Meet The Thermals.
Es curioso como, siempre, parece haber nuevas carreras por descubrir en la música. Al menos a mi, usualmente, me pasa que una vez que el polvo se ha asentado en aquellos discos que nos han enseñado que son Importantes (y que no por ello dejan de ser buenos) uno descubre en el desierto, entre los arbustos, un montón de bandas a las cuales uno descartó o solo escuchó un disco al pasar o nunca escuchó nombrar y que ya tienen 5 o 6 cosas muy buenas.
Es un placer inconmensurable cuando algo así sucede. De pronto tenés todo un nuevo universo creativo para explorar, que creció mientras no le prestabas atención. Esto es algo que me viene sucediendo mucho, en particular con respecto a ciertas carreras de la década pasada. Quizás tenga que ver con una obsesión reciente y no tan reciente sobre las características económicas, sociales, tecnológicas y estilísticas de la música conocida de forma amorfa como indie de los últimos 10 años, con cierto poner-en-orden-el-pasado muy propio del historiador que soy, con cierta resaca que probablemente nos acompañe varios años más mientras nos vamos dando cuenta de que las cosas realmente cambiaron.
A lo que voy es que, generalmente, no retorno a los discos “importantes” de la era musical post-Internet (que, por otro lado, ¿Cuáles son? El panorama se presenta tan fragmentado que no me animo a arriesgar una respuesta) sino que desentierro grupos que, por su aparente repetición y compromiso con un sonido, me pasaron por el costado. Y es así como este año, a raíz de la salida de su ¡sexto! disco redescubrí a los Thermals, cuyo primer tema del que tengo memoria escuché en el 2004, probablemente en algún mp3blog.
Y la verdad es que son realmente buenos. Lo que en un principio parece un conjunto de discos donde se repite el mismo chiste de grabar canciones rápidas y rockeras basadas exclusivamente en guitarra y en la juvenil y ansiosa voz de Hutch Harris (una de las mitades compositivas del grupo, junto con Kathy Foster) con las múltiples escuchas se revela como una obra sólida y sorprendentemente evolutiva. Además, canciones basadas exclusivamente en guitarras y la voz ansiosa y juvenil de alguien es aquello en lo que está basado el 95.7% del rock.
Algunas cosas que descubrí sobre los Thermals escuchando todos sus discos:
1) Claramente tienen una profunda relación con la tradición del indie norteamericano de los ochentas, puntualmente, al menos en mis oídos, con Hüsker Dü. Como ellos, sus dos primeros discos son bastante “hardcore”, rápidos, como una onda de sonido con la forma de una flecha, y quizás son los menos interesantes de su carrera (es algo que me pasa con Hüsker Dü también: Zen Arcade no me interesa tanto como Warehouse o Candy Apple Grey, a pesar de que la evolución de la banda es continua y directa). Luego, en sus discos siguientes, se vuelven una banda madura, cada vez más melódica, que sin dejar de lado la velocidad le agrega encima una capa, manejada sobre todo por la voz, que les quita ruido sin quitarles urgencia. Esa es una interpretación. La otra es que esa capa, al igual que en Hüsker Dü, estaba detrás todo el tiempo que las deficiencias del estudio demoraron en sacarla a la luz. Después de todo, solo gastaron 60 dólares en la grabación de su primer disco, More Parts Per Million. Igual el menos interesante es Fuckin’ A, el segundo, que ya tiene una producción mejor pero melodías muy iguales.
