían ser hits en la pista de baile mutante. No tiene beats que no intuyan a algo ominosamente siniestro y oscuro. Es un disco de la profundidad de los bosques. De la tundra helada. Conjura casas abandonadas y espectros que se aparecen justo en el límite de las ciudades. Edificios en construcción sin terminar. Estaciones de servicio en medio de la ruta. Es un disco que parece grabado en una pequeña ciudad de Finlandia, muy al norte, donde nieva tanto que las personas viven en extraños iglús calefaccionadas y cada año deben acumular provisiones y pasar seis meses cubiertos por el hielo, solos en sus casas, sin internet ni cable. Y durante uno de esos largos inviernos donde la gente se suicida en sus domos blancos, esta chica se dedicó a grabar un disco gélido.
i leave home
at seven
under a heavy sky
i ride my bike up
i ride my bike down
(Seven)
Todo el disco parece procedente de otro lugar. Los teclados y sintetizadores salen como de una rocola fantasma, las bases (con ciertos toques orientales) se asemejan a los ominosos sonidos del pasillo hacia la batalla con un jefe final en un videojuego, hay continuas líneas de teclado que parecen silbidos o vientos ululando entre arboles con cara. La voz de Karin se pierde en infinitos efectos, sonando por momentos como una mujer muy muy vieja, o como un pequeño demonio japonés o como una multitud de voces incorpóreas. Todo da la impresión de que hay alguien en tu casa, revisando tus cosas y cantándote cosas al oído. Lo peor de todo es que el disco también transmite la sensación muy precisa de la claustrofobia, de no poder escapar de ese lugar en donde hay algo que nunca podes enfocar con claridad compartiendo la habitación.
crushed and filled with all i found underneath and inside
just to come around
more, give me more, give me more
(If I Had A Heart)
Me recuerda al Horla, de Guy de Maupassant, ese ser invisible que se alimentaba de la respiración de su víctima, (también, por motivos obvios de ubicación, a esa película maravillosa que es “Let The Right One In”) y a los vampiros en general, sobre todo en ese precepto, tantas veces ignorado, que aclara que no pueden entrar en una casa a menos de que sean invitados. Porque tiene algo de terrible el hecho de que uno haga pasar al mal a su casa, ese momento en todas las películas de terror en el que los protagonistas toman la decisión que los va a conducir a la sangre y las tripas.
stands outside my window
sucking on the berries and
eats us out of house and home
keeping us awake
keeping us awake
(Triangle Walks)
Pero también me recuerda a otras cosas. Al folklore japonés y su idea tan particular de la coexistencia casi continúa del mundo espectral con el nuestro. Las letras parecen, por momentos, la compilación y descripción de un grupo de onis japoneses:
last night i drew a funny man
with dark eyes and a hanging tongue
(When I Grow Up)
you’ve got cucumbers on your eyes
(When I Grow Up)
my fur is hot, my tongue is cold
on a bed of spider web
(Keep The Streets Empty For Me)
Y también me recuerda a los cuentos de M.R. James, con sus pequeñas bolas de pelo y garras ocultas en iglesias apartadas, en casas derruidas, esperando la aparición del interesado en sitios antiguos para saltarle en la cabeza desde su rincón oscuro.
Es un disco para esta época del año, para los días cortos y las narices frías, para el momento en que te levantas y podrías jurar que algo se movió en tu habitación, para los retornos al hogar pisando hojas secas, para la penumbra de la tarde cuando caminas por la calle y no hay un alma a la vista. Es un disco para escuchar solo, mirando sobre tu hombro todo el tiempo, rogando que el diablo no te este siguiendo.
eyes are open the mouth cries
haven’t slept since summer
(Concrete Walks)
(Apéndice: no se cuanto de esta impresión proviene de la visión del video para el tema «When I Grow Up», una pequeña obra maestra de la amenaza y la inescrutabilidad. Veanlo:
Para Pianistas Principiantes
Plone es una banda electrónica inglesa, de finales de los 90s, que edito un solo disco, para el sello Warp. Con estos datos uno podría imaginarse ya un tipo de música, muy en la onda de Aphex Twin o Autechre, ritmos complejos y fracturados, sonidos super sintéticos y todo ese olorcito a avant-garde electrónico de esa época. Pero lo que hacían los muchachos de Plone era bastante diferente.
No hay mucho experimental en lo que hace Plone, más bien esta su forma particular de manejar timbres y melodías y como componen. Plone hacen canciones instrumentales, en su mayoría bastante alegres y juguetonas, con un montón de teclados antiguos, sonidos super analógicos, pianos percusivos y theremines tenebrosos que no asustarían a nadie. Algunos temas parecen chiptunes, temas de algun videojuego que nunca existió. Más bien son un grupo de nerds con teclados haciendo música y divirtiendose, sin importarles un carajo y sin preocuparse de encajar en ningún lado, utilizando un montón de sonidos que uno jamás podría ver funcionar en otro contexto, pero aquí quedan perfectos.
El disco es sumamente variado y tiene canciones synthpop con vocoder (‘Plock’), temas totalmente infantiles (‘Marbles’, ‘Bibi Plone’), temas oscuros y tenebrosos que recuerdan tanto al Castlevania como a Massive Attack (‘Press a Key’, ‘Top And Low Rent’) y un final bellísimo (‘Summer Plays Out’) cerrando un disco que dura menos de 40 minutos. ¿Que paso con ellos luego? Aparentemente ninguneados por Warp, un segundo disco sin terminar que nunca fue editado (aunque se puede descargar) y cada uno de los miembros en algún otro proyecto por separado. En fin.