Hungría.

– Hace un montón que no escribo de música. Estuve escuchando un montón de discos nuevos que salieron este año: Junior Boys, Wild Beasts, Antlers, Bill Callahan. Todo me gustó, pero nada me inspiró a escribir. Así que me pareció mejor escribir sobre el disco que más escuché en lo que va este año, y que inevitablemente va a ir unido a lo que fue el comienzo del 2011.
– En general, uno siempre cae en tratar de escuchar música nueva, así cómo descubrir algunos artistas viejos. Tengo la teoría de que en ese patrón hay un lapso de tiempo musical que uno tiende a ignorar: La música que salió hace unos cinco, seis, siete años. ¿Que pasó musicalmente en el 2007?  Es bastante difícil poder darse cuenta ahora, visualizarlo bien: Uno necesita más distancia. Y todo lo que uno escucha de hace cinco años suena un poco demodé, porque no es demasiado nuevo ni moderno, pero tampoco es realmente viejo o no sabemos (de burros nomás) si lo que escuchamos es vigente o sigue valiendo la pena. Un montón de prejuicios boludos, ya se, pero existen.
– “Hungría”, de Gepe, es del 2007. Haciendo un esfuerzo y pensando en esa época, me acuerdo de cuando salió, de la salida de la folktrónica, o la mezcla entre las bases electrónicas más bien mínimas con charangitos, guitarras criollas y bombos legueros. En ese momento lo escuché muy poco. Y este año, a causa de una trancadera importante con los Dënver y Javiera Mena, decidí volver a escuchar a ver que ofrecía este otro músico del pop chileno.
– Es un disco más bien corto, de 10 temas en 35 minutos. Aunque los primeros temas arrancan relativamente ‘para arriba’, el clima del disco es más bien acústico, sereno y un tanto lánguido. Mucho shaker, maraca, acústicas, algunos climas de teclados, pero por sobre todo la voz de Daniel Riveros. En una entrevista parte del documental ‘Al unísono’ (que pueden ver aquí) el cantante comenta que aunque empezó a tocar la batería y luego se pasó a la guitarra, su instrumento favorito es la voz. Y se le nota, mucho. Gepe tiene una cadencia muy agradable y se esfuerza muy cuidadosamente en pronunciar cada sílaba con la forma e intención adecuada. Es de esas personas que por cómo cantan nos parece que son mejores personas.
– Ya lo hablamos varias veces con Amadeo en este blog, pero lo menciono de nuevo porque Gepe es de esa escuela: Tiene un algo, un no-se-qué, que te da la sensación de que es una persona muy tranquila y que alcanzó cierto nirvana personal. De que tiene la verdad, o que al menos se dejó de joder con ciertas dudas existenciales y esta por encima de esas cosas. Es lo mismo que me pasa (en distintas formas) con Britt Daniel de Spoon, o con John Darnielle de Los Mountain Goats. Escucharlos me da cierta paz y serenidad. Aunque está claro que esta sensación que me dan estos cantantes habla bastante más de mí que de ellos.
– Gepe tocó en vivo en Montevideo, una vez, en la pequeña sala Zabala Muniz, junto con Martín Rivero.  Yo no fui a verlo, pero un amigo sí y me contó esto: Gepe terminó tocando para unas 8-12 personas, cosa que le chupó absolutamente un huevo y metió un gran show bailando y agitando cómo si el lugar estuviera lleno.
– Cuando un día se me ocurrió canturrear la letra de ‘Esgrima’ y de ‘Celosía’ me di cuenta lo difícil que son de recordar las letras de Gepe. Y la verdad que sigo sin entender bien de qué pueden ir bien las letras. Supondría (con el mayor de los respetos) de que no hablan específicamente de nada. Creo que podría estar cantando en árabe, o inventar palabras a lo Sigur Ros, y el efecto emocional de las canciones sería el mismo. La lírica de las canciones es como un agregado, un color, un timbre de teclado, una capa de reverb sobre el disco.
(Se le esta dando mucha bola mediática al pop chileno. Puede ser que haya cosas que no estan taaan buenas de como estén pintadas. Pero creo que lo más destacable que tienen todos sus artistas es siempre una cierta actitud cero-bullshit que tienen todos. No hay una vuelta, un “juego” ni un yeite, ni nada por el estilo en su propuesta. Son gente que hace canciones, siguiendo la eterna y un tanto arcáica tradición del cantautor y no mucho más. Y lo hacen muy bien. Y punto.)
– No creo que “Hungría” sea un gran disco. No creo que su compositor haya pensado alguna vez en crearlo así. Es un disco que se refugia en su pequeñez, en todos sus espacios y silencios. En sus últimos tres temas, tristes y menores. En ‘hebra prima’, que es un tema tan poco apropiado para terminar un disco, y que lo cierra. Y no se me puede ocurrir un final mejor para ese disco.