2) Tienen una obsesión con el imaginario cristiano-religioso que no termino de entender si tiene que ver con una genuina fascinación por sus elementos (e imágenes) guerreras, apocalípticas y vengativas, o con un espanto que procede de cierta situación en los Estados Unidos en el período de producción de algunos de sus mejores discos (y es notorio darse cuenta que este tipo de referencias decrecen a partir de Personal Life del 2010, post-Bush). La manera en que las usan combina en partes iguales el sobrecogimiento o pasmo (que son las opciones más simpáticas que me da WordReference para traducir esa cosa tan especial que es el ‘awe’) con un poco de nausea y cierta denuncia. Ellos mismos admitieron, en algunas entrevistas, que los discos The Body, The Blood and The Machine y Now We Can See son discos con fuertes referencias religiosas porque estaban asustados y enojados (o algo así) con el curso de los Estados Unidos e imaginaban un futuro en donde sea un país por completo fundamentalista. Pero, al mismo tiempo, cuando hablan de santos y de espadas y de la lluvia de fuego, de algún modo conmueve y es una imagen poderosa. Quizás eso hable bien tanto de su poderío musical como de lo profundas que son las imágenes del cristianismo.
3) Por otro lado, están también profundamente obsesionados con la muerte y el fin del mundo, con el fin en general. Todos sus discos tienen varias canciones sobre morir, sobre legados, sobre resucitar y que el mundo se acabe y el enorme basurero ululante que quedará después. Y también sobre matar, destruir, la guerra, algo que se conecta bastante con su instancia crítica y críptica sobre el militarismo norteamericano. Además, que mejor que una banda que hace canciones punk y rápidas que se dedique al rico mundo de las imágenes apocalípticas. Es lo que todos deberíamos escuchar cuando el fin llegue y nos dediquemos a saquear vidrieras.
4) Sin embargo, probablemente mi disco favorito de los Thermals sea Personal Life del 2010. Es un clásico disco de ruptura, o al menos lo aparenta bastante bien. Todos temas que hablan de amor terminado, muy resentidos, hay un par de canciones donde el amor de una persona es descripto como un conjunto de páginas que se resquebrajan, hay otra donde dice que seguiría con ella solo para empardar su odio. Además tiene una producción bien limpia y con un sonido resignado, y la que probablemente sea mi canción favorita de ellos Never Listen To Me (canción que, para mi, es parienta lejana de alguna canción de Spoon que ahora no recuerdo). Es significativo, quizás, que sea el primer LP que sacaron el era Obama. Calculo que por eso está la mitad del disco en el compilado.
5) Suelen poner grandes temas de cierre: épicos, cortitos, melancólicos. Además, sus discos son cortos, en general orbitan entre media hora y cuarenta minutos. Algo que cada vez agradezco más, aunque me duren poco en los auriculares cuando estoy en la biblioteca haciendo archivo.
Como cada vez que me sumerjo en una discografía de forma obsesiva, volví con un compilado. Están representados todos los discos, incluso el último, que salió este año, y lo mejor de todo es que, como sus discos oficiales, dura muy poco: 68 minutitos. También me doy cuenta que tiene muchos de sus singles, es que son muy buenos haciendo canciones, que quieren que les diga. Denle una oportunidad a estos muchachos que ya tienen una década de carrera construyendo puentes con lo mejor del indie como lo entendían los norteamericanos en su época de gloria. Y que, sin embargo, están haciendo música ahora, para todos aquellos que dicen que ya no hay hombres.
Welcome The Locusts (A Thermals Compilation).
01 – A Pillar Of Salt.
02 – Born To Kill.
03 – How We Know.
04 – A Passing Feeling.
05 – The Sword By My Side.
06 – Our Trip.
07 – No Culture Icons.
08 – Let Your Earth Quake, Baby.
09 – Brace And Break.
10 – When We Were Alive.
11 – Faces Stay With Me.
12 – Never Listen To Me.
13 – Now We Can See.
14 – Returning To The Fold.
15 – Your Love Is So Strong.
16 – St. Rosa And The Swallows.
17 – Only For You.
18 – When I Was Afraid.
19 – Not Like Any Other Feeling.
20 – I Hold The Sound.
21 – You Dissolve.
22 – You Changed My Life.
23 – Our Love Survives.
(Las imagenes del post y el compilado provienen del Queen Mary Apocalypse, un manuscrito iluminado de principios del siglo XIV sobre el último libro del Nuevo Testamento que se puede observar aquí).
Muy bueno el complado. En algunos temas noto algo de Guided by voices.
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