Cruzando el Río.

(una guía práctica a los distintos barcos de Buquebus para cruzar el Río de la Plata)

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Terminal de Puerto Madero
La terminal de Buenos Aires de Buquebus y Seacat es ultra modernosa, fría y desagradable. Tiene esas curiosas placas de metal con agua chorreando constantemente. En su segundo piso, la sala de espera. La gente se acumula, espera, hace una cola interminable de 30 minutos para darse el lujo de tener una mejor ubicación en el barquito.
Tanto en la terminal de Buenos Aires, como en la de Montevideo, como en cualquiera de los barcos, los precios para tomarte un café y comer una medialuna son exhorbitantes y ridículos. 45$ Argentinos (unos 135$ Uruguayos) por un café y 2 medialunas chiquitas. Con los viajes me acostumbré a surtirme siempre antes de viajar, con al menos una botella de agua rellenada inteligentemente antes de salir. Si tengo hambre, es morir en algún alfajor comprado en la parte inferior de la terminal.

Flecha de Buenos Aires

No conozco bien la historia, pero creo que originalmente «Seacat» – la empresa – incluía solamente este barquito, el Flecha de Buenos Aires. Más que un barco, es un barquito, un bondi. Entrás por adelante, tiene unas filas de 3 asientos a los costados, más una gran fila central, cortada por el minúsculo Freeshop que se dedica más que nada a vender alcohol y chocolates. Por su tamaño, el Flecha de Buenos Aires se mueve, y bastante. La única vez en que vi a los encargados del barco repartir alegres bolsas para vomitar fue en el Flecha de Buenos Aires. Pero también, por su tamaño, este barquito es el más ágil y rápido, ya que al ser menos pasajeros el embarque y desembarque es mucho más breve. Eso si: Lleno puede ser un infierno de gente empujandose, gritando, y luchando para colocar el equipaje en la parte superior. A veces se arma una divertida cola alrededor del freeshop (una cola que cubre todo el barco, prácticamente) donde la gente compra su surtido de Jim Bean, London Dry Gin y bolsas de Snickers,  Mars y After Eights para regalar previsiblemente a compañeros de trabajo.


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Atlantic III
Medio una poronga este barco. El Atlantic III es gordo y pesado. Tarda en llenarse y la gente se enloquece por elegir lugares. La parte principal de la clase turista es un sinfín de hileras en la parte principal, y los pasajeros luchan en un zig zag alargado buscando el lugar ideal. En el centro del barco está el Freeshop, que es bastante grande y tiene su sección de cosméticos, ropa, tecnología, dulces varios y alcohol. De ahí se puede ir a la parte trasera (Business Class) y al segundo piso, la Primera Clase Especial.
Muchas personas antes de sentarse en los banquitos principales de la clase turista prefieren recostarse en las columnas centrales, cerca del Freeshop. Ahí se acumulan de a 3, 4 personas, en el piso, charlando y revisando sus celulares. También ahí hay unos asientos ocasionales que no tardan en llenarse. Son un par de filas bastante cómodas en las cuales uno se asegura no rodearse de niños llorando y gritando.

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Silvia Ana
A veces te subís a un barco y tenés la suerte de que es el Silvia Ana. En dimensiones es muy parecido al Atlantic III, pero mejor distribuido: La clase turista se reparte por los dos pisos del barco, y en ambos pisos de la clase turista también hay mesas y sillas, los cuales son muy buenos para poder sacar la laptop y hacer alguna cosa. El Freeshop, también es más grande y tiene aún más estupideces, con más chocolates, dulces, alcoholes y un piso entero dedicado a perfumes cremas champuces y otros productos de tocador. Incluso también hay algunas maquinitas (muy viejas)! . Pero por sobretodo el Silvia Ana es amplio y grande y uno en un momento de ansiedad puede decir «ya vuelvo, voy a dar una vuelta» y recorrer sus dos pisos, pasar por un Freeshop, salir por el segundo piso, seguir dando una vuelta y volver a tu lugar en un buen rato. Y además las mesitas, y las sillas para sentarse y escribir posts como este. Silvia Ana, ¡Sos mi favorito!

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Eladia Isabel
El Eladia Isabel esta en una categoría aparte: Conocido durante décadas como «el buquebús barato», el gordísimo Eladia Isabel se toma unas 3-4 horas en cruzar el Río de la Plata. Uno se tomaba el bondi de Montevideo a Colonia a la madrugada, de ahí te tomabas el Eladia Isabel y dormías unas horas espantosas e incómodas para llegar hecho mierda a las 6-7 de la mañana a Puerto Madero, despertándose muy rápidamente ante la majestuosidad de las torres y edificios de la zona.