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Como buen melómano romántico, siempre tiendo a asociar emociones y situaciones de la vida con la música que estoy escuchando en cierto momento. Un día en febrero iba en un ómnibus a tener una conversación potencialmente muy dolorosa, conversación que terminó aún peor de lo que esperaba. En el trayecto fui escuchando este disco, empezando con “Esgrima”, el primer tema. Me parecía raro escuchar algo tan ‘alegre’ en ese viaje, pero lo hice igual – recién descubría el disco y bueno, quería escucharlo.
Ahora cada vez que arranca “Esgrima” me acuerdo precisamente de ese momento, de ese ómnibus, del calor que hacía, de la ropa que tenía puesta, de las cuadras que caminé, de las cosas que compré en un Kiosco. Y lo extraño es que para haber sido un momento bastante jodido, lo recuerdo con una serenidad y nostalgia agradable.  Escucho “Esgrima”, y su letra que no se entiende de que está hablando, y me acuerdo de ese día, y me sonrío. Y ya pasaron un montón de meses, y todavía no entiendo bien porqué pasa. Tal vez podría haber pasado con algún otro disco, u otra canción. Tal vez no. Pero por esas cuestiones es que termino escribiendo cosas como esta.


Lawrence CAPO

Este link es demasiado bueno para dejarlo pasar: Parece que la gente de Domino Records hicieron unos programas de radio especiales la semana pasada, con varios invitados. Uno de ellos fue Lawrence Hayward, de Felt, que armó un programa de 3 horas con una montaña de exquisiteces muy raras de pop e indie de los 70s y 80s, entre otras cosas. Lo estuve escuchando y no conocía casi ningún tema y todo lo que escuché me gusto mucho. Pueden escucharlo entero aquí. Disfruten.


Me gusta la creciente tendencia en internet de gente criticando a Odd Future diciendo «este es el hip hop que escuchan los hipsters, no los verdaderos fans del género que escuchamos hip hop desde siempre» y que no ve que haya absolutamente ninguna contradicción en esa declaración.


Return to Innocence

Mientras que los problemas raciales ya no parecen ser centrales a la mayor parte del rap negro, el punto más importante de Das Racist es su variación de las dinámicas raciales habituales del hip hop. Das Racist es después de todo una banda conformada por dos hijos de indios y un latino portando nombres como Himanshu Suri, Víctor Vásquez y Ashok Kondabolu y aunque usualmente no usan beats muy sofisticados sus rimas son geniales. No quiero igual hacer una introducción a la banda ni dar muchas explicaciones sino hablar de esta canción en particular. Tal vez algunos recuerden otro tema con el mismo nombre y van a entender por qué se llama igual cuando lo escuchen y noten sobre qué está construido el track. A muchos que el nombre no les diga nada posiblemente vayan a reconocer la base del tema de alguna propaganda de Greenpeace o algo así. “Return to Innocence” de Enigma.

