Visite Baltimore 13 (Finale): Algunos Ausentes.

Tomorrow ain’t promised to no one.

I ain’t much for sentiment.

What the fuck you know about what I need on my mind, motherfucker? My name is on the street? When we bounce from this shit here y’all gonna go down to them corners, let them people know: word did not get back to me! Let ‘em know Marlo step to any motherfucker: Omar, Barksdale, whoever. My name is my name!

– Marlo Stanfield.

Marlo, realmente, nunca me cayó bien. Cumple una función importante dentro de la serie, es el salvaje con cara de loco que aparece para señalar que todo está podrido en el negocio de la droga, es el resultado final de un proceso de selección natural completamente retorcido y espantoso. Tiene un par de escenas muy buenas: aquella famosa de “My name is my name!” y su escena final, un momento de verdadero frio en los huesos, que hace que las calles de Baltimore, de noche, parezcan el lugar más infernalmente terrible de la tierra. El problema de Marlo es que, desde el principio, es un villano. Y nunca trasciende su condición de villano unidimensional. Es el mal, el sociópata, el tipo inflexible. Uno puede admirar su determinación y ambición (cuando le dicen que el cementerio está lleno de tipos que fueron rey y él contesta que lo importante es que lo fueron) pero no puede llegar a amarlo. Todo el tiempo estas esperando que le pase algo horrible. Igual demuestra que The Wire, con muy poquitos elementos, construye un villano de esos por el cual se mataría más de un guionista de comics.

Making robberies into larcenies. Making rapes disappear. You juke the stats and majors become colonels.

If that idiot worked for us, he’d be a deputy commissioner by now.

– Roland «Prez» Pryzbylewski.

Prez es un desastre, el policía más caótico de la fuerza, un patoso, un inútil. Es un personaje enternecedor, y está muy bien que lo que comienza siendo un repulsivo cana de pistola rápida y golpes bajos crezca hasta un lugar en que uno lo respeta, lo aprecia y lo quiere. Al final de la serie tiene una barba, la indicación visual más obvia y ridícula de madurez, pero siendo Prez un niño grande finalmente parece moverse sin miedo a que el suelo se abra bajo sus pies. Cita a los Rolling Stones en la primera temporada (“Brown Sugar”, para ser precisos, y les pido perdón a todos aquellos a quienes ya les conté esto borracho). Es adorable y conflictuado, pero su arco argumental es un clásico “coming of age” y finalmente no sabía que decir sobre él.

I don’t care if they were speaking Mandarin Chinese with a cocksucker’s lisp!

Motherfucker, you are a cunt-hair away from indictment and you see fit to argue with me?

After all my puttin’ my foot up people’s asses to get the numbers down, he comes along and in one stroke, gets a 14 fuckin’ percent decrease. Fuckin’ shame it’s gonna end our careers, but still.

– William Rawls.

Miren, lo voy a admitir de entrada: William Rawls es un personaje chiquitito, dentro de la macro-saga que es The Wire. Pero es una debilidad. Amo a este hijo de puta. Rawls es, al principio, el jefe de operaciones del departamento de homicidios, el archienemigo de Jimmy McNulty. Es un tipo que disfruta deliciosamente de joderte, poner palos en la rueda, ajustar las estadísticas y, en general, evitar cualquier tipo de trabajo investigativo real. Tiene una sonrisa sardónica que despliega cada vez que te dice que no, que nunca jamás, que sos un chupapijas inmundo que se va a pasar el resto de su carrera anclado a un escritorio. Pero lo hace con tanto, tantísimo placer, el tipo realmente disfruta a lo grande jodiéndote. Es el hijo de puta que querríamos ser pero no nos animamos. Y, perdida por ahí, hay una escenita con Rawls, un flash, en un bar, que demuestra que The Wire levanta monumentos de caracterización con 3 segundos fugaces, que no se mencionan jamás.

Our job is to report the news, not to manufacture it.

You know what a healthy newsroom is? It’s a magical place where people argue about everything, all the time.

The pond is shrinking. The fish are nervous. Get some profile. Win a prize. Maybe find a bigger pond somewhere. Whiting, Klebanow, Templeton – they snatch a Pulitzer or two and they’re up and gone from this place. For them, that’s what this is all about. Me, I’m too fucking simple-minded for that. I just wanted to see something new everyday and write a story with it.

– Augustus «Gus» Haynes.