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En la época en que el Eladia Isabel era la forma más rápida de viajar a Buenos Aires, el barco viajaba siempre repleto. Eso causaba que la gente improvise formas de tener un viaje placentero, incluyendo las locuras de acumularse todos en la parte delantera del barco, que tenía una ligera curvatura que seguía la forma del buque. Ahí se acumulaban decenas de pasajeros, que tiraban los bolsos y se recostaban a dormir todos juntos.
El año pasado viajé dos veces en el Eladia Isabel y ambas veces estuvo casi vacío. Utilicé el viaje más largo para sentarme en una de las mesas y ponerme a trabajar. El barco es lento, se mueve poco, hay poca gente, no hay Internet ni distracciones.

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Es bastante curioso como, en el caso de viajar de Buenos Aires a Montevideo, uno deja de ver la capital Argentina casi exactamente al mismo momento en que está por llegar a Colonia. Como que la distancia de Río de la Plata entre Colonia y Bs As sea precisamente la distancia que puede ver el ojo humano en el horizonte, en un día de sol y claro.

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Terminal de Colonia
La terminal de Colonia es fascinante: Inicialmente (en la época del Eladia Isabel) era un sucucho frío, horrible y de concreto, donde la gente se apilaba en el suelo y esperaba una hora o dos para que llegara el Eladia Isabel, se bajaran sus miles de pasajeros y esté disponible para ser repleto de nuevo. En los últimos 5-7 años, la terminal fue mutando y modificándose constantemente, siendo un edificio con un trayecto y una personalidad camaleónica y absurda. Para subirte a un barco hay más de 5 caminos que te podés tomar, con distintos túneles azules que recorren distintos trayectos, se doblan, tuercen, entran en edificios viejos, salen, suben, bajan hasta llegar a las distintas partes del terminal donde te tocara alguno de los barcos ya descritos. Casi siempre es distinto el traspaso y muchas veces es caótico: Me ocurrió ya varias veces que me bajo de un barco mientras simultáneamente hay gente que está yendo en dirección contraria, subiéndose al mismo. O dos colas que se entrecruzan, de pasajeros que salen y llegan a colonia de un barco mientras que hay pasajeros que viajan a buenos aires subiéndose a un barco diferente, y ambos caminos se cruzan confusamente. Más de una vez dudé ante la idea de bajarme de un barco, pasar por uno de esos pasillos y luego subirme a otro barco, para volver a Buenos Aires simplemente por la gracia de romper las reglas, la rebeldía de responder un «Qué carajos hacés de nuevo en Buenos Aires??» con un «Y.. nada, me volví a subir».

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Juan Patricio
Curiosa y apropiadamente, estoy terminando este post y me subo a un barco al cual jamás me había subido. El Juan Patricio, el Pókemon elusivo de los barcos de Buquebus. Quizás por ser el último barco que conocí me parece un mashup de todas las demás naves. Son tres pisos, el primero un sinfín interminables de asientos (como el Atlantic III), hay un piso arriba de Business Class y otro debajo con primera clase y un Free Shop. En mi ranking de barcos es definitivamente mejor que el Atlantic III ya que es tiene un ventanal enorme para que lo disfrute toda la clase turista, aunque sigue sin tener mesas accesibles para trabajar. Pero  ese ventanal, es tan, tan luminoso.

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11 comentarios en “Cruzando el Río.

  1. Valentina

    Te falta experimentar la belleza del Francisco. Dos horitas y estás del otro lado, sin Colonia, sin nada. Lindo post.

  2. Matias

    Creo que por la descripción tengo el recuerdo de haber viajado en el Silvia Ana y el Flecha de Buenos Aires de chico.

  3. xopxe

    ¿Ahora tienen unas Chapas de Metal Chorreando Agua en el puerto? ¿Y en el aeropuerto qué, pusieron unas Láminas de Aluminio en Llamas siendo Aplastadas Contra el Suelo?

  4. Autor del Post Ezequiel

    Valentina: Efectivamente me falta el Francisco y me tienta, pero el hecho de que salga el DOBLE que un pasaje de Seacat normal me mata.
    Javier: ESO NO SE HACE.
    xopxe: No se con que te estás drogando, pero quiero de eso ahora.

    Cuantos comentarios! Esto parece el 2005! :_)

  5. Daniela

    Veo que no conocés Línea Delta. La Cacciola es el Titanic al lado de estos barquitos. Son algo así como el gomón del tío. Las maderitas de los asientos se te clavan en el culo desde la salida hasta la llegada a Nueva Palmira. Tres horas épicas.

  6. Luis Giordano

    El Eladia Isabel en sus comienzos era completamente distinto. Sólo tenía un piso, y era como un gran restaurant flotante, y hasta tenía solárium. La comida la hacía el Gato Dumas.

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