Modernistas 14: El futuro. Claire L. Evans.

YACHT-Utopian-Vision

(Foto de Alin Dragulin).

Claire L. Evans es una artista fascinante. Yo la conocí como una de las mitades de la banda YACHT (la otra mitad siendo Jona Bechtolt, su pareja) y su música inteligente, bailable y catártica, repleta de conceptos y reflexión detrás de cada canción, me encantó al instante. Luego comencé a conocer sus otras actividades, que van desde la participación en proyectos artísticos colectivos hasta la escritura sobre ciencia dura en un blog, pasando por las artes plásticas, la curatoría y una continua fascinación con la ciencia ficción y la especulación futura. Justamente la semana pasada fue nombrada editora de la nueva versión de la revista OMNI, a raíz de un muy buen texto sobre su historia e influencia que publicó a principios de año. Así que decidí realizarle una entrevista, que contestó con rapidez, generosidad y grandes ideas y que reproducimos acá abajo. Con ustedes, Claire L. Evans.

Bueno, primero que todo, te he leído hablando sobre la ciencia y su manera particular de construir información progresivamente con la intención de llegar a un punto en el cual entienda todo sobre el universo. Yo soy un historiador y encuentro que esta idea es bastante similar a lo que es llamado “el mito del progreso” (la idea de que las sociedades van a evolucionar hasta que sean perfectas gracias al progreso de la tecnología y el capitalismo). Quería preguntarte si encontrás similitudes y que opinas de esta idea.

Creo que hay similitudes. Las ciencias usan la noción de una “Teoría del Todo” como un objetivo unificador, con cada generación de científicos construyendo sobre los descubrimientos de la anterior, trabajando hacia un conocimiento cada vez más y más minucioso del universo. Esa es la actitud fundacional de la ciencia y la fuente de su autoridad: estamos construyendo conocimiento a lo largo del tiempo, como un proyecto generacional, usamos reglas compartidas para crear un entendimiento colectivo. Al mismo tiempo, la mayoría de los científicos se dan cuenta que es improbable que un conocimiento totalmente abarcativo del universo se de durante su vida, o jamás, porque la noción de una “verdad” objetiva es fundamentalmente ambigua. Entonces, no hay un objetivo final – la teoría universal del todo es una aspiración, un espejismo, algo que nos mantiene motivados y atrae una grandeza más grande que la suma de nuestras partes. Al final, como cualquier dogma o tradición, está ahí para mantenernos ocupados y trabajando juntos mientras pasamos el tiempo en una fría piedra en el borde del universo.

Ahora, quería saltar un poco hacia Space Canon. ¿Cuál es el propósito del sitio? Es descrito como un “proyecto de auto-educación en ciencia ficción”, ¿Qué te ha enseñado esta educación hasta ahora?

Soy una escritora – no porque me gano la vida haciéndolo, sino porque soy incapaz, genuinamente, de procesar mis ideas sin escribir sobre ellas. Flotan sin objetivo en mi cerebro hasta que puedo activarlas con la lapicera o el teclado. Comencé Space Canon porque me estaba sintiendo paranoica de que todos los libros que estaba leyendo estaban desapareciendo en el momento en que los terminaba; tenía miedo de olvidar, o de leer sin compromiso crítico. Entonces decidí escribir las cosas que estaba leyendo, y ver si podía formar ideas más convincentes a medida que lo hacía. No escribo Space Canon para una audiencia. Si la hay, es totalmente incidental; solamente es público porque quiero ser capaz de usarlo como referencia no importa donde esté. Ha sido extremadamente útil para mí. Las ideas que he sido capaz de producir en Space Canon han fluido hacia escrituras más grandes y “públicas” en donde intento sintetizar las ideas de la ciencia ficción con nuestra realidad real.

Pasando a YACHT, ¿Como te involucraste en el proyecto? ¿Y como cambió eso el sonido del proyecto?