Hay que decirlo: la historia del diario en la quinta temporada es lo más flojo de la serie. Es una pena, porque tiene promesa, porque muchas porciones de la trama funcionan, sobre todo cuando se entrecruzan con las historias de los personajes que conocemos de las temporadas anteriores. La amplificación del delito, la construcción de la noticia, la circulación de la información, la percepción pública, son todas tesis interesantísimas, que están planteadas en este arco argumental. Pero ese es el problema: seguramente por limitaciones de tiempo (es la trágica temporada recortada de 12 episodios a 10), los personajes nos parecen más unidimensionales que aquellos que venimos siguiendo hace una, dos, tres o cuatro temporadas. Son más de cartón. El jefe del diario estúpido que no entiende el periodismo. La periodista joven y prometedora, en el camino del “bien”. El periodista ambicioso a quién solo le interesa su firma y su notoriedad. Y el editor buenazo. El hombre con la elegancia de la corrección precisa, de la noticia reporteada de manera honesta y directa. De la historia. Con los contactos que se labran de años de confianza y charlas. Ese es Guy Haynes. Es un buen personaje, seguro el mejor de todo el conjunto del diario, pero su exterior es muy similar a otros hombres que hemos conocido en The Wire, sobre todo a Bunny Colvin. Por suerte tiene algunas escenas muy buenas, cuando lo vemos finalmente abandonar la redacción y recabar información “the old fashioned way”, en bares, con todo aquel que lo conoce y quiere hablar. Su cara de escepticismo también lo paga todo, una cara que dice que lo ha visto y lo ha escrito todo, y que generalmente ganan los malos. Es una pena que a pesar de todo eso, no logre saltar de la pantalla, conmovernos totalmente. Lo conocemos y nos cae bien, pero es una amistad superficial, acartonada.

Buy for a dollar, sell for two.

Fool, if wasn’t for your friend Sergei here, you and your cuz both would be cadaverous motherfuckers

You know what kills more cops than bullets or liqour? Boredom String… they can’t stand that shit! Just keep it real boring

You think I’m gonna send any of my people up against Brother Mousone? Shit, that nigga got more bodies on him than a Chinese cemetery.

– Joseph «Proposition Joe» Stewart.

Proposition Joe es la cara más viboresca y acomodaticia del negocio de la droga. Un gordo gigante con rastas que parece respirar todo el tiempo por la boca, que se sienta en su negocio de arreglo de radios y electrodomésticos a meterle destornillador y pinza a cachivaches acabados. Él mismo podría ser un cachivache, si no fuese porque tiene una admirable habilidad para proteger su trasero. De algún modo uno siente que tiene un orgullo de laburante en lo que hace, a pesar de que sea la venta de droga. Que para él es, justamente, un trabajo, una manera de sobrevivir. Por algo lo mete a su sobrino en el negocio, y lo banca, a pesar de que es un inútil violento y despreciable. Como si fuese la empresa familiar. Es su changuita, su pequeño taller de estupefacientes. No por nada es un experto en el lavado de dinero. Por eso también tiene esa aversión a la violencia y el asesinato político. Por algo es “Proposition” Joe, el dealer al que los otros dealers acuden para que instaure una especie de espacio liberado sobre el cual podrán discutir y dialogar. Es como un diplomático del negocio de la droga.
Pero, también, es un manipulador increíble, con una capacidad increíble para poner a unos contra otros y alejar las mirillas de su patio trasero como si tuviese superpoderes de sugestión e hipnosis. Por algo Omar, uno de los pocos que le hace la guita, lo primero que le advierte es que no intente ninguna mierda retorcida con él, o que le iba a poner una bala en la cabeza.
El problema de Prop Joe se hace presente cuando se vuelve blando, cuando comienza a querer adoptar un sucesor, cuando ve en Marlo, equivocadamente, a un pibe que quizás podría sucederlo. Cuándo su costado familiero le gana a su costado calculador y manipulador. El negocio de la droga no perdona el sentimentalismo, y todo se resume dolorosamente en la última frase que le dice Marlo: “I wasn’t made to play the son”.


1 comentario en “Visite Baltimore 13 (Finale): Algunos Ausentes.

  1. Martín

    Quizás no sea politicamente correcto decirlo pero Marlo me parece el personaje más creible de la serie.
    Su forma de ser se parece demasiado a la de los esos locos de mierda que, back in the day en el barrio, le metían miedo hasta a la madre. Me hiela la sangre, me trae recuerdos que había olvidado.

    Y Rawls es un personaje chico pero es uno de los únicos que aparece todos los capítulos.
    A mí me parece un buen tipo de todas formas. Un buen tipo que decidió abrazar la estructura de cagar o ser cagado, pero que lo toma como un juego. En el fondo, si las papas quemaran, si para Rawls las papas quemaran, si Rawls cayese en la isla de Lost, sería un copado. Pero es demasiado inteligente, (y, tal vez demasiado egoista) como para ser víctima de la estructura.

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