Enigma era un proyecto del rumano Michael Cretu que tuvo mucho éxito allá por principios de los 90s con una mezcla inmunda de cantos gregorianos, world music y europop berreta. Es una de esas cosas que uno realmente no se puede imaginar que haya existido una época con los factores correctos para que sea exitoso, pero existió. Como todos estos productos new age/world music una de las ideas implícitas más importantes era un racismo romántico que consideraba que había algo inherentemente espiritual en la música folklórica étnica (donde étnico significa “de gente que no es blanca y no vive en el primer mundo”) porque otros pueblos más pobres y más privados de los bienes del capitalismo en realidad son más puros y viven más cercanos a la Madre Tierra. Mientras el consumismo crecía día a día y los yuppies eran el modelo a seguir se alzaba esta visión romántica del tercer mundo y su pureza como algo de lo cual había que aprender, al mismo ritmo que la ecología, la falsa preocupación por la situación en África y la crítica a nuestra sociedad, su velocidad y la forma en la que el hombre estaba destruyendo la naturaleza; todas ideas que por supuesto se popularizaban entre gente que jamás estaría dispuesta a cambiar su estilo de vida. Vale aclarar que estas ideas todavía tienen una continuación directa pero esa es otra historia.

Das Racist en este track toma ese pasticho étnico y después de usarlo un rato como base para rapear, se burlan tatareándolo encima como por tres minutos. Las rimas de este track no dicen nada sobre cuestiones raciales pero la intención cuenta más que mil palabras. Son tres personas provenientes de minorías raciales tomando un tema supuestamente étnico hecho por blancos para blancos y recuperándolo para ellos como parte de uno de sus discursos habituales: la insensibilidad de los blancos bien intencionados pero racialmente confundidos que intentan no ser racistas pero para los cuales toda la gente de piel oscura es intercambiable y más o menos lo mismo (ver los temas “Shorty Said” y “Puerto Rican Cousins”). Y para probar su punto alcanza solo un detalle: la mayoría de la gente que se emociona con el tema original de Enigma siempre pensó que el sample vocal es de un canto nativo americano, pero es en realidad un cantante de música tradicional china. Pero es más o menos lo mismo, ¿no?


Esta nota de Rolling Stone sobre la actualidad de Billy Corgan publicada hace un tiempo atrás es menos interesante por sí misma o por el insoportable personaje que retrata que como diágnostico y clausura de varios de los mitos de los noventas. Corgan aparece como un personaje ridículo y vergonzoso, auto-paródico. Llora sobre el lugar que se merece en la historia del rock y que no se lo reconocen, habla sobre sus creencias espirituales new-agers y el libro sobre espiritualidad que está escribiendo, parece un loco paranoíco cuando habla del fin del mundo y el 2012, comenta sobre sus relaciones con Sasha Grey, Tila Tequila y Jessica Simpson, le saca el cuero obscenamente a sus ex-compañeros de banda y demuestra constantemente tener una imagen distorsionadísima de sí mismo que nadie en todo el mundo comparte. Pero lo mejor de la nota no es ninguna de las payasadas de Corgan sino la única intervención del baterista Jimmy Chamberlin, que se bancó al pelado infame durante todos los 90s (¿alguien se sorprende que se haya vuelto adicto a la heroína?) y que fue el único miembro original que se sumó a la reunión reciente de Smashing Pumpkins hasta que Corgan lo echó, y que da en unas pocas líneas una explicación lúcida y contundente de su punto de vista:

«En el medio de la última gira, Billy decía que era culpa del agente, después que era culpa de la banda, después que era culpa de los fans. (…) En el gran esquema de las cosas realmente ya no mueve mucho la aguja. Es un par de discos de oro y un poco de plata. ¿A quién le importa? Tengo mujer e hijos, soy completamente feliz. La música es una parte tan pequeña de la vida de la gente hoy en día. La gente ya no se sienta a mirar las tapas de los discos y pensar en Kurt y en Billy como en los noventas. Odié tanto a los noventas»