He estado tocando, escribiendo y cantando en YACHT desde el 2009. Ha sido una cosa bastante orgánica. Jona es mi pareja, entonces mucho del mismo input entra en los cerebros de ambos: compartimos experiencias, ideas, películas, libros. Viendo que compartíamos lo que entraba, era lógico colaborar en lo que sale. No puedo decir exactamente como cambié el sonido. Creo que más que nada he traído las palabras al frente, le he dado una expresión ligeramente diferente en la performance, y he ayudado a fortalecer y expandir la visión ya ambiciosa de Jona. Es como un hijo; a veces nuestras opiniones difieren acerca de la mejor manera de educarlo, pero lo amamos juntos y es nuestro.

Encuentro que YACHT es un grupo que tiene un interés en el comunalismo y la comunicación. ¿Crees que la música hoy en día representa una experiencia tribal y social o una experiencia aislada? (Especialmente siguiendo los pasos del mp3 y en esta era de gustos extremadamente curados).

Es difícil de decir. Podría ser que vivimos en una era más aislada. La gente puede estimular su sentido de comunidad en línea sin tener una comunidad corporal – en muchos casos, creo que eso es peligroso. Necesitamos otra gente. Incluso si estás activo de una forma increíble en comunidades en línea, al fin y al cabo estás solo en frente de una pantalla. He tenido relaciones muy profundas y transformativas con gente en línea toda mi vida, pero el toque humano es importante.

Un concierto es por definición comunal. En mi experiencia como una interprete, me parece que cuanto más aislada se encuentra la gente joven, cuanto está más fragmentada en micro subculturas en línea, se encuentra más hambrienta por experiencias colectivas, roce, caos. Lo vemos en nuestros shows. La gente responde al compromiso directo con una inclinación que revela una profunda necesidad de contacto.

También encuentro que es un proyecto que está muy interesado en el concepto de experiencia. ¿Crees que una experiencia compartida es la base para la comunicación o que, finalmente, estamos aislados en nuestras cabezas?

Una experiencia compartida provee un contexto compartido. Podremos estar siempre solos en los pequeños metros cuadrados de nuestro cráneo, pero cuantos más intereses comunes tengamos, más estamos en el mismo lugar experimentado la misma Cosa Muy Grande – sea arte, música, un servicio religioso, educación o incluso miedo -, más podemos darnos cuenta de forma fugaz que hay fuerzas más grandes que el individuo.

See Mystery Lights estaba inspirado en el misticismo, mientras que Shangri La estaba inspirado por la noción de utopía, ¿hacía donde están llevando las ideas de YACHT para el próximo disco?

Lo sé, pero no te puedo contar todavía.

También has dicho que crees en la utopía solamente como un objetivo aspiracional, no una realidad, pero ha sido una idea que ha dado forma a enormes proyectos de pensamiento y modificación socio-cultural. ¿Cómo te sentís respecto a esas hebras del pensamiento humano (estoy pensando específicamente en el marxismo) que se esfuerzan en proponer una utopía real construida en la acción política y el pensamiento racional?

Creo que la búsqueda de construir una utopía física es admirable pero está inevitablemente condenado. No importa que escuela de pensamiento – Marxismo, Trascendentalismo, Transhumanismo – si te aislás del perpetuo compromiso con la diferencia y del desafío diario de llevarte bien con otras personas, te volvés miope. Las estructuras del poder se calcifican, la gente es explotada. En el mejor escenario, las utopías se disuelven; en el peor, terminan en fascismo.

Y, como corolario a esa pregunta, ¿crees que el capitalismo en los últimos 20 años nos ha excluido de pensar en la utopía?

Hay muchas personas que ven el capitalismo como una filosofía utópica. La utopía no tiene que ser igualitaria, o incluso compasiva, porque es subjetiva por naturaleza. Incluso la “Utopía” original, la nación-isla del libro de Tomás Moro, que nos dio la palabra, es una sociedad cuya fuerza de trabajo esta compuesta de esclavos y donde las mujeres son ciudadanos de segunda clase.

¿Cómo te sentís con respecto a la interminable sucesión de películas que lidian con el fin del mundo? Hay una especie de tensión pre-milenial en los últimos años que hace que el susto con el Y2K parezca ridículo en comparación.

El cine siempre se ha deleitado en la destrucción. Nos encanta ver nuestros monumentos más queridos volando por los aires, nuestras sociedades desintegradas. Pero además, el arte, la ciencia ficción en particular, sirve para sublimar nuestras ansiedades en historias con principios y fines. Todo el mundo sabe, en algún nivel, que el colapso ecológico no es una imposibilidad, que el crecimiento poblacional y el sufrimiento y la guerra y la escasez de agua y comida son preocupaciones crecientemente inminentes. Hay una amplia culpa cultural sobre esto. En las películas nos castigamos a nosotros mismos y buscamos la redención al mismo tiempo.

Usualmente estoy tentado de pensar que la ciencia ficción, en sus más básicos principios, tendía a inclinarse hacía el “afuera” (planetas, otras formas de vida, exploración, lo extraño) mientras que el avance tecnológico ha tendido hacía el interior, el individuo, la expresión de nuestros deseos en un espacio público. Medio que ya no soñamos con las estrellas. ¿Crees que este es el caso?

Hubo un breve momento en la historia en el cual la ciencia ficción, la ciencia y la tecnología expresaban todos los exactos mismos sueños y aspiraciones. Esa fue, por supuesto, la Era Espacial, cuando soñábamos con las estrellas y caminábamos en la luna. En todos los otros casos, han sido radicalmente divergentes. Yo creo que el futuro de la humanidad aún tiene mucho que ver con el espacio – inevitablemente, si vamos a sobrevivir como raza, debemos abandonar nuestro planeta algún día – pero estamos atrapados en un período de auto-indulgencia ridícula y miópica, en donde hemos confundido la innovación con el esparcimiento. Todos esperamos mejoramiento personal, información instantánea, gadgets cada día más pequeños y pequeños para consumir y destruir y reemplazar; queremos placer y juventud y conveniencia. Los recursos de nuestro planeta literalmente no pueden proveer esto para siempre. Predigo que los intereses de la ciencia ficción y la tecnología no van a converger por completo de nuevo hasta que nuestra supervivencia como especie se vuelva una preocupación diaria.

Continuando con esta línea de pensamiento, ¿Cómo te sentís con respecto al estado de la ciencia ficción contemporánea? A veces siento que la última revolución real fue el cyberpunk, pero quizás me siento de este modo solo porque predijo de forma más precisa nuestro mundo actual.

El cyberpunk fue definitivamente la última revolución en la ciencia ficción. Yo todavía estoy muy interesada en él; creo que tuvo un efecto duradero y ha transformado por completo nuestro mundo diario de una manera casi sin precedentes. El cyberpunk fue el primer movimiento en la ciencia ficción que predijo con exactitud no solo la tecnología – aunque hizo eso también – sino la cultura del futuro. Hay algunos escritores contemporáneos que me gustan, pero no estoy convencida al 100% de la situación actual de la ciencia ficción como una fuerza coherente. Creo que se ha vuelto una cosa fragmentada y divergente, como todo.

Y, finalmente, ¿crees que algún día experimentaremos un “evento” que cambie a la sociedad completamente o crees que la evolución será tan gradual que no reconoceremos al futuro una vez que esté aquí?

La idea de un “evento” es muy excitante, y los eventos que se creen inminentes tienden a acumular fanáticos, porque es muy fácil ponerse detrás de algo galvanizante y distinto: ¡Pico petrolero! ¡La singularidad tecnológica! ¡La guerra nuclear! En realidad, mi creencia es que el futuro va a suceder sin que lo notemos, el resultado de millones de fuerzas convergentes, ideas, tecnologías, y factores transparentes que no entendemos por completo hasta que están muy detrás nuestro – de la misma manera en que ha sucedido durante la totalidad de la historia humana.


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